Acabo de subir al Santuario de la Virgen del Camino con mi hijo Alberto, y me encuentro estas dos curiosidades.
La imagen del San Froilán del altar mayor con la cuelga de frutas y golosinas con la que los leoneses felicitamos su onomástica.
Nuestros viejos pupitres convertidos en mesa para estos hidrogeles desinfectantes de manos, o como se llamen, que nos exige esta puta pandemia.