martes, 29 de marzo de 2022

ODIAR LA PRIMAVERA (Por Pedro G. Trapiello)




Tengo una razón más que poderosa para odiar esa primavera que tienen tan estudiada la hematología, la meteorología y los poetas. 

Durante años seguidos, madrugando cada día a las siete en punto, sonaba como despertador en los altavoces de los dormitorios del colegio la primera de Le Cuattro Stagioni de Vivaldi, Primavera de violín pajarero, persuasivo e irritante si se cuela en oreja dormida, significando esta música que había que saltar como un resorte del camastro, calzarse el pantalón de deporte a la puta carrera y bajar al suelo de los días con una larga carrera pedestre alrededor de la gran finca a la que seguiría una implacable tabla de gimnasia que desde marzo concluía con el desfile en bañador por un túnel de duchas con cebolletas hasta en el suelo, invento de un fraile ocurrente y torturante que podría considerarse precursor de los trenes de lavado. El agua, naturalmente, era fría, o sea, gélida en cualquier amanecer cazurro hasta en verano.

Sin embargo, bien recios que salimos... y pese a todo, bien guapos esos aires primaverales de Vivaldi que todo el mundo conoce aunque sólo sea de oírlos en anuncio de cereales de desayuno o perfumes cándidos, bella composición barroca, sí señor, música que dibuja y es pincel. 


Pero oída cada día para despertarte se convierte en un taladro despiadado, así que saltar de la cama y cagarse en el ilustre compositor veneciano era todo uno, ¡malditos violines roedores de la paz de la oreja dormida! Y maldita la aguja al besar el disco carraspeando antes de sonar la música, odioso crujío que era en realidad lo que nos despertaba en furias. Pobre Vivaldi, no debimos pagarlo con él. Por lo demás, no hay mejor noticia que la primavera, aun viniendo a cachos o fosca. Es la vida dando pasos y dejándose palpar ahora que las inclemencias se relajan invitando a coser ríos, montañas, bosques, serenos campos. Sobran guiños en León. Disfrútala. 


Y no olvides aquella orden que le sirvió para titular una de sus obras al dramaturgo Alejandro Casona, hijo de leonesa, «Prohibido suicidarse en primavera».

 


DIARIO DE LEÓN, 27 MARZO 2022

3 comentarios:

José García Gómez dijo...

Recordado barbado y barbudo compañero y amigo:
Te sigo viendo, y leyendo, fino, agudo, claro y conciso, porque la otra "c" que falta, no hace honor a tu largueza.
Es un placer disfrutar de tus parrafadas literarias.
No nos hemos vuelto a ver, desde allá por...¿2008? que te invité a pregonar la reinauguración del Centro Leonés en Avilés, ¿recuerdas?
Fue grato, ameno, didáctico y divertidamente polémico, sin "acritú", tu planteamiento sobre la tan versionada reconquista, y el relevante papel del fraternal pueblo leonés en ella.
A pesar de que venías muy bien acompañado, compañía que merecía, sin duda, toda tu atención, fue una tarde/noche para anotar, y así la tengo.
Espero no tardar en visitar León, y, si tus obligaciones y devociones te lo permiten, compartir uno, dos, o...prietos picudos, a los que no dejaremos de invitar a los parameros que quieran/puedan.
Sigue así. Salud y buen ánimo para todos. Un abrazo.

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

Tal vez se deba al hecho de tener en torno a mi casa frutales, huerta y jardines, lo que en primavera me permite ver crecer cada día los árboles, las plantas y los rosales, que me parezca imposible que por la cabeza me pase, aunque llueva, granice o nieve, la tentación del "apaga y vámonos" en tan hermoso tiempo. La verdad es que, entrando a fondo en ella, la primavera es la estación predilecta del sistema, único e insuperable, de Eladio y Baldo, el de los valores. Ahora que ya somos sabios en estas lides, sabemos que los valores hacen crecer nuestra entidad y aquilatan nuestra humanidad, es decir, los valores son perenne primavera. En el lado opuesto, en el de los contravalores, cabe seguramente, además de todo el pecado original (no había ninguna necesidad de endosárselo al patético Adán), una parte importante del otoño y una gran parte del invierno, momentos en que es posible que, por falta de luz y horizonte, sobre todo si uno viaja a Centroeuropa o a los Países Nórdicos, pueda darle la ventolera de hacer mutis por el foro. Dicho lo cual, digamos también que leer entradas como esta es un fulminante antídoto contra toda nube, depre y contratiempo. Gracias por regalos tan "primaverales".

Luis Heredia dijo...

Pues yo me apunto con Pepín. Una comida con sobremesa al lado de Pedro es un regalo para el estómago pero sobre todo para el espíritu.
Estáis avisados.

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