miércoles, 19 de enero de 2022

LAS MORCILLERAS DE LA ROMERÍA DE SAN FROILÁN


 

2 comentarios:

Juan A. Iturriaga dijo...

Hace años, de peregrino a Santiago, paramos en la Virgen del Camino.
En la guía ponía que había hospedería.
Iba con dos chicos jóvenes, hijo y sobrino, y en teoría, era yo el que conocía el tema y el que debía guiarles por el buen camino.
Todo el que me conoce sabe que no tengo buen recuerdo de los años que pase allí de estudiante, pero ahora, de seglar, permitidme la expresión, pensaba que iba a controlar mejor la situación y les iba a dejar pasmados a mis pupilos.
Resultó que la tal hospedería consistía en unos cubículos habilitados en la granja, sin puerta, con apenas una cortinilla y controlados por unas personas que pertenecían a una comunidad extrañísima que no supe ni, ni quise, catalogar.

Sin embargo lo que si nos salió bien fue la cena. Nos fuimos a Quintana, que ya sabéis todos donde está y nos metimos en una bodega que se llamaba “La Catedral de las Bodegas” o algo así, y entre otras cosas, nos pusieron unas morcillas, o mejor dicho, lo de dentro de las morcillas.
Para que os voy a contar más. Buenísimas. Como seguro que están las de esa señora. Y si además las acompañas con un par de huevos y pan de León, pues ni te cuento.
¿Qué opina Alberto de eso?

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

Aunque se habla de "morcilleras" y no de "morcillas", os confesaré que mi grupo predilecto, el de los cursarios, tuvo mucho que ver con las morcillas durante unos años, pero con las de Burgos, no las de León. Resulta que un compañero nuestro, que las fabricaba en Caleruega, nos obsequió muy generosamente con su degustación durante unos cuantos encuentros del grupo, fuera en Salamanca, en la Virgen o incluso en Oviedo. Después, también eso se lo llevó el viento. El quehacer de estas morcilleras me recuerda el de nuestras salerosas madres y abuelas serranas cuando en estos meses, durante las matanzas, no solo las hacían con gran destreza, sino también las maduraban cociéndolas en grandes calderos, la mayoría de cobre, colgados de las llares encima de la lumbre donde cocinaban. ¡Vaya por ellas y por las salerosas parameras de la foto que tantas veces convirtieron la pobreza en deliciosos manjares!

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