Por Oviedo, deambulando por los alrededores de la parroquia de Santo Domingo, se fueron concentrando poco a poco muchos feligreses y amigos de José Antonio. De sus antiguos compañeros yo llegué el primero, y visité la Capilla ardiente donde reposaba José Antonio, de cuerpo presente, y os sentí, amigos todos, cercanos en mi oración.
Apareció Julio Correas y sin pensarlo dos veces se dirigió a quien podía mandar algo en aquel momento para decirle que los antiguos compañeros queríamos cantarle al final de la ceremonia el "Adiós Madre de mi vida". Salió de mala uva nuestro Julito, con una negativa por respuesta. Que si ya estaba todo organizado y previsto (coro parroquial incluido) que si venía el arzobispo...
Fueron llegando Baldo y sra. Pepín Gómez y sra. Parece que estoy narrando unos "ecos de sociedad" pero no es así pues a cada llegada de uno de los nuestros se multiplicaban los abrazos, incluido el de mi cuñada, Arancha, que había estado con José Antonio felicitándolo por su cumpleaños, hacía poco. Y de Gijón fueron llegado José Manuel Valdés "Pitu" o Chusín Fresno. Malvárez ya andaba por Oviedo y José Manuel Arango no quiso faltar a la despedida de nuestro amigo, así como José Ángel García González, asesor y casi confidente de José Antonio y el bueno de Santiago Alfayate.
Y la iglesia se llenó, pasillos y entrada exterior incluidos. más de 50 sacerdotes concelebraron con el arzobispo de Oviedo la misa funeral. Mucha emoción, por descontado, y una sorpresa final, antes de que el arzobispo despidiera la misa, el padre RoRo, como es conocido en Santo Domingo, llama a Julito Correas por megafonía para que, junto con los compañeros de la Virgen del Camino cantáramos el cántico ADIÓS MADRE DE MI VIDA. Pero Julito que no aparece. Yo estaba con Santiago Alfayate en una capilla lateral y Julito se había quedado atrás con Fresno y alguno más, taponados por tanta gente, sin poder acceder a la cabecera, donde nos estaban invitado para rodear el féretro y cantarle a José Antonio su despedida.
Me adelanto solo y fueron llegado Malvárez, Arango y José Ángel, y ya los cuatro, pegados al féretro, entonamos el ADIOS MADRE DE MI VIDA. Al fondo de la iglesia, se oía cantar al grupo de Julito Correas, en un eco envolvente de delante hacia atrás, que emocionó a mucha gente.
Y así despedimos al buen pJosé Antonio, siendo testigos de lo mucho que era querido en Oviedo, sabiendo que, también por mucho otros lugares, había ido regando y cosechando amigos, como lo fuimos todos nosotros.
Carlos Tejo
compañeros del curso del 61, pasado encuentro en Oviedo.
(Oscarín, Fresno, Fueyo, Herreño, Cascajares, Alfayate, Iturgáiz, José Angel, Correas, Cortés y JoséAntonio)