Día de San Froilán
día de los leoneses que somos y fuisteis
de avellanas y choricines
de recuerdos y nostalgias
de pendones y perdones
y misa de una.
Feliz día de San Froilán.
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3 comentarios:
He tenido estos años muy presente a san Froilán, pues no en vano uno de mis compinches de partida de "subastao" o de "tute" se llama Froilán. Pero, claro, eso era antes de la pandemia, porque esta h de p borró de mis genes o de mi ADN la afición a cantar las cuarenta y ahora, es obvio, uno anda colgado del tiempo y hasta de las series televisivas, si tras la comida los "güeyos" no echan la persiana antes. En cuanto a lo de los "chorizos", sí que me va, pues no en vano acabo de llegar de la calle de comprarlos para alegrar "les fabes" (buena coyunda esta de "les fabes" y los chorizos para la imaginación bulliciosa de JH). Feliz día, pues, de san Froilán para todos los parameros de este blog y también para algunos amigos que por allí tengo, sin que ellos tengan nada que ver de especial con la Virgen del Camino, ese lugar tan vivificado por este blog y que no habité, pero que ha sido hogar de buenos amigos: antes, los ya idos Iribertegui, Coné y Emilio, y, ahora, Lorenzo Pascua, por cuya salud pregunté ayer mismo en la Enfermería. En la calle también he comprado esta mañana "pimentón dulce", pues ayer mi mujer se equivocó y lo trajo picante, pimentón que, como no nos va, se lo regalamos a este blog para que se encrespe y le entren ganas de beber.
Lo que yo veo en las dos primeras fotos es mucho pendón junto, Dios los crea y S. Froilán los junta. Los tres "chavalinos" están expuestos al contagio, pero, eso sí, se les ve jóvenes e incluso guapos.
Muchos recuerdos trae el S. Froilán.
Abrazos froilaneros.
¡Qué envidia! Me hubiera gustado ser la cuarta pata del banco y comer unos choricines, como dice el Furriel, y unos vasos de vino en tan buena compañía.
Se os ve, en efecto, jóvenes y guapos. A Cicero, lo veo, incluso, muy jaquetón y un pelín retador. No sé a quién tendría en el puntio de mira, pero no me extrañaría que fuese una autoridad militar o eclesiástica.
Lo dicho: ¡Qué envidia!
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