lunes, 13 de septiembre de 2021

LA CENA DEL SEÑOR - Capítulo VII, 2ª parte (Por Baldomero López)

 







2.      ESTRUCTURA DEL RITO DE LA MISA ROMANA

 

2.1. Después del saludo a los asistentes, lo primero que hace el «celebrante» es invitarlos a un rito de purificación antes de ofrecer un sacrificio «sagrado»

 

     «Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados».

 

     «Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa».

 

     «Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna».

 

     «Señor, ten piedad». (6 veces)

 

a)      La intención del acto de pedir perdón al principio de la misa debería ser la reconciliación con aquellos a los que hemos ofendido de palabra, de obra o de omisión

 

         Muchas veces, las comidas tienen como objetivo la reconciliación, el volver a unir relaciones rotas y a expresar el perdón («per–donare» = dar con creces). El Padre misericordioso organiza un banquete de reconciliación cuando vuelve su hijo pródigo. El Resucitado come con sus discípulos, significando con ello que les perdona sus infidelidades al huir cuando él, el Maestro, iba a empezar su cruenta pasión. Pedro es reprendido por sus equivocados hermanos judíos circuncisos: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos». No entendían lo de las comidas abiertas de Jesús y su función reconciliadora entre los distintos estamentos sociales. La misa, ciertamente, no es ninguna comida. De todas formas, no se debe pedir perdón a Dios, sino a los hermanos, con los que se va a celebrar la comida de la fraternidad. Ya hemos señalado este aspecto al reflexionar sobre el pecado en IV, 5.8. Jesús lo dice claramente en el famoso texto del juicio final de Mateo, capítulo 25, vv.35 y ss. También en este otro pasaje

 

       «Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mt 5,23–24).

 

b)      El texto del «yo confieso» al inicio de la «misa» dista mucho de estar en esta sintonía teológica. Es, por el contrario, un rito de purificación exigido para celebrar el acto «cultual» eucarístico

 

         Este acto de «purificación cultual» abunda en toda la misa y no hay parte de ella que no lo contenga profusamente, como podemos empezar a comprobar en el «Gloria» que viene a continuación. La misa es una continuada y repetida confesión del carácter pecador de los asistentes y de súplica a Dios para alcanzar su perdón. Si los concurrentes a este rito de la misa fueran conscientes de todo esto, saldrían del templo con la moral por los suelos. Lo malo es que va dejando huella en el inconsciente de las personas y va condicionando su autopercepción y su autoestima como seres malvados por naturaleza.


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