lunes, 2 de agosto de 2021

BLOG VIEJO CONTENIDO 2012

 Seguimos avanzando y retrocediendo a la par.

Hoy os dejo el contenido del año 2012.



5 comentarios:

Isidro Cicero dijo...

No me canso. Utilísimo trabajo de quirófano el que está haciendo Josémari Cortés (ayudado quizá por un amplio equipo de expertos) con las tripas del blog viejo. Digo quirófano en sentido etimológico porque nos pone a la vista y a la mano tejidos ocultos del cuerpo que si no estarían inalcanzables. El bisturí no hace falta, pero la lupa del PDF, sí. He estado yo recorriendo con ella algunos itinerarios del año 2012 y es una excursión increíble. Recomiendo esta excursión, que hemos dicho muchas cosas ahí, ha salido mucha gente a bailar en esa pista. Tenemos que conservar vivo este organismo, hay que seguir echándole de comer. No uno ni dos ni siete. Esos, multiplicados por diez.

Lalo dijo...

Qué queréis que os diga, a mí me gusta cómo escribe Andrés G. Trapiello. Mucho. Ahora estoy con su Madrid. Y nada más arrancar, Andrés nos cuenta este pasaje que entrecomillo:

“Desde los diez años yo había estado interno en un colegio, y lo cierto es que no le tenía mucho apego ni a la casa familiar ni a León. Por otro lado, cuando has estado en un internado desde los diez a los dieciséis, los afectos crecen de una manera rara, como los jaramagos en los tejados. Nadie los planta, y nacen donde quieren, normalmente ni nacen. Un internado no es una ciudad, no es un pueblo, no es una familia, un internado es solo un territorio que tienes que atravesar. Por eso pude decir mi «adiós a todo eso» sin que me doliera mucho. Mi familia me resultaba extraña, entre ella y yo siempre había habido trenes y autobuses de por medio. Por ejemplo, mi padre. Era un hombre terrible cuando se enfadaba. Ni siquiera tenía que recurrir a la violencia, no le hacía falta. Luego, con los años, cobré por él mucho afecto y una gran admiración, igual que por mi madre. Me digo: sacaron adelante nueve hijos, y en qué condiciones, con cuántos sacrificios. Incluso he llegado a comprender su reacción colérica aquel día. ¿Qué podían hacer ellos? Nadie les había preparado para algo así. “Mi padre había hecho la guerra contra el comunismo (porque para él República y comunismo llegaron a ser la misma cosa) en una bandera de Falange; desde el 18 de julio de 1936 hasta el 17 de octubre de 1939, ni un día menos. Había perdido en ella a casi todos sus camaradas, pero sentía que la había ganado y que nadie tenía derecho a arrebatarle la victoria a él ni a sus amigos muertos, y la mañana de su cumpleaños habían descubierto, ¡en su casa!, cinco números de Mundo Obrero debajo del colchón donde dormía su hijo. Pero de esto no se habló en la comida; de haber sido así lo recordaría. Aunque no se mencionaron, yo sabía que los habían encontrado, y ellos sabían que yo sabía. De modo que seguramente pensó que tales papeles eran una vía de agua que iba a echar a pique España y al buque familiar a un tiempo, y a llevarnos de nuevo a la hecatombe. Hoy me habría gustado que la causa de nuestra pelea hubiera sido otra, algo que hubiera merecido la pena de veras y no un libelo que era entonces, como supe algunos años después, “el templo de las noticias falsas, igual que los periódicos del Régimen al que esos mundos obreros combatían. En fin. Además no los descubrieron, los habían estado buscando, y los encontraron. Da lo mismo. Se volvió loco.
Sacamos dos billetes de tercera, dejamos las maletas en la consigna de la estación y nos separamos hasta las once, la hora en que pasaba el expreso de La Coruña. Mi hermano dedicó esas horas a despedirse de sus amigos y de una medio novia que tenía. Yo acababa de llegar a León hacía tres meses y no conocía a nadie en la ciudad, así que fui a echarle el último repaso a la catedral, a San Isidoro, a la plaza de Santo Martino y a la del Grano, que eran los rincones que más me gustaban.
Hacía un día feo, fosco y frío, muy de León.”


Pasaje de: Andrés Trapiello. “Madrid”. Apple Books.

Ramón Hernández Martín dijo...

Me sumo gustoso a la propuesta de Isidro Cicero, la de seguir dando de comer a este organismo o la de seguir saliendo a bailar en esta pista. Poco he podido aportar desde mi nacimiento a esta forma de ver y sentir la vida, ocurrido en el homenaje a fray Pedro Rey en Vegaquemada y, seguramente, menos será lo que pueda seguir aportando porque la edad no perdona. Ciertamente, lo que he hecho lo he hecho con placer, desinhibido e impermeable a críticas que, a mi edad, parecen solo fuegos fatuos, estertores de desespero o gritos que vacían la caverna emisora. ¿Razón? El medio, esta página, es hermoso compañerismo y fecunda fraternidad de quienes, habiendo comido juntos, aun en la distancia siguen creciendo y madurando juntos. Viniendo al contenido propio de esta entrada, tal como hace Cicero al sumergirse en él, Lalo reproduce un párrafo estremecedor de Andrés G. Trapiello que tiene muchas más resonancias -eso me parece- que las que afloran a simple vista. "Resonancias" que, en la perspectiva de hoy, deben ser todas ellas enriquecedoras. El pasado, remedando lo bueno y evitando lo malo, nos ayuda a crecer en dos direcciones, ambas muy positivas: la de achicar contravalores y la de cultivar valores (ya todos sabemos un montón de lo que son valores y contravalores gracias al altavoz de fray Eladio Chávarri en que se ha convertido nuestro querido Baldo). Frente al "feo, fosco y frío" día, tan propio de León según la crónica referida, hoy disfrutamos en la Sierra de Francia de un día luminoso, algo más fresco de lo habitual en estas fechas, lo que es muy de agradecer, en el que las nubes y el sol dibujan un cielo sugerente y durante el que me tocará darle de lo lindo a la brocha gorda para adecentar estancias, olvidar años y meter en vereda el cuerpo, tan proclive al "dolce far niente". Feliz día de "descanso" para todo el que quiera seguir bailando en esta hermosa "pista".

Francisco Javier Cirauqui Armendariz dijo...

He leído con mucho interés el escrito de Andrés G. Trapiello que envía Lalo y me siento identificado con ella, porque salvando diferencias, yo también viví experiencias parecidas en mi familia, que eran carlistas y mi padre estuvo en la guerra. De todas formas a través del tiempo hablamos mucho y nos entendimos mucho.

Antonio Argueso dijo...

Totalmente de acuerdo, Lalo ¡qué bien escribe! Y esta frase me ha llamado mucho la atención, por lo, a mí entender, acertada: "Por otro lado, cuando has estado en un internado desde los diez a los dieciséis, los afectos crecen de una manera rara, como los jaramagos en los tejados. Nadie los planta, y nacen donde quieren, normalmente ni nacen"

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