domingo, 13 de abril de 2025

NADA DE ESO (Por Pedro G. Trapiello)

En mi juventud bachillera no hubo nunca procesiones, ni cornetazos, ni mamporros al parche, ni floripondios desmedidos llevando la contraria a la muerte que se exalta, ni teatrillo doctrinero, ni santos de palo en bamboleo, ni lágrimas de esmeralda en rostros bruñidos de juveniles vírgenes doloridas, ni borrachera de platerías y coronas de oro y brocados y riquezas maldiciendo al Evangelio de los Pobres, ni disfraces penitentes, ni ostentosa fe carbonera echada a la calle del jolgorio, ni autoridades fariseas desfilando bajo la galería del voto, ni manolas curveando su delirio vanidoso, ni izquierdistas de la laicidad jajá con túnicas pujando para otros, ni derechones de tripa y cazo venidos del puterío magdaleno al que después volvían, ni armados militronchis de gala escoltando cada misterio y olvidando que quien a hierro mata a hierro morirá, ni sermones tridentinos de hueca retórica barroca y gagá, ni marchas de funerala guerrera para desfilar con marcialidad de cuartel y no de templo, ni saetas importadas que impostadas aquí salen, ni terciopelos y rasos de colorines en una pasión arcoiris de aceras diferenciadas, ni limonadas matanetanyahus, ni pecaos de olor bacalao, ni chapas al cielo del dios de la maldita suerte, ni despepitado gasto para el fasto desmedido... no.

En mi juventud bachillera en colegio de frailes (y para fraile, La Virgen del Camino fue) la Semana Santa no era nada de eso, ¡vade retro!, y sin embargo era pura intensidad y eclosión litúrgica, días ideales de pensar, de lecturas y silencio que se rompía a su hora, y de qué modo, con el amplísimo repertorio de escolanía que llevábamos ensayando meses antes... y ahí Haendel, Palestrina, Tomás Luis de Victoria, Perosi, Bach, Pachelbel, Guerrero, Morales... toda la polifonía clásica entreverada con un gregoriano que después se me hizo quintaesencia en mi año de novicio en Caleruega avecindado con el monasterio benedictino de Silos donde la pureza de su cuna gregoriana francesa en Suresnes era el canon... y aquella belleza armónica se nos hacía escalera de lágrimas que subía al cielo. Todo aquello era justo lo contrario de todo esto. ¿Me entiendes ahora?....

Pedro G. Trapiello (Diario de León 13-4-2025)






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