domingo, 20 de febrero de 2022

FALLECE TOMÁS ARAGÜÉS

 

               





Especial repercusión tuvo su 'Misa Cantada en Castellano', que vio la luz en 1964 y que a lo largo de muchas décadas fue la espina dorsal de las liturgias con acompañamiento musical tanto en la península como en los países de habla hispana.






5 comentarios:

Luis Heredia dijo...

Muchas Misas y días de gloria me dió Tomás Aragúes. Yo no sé si tendrá derechos de autor reconocidos pero de ser así se tenía que haber forrado con la Misa en Castellano. Entre Paquito El Chocolatero y nuestro Tomás Aragües (porque Tomàs Aragües ya es considerado como uno de los nuestros) está la pelota en el tejado. Yo Me inclino por nuestro Tomás porque Paquito El Chocolatero se centra más en Romerías y Bodas. Romerías hay muchas, Bodas, así, así. Pero Misas todos los días, Sàbados, Domingos y Fiestas de guardar, en sesión doble ( y antiguamente en cuádruple), más bautizos, superan con creces los jolgorios. Aún sigo viéndome en el Coro del Santuario y en la Capilla de la Mayor cantando cada vez escucho un Santo, Santo, Cordero De Dios...en las Misas.
Va mi recuerdo por tí, Tomàs, y espero que a tu familia les llegue el buen recuerdo que mantenemos de él por las “horas y horas” musicales que nos regaló.

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

El persistente dolor que me está dejando una "culebrilla" traidora en el costado derecho no me impide levantar el brazo para quitarme el sombrero tanto ante el estupendo trabajo de Lalo, que ya he ojeado, como ante este "obituario" de Tomás Aragüés, cifrado en su hermosa "misa", que me ha encantado oír. Aunque no conozco a ninguno de los dos, el "por sus obras los conoceréis" me aúpa a la osadía de felicitarlos, aunque a Tomás ya no podamos hacerlo más que con un gozoso "aleluya" de resurrección. Gracias también a Josemari por regalarnos tan deliciosas "delicatessen".

BALDO dijo...

Tengo que decir muchas buenas de Tomás Aragüés, que siguió con notable quehacer el arte francés de Gelineau, como puede apreciarse en los salmos y en esta primera misa en castellano. Según me dijo Torrellas, en una ocasión oyó a la Escolanía el Santo de la misa de don Joaquín, y quiso imitarlo componiendo uno. No dio en el clavo, porque entendió que la música «moderna» del Joaco era ir poniendo disonancias una detrás de otra sin entender que el de Astorga no dibujaba con notas acompañadas, sino con acordes, como era el modo de proceder de los impresionistas.

No quiero ser cruel, pero este disco de la Misa de Aragües junto con el de los Salmos de Gelineau-Aragüés son el más claro ejemplo de interpretación «solfeada». Ni hay ni un atisbo de «fraseo». En una pseudomisa anterior al Vaticano II, la Misa Comunitaria, de Goicoechea Arrondo, la escolanía y el coro pamplonicas -ambos de muchas campanillas- que la interpretaron también «silabeaban» los textos. El barítono -y el tiple- que intervienen en el Credo, por ejemplo, van martilleando cada sílaba que cantan.

Perdón por echar un poco de agua fría sobre algo tan querido para todos, como fue nuestra Escolanía y su director, Ángel Torrellas.

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

Querido Baldo: espero que este viernes acudas a la Casa del Dago. Harías conmigo una gran obra de caridad, pues, tras "entonar" la "Última Cena" y pacificar Ucrania (¡malditos sean todos los h.p que están implantando allí un reino claro de "contravalores"!) podrías traducirme el "ruso" del que te has servido para tu comentario, pues, tras leerte, se me ha quedado cara de tonto de cuatro leguas. En fin, será verdad aquello de que no se hizo la miel... Feliz finde en lo que cabe para todos.

Juan A. Iturriaga dijo...


Hace años ya comenté que, aprovechando que Tomás Aragués vivía cerca de mi casa, tuve una cita con él y le hablé del grupo de antiguos alumnos del colegio, de sus reuniones etc.
Se acordaba muy bien de nosotros. “Erais muy buenos”, me dijo.
Yo pretendía algún tipo de intervención suya en el blog, incluso se lo llegué a decir al Sr. Furriel, pero nuestro amigo, en resumen, no quiso saber nada.
La misa que grabamos, evidentemente no era la Solemnis de Beethoven, pero cumplió perfectamente su función y, en aquel momento, llegó a todos los rincones de España, que era lo que se pretendía.
Aún hoy es habitual oírla por esos mundos de Dios.
Yo creo que al final, no acabó muy bien con los frailes.
Se sentía algo dolido por falta de un mínimo de reconocimiento.
Don Joaquín sería el mejor del mundo, pero no me imagino yo, en una aldea de la Sierra de Cameros, al párroco, cantando un “Sanctus” lleno de disonancias impresionistas.

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