Feliz día, mamá, que aquella mañana de octubre me dejaste a la entrada del colegio con mi poca ropa numerada, algunas galletas y un beso tan interminable y tierno que aún hoy me sabe tan dulce como único.
Así pude conocer que tenía más hermanos que los de casa.
Te echo de menos, pero no lloro porque sé que estás mejor Ahí.
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