domingo, 24 de noviembre de 2024

De arriba abajo (Por Pedro G. Trapiello)


De arriba abajo


Menos teatro y más sencillez, menos boato y más sacramento... así quiere el papa Francisco que le entierren y así ha modificado el reglamento vaticano que tanto complicaba estas exequias, desde el secular ataúd triple de roble, plomo y ciprés a los catafalcos y ceremonios gagás, muy gagás. Quiere enterrarse como cualquier otro obispo, dice. Y seguro que pensó muchas veces en cómo lo hizo su admirado Francisco de Asís, que ordenó le quitaran su túnica de saco y le dejaran sobre la tierra totalmente desnudo, barro contra barro para ser polvo, y que así siguiera su cuerpo al morir el tiempo que se tarda en recorrer cómodamente una milla antes de enterrarle en la Colina del Infierno a la que iban delincuentes y pobres o miserables... Enterrarse así era todo un insulto a la iglesia oficial de Inocencio III que en aquel siglo XIII ampliaba un poder terrenal gigante, riquezas mil y vicios en nube, todo eso que ya no cesó nunca de crecer y cuyos ecos perduran en ese Vaticano que se encontró este papa raro, gaucho y jesuíta y al que más de tres cardenales quieren ver en hoguera de Auto de Fe o envenenado, viejo remedio romano y apostólico de liquidar pontífices. Humildad, un sincero vivir sacramental y menos teatro y evento social. Un funeral es eso, dice el papa. Y lo mismo piensa mi hermano Jose, respetada autoridad en fraile y muy serio en lo suyo. Pensaba oficiar él solo el funeral de nuestro hermano Seve. Así se entierra a la mayoría de cristianos, dice, y a menudo sin sentirlo y con cura cagaprisas; ahí no cabe distinguirse ni colar boatos civiles, aplausos o ardor profano. Ya, ¿y cómo impedir que ocho curas amigos quisieran concelebrar, querido Jose, y que un coro pusiera música no tan «de profundis» partiéndonos el alma al final con el «Adiós, Madre de mi vida» o que sonara una gaita con el féretro a la puerta del santuario de la Virgen del Camino rompiendo el aire con el himno sobarribano «Botones de arriba abajo» que hería la entraña de la nutrida concurrencia hermana, amiga o pública cuyo corazón y memoria conquistó Seve alguna vez?... así que discúlpanos, Jose, era por él... (bueno, y para vanidad nuestra).

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