martes, 7 de mayo de 2024

EL VIENTO QUE CORRE MUEVE LA VELETA, PERO NO LA TORRE. (Por Luis Carrizo)

EL VIENTO QUE CORRE MUEVE LA VELETA, PERO NO LA TORRE.

 

Mirando las fotografías… Bueno, precisemos, mirando no: examinando con agridulce delectación las fotografías de nuestro reciente reencuentro en la Virgen del Camino, que Alberto acaba de colgar en el blog, me he encontrado con la de esta familiar y espléndida obra de Subirachs camuflada entre las que aparecen bajo el epígrafe “Comida”.

 


Un primer plano de esta misma imagen preside, como todos recordaréis, la cubierta del libro El Álbum de las fotos.



 Su editor y diseñador, Lalo Fernández Mayo (de quien 376 páginas más adelante descubro, por fin, que su nombre de pila es Eladio), da esta concisa noticia de ella en la página de créditos: “Portada: Escultura en los campos. Autor: J.M. Subirachs”. Un lujo de adorno, añado yo; una ración extra de arte para los simples campos, tras los mosaicos de Iturgáiz o los grabados de Lapayese del colegio,  y la sobredosis del Santuario. Sobreabundancia que a mí me trajo a la memoria el chiste que se contaba en la época de aquel Real Madrid que llamaban galáctico, porque todos eran estrellas, en el que un aficionado informaba a otro del propósito del club de fichar al piloto de Fórmula 1 Schumacher. Pero, ¿para qué quieren a Schumacher en el Real Madrid?, preguntaba con extrañeza el desinformado. ¡Coño!, ¿para qué va a ser?, ¡Para conducir el autocar!

 

En la página 300 –no perdamos el hilo– vuelve a aparecer otra fotografía de esta misma escultura, acompañada aquí de un tampoco demasiado extenso, pero muy sustancioso comentario de Isidro Cicero, quien, ¡vaya por Dios!, no cayó en el osado símil del Real Madrid, aunque, en compensación, descubre, y nos insta a descubrir con él, entre las cubistas sinuosidades de los hierros subirachianos, la figura de una sirena y la de un tótem, a Rafael arcángel y a su pez, y hasta unos pechos de mujer. 


Página 300, fotografía 765, El álbum de las fotos.


Extremo, este último, que no nos sorprende en absoluto, pues parece lógico que los cántabros, que proveyeron de amas de cría a media España, descubran tetas por doquier. Hasta en los montes de Liérganes ven tetas.

 

Cotillamón y Marimón. Las Tetas de Liérganes. 

Yo, a pesar de estar ahormado con las rectilíneas y austeras llanuras de mi infancia, por donde ni siquiera el Duero trazaba su curva de ballesta, podría seguramente ver también, de la mano de Cicero, en la polisémica figura de Subirachs, el tótem, la sirena y el pez (esto es más fácil), y hasta unos pechos femeninos. Podría quizá imaginar, además, un yunque en el que machacar el hierro aún caliente de los educandos, o la quilla de un barco dispuesto a surcar ignotos mares. Pero lo que yo veo al primer golpe de vista y sin esfuerzo alguno en esa imagen es simplemente una veleta.   

 

El azar ha querido que la que aparece en blanco y negro en la página 300, la que presidía las algarabías de nuestros recreos, se diría que está mirando al Este; mientras que la de la fotografía del pasado seis de abril, la del reencuentro de aquellos niños, ahora jubilados, parece apuntar hacia el Oeste. Las veletas, es bien sabido, son inconstantes y pueden cambiar su orientación según el viento que sople, un poco como nuestros mal fundamentados deseos. A veces, si el viento sopla de levante, miran hacia el lugar por donde sale el sol, anunciador del nuevo día; y, a veces, cuando sopla la sofocante ponientada, señalan el lugar por donde fatalmente declina, circunstancia siempre propicia a graves y profundas consideraciones.

 

Hace apenas unos días, el octogenario y flamante Premio Cervantes, Luis Mateo Díez, nos dejó en los periódicos sus particulares graves y profundas, y desoladoras, consideraciones acerca de su personal declinación. Se expresaba literalmente así, el desengañado y, por lo que se ve, sorprendido novelista: “A mis 80 años, me he percatado de que la vejez es una gran estafa. Ni la experiencia ni la sabiduría se ensanchan”. Y en otro lugar (se conoce que es un asunto que tiene muy pensado) aún remachaba el clavo: “No hay mayor decepción que la vejez, pero hay que llegar para darse cuenta”.

 

A mí, que acabo de participar en una muy senecta, pero también cordial, alegre, inteligente, enriquecedora y hasta diría que ilusionante asamblea, me ha decepcionado y entristecido, a partes iguales, descubrir que mi ilustre paisano esté sumido en tan negras cavilaciones en fechas mucho más propicias, pienso yo, para el luminoso regocijo. Pero lo que más me apesadumbra es que esa terrible decepción la considere absolutamente irremediable, desde el momento en que, según confiesa,  ya no le queda nada que aprender, que es lo mismo que decir que ya no le queda nada en que mejorar. A nosotros, en el colegio, jamás nos dijeron que aquel sabio consejo del perfice te ipsum tuviera fecha de caducidad.

 

Si nos descuidamos, nos forman, venimos diciendo entre bromas y veras, en frase acuñada ya como un proverbio en este blog. Pero muchos, visto lo visto, desearían haber sufrido esa medio formación que tan bien nos ha venido para mantener el rumbo a pesar de las galernas que han azotado nuestros navíos, pues se nos dieron las coordenadas del puerto de llegada. “Ningún viento es favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”, tradujimos de Lucio Anneo Séneca con el padre Morán. También podríamos decir, dándole la vuelta al argumento, que cualquier viento es bueno sabiendo a dónde vamos.

 

Estas raíces profundas y comunes, esta común y serena visión de la vida y de la muerte, que allí nos imbuyeron, la he experimentado y compartido yo con todos los que recientemente nos congregamos en la Virgen del Camino, y deseo dejar gozosa constancia de ello. Y añadir, por terminar, que por encima de tantas y tan diferentes singladuras, de tan variadas peripecias vitales y de tan distintos intereses y opiniones, he palpado ese inconfundible aire de familia que me ha hecho sentirme como en casa. Entre compañeros, entre hermanos.

 

                                                                  *** 

 

Yo no me atrevo a dirigirme así, sin más ni más, a un Académico de la Española, sobre todo si viene con el título de Premio Cervantes, entre otros muchos, pero si yo pudiera dirigirme al Excmo. Sr. D. Luis Mateo Díez con la misma confianza con que mi amigo Manolón se dirige a mí, le diría algo muy parecido a esto: “Luisín, abandona ese tono lastimero, que vas a espantar a tus nietos. No remates tu ejemplar currículum vitae con el triste epitafio de que la vejez es una gran estafa.  El general De Gaulle, confirmando la quijotesca afirmación de que la lanza nunca embotó la pluma, ni la pluma la lanza, lo dijo de forma más literaria y menos quejicosa: La vieillesse c’est un naufrage. Te propongo, admirado Luis, asistir a nuestro próximo reencuentro; yo te avisaré. Conocerás a Pitu, a Devesa, a Oscarín, a Baldo, a Manolón, a Cicero, a del Vigo…, disfrutarás de su conversación, y seguramente descubrirás que todavía hay muchas cosas de las que maravillarse o sorprenderse. Deja ya las novelas, que sé de buena tinta que acaban enturbiando el juicio. Aún hay sol en las bardas. Sube al puerto de Leitariegos y empápate de luz. Y busca setas, o Wólfram (qué sé que aún queda mucho en esos montes), si ves que no te llega con el premio. Y, por si te suenan estas palabras, que sí te sonarán: ‘Ensanche vuesa merced (perdón, Excelentísimo Señor) ese corazoncillo, que lo debe de tener agora no mayor que una avellana, y considere que se suele decir que buen corazón quebranta mala ventura.’

 

 De la vejez, admirado paisano, vuélvenos a hablar cuando tengas ya el pie en el estribo. Y que sea dentro de muchos años. Ahora creo sinceramente que te faltan datos.”

 

 

Alicante, 29 de abril de 2024



Luis Carrizo

 

Alicante, 29 de abril de 2024

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nota del furriel.- Este es el comentario que Isidro Cicero hace a la fotografía 765 del libro "El álbum de las fotos" (pagina 300).

765. Entrecierra ligeramente los ojos, fíjalos en el punto donde cabeza y cola del pez se unen y verás un tótem. Verás la cabeza de un ser humano, de un genio pacífico, vigilando y sonriendo. Ahora ábrelos completamente y fíjate en cada uno de los elementos por separado. Puedes ver un pez, efectivamente; puedes ver una cara, recortándose, que efectivamente podría ser la de un ángel, aunque sin alas. De ser un ángel, podría ser Rafael, el único ángel de la Biblia al que pintan los pintores y tallan los imagineros acompañado de un pez. En ese caso la cara sería de un arcángel católico, porque ya sabes que ni la sinagoga ni los hermanos separados reconocen como canónico el libro de Tobías, donde aparece la bella historia de Rafael acompañando a un joven inexperto por Mesopotamia. Pero también nos han invitado a ver en estos hierros de Subirachs una sirena cubista en mitad de la paramera. Con su rostro de mujer, sus pechos, su cuerpo de pez y su enorme aleta desproporcionada. isidro CiCEro

17 comentarios:

Lalo dijo...

Y otra cosa que se ve en las fotos y de la que no se ha hablado es que a alguien no terminan de gustarle los pedestales de esta sirena de la paramera con acento catalán.

Lalo dijo...

Será por lo del apellido "veleta" que se le pone.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS dijo...

Tengo la impresion, sólo impresión, de que el escrito de Luis sobre la escultura/veleta no es más que una disculpa para hablar de tetas. No hay más que ver que la foto que destaca es la de las tetas de Liérganes y hacia ella apunta la veleta que nos orientaba en los recreos. Luis Mateo es pesimista, estoy de acuerdo con él, todo mengua, incluso la memoria, pero por algo, no sé porqué, lo que no mengua es el interés por las tetas. Freud como Arintero seguro que tienen la explicación. Luis, no hace falta tanto disimulo para decir que tengo un remiendo en el culo. Espero me perdones esta irreverencia. Tu escrito es un gran escrito, muy serio y reflexivo. Yo pongo la nota irreverente e irreflexiva, lo hago porque la vejez, como dice Rouseau, el de el chapeau, " es el tiempo de practicar la sabiduría”;¿Qué sabiduría?
P.D. Cuando aquello, en la Paramera, yo veía tetas incluso en las Laborales, no era cuestión de sabiduría sino de biología.
New PD, no toméis la vida a broma,ya es de pir sí bastante bromista.

Ramón Hernández dijo...

Con la carcajada no bromista de JM, uno tiene que reconocer, amigo Luis, que una cosa es mirar y otra ver. Todos miramos lo mismo, pero no vemos lo mismo por aquello de "quidquid recipitur...", es decir, que todos le echamos a la cosa lo que llevamos encima, la vemos desde nuestra propia atalaya. Que me lo digan a mí cuando me extasiaba escuchando al pintor mierense Inocencio Urbina (ahora ya solo puede pintar ángeles) ayudándome a "ver" los cuadros que algunos pintores, él incluído, nos habían regalado al entonces grupoe de Amnistía Internacional de Mieres a fin de ponerles un precio razonable, o cuando los cursarios, tan atentos como embobados, seguíamos a Isidro Cícero por todo el Santuario de la Virgen del Camino desveládnonos sus misterios. Mirar y ver. Ya se sabe, con el síndrome de la zorra de las uvas verdes siempre activo, a uno lo que le queda es tener la suerte de pasar por allí, mirar y ver que la cosa es bonita. Cuesta tiempo y esfuerzo entrar en las esculturas y en los cuadros no solo para captar lo que el artista ha `puesto en ellos, sino también para añadirles el propigo bagaje. En cuanto al pesimsimo senil de tu galardonado tocayo, creo que aquí también viene a cuento aquello de que todo el mundo habla de la feria según le haya ido en ella. Es ese un imperativo de la vida que nadie puede eludir. Eladio, por ejemplo, se enfrenta a la muerte con una "esperanza radical" que, a fuerza de ser solo pura esperanza, se convierte en finiquito del gigantesco proyecto de una vida humana que ya no tendrá que debatirse entre valores y contravalores porque habrá alcanzado su consumación. Es decir, que hasta el final, todo es toro y que, incluso boqueando, uno puede dar ejempo de coraje y magnanimidad o venirse, groseramente hablando, pantalones abajo. En otras palabras: siempre, siempre, siempre cabe un "más y mejor", aunque, en la perspectiva masculina, dos tetas hayan dejado de tirar más que dos carretas. Feliz día para todos y a por que hoy sea un día mejor que el de ayer, pero menos que el de mañana, con la rública bien legible de los 84 que ya están a punto de caerme encima.

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

Y ya que de "consumación" hablamos y porque seguramente muchos habréis tenido algún contacto con él, pemitidme deciros que este sábado murio en Madrid el cursario fray Ismael Cuesta Modinos, que fue durante muchos años director del colegio de Atocha de los dominicos y animador del mundo cursario (él era el que organizaba todos los encuentros). Una gran persona, en suma. Descanse en paz el amigo ismael, cuya bendición invoco para este grupo de antiguosalumnosdominicos.

Isidro Cicero dijo...

Ahora que lo dices, Luis Carrizo, también puede ser una veleta, no te diría yo que no. A mi no se me habría ocurrido por lo a ras de suelo que he visto siempre este ángel de los campos. Si me pongo a pensar, veletas tampoco he visto tantas, la de San Isidoro, la que más.
En la pagina 150 de “Enclave de misterios”, vuelvo yo a describir esta enigmática figura en el pie de foto que ilustra dicha página. Describo sus principales elementos, un rostro femenino, un pez, una cruz, varias figuras geométricas y la quilla de una barca. Aparte de los citados, están los dos mayores símbolos del cristianismo (pez y cruz).
En conjunto, la escultura sugiere la Odisea, el episodio de Ulises con las sirenas (mujer pez). Es decir, cultura clásica, Prisca literatura, formación en Humanidades. La escultura ha estado siempre en el colegio y esto hace pensar en que quiso síntetizar el ideario en el que se nos pretendió educar e incluso formar, como recuerda Luis Carrizo. aquel ideario no solo incluía una nutrición permanente de lectura clásica, sino también el estudio matemático y científico formateando así nuestro pensamiento. Mirad el despliegue de elementos geométricos que estructuran el acertijo: triángulos de variada índole, dos cuadrados perfectos, perfectamente proporcionales, pentágonos sugeridos, sugerencias de muchos otros polígonos. Que nadie se acerque si no sabe algo de geometría.
Ciencias y letras, he ahí la escultura. Y ¿eso es todo? Desde luego que no. Estábamos allí expresamente, específicamente para formar nuestra dimensión espiritual cristiana. Para eso se habían levantado todo aquel kilómetro cuadrado de Fundación en medio de la Paramera. La cruz y el pez, los símbolos de eso. No uno u otro diacrónicos indistintamente, como ambos se han producido en la historia. Ahora todo se vuelven cruces, pero primero, allá en las catacumbas y demás, disimulaban con el pez: IXZOUS: Iesous Xristós Zeou Uios Soter = Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador, de esto se acuerda todo el mundo, no descubro nada, al menos si a todo el mundo le dio clase Arsenio Arenas o Domingo Iturgáiz, o los dos. Diacronía, o sea, historia, sincronía. o sea digestión.
Me acuerdo que cuando estuvo Pablo Hojas conmigo haciendo su prodigioso reportaje fotográfico para el citado libro, aquel amigo mío estudió con mucha atención esta extraña figura del ángel de los campos con carita de niña, tal vez de chico,que los ángeles no tinen sexo, y de momento no quiso hacer la foto. Decidió dejarla para el final de la tarde, cuando la luz del sol la iluminara del poniente, él sabrá. Pero al llegar la tarde, Pablo estaba ya terriblemente fatigado. Creo que en alguna ocasión os he contado que mi amigo estaba ya para entonces muy grave y que solo accedió a hacer aquel trabajo por cariñosa amistad, nunca lo olvidaré. Murió -el pobre- este verano pasado no, el anterior.
Pues bien, antes de emprender el regreso para acá, profesional como siempre fue, llamó a su hijo que estaba aparte, charlando con mi hijo mayor -los dos chavales habían ido con nosotros para ayudarnos en lo que hiciera falta- y les dijo: “Todavía nos falta el ángel, seguro que ahora tiene la luz que queríamos. Pero yo ya no puedo volver allá. Tira tú unas cuantas fotos, David, ya sabes cómo te digo”. Cuando volvieron, el chico le mostró el contenido de la cámara y Pablo, meticuloso como siempre le conocí yo, le dijo: “Bien, hay varias que sirven”. En el libro, se puede admirar la foto que hizo David, y en el lugar correspondiente, se hace la lógica referencia a su autoría.
Creo que fue el padre Fernando. aquel mismo día, el que me preguntó: “¿Tú crees que esta pieza es en realidad de Subirachs?” Contesté que así nos lo habían dicho siempre. La verdad, es que no lleva firma. Yo, documentos no he visto. La cara que puso el fraile me dejó con la mosca detrás de la oreja.
Luis, majo, un artículo pistonudo este tuyo.

Luis Carrizo dijo...

Amigo Pitu, estoy absolutamente de acuerdo contigo en que el contrapeso de las irreverencias es imprescindible para no escorarse a derecha ni izquierda. Y salvo que Baldo aparezca diciendo que es un contravalor (que no aparecerá, y si aparece dirá que depende), soy de tu misma opinión y siempre disfruto con las tuyas.
También comparto todo lo que dices acerca de las tetas. De hecho, creo que te costará trabajo encontrar a alguien menos senófobo que yo. Mejorando lo presente, es decir, tú.

Luis Carrizo dijo...

Solo un comentario, Ramón, acerca del famoso "cada uno habla de la feria como le va en ella", cosa que no puede ser más cierta. A mí lo único que me molesta un poco, tampoco demasiado, es que la gente venga a desanimarme.

Luis Carrizo dijo...

Inextinguible Cicero, eres como esos hábiles jugadores de póker que siempre, lleves uno lo que lleve, te igualan la apuesta y después la suben."Las mil tuyas y mil más".
Yo creía que la figura en cuestión (ya no me atrevo a decir la figura de Subirachs) estaba absolutamente exprimida y nos aportas otro carrao de matices y nuevas sugerencias a cuál más interesante.
Por cierto, he lído en la prensa de León que el Museo de San Isidoro, que acaba de ser amplisfo y remozado, aspira a ser el mejor exponente de arte medieval de Europa. Creo que merece una detenida visita. Me viene esto a la memoria porque ahora puede verse de frente la veleta/gallo a la que te refieres. Y su origen es de lo más exótico.

Vibot dijo...

Carrizo, Lalo, Pitu, Ramón, inextinguible Cicero… sois un antídoto contra el pesimismo de la edad tardía.

Dice Lalo de los pedestales…es verdad que no pueden ser más feos, ni el que conocimos a la salida de la recreación de los mayores dando paso a la bolera, ni el actual, hecho con poca gracia de ladrillo y piedras de río. Y en cuanto a la autoría de Subirachs estoy de acuerdo con la prevención del padre Fernando el joven. En alguna breve estancia estival mía en aquel convento, al que acudí desde Salamanca algunos veranos para examinarme en el conservatorio de León, me hospedaron en él pabellón que hay sobre la portería. Había allí al fondo del pasillo una estancia-trastero bastante amplia, y con ventana creo que al jardín, en la estaban arrumbadas algunas de las curiosas maquetas que se habían presentado a concurso para el proyecto del nuevo santuario.
Yo no supe al principio lo que eran pero al preguntar por ellas alguien, no recuerdo quien, me informó sobre ellas y añadió que también el ángel-sirena-veleta era una más de las obras presentadas a ese concurso para el estilo de la fachada del santuario.
A no ser que Subirachs presentara dos proyectos tan radicalmente distintos, lo que no parece lógico, ese ángel debe tener otro autor. No sé si la familia podría aclarar esta duda.

Vibot dijo...

En cuanto a la obsesiva tetofilia, querido y risueño Pitu, poco puedo yo decir pues lo que yo veía y soñaba hasta en las Laborales eran otras cosas, ya tú sabes. Y por lo que respecta a tomarse la vida con esa alegría que nos traes siempre aquí, me tienes totalmente de tu parte.

Vibot dijo...

Ramón, te leo ese "quidquid recipitur…" y, como en nuevo momento proustiano al morder aquella magdalena mojada en té, me vuelve toda la frase largo tiempo sumergida en un fondo de tan fresca y fecunda juventud: "quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur"… y con ella todo el aroma arrebolado de Las Caldas, sus magnolios y cedros en la altura.
Y tú no te amilanes, que 84 años no es nada, como acuñó el tango, que aún tú tienes febril la mirada que busca y que nombra.

Vibot dijo...

Querido Cicero, he consultado la página 150 de tu enCLAVE DE MISTERIOS, y no encontré lo que decías. Pero es que estaba en la página 154.
Me he quedado mirando largo rato esa crepuscular luz que la envuelve en la fotografía y que entredora las piedras de la base e idealiza y casi consuela compasivamente la herrumbre de toda la pieza. El cardenillo tan cantado por ti sobre los bronces, estos sí firmados por la mano de Subirachs. Tiene algo hipnótico esta fotografía para quienes convivimos con aquellos fierros tantas gélidas tardes invernales compitiendo deportes o merendando pan y chocolate en onza en torno suyo. O en mañanas radiantes de domingo ya cerca del verano. Y debajo del pez, hablando de meriendas en torno de esta esfinge, yo veo un pan o un medio pan partido como otra referencia eucarística. O el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

Que la contemplación de este mantra nos incite a permanecer firmes como él contra los vientos esteparios de la vida, a pesar de la herrumbre que ya ya nos va adornando como una hermosa y sabia pátina. Llevar el cardenillo con su misma elegancia y gallardía.

Vibot dijo...

Querido Carrizo, he vuelto a leer despacio tu matizado y optimizante artículo y coincido con Cicero en que es pistonudo. Aún me arrullan las citas finales de Séneca y Cervantes y siempre me acompañarán desde hoy más.
Y que tengamos siempre ese buen corazón que quebrante cualquier mala ventura.
Gracias, Luis.

Isidro Cicero dijo...

Coño, qué gusto me ha dado esta tarde entrar en el blog y ver que lo de la veleta y la torre de Carrizo crece hacia abajo en un ramillete de radicales libres de hasta 14 comentarios. Me ha hecho ilusión, qué quieres que te diga. Parece como que estamos volviendo por fin a los buenos tiempos, aquellos entonces, dicho sea como sustantivo, donde cualquier comentario puesto aquí crecía hacia abajo de forma increíble. Como cuando íbamos a los surcos a apañar patatas. Tirabas de una y salían veinte más pequeñas.
Me he alegrado tanto, sobre todo, me he alegrado tanto de que la patata con pie tan abundante la haya sembrado Carrizo, que he dicho, digo, pues que sean por lo menos quince. Y aquí va la quince.
“Veleta y Torre de Carrizo”: ahora queda escrito ya así. Parece un letrero de carretera comarcal sobre rectángulo alargado de latón color morado. Parece el anuncio, la señal, de un pueblo abandonado en la Paramera. Parece que el pueblo abandonado, entre sus orgullos olvidados conserva un monumento histórico de categoría provincial que hay que desviarse a hacerle una foto con el móvil por si no volvemos ya nunca más a pasar por esa comarcal.
Cuando cantábamos piezas como la del “Vocativo Carece”, de reciente recordación, había otra allí en el colegio sobre la veleta: “Tú me llamas veleta/ por lo variable/ si yo soy la veleta / tú eres el aire/ y la veleta / y la veleta / si el aire no la mueve / siempre está quieta”.
Creo que nos la vendían como asturiana. En cuyo caso, deberíamos haber dicho “tú yes el aire” que suena mucho mejor. Cada vez, querido Vibot, sé que me comprendes, disfruto más con los palabrarios autóctonos. Me disolvería en ellos, de buena gana. Nos la vendieron como asturiana, pero también el enigmático ángel de los campos nos lo vendieron como catalán y, acríticamente, así lo admitimos. Valioso, tu testimonio al respecto, Santos. Yo por mi parte pregunté a Judit, la hija del escultor, y no me supo decir. A ver si entre todos o entre varios, lo aclaramos, porque, surgida la sospecha, su parentesco con lo que sabemos del catalán es escaso.

Vibot dijo...

Da igual si es de Subirachs o no, Cícero esdrújulo querido. Es tanto lo que tiene de nosotros entre sus herrumbradas bifurcaciones… presidió nuestras competiciones deportivas diarias, nuestras olimpiadas primaverales, nuestras meriendas de pan y áspero chocolate pobre, nuestras solitarias cavilaciones y sueños, nuestros paseos por aquellos campos pedregosos conversando con los más íntimos, nuestras desaforadas risas de chavales y tantos soliloquios de amor imposible… y algunas lágrimas furtivas, que el ignoto autor de esa escultura-esfinge totémica y homérica (y mira que la hemos idealizado con tanto escrutrarla, porque para mí que si fue Subirachs quien la creó, Josep Maria tuviste un mal día) es ya de la familia, de nosotros los antiguos alumnos dominicos que seguimos mirando a través de los cielos de sus vanos nuestra niñez cautiva y deslumbrada por tantas y tantas bellezas y penas que fueron nuestro alimento cotidiano.

Y a propósito de si es buena o mala esta escultura -que ninguno somos quién para dictaminar apenas nada- os dejo aquí in extenso una cita que siempre me ha tocado el corazón sobre la buena o mala música. Ya, después de tanto tiempo de haberla descubierto dudo si es de Proust o de quién. Merecería ser de él por la penetrante percepción psicológica, las incesantes frases subordinadas, a cuál más sutil, la característica puntuación que le da su tono peculiar, la fascinación viva de la escritura. Me pregunto qué más delicias para el espíritu encerrarían esos paréntesis de texto sustituidos -tal vez por mí mismo- por puntos suspensivos… si algún día la vuelvo a localizar en ese océano embriagador que es "A la recherche du temps perdu " o donde sea, juro por Josemari Cortés que os la transcribiré completa. Los puntos y aparte son míos para que respiréis sosegadamente la lectura pues Proust, creo que es de él, era muy aficionado a densos párrafos que a veces te dejaban sin respiración, aunque maravillosamente embriagado.

Dice así:

ELOGIO DE LA MALA MÚSICA

" (…) se la toca y se la canta mucho más apasionadamente que la buena, y mucho más que ella se ha ido llenando poco a poco del sueño y de las lágrimas de los hombres. Sólo por esto habría que venerarla. Su lugar, nulo en la historia del Arte, es inmenso en la historia sentimental de las sociedades. (…) las melodías de Gabriel Fauré, cuyo valor estético es infinito, tienen una pequeña importancia social.

Cuántas melodías, de ningún valor a los ojos de un artista, representan los mejores confidentes elegidos por multitud de jóvenes (…) enamorados, y son bañadas de lágrimas por los más bellos ojos del mundo. El más puro maestro envidiaría este tributo melancólico y voluptuoso.

Ese estribillo molesto, que cualquier oído bien nacido y bien instruido rechaza escuchar al instante, ha recibido el tesoro de miles de almas, guarda el secreto de miles de vidas, de las que fue la inspiración viva, el consuelo siempre oportuno, (…) la gracia soñadora y el ideal.

Ciertos arpegios, cierta repetición, han hecho sonar en el alma de más de un enamorado o de un soñador, las armonías del Paraíso o la voz misma de la bienamada, (…) el sueño aún verde que les hacía presentir el otro mundo, y gozar o llorar en éste."



Ramón Hernández dijo...

Cicero, ni quince ni dieciséis, que sean diecisietre con este. Si en el quince, tú mismo transformabas las opalabras (algunas de ellas, al menos) en elixir o en licor que embriaga (místicamente, se reza aquello de "costado de Cristo, embriágame), en el dieciséis el mago de Santos transforma las melodías en discursos y los discursos en melodías. ¡Qué talentos! ¡Qué portentos! ¡Y qué suerte la de que compartan tan generosamente sus saberes y sus sentimientos con todos nsootros! En cierta ocasión, frente a un mural propagandístico, que a mí me parecía horroroso por demasiado naif y acaramelado, le pregunté qué le parecía al pintor mogarreño Florencio Maíllo. Desde leugo, su respuestas me abrió los ojos, pues me sorprendió cuando me dijo algo parecido a lo siguiente: tiene su aquel y logra su propósito no solo de atraer la mirada del posible cliente, sino también de despertarle el apetito. ¿Qué más puede pedirse a un anuncio? ¡Ay, ay, ay, si supiéramos mirar así muchas de las cosas, aparentemente o supuestamente feas y dolorosas, que nos ocurren en la vida! Ahí lo dejo como un hermoso reto exigente, parecido a los tres con que un buen amigo me ha dado hoy los buenos días: camina, incluso descalzo; sonríe, incluso sin motivos; ayuda a los demás, incluso sin aplausos.

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