lunes, 12 de julio de 2021

EXPATRIADOS DE LAS MADRES (Por Isidro Cicero)

Rescato este comentario de Isidro Cicero a la entrada de Luis Carrizo Y DIJO DIOS "HÁGANSE LOS ESCOMBROS" y lo elevo a la portada de hoy de nuestro blog. He pensado que lo merece y espero contar con la aprobación de Isidro, maestro Isidro. (el furriel)


EXPATRIADOS DE LAS MADRES

En las tripas de este blog hay mucha información sobre Carrizo, alguna parte la he aportado yo. Otras no. Los textos que valen más la pena los ha aportado directamente él, Carrizo. 

Defiendo las que he aportado yo porque están todas ellas teñidas de afecto, admiración y sonrisas: lo último, las sonrisas, por la limpia ironía que destila este muchacho desde que era así de alto y que yo siempre he sabido interpretarle a la primera. Lo del cariño se debe a la buenísima gente que es y, lo de la admiración, por muchísimas cosas de nuestras vidas paralelas. Una de las más admiradas fue una vez que estaba yo con él en una playa gallega, a donde habíamos llegado haciendo el camino de Santiago con otro señor, y el otro y yo nos quedamos boquiabiertos viéndole cómo se alejaba nadando océano adentro hasta que le perdimos de vista. El sol del poniente, poniéndose, era cegador; me resultó eterno el tiempo que tardó en regresar, sonriendo como un celta. Pensé que habría llegado a las Azores. Para mí, todo aquello era, más que atlético-deportivo, supermánico.


Luis Carrizo ante la estatua de Guzmán el Bueno, León.

Minusválido fonético desde mi más tierna infancia, yo le llamaba siempre Medina, eludiendo Carrizo porque era un modo áspero y como muy imposible de pronunciar: temía yo que la deformación de la palabra a mi manera afrancesada resultaría grosera, faltona. Esto sí lo he contado yo en el blog, en sus tripas está, id a verlo si queréis, que además ahora entre José Mari y Lalo Mayo nos han facilitado la tira la consulta de toda esta microbiota cibernética.  No paro como veis de hacer invitatorio tras invitatorio para que entremos todos a porfía al blog.

Bueno, hasta aquí el invitatorio. Ahora, entrando en materia, me ha encantado lo de la escombrera. La imagen de fray Domingo escogiendo fragmentos de material de desecho - esto me vale, estos otros no- llenar con ellos un par de sacos y cargarlos hasta el taller, no para taracearlos, no, que la madera no lo usaban: para dividirlos en trocitos de diferentes formas y tamaños y acabar informando con aquellas teselas un nuevo universo desde la nada, como Dios creador y redentor nuestro. Allí estaba Baldo, lo escribí también una vez en el blog, comentando su envidiado oficio auxiliar.




Fr. Domingo Iturgáiz, tío y sobrino


Ya me hubiera gustado a mi haber sido invitado a aprender el manejo del alicate especial pico pato, aquellas pinzas, las bruselas, los tornos, las lijadoras… Aquellas herramientas contundentes y tajantes que, luego, lo mismo te valían para hacer cristos, para hacer vírgenes, que para ganarte la vida. 

Detalle de la firma de Fr.Domingo Iturgáiz en el mosaico de la Escuela Menor


Me ha gustado mucho, pero que mucho, el recuerdo de Carrizo a Ráfols Casamada deconstruyendo el estandarte del Cristo resucitado del Giotto para el mensaje central de la gran vidriera de nuestro edificio-emblema. En el Santuario nuestro, otra cosa a lo mejor no, pero lo que es la deconstrucción funcionó a tope, todo él está plagado de deconstrucciones como las cincuenta y pico que hizo Picasso de las Meninas. 



Hay una idea de especial belleza y de verdad emotiva en este escrito de Carrizo. Es cuando habla del manto que el francés Enguerrand extiende de forma casi idéntica a como lo extiende la virgen del navarro Iturgáiz. Nos recuerda cómo esta última “fue contemplada tantas veces por nosotros, menores expatriados de nuestras madres, buscando como polluelos bajo su manto acogedor, el calor y la dulzura de que vivíamos privados”. Esto es precioso y exacto. A mí me lo va a decir. 

Pero voy a aprovechar para abrir una puerta nueva sometiendo a las siempre inteligentísimas consideraciones de Carrizo -enciendo el mechero y lo acerco para iluminarla- su expresión “expatriados de las madres”. Es contundente y tajante como las herramientas de Iturgáiz y Baldo. Pero ahora bien, ¿en qué quedamos, patres o madres? ¿Patrias o matrias, Luis? ¿No sería mejor decir directamente exmatriados?


Hay por aquí cerca una ciudad que, cada año, celebra por todo lo alto sus grandes y tradicionales fiestas de la Patrona. Tenía yo bastante amistad con la alcaldesa que era una fiera defendiendo el feminismo verbal y actitudinal y el lenguaje de género. Un día se lo dije: A que no tienes huevos para redefinir todo esto. Las grandes y tradicionales fiestas, ¿por qué no son de la Matrona?  ¿Por qué es Patrona la Matrona? Ella me miró como si de pronto hubiera visto a un monstruo. 

O sea que nada Carrizo, todas mis felicitaciones por esta hermosa intervención tuya sobre el manto protector, el cielo protector, interpretado y reinterpretado en la iconografía católica. 

Y un fuerte abrazo hasta Alicante y hasta siempre.

Isidro Cicero

 

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