sábado, 14 de octubre de 2023

DE BIEN NACIDOS...

Lo mismo que hace Luis Alberto de Cuenca en la santificada tercera del ABC imitando al Borges que un día listó su letanía de razones por las que tenía que dar gracias a Dios, ahí imito yo a don Jorge Luis y Luis Alberto (vaya dos nombres) dándoselas yo, si anduviera Dios ausente, al Destino, al Azar, la Suerte o la Casualidad, siempre tan esquivas e injustas estas dos como los dos primeros. Y hay que empezar a hacerlo canturreando la letra y música que salieron de la entraña de Violeta Parra para que las tronara después Mercedes Sosa con su voz de fuelle: «Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos luceros que, cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco... me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto».

Y digo aquí gracias por ser vieja huella mozárabe la finca donde nací escoltada por un monte roblón y un coqueto y bravo río que llaman Torío... gracias por el lobo que no logró matar Eliseo y escapó entre los gritos despavoridos de Angelina y las otras con mi boca abierta al no entender ni aquel miedo ni aquel odio creyéndolo fiesta por la excitación que trajo el suceso hasta la cena... gracias por renacer con tres años en la capital de los cazurros justo donde se acababan las casas y empezaba un lío de eras y huertas de sebe tupida, el río, los cuestos y las picardías... gracias por tener un tío maestro, otro cura, dos periodistas y tres veterinarios que lo sabían todo... y por don Elpidio que, además de entallarnos la Enciclopedia Álvarez en el tarro, nos enseñó a unos cuantos a encuadernar de primor tras las clases... por caer en un luminoso colegio a estrenar con frailes blancos y una biblioteca con los 27 tomazos de la Gran Enciclopedia Hispano-Americana de 1889 que nadie consultaba y donde aprendí todo lo guarro y siniestro 


DIARIO DE LEÓN 14 DE OCTUBRE DE 2023, 8:29

Por olvidar eso que dice «de bien nacidos es ser agradecidos» somos de por sí ingratos, aunque nos alivie decirnos olvidadizos. Ingratos. Por reparar deudas y aun sabiendo que será tarde lo que debió ser instantáneo, vayan aquí mis gracias (y sean efusivas)... a Bach, que de crío violó mi oreja de alpargata sin que supiera entender y saborearlo aún... a Teodorín Roces, que me enseñó a hacer pólvora antes de hacer la primera comunión... a Pedro Sánchez, mi maestro de novicios, por descubrirme a Erich Fromm y la coherencia... a Wilhem Reich, por hablarme claro en «Escucha, pequeño hombrecito»... a John Lennon, por ser más musical y más gente que Mick Jagger... al yerno de Marx, Paul Lafarge, que demostró un «Derecho a la pereza» aún pendiente siglo y medio después... a Torrellas, fraile de una pieza y mi guía en armonía musical y justicia social... a Laurita y Porfirio, mis padres, que esperaron generosamente a desmostrarles que no éramos un fracaso yendo al revés... a Quevedo y Machado por rimarme la resignación de ser español en estas tierras madrastras y el orgullo de serlo si hay ingenio, corazón y coraje... a «Los costumbristas españoles», libro de Aguilar con pasta de cuero y papel biblia que envenenó e instruyó mis invectivas juveniles... a Baltasar «el Peleas», que cazaba perdices corriéndolas a peón, que me enseñó a pescar con rancajo y que le sonreía a la vida perra por no poder con él... a Marcos Oteruelo por meterme en este escribir de papel-prensa obligándome así a no defraudarle... a Gamoneda por maestro en resistencias y pluma envidiada... a Woody Allen por enseñarme a distinguir la risa de la carcajada... a Eduardo Galeano por hacerse carne en lo que escribió... a Alí Farka Touré por su genio musical y su compromiso con el pueblo malinés... a Paulino «el Manco» por instruirme en los arcanos de montes y rebaños... a Cordero del Campillo por demostrarme lo laico siendo creyente... a Rousseau por abrirme la mollera... a Ramón Carnicer por su talla y su humildad... (y aún falta libreta, ¡a ello!). la vida haciendo creer que iba por nota ampliando conocimientos... por poder palpar la belleza y la armonía del grupo cantando en escolanía o tocando el piano... por no librarme la autoridad de trabajos hoy impropios en un niño... (y tan sólo empecé; continuaré, cómo no).

jueves, 12 de octubre de 2023

HOY HACE 16 AÑOS

 


AÑORANZA Y REALIDAD PRESENTE (Por Dacio García, gloria del 61)



 

 

La imagen de esta foto, lejana en el tiempo y carente de mayor importancia, despierta sin embargo en nosotros recuerdos de algo que vivimos y que forjó nuestro destino. La empuñadura permanece casi inalterable, como nuestros recuerdos de aquellos días, pero la hoja aparece herrumbrosa y pelín mellada, señales que ha dejado en ella y en nosotros el discurrir de la vida.


Curiosamente, cuando evocamos los rostros de las personas que hemos conocido a lo largo del camino, aparecen con expresión sonriente. Incluso aquellos que nos fueron hostiles. Quizá ello sea debido a la impronta de positivismo que nos inculcaron los educadores que tuvimos en la Virgen del Camino.


Dacio García

 

 

 

 

jueves, 5 de octubre de 2023

LAS CHICAS DEL CORRO (Por Luis Carrizo)

Las chicas del corro en el día de San Froilán





 

La fotografía que me pides comentar, amigo Cortés, se encuentra difusa, como mi memoria, hasta el punto de que me resulta difícil apreciar los detalles, al menos en la pantalla de mi móvil, que es por donde las circunstancias me constriñen a contemplarla. La escena, en cualquier caso, tiene todos los visos de estar captada en un día de San Froilán, pero en lo que respecta a precisar el año no es ya que me resulte difícil, sino directamente imposible. Puede concluirse –eso sí–, a juzgar por esa torre, que, como mis recuerdos, parece querer disgregarse y disolverse entre las nubes, que el año al que corresponde ese preciso sanfroilán, debemos situarlo por fuerza a partir del 1961, fecha en que se inauguró el nuevo santuario. Si yo fuese cliente de un Salón de Belleza al uso, podría solicitar a mi coiffeur-estilista que me determinara el año concreto en que fue tendencia el pelo corto entre las mujeres, pues ninguna de las de la fotografía luce melena; ni siquiera, a lo que acierto a vislumbrar, moño recogido en la nuca, que sentaba tan bien. Pero como mis necesidades capilares, que se reducen a cortarme el pelo lisa y llanamente, me las solventa desde siempre un alfageme, debo resignarme a no proporcionar este preciso dato al lector meticuloso.

 

Lo que no ofrece ninguna duda, entre tanta imprecisión y evanescencia, es que se trata de un grupo de mujeres jóvenes, todas sentadas de forma muy decente y comedida, todas mostrando una discreta tenue sonrisa, y todas, sin excepción, a pesar de que se quiere adivinar en la escena la presencia de una botella (que será, pienso yo, de agua o gaseosa), todas en actitud contenida, casi diríamos estudiadamente contenida. Ningún pantalón, ninguna camiseta de original mensaje, ningún tocado que pueda alborotar algún mechón de pelo que escapó de la laca, ningún tatuaje… Y en el escenario, ¡que gusto!, ningún vehículo, ni de tracción a sangre ni a motor. Echándole los colores adecuados al cuadro, podría muy bien pasar por una escena campestre firmada por el de Fuendetodos.

 

A mí me gustaría saber, ya que personajes y decorado no dan para mucho más, si tan circunspectas peregrinas entraron a rezar al Santuario o se limitaron a tirarle de las narices a San Froilán y hacerle después una visita de médico a la Virgen. Pero yo daría verdaderamente un ojo de la cara por saber –si realmente se pararon a rezar– qué pudieron pedir cada una de ellas a la Virgen en sus particulares oraciones. Las anovenarias de la antigua iglesia, a cuestas con esa “a” cargada de pasado y con sus cinco refajos y sus pañoletas, todas de negro riguroso, supongo que le pedirían en sus bisbiseos que la guerra, o la preguerra, o la posguerra, no les matase al marido o a un hijo o a un hermano, y que les librase de peste y males, las sombrías peticiones, sospecho, que les sugerían los tenebrosos clérigos que las adoctrinaban con la lupa siempre puesta en lo del valle de lágrimas. Yo quiero creer que las sonrientes y atildadas y bien peinadas peregrinas de nuestra fotografía, tras sentarse en los bancos limpios y brillantes del nuevo santuario, procurando, con un preciso gesto, no arrugar demasiado los pliegues de sus faldas, y contagiadas por el ámbito de luz de la ahora Basílica Menor y el esplendoroso color de las vidrieras, le pedirían a la Virgen del Camino cosas más ilusionantes: aprobar las oposiciones; que les fuera bien con la peluquería que con tanto sacrificio acababan de montar; que su hermano pudiera pagar sin sobresaltos el taxi recién comprado; o que su novio, que estaba delicado de los bronquios, se quitase del tabaco, que no le hacía nada bien.

 

En todas estas celebraciones y peticiones la estrella es la Virgen, como se puede comprobar. San Froilán –y que no se me enfade nadie en el coro celestial, porque no va con mala intención–, San Froilán lo único que hace en esta fiesta es pagar los gastos. Y que no se queje, porque a fin de cuentas no era ni de León. Era de un sitio en que también refresca mucho por las noches, pero no era de León. San Isidoro tampoco, podría decirme alguien, y mira qué honores se le dan. Es cierto, respondo yo a eso, pero él, al menos, escribió las Etimologías. A mí no es fácil pillarme en un renuncio porque voy siempre muy documentado.

 

Alicante, 4 de octubre de 2023, víspera de San Froilán.

 

miércoles, 4 de octubre de 2023

UN CANDIL LUMINOSO (Por Pedro G. Trapiello)


A mi mesita de noche ha llegado un bálsamo para perfumarme el sueño con gracia bonita y fragancia clásica. Por ser de intensidad afable, es libro chico que se va haciendo auténtico librazo a cada paso de página; y jamás vi candil más brillante para encender las rinconadas del ingenio cervantino y su ingenioso hidalgo. «Bienvenidos al Quijote» titula esta guía en ramilletes su autor, leonés tan cercano en su distancia alicantina, Luis Carrizo, maestro en letras, en saberes y en conducción educativa, cuya modestia y estilo, además, agrandan su innegable talla que como persona tiene también sobradamente demostrada. 
Por si fuera poco leonesa la autoría, también es paisano quien edita y maqueta este libro con un primor nada usual, Lalo Fernández Mayo, tan recordado y añorado en este periódico. 
Y cuasi leonés desde su vecindad cántabra es Isidro Cicero que abre esta amenísima e instructiva lectura con un invitatorio tan incitador, que hace necio a quien desista de gozar de las páginas que ahí le aguardan... porque Carrizo no defrauda deleitando e instruyendo de tal modo, que este libro se hace joya per se describiendo el monumento de un Quijote que, sin un buen guía, muchos abandonan o van de monte a venta buscando lo que no cabe hallar, pues no es novela al uso, siendo la primera en la historia de la literatura, ni debe esperarse mayordomo felón, pasión de epopeya o boda final de perdices felices como no sean las nupcias entremetidas de un Camacho con mantel para inflar el ojo y la ansiosa andorga de Sancho.

No necesita Carrizo la erudición rocosa de cervantistas que relucen adulándose o maldiciéndose. Su sencillez y calado hablan de lo hondo que ha leído, relee y conoce el Quijote, lectura pendiente de tanto español que ahora, si va de la mano de este impagable cicerone, lo hará gozando y aprendiendo entretenido en la agudeza, gracia y ternura que musican su lectura (ojo: leer este «Bienvenidos» -LAR libros- obligará, sin obligar, a leer el Quijote a quien ni tuviera esa intención; es más, con sólo leer a este Carrizo parecerá que ya lo ha hecho).

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