jueves, 19 de agosto de 2021

LA GRANDEZA DE LA CREACIÓN INÚTIL (Por Javier Serrano)

Pues es el caso, queridos, que me siento , de alguna incómoda manera, como la mosca asesinada a cañonazos, expresiva imagen dialéctica con la que nuestro querido Isidro ha tenido el gusto de despacharse... Y a mis cortas entendederas, no sin razón.

 

Dice Michel Onfray, filósofo brillante y del todo contemporáneo, a quien sin duda conoceréis por su exhaustiva contrahistoria de la Filosofía,en casi una decena de volúmenes, que “el filósofo piensa con las herramientas de que dispone; de no ser así, piensa fuera de la realidad”  Yo me permito dejar aquí esta mínima conjetura para quien o quienes deseen reflexionar sobre ella. Y doy por cierto el viejísimo adagio castellano que apremia al buen entendedor para que no precise de muchas palabras.

        

        

Dicho esto, y ahora un poco más en serio, debo añadir (quizá en mi defensa) que no hay en mi trabajo ninguna intención de comunicar nada que no sea su propio contenido gráfico. Nunca me propongo “decir” nada, ni contar historia alguna. Ni siquiera cuando ilustro libros para pequeños o mayores, contemplo como valor estético que lo que dibujo conduzca al lector por el camino del relato literario. Me comporto como un artista abstracto, aunque la apariencia evidente de mi trabajo sea figurativa. Recurro una y otra vez a mi propia mitología cultural para abastecer mis sueños estéticos, no como muletillas temáticas, sino como simples herramientas de las que me valgo para componer mi gesto. No me interesa nunca el “qué”, sino el “cómo”, aunque comprendo que este conduce a aquel,necesariamente, en la mirada del espectador no especialmente avisado.

 

Mi quehacer contempla algunos universos que se sitúan en la cultura artística occidental, moderna y antigua, tales como lo simbólico (entendido como continente, no como contenido); la expresividad de ciertos radicalismos pictóricos, muy primitiva, reverdecida por las Vanguardias , y  la transgresión sublimada del Surrealismo.

Pero en medio de toda esta perorata, he de confesar con absoluta sinceridad que no creo haber conseguido nada de cuanto imaginé que estaba capacitado para lograr. Prueba irrefutable de ello es que hay quien recuerda que le dejaba boquiabierto la habilidad con lque, al parecer, dibujaba en mi adolescencia; estupor que no consiguen provocarle ahora mis dibujos. Y hay también quien ve  en las imágenes que pueblan mi trabajo, cabezudos o gigantes de cartón piedra.

 

A estas alturas estoy convencido de que uno debe trabajar sin descanso y no perder la cabeza mostrando a la bonomía y tolerancia públicas las frustraciones y fracasos  personales.

El hecho de haber  destapado mis vergüenzas aquí, en este blog tan bienintencionado,  lleno de voces queridas y siempre recordadas, es porque mi admirado Isidro Cicero me pidió que lo hiciera,  aunque respetando, como no cabe otro modo en él, mi posible decisión de negarme.


 

Algunos comentarios que he leído , no tanto sobre mis imágenes, cuanto a partir de ellas, o,simplemente, aprovechando que “pasaban por allí “, me han colocado en un estado de ánimo ciertamente extraño: no ha sido experiencia intelectual placentera, ni agridulce, ni amarga... ni siquiera confusa o inquietante: Creo haber 

estado en situación parecida a la que experimentara alguien que,mirando su imagen en un espejo, la viese reflejada muy en la lejanía, sobre un paisaje  soñado, inverso a la realidad,contraviniendo las leyes elementales de la Óptica.

 

Y no sé si puedo añadir algo más....

Quizá, sí, podría añadir, por ejemplo, que aún me sorprendo cuando

observo la Vida en su accesible dimensión (existen otras inaccesibles, como todos sabemos) de que puedan permanecer afecto y memoria tan encajados, tan bien urdidos, a pesar de la lejanía y del constante esfuerzo que realiza el devenir individual por constreñir la realidad, llevándonos por la vía del ensimismamiento. 

 

Baldomero, el adorable “Tuercebotas” de mi adolescencia, más ingenuo entonces que sabio ahora; sigue ahí, como  si nada hubiera pasado, ni siquiera el tiempo. Pareciera que en mi imaginario es más él que él mismo.Permanece, felizmente, dos veces vivo. 

A lo largo de mi vida, ninguna risa me ha causado tanto regocijo como la suya!

 

Ciraúqui!!! Ahí está; le tengo!: Le puedo tocar!  Parece que se hubiera convertido en plomo, con el aplomo de su criterio sobre las cosas más diversas. Hay un doble ser cirauquizado: uno, nervioso y en permanente estado de expectativa; siempre sorprendido. El otro, seguramente, firme, lleno de certidumbres... aunque estas le obliguen a ver gigantes de cartón piedra, donde solo hay formas sordas y mudas, que pretenden no ser nada, ni siquiera molinos.

De cualquier manera, me pregunto si su entusiasmo sigue contaminando como lo hacía: era el “invasor vertical”

 

Y Valdés! El Pitu, para todos, porque a todos perteneció siempre: Destreza cotidiana, empatía absoluta, simpatía ilimitada, sentido del humor hasta las cachas... Le he llevado siempre en el bolsillo de mi chaqueta, como a algunos otros, pegado a mi carnet de identidad, con la certeza de que con él tan cerca, esta no se extraviaría nunca.

 

Luis Carrizo. Siempre me pareció una persona buena. Ignoro por qué motivo, su clamorosa sencillez  me traía a la memoria el Cristo de su apellido;

quizá sólo era una asociación evidente, aunque creo que no: creo que se trataba de que el Luis adolescente proyectaba sosiego y confianza... y cierta ingenuidad románica, aunque nunca de marfil, claro.

 

Sobre ellos y algunos otros queridos compañeros de expectativas, sí que podría decir montones y montones de cosas, tantas como caben en el tiempo,el pasado y el nuevo... Y sobre el inolvidable Domingo Iturgáiz, a quien dedica Luis su texto-memorial, y con quien aprendí cuanto puede saberse de un artista y de un hombre. Pensar en él suele ponerme en pie, todavía.

Por no hablar ahora de Pedro, el padre Pedro. Él ha sido ( seguro que para muchos de nosotros), y lo digo sin complejos, un guía terrenal; alguien a quien había que mirar de vez en cuando,

para resituarte.


 

No poseo recursos para añadir nada sobre otros temas  que he leído en el blog,con ocasión de que Isidro hiciese sus reflexiones literarias a partir de las imágenes que le envié y nuestra placentera conversación. Y lo digo con el respeto que merecen los placeres ajenos, al margen de la utilidad que parezcan tener. Siempre he creído en la grandeza de la creación inútil. Y persigo esta práctica con pertinaz obstinación. De modo que bienvenidos sean tan sesudos y razonados textos al feliz universo de la enajenación!!!

Y nada mas por ahora. Sólo se me ocurre, parafraseando a mi querido amigo Luis Alberto de Cuenca, invitaros a la Revolución del Sentido Común. En ella os espero y allí os abrazo.

 

Javier Serrano, o lo que queda de él

 

 

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-------------------------> Y como un "serrano" sin dibujo es como un tiesto sin planta, Javier Serrano, el maestro Serrano, me ha honrado dedicando unos dibujos a este Furriel sin ascenso. 

Y siendo sincero, me he sentido feliz con cualquiera de los bocetos que me ha dedicado y me resucita la autoestima en los momentos bajos, y en las dudas, que también las hay.

Nunca pude ni sospechar que el maestro Serrano pudiese dedicarme un momento de su lápiz.

Gracias amigo Javier.






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