domingo, 15 de mayo de 2022

INVITACIÓN DE ENRIQUE VALDEÓN

Después de mucho tiempo sin noticias mías, me da casi hasta vergüenza mandaros esta nota, pero es una invitación porque voy a presentar un libro que me ha tenido y entretenido estos últimos años.


Es sobre el claustro de las Dueñas de Salamanca, un claustro poco conocido y nunca interpretado. Hasta 1980 no se ha podido visitar.


Me gustaría poder veros, pues encontrarme con vosotros es volver a la juventud y en estos tiempos el abrazo, el encuentro y el volver a estar juntos siempre es agradable y muy gratificante.


Un fuerte abrazo para todos.


Enrique Valdeón




1 comentario:

Isidro Cicero dijo...

Yo no conozco el Claustro de las Dueñas de Salamanca. Por no conocer, ni siquiera conozco a las Dueñas, espero que la vida me conceda algún día esa oportunidad. Si esto ocurre, procuraré tener a mano como guía el libro de Enrique Valdeón que se acaba de anunciar para este próximo sábado en el salón de actos “Alfonso V”, del Ayuntamiento de León. Deseo a Enrique que su trabajo le resulte gratificante, ojalá sea un éxito de público y de ventas.
Enrique Valdeón ha publicado antes otros libros: un estudio sobre droga y enseñanza (es profesor de Instituto) y otros sobre las montañas del norte leonés y palentino -si no estoy mal informado- tradiciones, pastoreo y señas de identidad de Riaño. Me apetece leer, me lo apunto, el que trata de esos costillares increíbles donde la cordillera cantábrica dobla el espinazo. Doblas el espinazo y los pastores cuidan del lado de allá. Al lado de acá quedamos mayormente lo que es nosotros.
En Retuerto, Enrique tenía a su tía Florencia, que cantaba la semanilla. La semanilla recorría estación por estación, en cada comarca se decía de una manera y con un tonillo. Maxi Trapero, como recordáis, conservó, estudió y difundió la semanilla de Gusendo de los Oteros. Teniendo presente la de Retuerto, Enrique la puso de fondo aquí mismo, en este blog, de un estudio sobre la obra de José Lapayese en la capilla de la escuela mayor de nuestro colegio: el viacrucis. El tema de la escuela menor, todos lo recordamos, es el Rosario.
En su estudio Valdeón habla de los grafismos incisivos y los cuatro trazos para realizar aquellas figuras impresionantes y llenas de fuerza. Impresionaban. Impartían la primera lección: lo que has de hacer, hazlo pronto, bien, claro, emotivo y sobre todo sencillo. Fuerza, movimiento, dramatismo, magia, son las cualidades que Valdeón nos señaló en su pequeño ensayo sobre la obra leonesa de Lapayese. Explicó el empleo de las técnicas de incisión sobre superficie, el uso de distintos gruesos y profundidades, la elección de la línea como lenguaje para expresar la pureza comunicativa. Realismo, vigor y vida latente.
Lapayese (1889-1982), el artista de Calamocha, nos contagió esas sensaciones casi sin darnos cuenta. Valdeón, en su estudio, proporciona valiosos datos sobre la personalidad del artista turolense, que pertenecía a una familia de origen francés que se estableció en Aragón en el siglo XV. Estudiante libre en la Escuela de San Fernando, José fue galardonado en 1919 con el premio extraordinario. En 1930, recibió el gran premio de la exposición internacional de Lieja y la medalla de Oro de Arte Decorativo en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1964 fundó en Inca (Palma de Mallorca) el Museo de Cuero de Cordobanes y Guadameciles (piel curtida y cuero adobado y adornado con dibujos de pintura o relieve). Da nombre a un certamen aragonés de artes plásticas.
Debemos todos estos conocimientos, yo al menos se los debo, a este Enrique Valdeón que ahora pone sus ojos expertos en un raro claustro plateresco, de cinco lados, donde ha descubierto caras de dioses aztecas, la diosa Artemisa, santa expatrona de los cazadores y Hermes Trismegistos, nada menos. Tengo ganas de verlo, porque esas figuras son míticas en la cultura del Renacimiento y que estén en Salamanca y en un edificio de dominicos /as tiene su aquel.
Informa Valdeón de que Francisco Coello de Portugal conocía el taller de José Lapayese en Madrid porque un compañero suyo de estudios, Emilio Lapayese, era hijo del artista. Otros sabrosos datos están al alcance de cualquier curioso “antiguoalumnodominico” en este blog donde los dejó Enrique Valdeón Gómez el 18 de abril de 2014, hace ocho años. Allí los encontré yo. No quiero terminar sin sumarme a cualquier iniciativa para conservar, estudiar y difundir la obra lapayesiana, que contribuyó a la formación de nuestro gusto estético en serio sentido que le da Pierre Bourdieu.

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