martes, 6 de abril de 2021

LA CASA DE pPEDRO



Dulce Carrera, la última persona que acompañó a Pedro al hospital, hizo esta foto el día de sábado santo, cuando iba a la parroquia de Pedro para la Vigilia pascual. 

Estaba en la parada del autobús esperando a que viniera, miró al cielo, que estaba de tormenta y le encantó lo que vio. 



Y es que ese bloque de pisos, sobre el que esa la luz, es/era la casa de Pedro y de José Antonio. Ahora vacía, bueno, ocupada, pero sin ellos.  

A Dulce le pareció muy significativa, por eso me la ha mandado. 

En la parte superior de la foto escribió en mayúsculas: Resucitó. 

Isidro Cicero

5 comentarios:

Luis Carrizo dijo...

Magnífica y, en efecto, muy sugerente foto, amiga Dulce Carrera. Alabo tu bella iniciativa. Resulta muy apropiada para cerrar la biografía de Pedro escrita por Isidro Cicero. Lo único que me haría dudar, si yo fuese Lalo y tuviera que maquetas el libro, es el lugar donde INSERTAR la foto: antes de la palabra FIN, como dicta la norma, o después. La foto parece que invita a ponerla después.

Fernando Alonso Diez dijo...

Por circustancias que no vienen al caso, no había entrado últimamente al blog. Esta mañana, al abrir la página, me encontré cara a cara nuevamente con el recuerdo de Pedro vivo en la nube de Dulce y sentí de nuevo el dolor apenas mitigado por el paso de los pocos meses transcurridos desde que nos dejó. Pero la semblanza que hace Isidro, por una parte me ha hecho revivir con enorme tristeza aquellos días y por otra parte, me ha aportado una especie de bálsamo curativo: este retrato íntimo de Pedro verbaliza muchos de mis pensamientos y juicios sentidos, pero no expresados, por lo difícil que se hace para mí decir lo que de inefable tenía la persona de Pedro. Sin embargo, Isidro lo expresa sin dificultad alguna y logra con esta semblanza, que yo haya podido comprender mejor el regalo inmenso que fue para mí su amistad y su consejo. Muchas gracias Isidro y un beso para esa Señora Lina, a la que recuerdo con cariño.

Santos Suárez Santamarta dijo...

En no pocas ocasiones, tras el fallecimiento de Pedro, vienen a mi memoria su imagen, sus gestos y sus palabras en las dos últimas veces que lo he podido ver, la última de ellas en el encuentro de Villamanín (va a hacer ahora cinco años); también los amables comentarios que me ha dedicado con motivo de algunas de mis entradas en el blog. Pero lo que más profundamente me estaba afectando –habiendo aceptado resignadamente el hecho de su ausencia- era el desconocimiento del modo como pudo vivir y enfrentarse anímicamente a la situación dolorosa de debilidad, enfermedad, aislamiento y el temor –supongo- al encuentro definitivo con la muerte. Quiero entender que la habrá afrontado con estoicismo y esperanza, en línea con sus profundas creencias y su larga vida de desprendimiento, sencillez y entrega.
A mí me gustaría -creo que a una gran mayoría de los que nos asomamos al blog también- que aquellos como Dulce, José Antonio Lobo, los que convivieron, le visitaron y dialogaron con él sobre todo en sus últimos tiempos pudieran suministrarnos informaciones y testimonios que podrían recogerse convenientemente en un libro de memoria, agradecimiento y homenaje.
Quienes le hemos conocido, tratado, admirado y le guardamos profundo afecto, no debiéramos dejar pasar el tiempo sin hacer algo para conservar su memoria y evitar el paulatino olvido.
Estoy seguro de que lo mismo que estoy diciendo yo ahora ya estará en la mente de otros muchos y tal vez se esté haciendo algo (que desconozco) en esa dirección.
Isidro, gracias por este entrañable relato, tan magistral como siempre, que ha venido a reactivar la memoria de nuestro maestro y dulcificar algo el sentimiento de su ausencia.

Isidro Cicero dijo...

Estoy encantado, como siempre, de que hayais encontrado interesante ymás cosas lo que os he escrito ahora. Gracias Argüeso, Luis, Jose Manuel, José Mari, Jesús,Fernando, Santos, Javier del Vigo, Tomás, etc y a los que, sin comentar nada, los han leído.
Cuando uno hace trabajos así, tiene que elegir entre muchos materiles, dar prioridad a unos y desechar la mayoría. Se me ocurre que debo volver sobre lo rechazado y servirlo aquí en otras ocasiones.

Anónimo dijo...

No se me debió pasar uns mención también a Federico y a Oscar. Me pasa por confiar datos y nombres a la memoria.

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