viernes, 25 de junio de 2021

LA VENDEDORA DE GLOBOS 38 - CON JAVIER SERRANO EN EL INFIERNO (Por Isidro Cicero)


CON JAVIER SERRANO EN EL INFIERNO

 

1.    Infierno

Nos lo dejó Pedro Sánchez Menéndez por escrito: “Javier Serrano siempre ha sido una persona atormentada”, lo podéis leer en las tripas del blog viejo correspondiente al 2 de marzo de 2018. ¿Atormentado con tormentos eternos como los de Dante? Según se mire, porque los de Serrano se acaban, dice Pedro, “cuando por fin le sale lo que quiere dibujar, lo que pasa es que nunca llega a conseguirlo del todo”, añadía apenado el difunto maestro. El infierno de Serrano es que tacha, borra, llena la papelera, manda a freír espárragos todos los bocetos y vuelve a empezar. Se olvida del tema una temporada, coge el teléfono al editor, balbucea alguna disculpa y empieza a explorar otras veredas con otros rumbos o con los mismos. Para entonces, ya hace tiempo que el editor ha sufrido el primer ataque de ansiedad. Sabe que Javier tiene sus propios ritmos y solo entregará la gloria de su obra cuando esté razonablemente terminada, que para él no lo estará nunca del todo, porque a su obra siempre le faltará algún matiz inalcanzable. Un infierno.

Serrano ahora ha andado enredado en el tema de la Virgen Dolorosa, una de las figuras más tremendas que se pueden dibujar en este mundo cruel. No le está resultando fácil a juzgar por lo que vemos en esta serie de papeles del artista (ellos lo llaman bocetos o esbozos, en el caso de los escritores serían borradores y apuntes). Dibujar de forma personal a la Dolorosa es un reto sublime para Javier, primero porque se enfrenta a un icono poderoso, universal, y segundo porque esta figura como todos los iconos constitutivos dicen más de lo que se puede expresar. Aquí la condena no se trata solo de alcanzar un matiz, sino de profundizar todavía más adentro en el vacío cavernoso del dolor humano, tan insondable. 

De este mismo infierno ya hablamos aquí en marzo del año pasado, exactamente el día 5 de marzo de 2020, cuando nos referimos al poema “Infierno”, con el que Joan Margarit, que por aquellas fechas aún estaba vivo, se refería a Subirachs, el venerado autor de las Cuatro Puertas de Bronce y de la Gran Portada en nuestro Santuario. “Imagínate” - decía Joan Margarit - “el Mediterráneo”. Él lo decía con otras palabras, yo lo traduzco: Imagínate una isla llena de olivos con mármoles muy antiguos en sus colinas. En la isla manda Leonardo da Vinci. Parece que vive bien, pero no. Vive en un infierno permanente tratando de conseguir un matiz del rojo que nunca consigue.

No lo consiguió Leonardo, lo dice Margarit; no lo consiguió Serrano, lo dice Pedro Sánchez Menéndez, dos difuntos recientes de la misma añada. No lo consigue ningún genio. Es un puto infierno.

2.    Las tripas de este blog

El objetivo de este escrito es reflexionar sobre la obra de Javier Serrano y más en concreto, sobre su obsesión por dos iconos de la cultura cristiana: la Dolorosa y la Anunciación. ¿Qué pinta un artista moderno, laico, vanguardista ocupándose de estos viejos temas religiosos? Lo veremos. Pero, antes de emprender esta tarea y, al margen de ella, permíteme que me extienda un poco reflexionando sobre las tripas de este Blog, ya que me he referido a ellas más arriba en dos ocasiones.  Este blog lleva catorce años viviendo sobre la tierra y es tan parecido al ser humano que está dotado de memoria (de hecho, se la están restaurando ahora José Mari Cortés y Lalo Mayo), ojos, boca, cerebro, corazón, microbiota y voz. También está escrito en sus tripas que, tiempo atrás, la voz de este Blog era estentórea en el sentido mitológico del gigante Esténtor: En la Ilíada este personaje gritaba con tanta potencia como si se sumaran cincuenta glotis fonando al mismo tiempo con facultades hercúleas. Sonaba el vozarrón de Esténtor como cincuenta tenores y se sentía lo bastante atrevido como para increpar al destino, desafiar a Hermes y vencer al Olvido. Así de descomunal sonó antaño este Blog, pero ahora, por nuestros pecados y las flaquezas de la carne, hemos consentido en reducir aquella voz broncínea, a la de cuatro o cinco valientes aqueos. 

Yo no paro de animar a los valientes mientras cumplo mi cuota de guerrero, quizá hasta demasiado, no sé. Pero si no lo hacemos, hermanos queridos, llegará un día en que en el pecado lloremos la penitencia. Subámosle entre muchos el volumen al Blog y alimentemos el microbiota de sus tripas cibernéticas, colonizadas ya por billones de microorganismos benéficos para nuestra salud; piden comida nueva. El blog es un ser del ciberespacio, pero no le falta mucho para ser humano. 



3.    Mitos para la dicha y la desdicha

La peña va a tirarse por los suelos cuando le diga que Javier Serrano y yo, dos señores revacunados con Pfitzer, hace ya casi dos meses por mérito de la edad, hemos dedicado al pie de cinco horas de pandemia a hablar ¿de qué diréis que hablamos? De la Virgen Dolorosa y de la Anunciación a la Virgen. También hemos hablado de Astra Zéneca y de muchas informaciones que merodean alrededor de la verdad y del error. Hay otros asuntos sin embargo que tienen que ver con la dicha y la desdicha y los dos hemos coincidido en hablar de ellas a través de relatos y, preferiblemente, a través de mitos. O de iconos.

Eso es lo que decía Odo Marquard, un polaco que, de chavalín, estuvo también en un internado nazi y por la época en la que el padre Arenas y el padre Arruga estudiaban en Múnich andaba por allí enseñando filosofía y escribiendo sobre la muerte, la felicidad y la desdicha, por cierto, con mucha gracia. El tipo dice lo bien que está que nuestra especie descubra y haga innovaciones, pero está mal que cortemos con nuestro pasado. Serrano lo hace así. Es un artista vanguardista, expresionista, pero entronca sus formas en las creaciones viejas de nuestra tradición española. Y lo hace con gracia, como Marquard. Por ejemplo, allí donde Heidegger dice que el hombre es un ser para la muerte, Marquard es más claro: el índice de mortalidad humana llega a ser del cien por cien. En resumidas cuentas, todo consiste en la forma de decir las cosas.

Para dichas y desdichas, la Anunciación y la Dolorosa son historias que lo dicen todo. Muy posiblemente trascienden la imaginería cristiana hacia atrás, hasta las edades precavernarias y hacia adelante, hasta las civilizaciones postcibernéticas. Si la Anunciación y la Dolorosa nos conmueven a todos, a Javier Serrano le han fascinado desde siempre. Él precisa que desde siempre no, solo desde su adolescencia vallisoletana, envuelta en la atmósfera del Museo Nacional de Escultura, Gregorio Fernández, Juan de Juni, todo eso. Javier había aprendido además una de las romanzas que cantaba el hermano Rafael en la zarzuela “La Dolorosa” (“Me da mucho qué pensar el hermano Rafael”, cavilaba el prior). Serrano llegó a cantar “La Dolorosa” en el teatro del colegio. 

Luego vino ese icono querido y venerado de la Virgen del Camino, con sus rasgos ligeramente bizantinos, el estatismo del Cristo, el hieratismo del conjunto. La Virgen está sentada en su cátedra como las primitivas Marías del Románico del Camino de Santiago. Recordemos que los primeros dibujos de Serrano que se publicaron en libro fueron las ilustraciones de “Los Caminos de Santiago” de los dominicos Arsenio Arenas Fernández y Pablo Huarte Arana (1965, Polígrafa). 

Extremadamente dolorida, la del Camino no deja de ser por eso la Sedes Sapientiae románica y oriental. La catedrática del dolor, porque del dolor nadie sabe tanto como ella, según dice ella misma (Mirad si hay un dolor parecido a este dolor mío) con voces de Palestrina y de Tomás Luis de Vitoria. La extraña manera de sostener al hijo muerto en los brazos no responde a la lógica natural del sostener, está demasiado salido demasiado alejado del regazo, casi parece que está a punto de caérsele a la madre, o quizá la propia madre esté a punto de entregárselo a los que pasan por el camino de la vida. Esa forma afligida de sostener y, al mismo tiempo, de dar, al artista Serrano le parece fascinante. 

4.    Dos Cristos distintos que mucho se parecen

Debió de ser en los desmadrados setenta estudiando Arte en la Academia de San Fernando, cuando Serrano trabó conocimiento de otra Dolorosa que tiene la misma manera de sostener que la Virgen del Camino. Se trata de una Piedad provenzal, un óleo sobre tabla procedente de Villeneuve-les- Avignon, Nimes, al borde del Ródano, y que se conserva en el Louvre. 

La atribuyen -ya con casi total seguridad- a Enguerrand Quarton, un maestro de mediados del XV. Hay que contemplarla un rato largo, le he pedido a José Mari Cortés que la suba aquí por favor, en primer lugar para disfrutar también todos nosotros esa maravilla, ver el quebrado Cristo yacente que a Serrano se le antoja muy parecido al de la Virgen del Camino y, también, para acercarnos a comprender el proceso creativo de por qué Serrano, en esta etapa madura da rienda suelta a sus mitos adolescentes de esta manera. 

 


 

Vemos el óleo, lo comparamos con el dibujo que Serrano ha acabado firmando, vemos los esbozos y comprobamos que en absoluto se ha propuesto “reproducir” el cuadro de Quarton. 

 


 

E S B O Z O S
































Conociéndolo, sabemos que eso le habría resultado insoportablemente aburrido. Lo que sí está claro es que ha tenido delante el modelo y lo ha examinado a conciencia, pero a continuación, ¿qué ha hecho con el modelo? Creo que es el momento de echar mano del concepto “deconstrucción”, lo que mal comparado hace Ferrán Adriá en el El Bulli. 

Adriá tiene delante, por ejemplo, el modelo de tortilla española, profundiza en sus sabores hasta el nivel de la molécula, pero no hace una tortilla. Nadie verá una tortilla en ese brillante combinado del Bulli servido en una copa de las de champán. Observamos, superpuestas, emulsiones, acaso gelatinas y texturas crujientes. Líquidos. Nadie llamaría a eso una tortilla de patata con cebolla, pero los que lo prueban notan indudablemente la reverberación casera del sabor tradicional de la tortilla. El paladar desconcertado visualmente se encandila papilarmente ante las resonancias familiares. Todos los sentidos alucinan por el reencuentro inesperado con lo conocido.

El concepto deconstrucción, aportado por el filósofo francés Jacques Derrida a la historia del pensamiento vanguardista contemporáneo, se opone a la idea de construcción. "Es como si te pusieran delante todas las piezas de un edificio, pero quitándoles el cemento", así lo describió un periodista. Le quitamos el cemento que los une y les da apariencia y lo que queda al descubierto en todos los edificios mentales, políticos, sociales, religiosos o económicos, son los materiales de construcción que se han empleado: las piedras del poder, las viguetas del machismo, los ladrillos de la explotación, los cristales de la violencia, la arena del engaño, o viceversa. 

Le quitamos la apariencia incluso a la víctima, con todo y ser la víctima, y descubrimos que también ella ejerce su propio poder sobre el victimario, no vayamos más allá para no ser malinterpretados; pero es cierto, quien no haya meditado a fondo sobre la versión de Serrano de la Virgen del Camino no comprenderá esos juegos de las relaciones humanas, en el fondo sencillos y esquemáticos, que se reducen a la sensación de que todos queremos dominar y que en cada uno de nosotros existe un componente autoritario, seamos sinceros, cuando no fascista. Lo explica muy bien Derrida. Lo curioso es que Serrano abre sus ojos asombrados cuando hablamos de Jacques Derrida, que una vez se reconoció en guerra consigo mismo. 

En guerra consigo mismo, Serrano multiplicó bocetos mientras emergían por su cuenta los dos cristos, tan distintos pero tan semejantes. Descoyuntados, quebrados, los dos se salen, casi se caen, casi se ofertan. Los dos forman descoyuntamientos imposibles en ángulos obtusos. Los ángulos de esos cuerpos tienen valores superiores a los noventa grados aunque menos de ciento ochenta; no son rectos, no son llanos, son la auténtica expresión de los ejes quebradizos de nuestras vidas, tantas veces desdichadas. Se salen en todo, exceden lo normal y plantean los terrenos de lo inconmensurable. Se dio cuenta Serrano de estos mundos mientras pensaba su mano, porque Serrano piensa con la mano. Anaxágoras dijo que el hombre piensa porque tiene manos. Pues eso, nuestro artista no tiene casi intenciones preconcebidas. Es la mano la que hace que surjan las cosas no se sabe desde qué profundidades cósmicas. 



 

5.    El del Camino tiene forma de pez 

Por ejemplo, en los bocetos que hizo Serrano para describir los dolores de “La Virgen del Camino, en.clave de misterios”, el Cristo víctima se sale tanto del sitio y de sí mismo, que pierde la centralidad y de pronto el lápiz lo convierte en pez. Un pez es lo más fácil de dibujar que existe, ¿quién no es capaz de dibujar un pez? Dentro de la cultura postcristiana, ¿quién ignora que el pez fue el símbolo ijzus, paleocristiano? ¿Quién no sabe que significaba alimento para el cuerpo y el alma? Además el pez de Serrano no se conforma con ser un pez básico, pasa a ser un Sireno complejo, una Quimera.




Estas formas van brotando desde un lugar infinitamente interior. También le pasó al Creador de los creadores al principio evolutivo de la vida cuando ordenó surgir los grandes monstruos del mar y todo ser viviente que se mueve diciendo“Que produzcan las aguas seres vivientes”.

Serrano es un expresionista profundo. Sabemos que el expresionismo no es solo un estilo que deforma personalmente la realidad para interpretarla de una manera más auténtica:  es también una manera de ser y una cosmovisión. Ahora bien, el expresionismo de Serrano está entreverado de surrealismo desde que a los treinta años cayó en sus manos un libro de André François que le puso en pista. “Esto es lo que yo estaba buscando”, se dijo. Y se puso a encontrarles a las cosas eso que tienen dentro y que no puede ser sino es en el marco del subconsciente y el sueño. En uno de los bocetos que vemos aquí aparece un bote con spray matamoscas. No puede ser. ¿No? ¿Y por qué no?  El de Serrano es un surrealismo moderado, no tiene relojes que se derriten, pero surgen aquí y allá seres vivientes que se mueven inquietantes.

 

Un ser viviente que se mueve, por ejemplo, es el pene. Además el pene, forma itifálica y divina, ha sido adorado, envidiado y temido durante toda la historia de la humanidad y me quedo corto, que no es buena cosa tratándose de este órgano. Me quedo corto en cierto sentido, porque el pene ha sido señor y dador de vida en toda la historia de la vida sobre la tierra, al menos desde que los muy primitivos vivientes dejaron de ser hermafroditas y se separaron en dos sexos, en dos medias naranjas, arrastrando sobre sí el ansia de reconstruirse como unidad y regresar al origen primero esclarecido de cuando eran uno. instante

Lorca en su poesía puso en evidencia la metáfora de los peces como falos. Y Serrano en sus dibujos. Hay una “anunciación” extraña dentro de esta colección de bocetos, en la que el ángel del Señor no anunció a María, ni ésta concibió del Espíritu Santo, sino que el ángel del Señor anuncia a Príapo el nacimiento de un gran hombre, un rey poderoso al que llamarán Hijo del Altísimo, heredará el trono de otro rey antiguo y “su poder no tendrá fin” porque reinará para siempre. He aquí al hombre varón, ecce homo reivindicatus, ya que en la escena de Lucas había quedado marginado y olvidado el varón. Puenteado entre Dios Padre y un venter fecundus. Es lo que tiene la deconstrucción, que le quitas el cemento y te aparecen los materiales reales. En la escena de Lucas, aunque el varón no esté, la esencia del varón y su promesa es lo que es y lo que tiene que ser. 

Ahí tenemos a Freud acertando o equivocándose, qué sabe uno, pero la mujer del psicoanálisis siente envidia del pene del hombre y solo realiza su completitud teniendo ella misma un hijo varón. El pene se ha descrito como el símbolo del deseo. No solo del deseo verraco, que también, sino de todos los torrentes de deseo que en el ser humano viviente se pueden genera. “No ha conocido varón” y por qué no lo va a conocer, si ese detalle es la otra mitad del cielo. El dibujo de la anunciación al pene, no es una obscenidad en el sentido etimológico, “obs caenum”, de la basura, las sobras, pura mierda, aunque de ahí provenga también la palabra cena y por ende cenáculo. 

El pene de este dibujo también recibe el mensaje del cielo anunciándole su contribución al nacimiento, sin complejos, e invitándole a someterse también él a la voluntad de lo alto, bendito tú eres entre todos los varones, y bendita es tu potencia fecundante, omne delectamentum in se habentem, por qué no. 

Javier Serrano se había movido unos años antes en un océano de peces. Desde Canadá le habían encargado las ilustraciones del libro “The Shadow Mother”que era la historia de un marinero y una sirena, un mundo marino, inundado de peces de todos los tamaños y formas. Su autor se llama Sean Virgo, un narrador que según dicen explora los territorios fronterizos entre lo que es puramente humano y lo que no es humano y forma el conjunto de realidades elementales del mundo. Serrano se aburrió de dibujar peces y cuando se aburre, Serrano tarda más. Tardó tanto en cumplir aquel compromiso como que lo que Dios demoró en separar las aguas de arriba de las de abajo, poblándolas de monstruos marinos y otras fieras existentes. Tanto tardó que al final hasta le daba vergüenza pasarles la factura a los canadienses. Eso sí, le quedó un álbum prodigioso. Cuando le llegó la petición propulsada por la amistad de dibujar una Virgen del Camino a su manera, se decidió por un hombre-pez muerto, en la frontera de lo humano y lo no humano; es decir, la naturaleza, víctima cada vez más evidente. Tuvo muchas dudas, porque no quería ni de lejos resultar para nadie irreverente. 

6.    La madre inconmensurable

A lo largo de nuestra conversación Serrano usa, por dos veces, la palabra “inconmensurable”. Una para describir la escena de lo que ocurre en el Calvario y otra para referirse a su propia madre. Lo que ocurre en el Calvario y en tantos otros calvarios del mundo es el dolor que sentimos por la destrucción del otro cuando al otro lo amamos. Es un acontecimiento inconmensurable. Lo que seguro quiere decir Serrano es que no tenemos una unidad de medida adecuada para resolver con cálculos ese dolor. Las Dolorosas lo reflejan, pero no lo calculan. La del Camino lo refleja con dramática claridad, pero el artista que hizo la talla reflejó su falta de metro recurriendo a la imprecación: A ver si encontráis por los caminos otro dolor semejante a este dolor meus. Dolor meus, lamentos polifónicos y polimórficos, inconmensurables. En el Prado, explica Serrano, está el Descendimiento de Van der Weiden y aquella madre manifiesta un dolor más allá de lo físico tan inconmensurable que al final parece hueco. Un huevo vacío sería quizá el objeto que mejor podría simbolizar esa alma vaciada por la angustia. 

La otra vez que Serrano dice inconmensurable es para referirse, como digo, a su propia madre, una mujer para la que tampoco encuentra palabras ni unidad de medida; es más o menos lo que explican Kuhn y Feyerabend a niveles del conocimiento científico. En general, el artista Serrano no encuentra palabras para describir a las mujeres, le parecen todas ellas más importantes que sus hombres, más generosas, más profundas, más directas, más personas y más listas. 

La obsesión del artista por la figura de la Anunciación y la Dolorosa quizá responde a dos momentos polares de la biografía de cada mujer: de joven, acepta en su cuerpo el cuerpo del Otro. Fra Angelico pinta el instante en el que la muchacha recibe en sí misma al futuro hijo que siempre será dios y hombre verdadero. Van der Weiden, Quanton y el artista del Camino plasman en las dolorosas el otro polo de la vida femenina, la otra cara de la misma medalla. Al final, la mujer vuelve a recibir el cuerpo del Otro, que sigue siendo su hijo, pero ahora vuelve en forma de derrota. Es un despojo destrozado, una víctima, una ilusión fracasada. La promesa primaveral, presidida por una golondrina, ya no tiene nada que anunciar, sino recopilar el resultado nefasto de la aventura. El hijo se la ha jugado y le han podido. En el origen estaban juntos los dos, en el final la muerte se multiplica por dos. 

Se lo digo: “Tus mujeres parecen hombres”. “Me lo dicen muchas veces”, me contesta. “Yo no quiero que parezcan hombres, pero tampoco quiero que sean caras bonitas, me salen así”. Le salen vulgarotas, toscas, rotundas, muyeronas. Cuando quiere, Serrano dibuja beldades, como ese rostro tripartito de la Virgen, que parece de una estampa. Javier Serrano insiste en la misma idea: “Me pongo pero dejo a la mano a su aire. Sin planificarlo antes, me sale así”.  Esas mujeres son naturales con la tosquedad que tiene la materia geológica, la piedra del Románico, 

7.    Velatorio

Los esbozos de Serrano se parecen un poco a los esbozos pirrónicos de Sexto Empírico en que están cargados de escepticismo, razón y humanidad y son en sí mismos un medicamento de los fuertes para tratar dogmatismos fuertes, los que tan bien saben lo que es bueno, lo que es malo y lo que es indiferente.

 

La serpiente en toda la iconografía es el símbolo del demonio, pero en el dibujo de la Virgen del Camino sustituye a la corona de espinas, que tampoco es que sea una bendición ponérsela a nadie en la cabeza.  Esta serpiente en concreto es de lo peor, porque se ríe de la aflicción de la Dolorosa a la cara, desafiante e impúdica. Es la representación de la inhumana crueldad que nos tropezamos cada día en muchas ocasiones.

 

La copa que aparece en algunos bocetos forma parte de una crítica, lo mismo que la mano del obispo, seguro que es de un obispo, que aparece en la parte superior del dibujo del Camino, ordenando, pontificando y condenando. Seguro que esa mano poderosa produce víctimas, María le hace frente ordenándole al todopoderoso que aparte de ella -de ellos- ese cáliz y clavándole en la mano el veneno que contiene la copa de la amargura. Es el cáliz que tiene dentro el bicho venenoso en el San Juan de El Greco. El San Juan de Subirachs, yo digo que también, pero Serrano no está convencido porque, me dice, San Juan es el único apóstol que no sufrió el martirio. 






 

Tendré que repasar el Año Cristiano que leyó Subirachs mientras meditó su obra entre los frailes de la Virgen del Camino, o mejor quizá, como me sugiere Serrano, tendré que repasar la “Leyenda dorada” de Jacobo de la Vorágine, ese conjunto de historias precristianas en gran parte, reconvertidas en vidas maravillosas de santos. Jacobo de la Vorágine, lo diré de paso, era dominico y actuó como agente del papa Nicolás IV para destituir al maestro general de la Orden de Predicadores, fray Munio de Zamora, a consecuencia de los feos affaires sexuales de los frailes dominicos con las monjas dominicas del convento de Santo Domingo de Zamora. A este papa que también condenó y encarceló a Roger Bacon, le vino bien la epidemia que se declaró en Roma cuando iba a celebrarse el cónclave. De dieciséis cardenales con derecho a voto, murieron seis y los demás pusieron pies en polvorosa, No volvieron a Roma hasta que se despejaron los malos aires, la malaria la llamaban los romanos y cuando volvieron a reunirse eligieron al franciscano Girolamo Masci, que reinó con el nombre de Nicolás IV. 

 

En el cuadro de Quantum, aparece un personaje ensabanado, arrodillado, con las manos unidas en actitud orante. Le llamamos donante por seguir la tradición gótica que registra muchos cuadros en los que un caballero solo o un matrimonio contemplan la escena religiosa y a la vez se inmortalizan a través de sus retratos. En el santuario de la Virgen del Camino, todo él una reverberación de arte clásico deconstruído, los donantes Pablo Díaz y Rosario Guerrero están insinuados en la forma de los trípticos flamencos, doña Rosario a través de la piedra que ella misma recogió en el Porma y entregó a Subirachs para la honda de la puerta del Pastor, y don Pablo en la portentosa puerta de San Pablo, al lado contrario como establecen los cánones. 

 

El donante de Villeneuve posiblemente es un canónigo, un clérigo desde luego. Su presencia es coprotagonista del cuadro. No mira la tragedia que ocurre ante sus ojos. La da por sabida y por descontada. Es el contrapunto del drama, la única cosa luminosa y real. Tampoco es Velázquez pintando las Meninas, es otra cosa muy distinta. “El donante siempre eres tú, el que se da a sí mismo, que sale de sí mismo para dar el significado a lo que existe delante. Es Cervantes viendo morirse, vencido y escéptico, a su amigo don Alonso Quijano el Bueno. Refraneando al final y entregado a la realidad, reconociendo que en los nidos de antaño ya no hay pájaros hogaño”.  

 

Los otros acompañantes del duelo de María en el original de Quarton son María Magdalena y Juan Evangelista. En los primeros borradores Serrano los mantuvo, con sus identidades, pero poco a poco los fue diluyendo en otras personalidades más abstractas, o al menos no tan definidas por el tiempo y la historia. Han quedado en dos acompañantes más del duelo.  

 

Estas figuras acompañan la individualidad del solista sufriente y en este caso solo quedan mujeres. Cierto que son mujeres hombrunas, hercúleas, que pueden cargar sobre sus hombros esta historia que en el fondo no es otra cosa que el ahí tienes a tu hijo. Cuídalo. Cuídalo. De una manera inconsciente, prácticamente automática.

 

8. La Pietá de las Pietates

Pese a todo lo que hemos hablado, la Pietá de las Pietates sigue siendo la de Miguel Ángel, la de Roma. Busquemos ahora una buena foto de internet para recordarla bien en este momento, aunque ninguna foto conseguirá conmovernos como aquella vez que estuvimos frente a ella. Ahí la Dolorosa y la víctima del mármol pulido no son madre e hijo, muy joven ella para ser la madre de ese varón. Son uno de cada género y de la misma edad. Forman un óvalo de vida, un medallón del ying masculino y el yang femenino en el éxtasis exhausto, prácticamente muerto, de la mutua complementariedad.

Lo verdaderamente asombroso de La Pietá es la mente genial de un chico de 19 años capaz de expresar de esta manera tan emocionante el mito del eterno andrógino que Platón narra en el Banquete. Muy antiguamente los seres humanos tenían cuatro pies y cuatro manos y estaban unidos por la espalda. Unos tenían los dos sexos el femenino y el masculino. Otros, dos sexos machos o dos sexos hembras. Eran tan potentes que se lanzaron a invadir la morada de los dioses que era tanto como comer la manzana en el edén. Zeus se sintió obligado a intervenir partiéndolos por la mitad. Usó para ello el rayo, láser divinizado en manos del cirujano olímpico. Desde entonces nos movemos separados ansiando recomponer la primigenia unidad perdida y suspirando por volver a encajar la media naranja que somos con la otra media que nos falta.

La conjunción de Miguel Ángel es tranquila, apaciguada. Las piedades que deconstruye Serrano son gritos hacia adentro, dolor realista, clamor sordo por la imposible conjunción con el otro. Quedan fuera las tramoyas, el teatro, la escenificación histriónica del dolor exhibicionista. El Otro, sea un hijo eterno, un hijo mortal, o un ser amado, mustio de muerte que la vida cruel te ha machacado, es un víctima que ya está certificadamente muerto. RIP. Mientras, va muriéndose también inexorablemente, poco a poco, el cuerpo y el alma de quien lo sostiene en sus brazos y casi se le cae. Es tan parte del pobre difunto como el pobre difunto es la otra media naranja buscada, que todavía no está suficientemente exprimida.

 

58 comentarios:

Ramón Hernández Martín dijo...

Gracias, Isidro, por tu poderosa entrada. Aun a riesgo de decir una tontería o de enseñar la oreja por aquello de lo que ya dejé constancia aquí alguna vez, lo de la zorra frente a las uvas o lo del elefante en la cacharrería, te diré que he leído con suma atención tu escrito, cuyo trazo narrativo me parece tan poderoso como el pictórico de Serrano. La verdad es que, tras hacerlo, me he quedado aturdido, como anodadado, y me siento yo mismo "deconstruido", acomtumbrado como estoy a juguetear con las cosas en vez de profundizar en ellas. Sin duda, ambos describís con coloridos trazos el infierno en que nos coloca una vida que nada sería si dejara de ser tensión y anhelo de unidad, de completud, de naranja redonda, o un esperanzador falo poderoso, por lo general acobardado y encogido, y si no sirviera al menos para ponernos de vez en cuando la miel en los labios. ¡Infierno del contravalor! -me paso ahora a Eladio-, que lentamente va corroyendo nuestras poderosas vertientes vitales. Me atrae poderosamente la atención uno de los bocetos en el que el duo sacrificial descarga toda su peso muerto sobre un templo como si de un banco se tratara, una Iglesia en fin a la que, mal que le pese, no le queda otro camino de desarrollo más que el del calvario y el de la cruz. Sin embargo, sabes que, con ser la tragedia y el dolor un factor tan determinante del cristianismo que yo profeso, me parece que teológicamente todo ello no puede ir más allá de la condición de sombra en el cuadro o de matáfora en el relato. La ilusión anhelada y el falo creador nos vienen no de la sombra del cuadro, sino de su color; no de la matáfora, sino de la trama narrativa. En definitiva, no del contravalor perezoso, sino del valor esforzado -vuelvo a Eladio-, que lentamente, desde que despegamos de lo biótico como autónomos frente a la naturaleza, va "perfilando" poco a poco el magnífico cuadro de la vida, "construyendo" su envergadura, de tal manera que, hablando realmente en cristiano, la vida no puede ser a la postre de ninguna manera infierno y llanto sino cielo y sonrisa. Gracias, Isidro, una vez más, por el gran regalo que esta mañana me has hecho.
Por lo demás, tu reflexión sobre este blog, tan atinada y sólida, merece muchos más desarrollos para beneficio de quienes tanto le aportáis (pues es seguro que crecéis y os enriquecéis haciéndolo), de quienes no tenemos empacho en enseñar la oreja con la ilusión de acertar a compartir con los demás algo alguna vez y, finalmente, de quienes, siguiéndolo silentes, se benefician tanto del aporte de los primeros como de la buena voluntad y del esfuerzo de los segundos. Ante esa perspectiva, me atrevo a preguntarme: ¿puede convertirse este blog en una "familia", sobre todo ahora que la familia se ha elongado y ampliado tanto en la sociedad en que vivimos, fundamentada en el aporte de libertad y verdad que, al menos teóricamente, significa el dominicanismo que la aglutina? Y ahora que el "amiguismo" tanto prolifera en las Redes, ¿puede este blog merecer la valoración de ser realmente un club de amigos que parten y comparten en él parte de sus vidas? Que cada cual se responda y sea consecuente con su respuesta. Buenos días a todos y disculpas por la perorata.

Luis Carrizo dijo...

Hay que ver, Cicero, la de puertas que nos abres para explicarnos los misterios que se encerraban tras ellas –es una de tus especialidades-, o nos dejas solamente entornadas con el fin de que entremos por nuestros propios medios a profundizar en lo que simplemente apuntas, o esbozas como dices que hacen los pintores, aunque no seas un pintor como Serrano (y perdón por la desafortunada comparación, porque precisamente como Serrano hay muy pocos pintores, no solo en la ancha Castilla, sino en el ancho mundo). Contigo es como para preguntarse lo mismo que con la chica del 17: ¿de dónde sacas pa tanto como destacas?
He de confesar que, tras contemplar detenida e inquisitivamente los geniales esbozos y dibujos de Serrano, traté de imaginar, poniéndome por un momento en tu lugar, qué glosa podría yo hacerles, y el resultado fue verdaderamente desalentador. Sobre todo, después de leer los ocho capítulos que tú necesitaste para decir, me consta, una mínima parte de lo que querías, pues sé que llevabas cartas para subir la apuesta. A mí, me sucedió como a aquel estudiante que en el examen de Historia del Arte, instado a comentar una diapositiva en que aparecía un plano general de la catedral de León, solo le llegó su ciencia para hacer la observación: “por lo que puede apreciarse por la señal de tráfico, está prohibido estacionarse frente delante de la catedral”. Bueno, para ser sinceros, y en mi propio descargo, creo que yo subí un pequeño escalón más que el estudiante de marras, porque me di cuenta de que Serrano no utiliza ni una gota de color. Ese fue mi “gran” descubrimiento..., ni el rojo bermellón color de sangre, tan adecuado para la ocasión, ni tan siquiera la exigua concesión a una pizca de livor para resaltar las terribles ojeras de la Virgen. Seguramente, pienso yo, Serrano reserva para su otro gran tema, la Anunciación, la paleta de los colores de la esperanza y la alegría. Pero hoy, como es notorio, se ocupa de un misterio doloroso, la muerte injusta del inocente -perdóneseme la redundancia-, y hasta los analistas de sal gorda y trazo grueso, como yo, sabemos que en este caso la paleta del artista solo admite grises, negros, cenizas…, los que corresponden, porque “la mujer –dices tú magistralmente hablando de la Dolorosa- vuelve a recibir el cuerpo del Otro, que sigue siendo su hijo, pero ahora vuelve en forma de derrota. Es un despojo destrozado, una víctima, una ilusión fracasada”. Para alguien que escribe pero que envidia la inefable magia de la obra de un pintor, resulta muy consolador comprobar que Serrano renuncia por una vez al color, que es mucho renunciar, y recurre a la palabra para tratar de salir de ese infierno en que, según nos descubres, le sume la impotencia a la hora de expresar un sentimiento tan profundo y tan conmovedor. La palabra que tú nos señalas que el pintor, o por mejor decir, que el dibujante Serrano utiliza en esta tesitura es la hermosa y sugerente palabra “inconmensurable”. Qué espléndida glosa harías, también, desglosando a tu modo ese largo y significante sintagma, como tú gustas a veces llamar a las palabras.
Me sumo a Ramón en la celebración de tu encomiable llamada a mantener y potenciar el blog, tal como propones al principio de tu escrito. Algunos, por afición, escribimos quizá más largo y tendido, usando en ocasiones algún adjetivillo que trate de darle algo de color al asunto (ahora que no me oye Serrano), pero sin ningún ánimo de lucro, como decía el otro. A mí, particularmente, me encantan todos los comentarios que se hacen, tantos los largos como los breves, e, incluso los brevísimos. Un “me ha gustado cantidubi dubi dá” le da tanta vida al blog como un sesudo pensamiento de Baldo o una sexuda observación del Pitu. Allons, enfants de la patrie…!!!


JOSE MANUEL GARCÍA VALDÉS dijo...

Antes de pasar a otros menesteres quiero, aprovechando la onomástica de S. Pedro, recordar a dos Pedros condiderados como patrimonio, como algo nuestro: El PaPe y Pedrín. Todos los tenemos bien presentes. Al citarlos me he acordado de una canción que cantábamos en la Paramera, ellos también la cantaron, aquella de los tres Pedros: Pedro Crespo Calvo carpintero, el de arriba,Pedro Crespo Calvo carpintero el de abajo y Pedro Crespo Calvo carpintero el del arrabal. Los nuestros son dos y ambos son de arriba, de abajo y del arrabal. Estoy seguro que en algún lugar Pedrín le explicará al PaPe su incomprendida teoría de que la NADA es. Espero que ellos no se hayan diluido en la Nada y sean, lo que sea.
Dicho lo cual,quiero hacer pública una denuncia con la pretensión de que los que transitan por el Blog sepan quién es quién y no se dejen seducir. Todos sabéis que yo soy hombre del campo, en el campo hay que realizar tareas campestres como tirar de "fesoria", desbrozar los caminos y, en época estival, segar y recoger la hierba. Y aquí viene la denuncia: hubo varios muchos, o muchos varios, que juraron y perjuraron que vendrían a echarme una mano, sabiendo que ya estoy entrado en años. Cito algunos A. Argüeso, I. Cicero, Javivi, J.L.Suárez, Baldomero, J. Bandera, etc, etc. Cuando me puse en contacto con ellos todos tenían el guasap saturado, el móvil fuera de cobertura y, alguno, tenía efectos secundarios "vacuniles". Acabaron diciéndome aquello de que
"el que tenga hacienda que la atienda". Conclusión: no es fiéis, son corderos con piel de "vagos". Sus promesas no valen un chapo.Dicho queda.
He leído tu escrito, D. Isidro. Y no sabes el beneficio que me trajo. Había oído que con la vejez uno pierde la capacidad de asombro y, coño, hete aquí que me asombre, con lo que intuyo que aún no llegué a la "vieyera". Tu entrada es un verdadero regalo, un ejemplo de análisis y síntesis. Es un ejemplo de "CONSTRUCCION Y DECONSTRUCCION". Es increíble tu la capacidad de penetración en la obra del amigo Serrano.Es,además,un dechado de erudición. En la misma olla cocinas arte, filosofía, psicología, religión e, incluso cocina deconstructiva. Una joya. Creo que yo no lo diría ni mejor ni más claro, lo cual dice mucho a tu favor. No porque yo sea más guapo, más rico o más listo, sino porque, como unos pocos saben, doy de ese lugar de cuyo nombre no necesito acordarme.Te felicito. Y, dado que mantienes hilo directo con J. Serrano, podrías comunicarle que, estaríamos encantados de que por una vez y sin que sirva de precedente, se dignara entrar y pintar una cara sonriente si le gusta lo que o una cara triste en caso contrario.
Dices que el blog es un ser vivo, yo me atrevo a decir que es un vivo a punto de recibir la Extremaunción. Son muchos los que podrían contribuir a salvarlo, valdría con una simple donación de sangre en forma de palabras. No sé si decir que el Blog está a punto de ser DECONSTRUIDO o, más bien, DERRUIDO. Quizá ya .no necesitemos de él, lo hemos contado y cantado casi todo y de nada sirve alargar su agonía. Hay mucha sangre para la transfusión pero se guarda para cuando ESTERTOR dé el último berrido para decir: AQUÍ MURIÓ EL DE LOS NABOS. Él sólo se murió y entre todos lo mataron.
Sí, D.Luís, hacen falta muchas intervenciones sexudas y cojonudas para animar esto. Claro que siempre nos quedan: Isidro, Baldo y los que publican libros.
Me voy a deconstruir la cena que mi santa tiene preparada.
Abrazos y hoy, S. Pedro, besos.
P.D. Cité a dos Pedros y quizá haya alguno más vagando por el ancho firmamento, un recuerdo para ellos también.
Para lis Pedros y Pablos vivos: FELICIDADES.

BALDO dijo...

El blog no se muere, lo matáis vosotros, los que escribís con tanta belleza y con tan alto contenido. ¿Quién osa, después de las intervenciones de Isidro, de Ramón y de Luisín Carrizo, del Pitu de Casorvida y de otros que, de momento, están agazapados? Es mejor esconder la ignorancia callándose que ir publicándola en este blog. De todos modos, Isidro, yo voy a osar entrar por tres de las puertas que has dejado entreabiertas, como Luisín Carrizo dice que es tu modo de proceder. Pero lo hago, porque voy seguro de la mano de la «dolce Beatrice», que, como no podía ser menos en mi caso, es Eladio Chávarri.

BALDO (2) dijo...

Una se refiere al retrato, acertado, que hizo pPedro de Javier Serrano, «el tragedias», que nunca estuvo satisfecho con lo que hace. Esa, sin embargo, no es una característica privativa de Javier o de los que son genios en una parcela de la vida, sino que es común a todos los humanos. En su primer libro, «Perfiles de nueva humanidad», el maestro navarrico tiene un capítulo sobre la «tensión sin tregua» que es la vida humana. Como recordaréis, ya los griegos (el primero, quizás Heráclito) hablaban de que el mundo se forma desde el Uno que se fragmenta en los opuestos, cuya «tensión» hace progresar al mundo. El fuego y el logos no se están quietos. Hay una evolución continua. La tensión del arco, producida por fuerzas contrarias de los dos brazos, es lo que hace lanzar la flecha. ¿Qué es lo que preside el mundo? La guerra –«la guerra (pólemos, πόλεμος en casorvidense antiguo) es el padre de todo (pather panton, πατήρ πάντων)»–. Los elementos agua y fuego están en discordia, y por eso se producen reacciones, evoluciones y creaciones. En la China de Lao Tsé también existe la discordia entre los opuestos: el yin y el yan, lo masculino, lo femenino. Para Heráclito, la vida y la muerte se compensan: de uno se pasa al otro. No hay nada estable, «panta rei», que dirían en Casorvida, aunque ellos lo pronuncian de esta manera: «Πάντα ῥεῖ». Pues bien, volviendo a Eladio, la «tranquillitas ordinis» agustiniana no tiene en cuenta que el ser del hombre está a medio hacer; por eso no puede reposar como si fuera un mar en calma, sino que está en continua tensión, porque desea liberarse de los contravalores y alcanzar valores en plenitud. La primera tensión y madre de todas las demás es la tensión entre el valor y el contravalor. También hay tensión dentro de las al menos ocho vitalidades del ser humano (tensión entre la juerga y el estudio, entre la salud y el trabajo, entre la vitalidad política y la ética, entre la riqueza y la pobreza, entre la religiosidad y el ateísmo o el agnosticismo, etc., etc.). Existe tensión entre las valideces dentro de cada uno de los ocho tipos de valores y entre ellos. Hace unos pocos días, Julia y yo comimos una paella en Alicante que cocinó Luisín Carrizo. Junto a la enorme satisfacción que me produjo su sabor, tuve que tomarme un lexatín para atemperar la tensión que me causó el hecho de que la validez de su paella fuera infinitamente mejor que las que yo hago (con mucho marisco y nada de arroz). Una pregunta a bocajarro: ¿quién de todos nosotros está de acuerdo consigo mismo? A cada uno de nosotros nos suscitan enormes tensiones las comidas, las saludes (permítaseme), los estados psíquicos, la abundancia o la falta de dinero, los enamoramientos que hemos vivido a lo largo de nuestra vida, las relaciones con los dioses, el ejercicio de la paternidad, de la fraternidad o de la filiación, los rencores que nos carcomen, la ignorancia de muchas cosas, la sensibilidad o la insensibilidad ante el dolor ajeno, la organización política de nuestra sociedad, etc. Se experimenta en las diversas vitalidades la tensión sin tregua entre lo que es y lo que todavía no es. ¿Cuánta tensión nos produce el mundo que vivimos actualmente y el de nuestra infancia y juventud? ¿Comulgamos fácilmente con el comportamiento de los jóvenes?
Así que la continua insatisfacción del «tragedias» de Javier Serrano en el ámbito artístico es común al resto de los mortales en otros ámbitos de su vida. Me gustaría saber si Javier siente lo mismo en las demás vitalidades suyas. Quizás sea ese mar en calma agustiniano en las relaciones familiares o en las económicas o en las biopsíquicas o en las cognitivas o en las morales o en las lúdicas o en religiosas o en las sociopolíticas. Tendría que decírnoslo él.

BALDO (3) dijo...

Otra puerta que Isidro ha dejado entreabierta es el de la «deconstrucción» de Jacques Derrida. Según lo que cuenta Isidro, no parece que el procedimiento del filósofo argelino–francés se aparte mucho del clásico «análisis/síntesis». El «análisis» (ἀνάλυσις, en casorvidense achelense), compuesto del prefijo «ana» (ἀνά = de abajo a arriba, enteramente), y el verbo lyein (λύειν = soltar, desatar) es un «deconstruir», un dividir, un desatar con la mente lo que está unido en la realidad. Pues bien, el mayor y mejor «deconstructor» que conozco es Eladio Chávarri. Ha llegado a «descuartizar» al ser humano hasta llegar a las últimas entrañas de su ser. El nacimiento y el desarrollo de este ente que somos nosotros se origina en las relaciones de enlace con los demás entes, a los que nuestra estimativa discierne si son beneficiosos (valores) o perjudiciales para nuestras vitalidades (contravalores). Después, por un proceso constructor, el de la síntesis, Eladio va poniendo las piedras que primero ha desmontado con su mente hasta llegar el ser humano que somos hoy, a nuestra forma de vida. Ya me gustaría que alguien, Ramón, por ejemplo, descubriera cómo aparece en la obra de Javier Serrano el ser Humano Productor Consumidor, que, con toda seguridad está presente en ella. Nos quedaríamos sorprendidos y cognitivamente gratificados con el desvelamiento. Jacques Derrida ni siquiera barruntaría esta cuestión tan de suma importancia, porque las «deconstrucciones», aunque sean de lo mismo, son muy diferentes en los distintos modelos de vida. La Dolorosa de Miguel Ángel es entitativamente muy diferente de la Virgen del Camino hoy.

BALDO (y 4) dijo...

Una última puerta entreabierta por la que quiero solo asomarme es la historicidad de la Dolorosa. Solamente el evangelio de Juan, el último en escribirse (hacia el año 100) sitúa a Miriam de Nazaret en el Calvario. Los otros evangelistas señalan las malas relaciones que tuvo Jesús, en su época de predicación, con su familia, incluida su madre. Y esto, si no hubiera sido histórico real, los evangelistas no lo hubieran inventado, pues siempre tienden precisamente a lo contrario: a dulcificar o a callar las aristas de este tipo. El próximo domingo, 4 de julio, el evangelio de la misa trata precisamente de este tema. La homilía que aparece en la página web de los dominicos es mía y hablo de este asunto (lo que hace la vanidad, aunque sea la de un viejo de 75 años).
Un personaje que me apasiona –y que, por cierto, es la patrona de la Orden de Predicadores– es el de María de Magdala, que aparece en el hermoso cuadro de Enguerrand Quarton que nos ha ofrecido Isidro. Sobre esta persona podría escribir homilías (o ladrillos) para un triduo e incluso para una novena. Pero me reprimo, para no desviar el asunto tan importante de este portillo.

Anónimo dijo...

Isidro, he querido leer tu vendedora de globos 38- Con Javier Serrano en el Infierno, con detenimiento, porque me ha traído recuerdos inolvidables y pensamientos interesantes.
Estoy, estos días, realizando un trabajo para la asignatura De Historia del Arte: "Arte de la segunda mitad del siglo XX". Una de sus partes se trataba de relacionar un artista de esta época con la cita de algún escritor, filósofo o crítico. Si hubiera conocido antes este escrito, ya hubiera tenido el artista y el crítico y también el tema: La angustia, el dolor, "Con Javier Serrano en el Infierno", encuadrado en el expresionismo figurativo y desarrollado por Isidro, sobre el tema de la Dolorosa y La Anunciación y que según Isidro. "...Javier tiene sus propios ritmos y solo entregará la gloria de su obra cuando esté razonablemente terminada, que para él no lo estará nunca del todo, porque a su obra siempre le faltará algún matiz inalcanzable. Un infierno". Según decía el Padre Pedro: "Javier es un hombre atormentado".
Estoy encantado con tu comentario, Isidro porque me ha parecido magnífico y me ha abierto muchas puertas y ventanas al conocimiento de muchas cosas y además porque conozco, tanto al artista como al crítico, los dos habéis sido compañeros del Colegio y Javier también de curso. He intentado seguir vuestra trayectoria por el blog y los libros de Cicero y de Javier por algunas ilustraciones de un libro de cuentos, que tengo en casa, y un libro ilustrado, que creo era "Los Viajes de Gulliver"
Destaco ese entronque con la Virgen del Camino, Subirachs, Joan Margarit, el Mediterráneo, el pez devorado por el pez, la sirena, Leonardo Da Vinci, el rojo imposible, y Javier Serrano, la Dolorosa y La Anunciación...
Me gusta la comparación con la mitología de Estentor y en nuestro blog, aunque no estentórea como antes, hagamos que nuestra voz se siga oyendo, sosegada, llena de recuerdos, que no muera y se silencie esa voz que ha sonado cálida en nuestra memoria despertando nuestra infancia, adolescencia y juventud.
En las ocho partes de tu comentario nos vas desarrollando todo el valor filosófico, artístico, poético y humano. Todos ellos me han dejado gratamente impactado. He seguido todos sus esbozos y he gozado con la deconstrucción para luego construir mi propia idea sin prejuicios, ni influencias preconcebidas. Es curiosa la comparación con La Piedad provenzal, el pez, la sirena, etc.
No sé por qué razón el el dibujo que Serrano ha acabado firmando, los rostros de los personajes, quizás rotos por el dolor y la angustia resultan inexpresivos, acartonados, petrificados y me recuerdan a los gigantes y cabezudos de cartón piedra, quizás sea una soberana tontería.
Termino diciendo que he disfrutado con el comentario de Cicero y con la obra de Javier Serrano, ya que no quiero liarme ni liaros con mis comentarios, un saludo para los dos y gracias por esta gozada de "La Vendedora de Globos".
Un recuerdo para todos y llamaros a escribir en el blog, que para mí ha sido y es importantísimo.


Anónimo dijo...

Soy Javier Cirauqui y no consigo poner mi nombre al comentario anterior

Ramón Hernández Martín dijo...

Tiene bemoles, amigo Baldo, que me sitúes entre quienes, a tu criterio, por su sabiduría en tantos órdenes de la vida amilanan o acobardan a los demás a la hora de aportar, también ellos, pinceladas de sus propios pensamientos y sentimientos. Si los sabios que pululan por estos lares tuvieran tal demérito, tú serías un "demeritizado" sobresaliente. En fin, pienso que el blog es amistad y familia (ya lo he dicho), y, en tal sentido, a nadie debería echar para atrás a la hora de decir "aquí estoy yo y pienso que sí, que no o todo lo contrario". Sin duda, cada uno somos pieza de valor, de un tipo u otro, en más o menos, pero valor a fin de cuentas, de este blog.
Saliendo al paso, creo que no deberías decir "(permítaseme)" cada vez que usas el plural de salud (punto 2 tuyo de hoy), que también he visto en el libro "Valores y contravalores...", porque, si no estoy equivocado, "saludes" es el plural de "salud" y estaría bien dicho, sin necesidad de pedir perdón por un supuesto abuso del lenguaje.
En cuanto a tu reto, digamos primero que tanto la motivacion de esta entrada en el blog, la reflexión de Isidro, como su soporte, los bocetos de Serrano, son en sí mismos netamente valores, epistémicos los priemros, estéticos los segundos, para cuantos los leemos, los contemplamos y los asmimilamos; en segundo lugar, me reafirmo en que también es un valor que tú, maestro Baldo, nos hagas papilla, una vez más, la densa y un tanto apelmazada exposición de Eladio de un tema, los valores y los contravalores, que revoluciona o debe revolucionar (tiempo habrá para verlo) no solo la filosofía, sino también la teología que nos han enseñado hasta ahora; por último, y viniendo al reto directo de encuadrar a Serrano en el HPC de nuestro tiempo, me limito a recordar la enécdota que el mismo Eladio refiere en algún lugar de su obra y que puede resumirse así: visitando un museo, un amigo le pregunta a otro si el cuadro que están viendo es bueno, y el interpelado le responde que no sabe porque no tiene puesto el precio. Sé que me dirás, amigo Baldo, que esto es salirse por la tangente o por peteneras, pero la verdad es que ni yo recuerdo ya el abecedario griego que a ti tanto te inspira y sugiere, ni siquiera el teclado de mi ordenador está habilitado para reproducir aquí palabras clave en griego, a menos que me dedique a copiar y pegar, mecanimso que hoy fomenta mucha de la cultura circulante.
En fin, amigos, me parece que este blog, superada su propia pasión sacrificial y el llanto que algunos hemos vertido sobre él como dolorosas y magdalenas, vive ya abiertamente su propia resurrección, ¡aleluya, aleluya, aleluya! Que así sea y así continúe.

Ramón Hernández Martín dijo...

Obviamente, el "priemros" y el "mecanimso" que he visto repasando el comentario anterior, que acabo de publicar, son "primeros" y "mecanismo". Gracias por leer bien lo mal escrito. Valga para esto y para alguna cosa más, si fuere el caso.

José Manuel García Valdés dijo...

Amigo y, por lo deducido, también compañero de curso, todos estaríamos encantados de saber de qué número calzas. Si te fijas todos, salvo Javier Cirauqui, que no sabe, encabezamos las entradas con nombre y apellido; te invito a que hagas lo mismo así podremos recordar cómo eras y como serás ahora. Si te declaras anónimo por complejo de feo ni te preocupes que el number one soy yo; si es por complejo de tonto tampoco te preocupes porque conozco a uno de Llano de Valdearroyo que seguro que te supera
(Antoñín, perdón), y si es porque te persigue hacienda tranquilidad absoluta, de los que deben mucho no paga ninguno. Por todo ello ponte nombre y apellidos y verás que pronto sale alguno o diciendo: ¡coño! ese fue el que se largó y ni me devolvió lo que le había prestado. Yo cuando me salí en las Caldas me llevé varios libros del P. Ramírez y me han sido de gran ayuda para encender la cocina de leña y carbón y no por ello dejo de presentarme a cara descubierta.
Y puestos a decir por decir, me llama la atención que siendo de la promocionona del 59, entre 72-73 tacos, aún sigas preparando trabajos para las clases. Yo me dediqué a la enseñanza y a día de hoy no recuerdo ni dónde ejercí, me hice mayor.
Javierín Cirauqui, aprende a escribir, que te enseñe el Anónimo. Javier, tu problema puede ser que no vea ni tractores ni semáforos, pon las gafas. Aprovecho para decir que me gustaba más el otro formato de blog, supongo que Chemary tendrá razones para el cambio.
Abrazos con nombre y apellido.
P.D. Esta entrada no debe distraernos del tema central: Isidro, que debe aprender a escribir, y Serrano que debe aprender a pintar.
Baldo, tú sí que sabes. Me refiero a la paella; vaya si sabes zampartela. Es verdad que te muestras agradecido. De lo demás te falta VALOR para reconocer que sí sabes.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS dijo...

Acabo de caer de la burra, resulta que el tal anónimo es el tal Cirauqui. Pues nada, retiramos, "aborramos" , lo dicjo y el tal anónimo que descanse en paz.
Que no nos enteremos que fusilas el escrito de Isidro para tu trabajo de arte, tendría muy poco VALOR.
Otro abrazo y disculpas.

Ramón Hernández Martín dijo...

Para no irme por los Cerros de Úbeda ante el reto lanzado por Baldo de reflotar en la obra de Serrano el Hombre Productor Consumidor de nuestro tiempo, forma de vida humana en torno a la que Eladio construye su sistema de valores y contravalores, lo primero que tendría que hacer es saber si el mercado ha tasado esa su obra o si Serrano mismo ha fijado un "caché" para cada uno de sus trazos, bocetos u obras terminadas, es decir, aparcar el axioma protector de Chávarri y mirar con los ojos del dinero toda esa belleza. Créeme que eso es muy difícil y lo digo por una dura experiencia en la que me vi envuelto un par de veces. Lo cuento por el interés general que pueda tener. La primera vez ocurrió hace ya una buena partida de años, cuando en Mieres, tras haber creado un grupo de AI (Amnistía International), conseguimos que casi una treintena de pintores asturianos nos regalaran un cuadro cada uno para recaudar fondos. Fue horroroso tener que poner un precio a cada cuadro. Afortunadamente, entonces conté con la inestimable ayuda del pintor mierense Inocencio Urbina, ya fallecido, que nos regaló un soberbio cuadro que adquirí yo mismo, y me ayudó, siguiendo criterios muy técnicos, a ir poniéndoles precio a los demás cuadros. Del resultado de la venta, tras un mes de exposición, mejor no hablar para no hacer llorar a nadie. La segunda me ocurrió en el año 2005, creo, recién nombrado presidente de la Peña de Mogarraz, cuando cuatro o cinco pintores nos regalaron un cuadro para recaudar fondos para las fiestas del pueblo. Se trataba en esta ocasión de cuadros para una subasta pública. Naturlamente, fijé con cada uno de los pintores donantes el precio básico de salida de su cuadro. Entre ellos, estaban el pintor asturiano Favila y el mogarreño Florencio Maíllo (el mismo de las famosas "caras de Mogarraz"). Favila me concretó que un buen precio de salida para su cuadro podrían ser 700 euros y Florencio Maíllo (no olvidemos que ha regalo al pueblo más de ochocientos retratos), cuyo cuadro regalado a la Peña era mucho más pequeño que el de Favila, me dijo que tenía un caché de 900 euros y que no autorizaba a que su cuadro saliera en la subasta por menos de ese precio. Buena la armé al dar publicidad a la cosa, pues resulta que el famoso alcalde de Mogarraz a la sazón, el que exigía tocar el himno nacional en la misa de la patrona de Mogarraz, que entonces adoraba a Favila porque le había hecho un retrato y andaba algo distanciado de Maíllo, dijo y juró que en el pueblo no se podía hacer una subasta en la que un cuadro del último saliera por un precio mayor que el del primero, siendo el de este, además, mucho mayor.
En fin, amigo Baldo, es posible que ningun pintor actual adquiera colores y pinceles sin pensar de alguna manera en producir algo económicamente valioso y rentable, pues la vida es la que es, pero es muy posible que eso no ocurriera antes. Ahí tenemos a Vicent van Gogh, cuyos cuadros valen hoy muchos millones, mientras que él se vio precisado a malvivir de la caridad de su hermano. Créeme, amigo Baldo: si algo hay difícil en este mundo es tener que ponder precio a un cuadro al margen de lo dicte el mercado. Lamentablemente, el axioma protector de Eladio está hecho trizas por el señorío con que se nos muestra el HPC de nuestro tiempo. Claro que, por lo dicho o revelado por Isidro en la entrada que comentamos, no creo yo que Serrano sea un pintor "vendido" o dispuesto a "venderse"; vamos, que picando en esa mina, no vamos a encontrar un HPC.

Ramón Hernández Martín dijo...

Joder, tendré que volver al oculista después de haber cambiado hace poco las gafas, pues, repasando, me encuentro con que "tasado esa su obra" es solamente "tasado su obra" y, ya casi al final, lo de "ponder" es obviamente "poner". Gracias de nuevo por seguir leyendo bien lo mal escrito o mal corregido.

Francisco Javier Cirauqui Armendariz dijo...

Bueno, José Manuel, yo en lugar de ir para adelante voy para atrás, hasta ahora había entrado normalmente en el bloc sin anónimos. Me ha encantado lee tu comentario y decirte que no pensaba fusilar nada, solo que me gusto la entrada de Isidro sobre Javier Serrano, pero ya tengo todas las tareas hechas.
Ya sé que es un poco raro pero disfruto estudiando, de todas formas hoy todo es on line sin clases ni exámenes presenciales, un asco, el curso que viene terminaré y ya veremos.
Es curioso que en colegio llevaba gafas y ahora no las necesito, por ahora.
Estos días que se celebra fechas sobre la Conquista de Navarra, me encuentro con la cita de un tal Hernando Valdés, que estuvo en los ejércitos castellanos con el Duque de Alba y Hernando el Católico, dándonos por zacuto a los navarros. Un fuerte abrazo. Javier

BALDO (1) dijo...

Le tiré los tejos a Ramón para ver si encontraba en la obra de Javier Serrano al HPC y se escabulló. Yo quiero hacer al respecto algunas observaciones.

Según Jung, los «arquetipos» son esquemas formales que están dentro del ser humano como un «a priori» de su naturaleza y que se repiten a lo largo de la historia y en todas las culturas. La «Dolorosa» es, qué duda cabe, uno de esos arquetipos. Pero, para este psicoanalista, discípulo separado del maestro Freud, los «arquetipos», por ser, como digo, esquemas formales, se han «llenado» en cada cultura o civilización con un contenido específico. Son lo que él llama las «imágenes arquetípicas». La maternidad, por ejemplo, un «arquetipo» universal, no tiene la misma «imagen arquetípica» en la Grecia clásica, en el Medievo, en el Renacimiento, en el Barroco, en la Modernidad o en la actualidad. Jung no llega a precisar más.

Eladio Chávarri sí precisa mucho más. Él habla de modelos de vida o «modelos humanos». Estos confieren a «todas» las vitalidades de los miembros que viven dichos modelos una unidad estructurada y específica. El modelo humano de nuestro mundo, por ejemplo, da una unión específica a los cerca de siete mil millones de personas que lo vivimos. Pues bien, en todo modelo humano existe un grupo de valores que destaca con un atractivo especial y que ejerce influencias muy intensas sobre los demás valores. Esos grupos de valores destacados constituyen el «núcleo valorativo» del funcionamiento de toda la compleja maquinaria que es un modelo humano. Dicho núcleo da cohesión a todo el modelo «modalizando» a todos los componentes de este, es decir, confiriéndoles su específico «modo de ser», con lo cual hace que estos pierdan su entidad original. Ahora se entiende lo que dice Ramón de la viñeta del Roto en la que dos hombres están viendo un cuadro en una exposición y uno le pregunta al otro: ‘¿Es bueno?’, y el otro le contesta: ‘No sé; no trae el precio’. La modalización económica del cuadro le ha hecho perder su naturaleza primera de ser una obra artística. Por su propia índole, la modalización altera la naturaleza original de lo modalizado.

En cada modelo, todos los pares valorativos que hay en él adquieren una peculiaridad específica. Esta es la conclusión lógica de lo dicho en el párrafo anterior sobre la modalización que ejerce en núcleo valorativo sobre todos los valores y contravalores. Por eso, no debemos caer en la ingenuidad ni en el engaño a que puede llevarnos la homogeneidad del lenguaje valorativo. Así, por ejemplo, la Dolorosa ha mantenido el mismo nombre en todos los modelos fácticos del pasado y del presente; sin embargo, en cada uno de ellos ha tenido una modalización de un núcleo valorativo diferente y, en consecuencia, ha adquirido una naturaleza o entidad diferente. No han sufrido del mismo modo las madres egipcias la muerte de sus hijos que las madres indias, las olmecas que las persas, las griegas que las celtas.

De ninguna manera los modelos humanos son algo ajeno y externo a las personas. En la vida de cada persona se encarna y actúa con muchísima fuerza la modalización del propio modelo humano, de tal manera que las vitalidades de cada uno de nosotros son en no pequeña medida como las de nuestro modelo humano. Como consecuencia, el modelo humano que uno tenga asumido explica en cada persona el origen y la raíz de muchas de las conductas que ella cree que son «naturales» o, peor aún, exclusivas de su biografía. Esto explica también que lo que, desde su específico núcleo valorativo, un modelo humano estima como valor, otros modelos humanos, desde el suyo propio, pueden juzgarlo como contravalor. Por ello, la familia, por ejemplo, necesariamente ha de ser pensada desde el concreto modelo humano que hay detrás de ella en cada momento; no se la puede entender, como se hace habitualmente, como una institución universal e idéntica para todos los pueblos de todos los lugares y tiempos.

BALDO (y 2) dijo...

Después de esta larga introducción, yo creo que, sin duda, el ser Humano Productor Consumidor –modelo humano de nuestro mundo– está presente en Javier Serrano y en su obra. Acabo de ver una Piedad de Miguel Ángel en la que se le ha «deconstruido» el hijo y ha sido «construido» en su lugar un negro de Nigeria. También me ha enseñado fray Rorro una imagen de una madre en una patera que acoge en su regazo a su hijo muerto. Eladio Chávarri denuncia las inhumanidades que se derivan de vivir el modelo del ser Humano Productor Consumidor: existencias deprimidas que viven de los basureros de las grandes ciudades; linchamientos de vida orgánica debidas a las continuas y extendidas guerras; millones de personas sometidas a la condición de parados, por lo que no tienen dinero para conseguir los demás valores y son marginados y dependientes, excluidos de aquello para lo que han sido educados: el trabajo y el consumo; personas desplazadas, que, si llegan a nuestras costas y se instalan entre nosotros, van a padecer la primera gran desestructuración de su forma de vida de origen con la adopción de la nueva forma de vida HPC, etc.

«El arte por el arte» es una quimera que no responde a la realidad. Hasta hace bien poco, el arte estuvo teñido de «religiosismo», como ahora lo está de «producción y consumo». En resumen, yo no veo en la «Dolorosa» de Javier Serrano una voz denunciadora, cargada de protesta, para que no haya tantos millones de «crucificados» como va dejando como reguero la organización neoliberal de nuestro mundo. Me gustaría que me respondiera mi querido Javier y que, como en otro tiempo, hiciera con André François, lea a Eladio Chávarri y diga también: «Esto es lo que yo estaba buscando».

Ramón Hernández Martín dijo...

Bien, amigo Baldo, un nuevo aplauso para ti, pero creo que también tú necesitas un ajuste de gafas con relación a lo de "se escabulló". Dejando de lado que no somos cerca de siete mil millones los seres humanos que habitamos el planeta, pues solo faltan unos poquitos millones para que lleguemos ya a la escalofriante cifra de ocho mil millones, subrayo que en tu nuevo discurso nos recuerdas el meollo de la teoría de la modalización de Eladio y, tras ello, llevas el agua a tu molino (molino de inquietudes y preocupaciones muy laudables) para distorsionar un poco el simbolismo de toda imagen o de toda pintura, en nuestro caso, a fin de poder tildar a Serrano de HPC por no haber pintado, por ejemplo, las "dolorosas" de nuestro tiempo. En mi último comentario, en cambio, yo me sumergí de lleno en el campo de lo económico, porque lo que realmente convierte el arte (la estética) en HPC en nuestros días es manejarlo como "mercancía", es decir, "modalizarlo" por completo de "economía", tras convertir los valores estéticos en valores económicos. Con ese planteamiento, lejos de ver a Serrano como un pintor HPC, me parece haberlo redimido de tal deriva, pues, aunque no lo conozco personalmente, me da la impresión de que es realmente un hombre sabio, moderado, con sentido común y, desde luego,que no se deja "modalizar" de ningún modo. No cabe duda alguna de que en "el Cristo yacente" cabe imaginar el pez y también los muertos del Mediterráneo o del Atlántico y todos los desheredados de este mundo, igual que en la Dolorosa cabe contemplar las desplazadas, las migrantes y las asesinadas bestialmente por sus partenaires, pero para emitir un buen diagnóstico en nuestro caso (descubrir el HPC oculto) no deberíamos hablar de "modulación" de lo artístico por lo simbólico, sino por lo económico, es decir, de que los valores estéticos son fagocitados por los económicos. Y, francamente, no me parece que ese sea el caso de Serrano.
Por lo demás, recuerdo que el modelo humano o el hombre primigenio sobre el que Eladio asienta todo su sistema de valores y contravalores es Jesucristo, modelo por antonomasia de humanidad en el que la dignificación alcanza su cénit y el sufrimiento arragiado cesa por completo. ¡Grande Eladio! Os recuerdo que, charlando con él en Valladolid, al oírle lamentarse de no ser teólogo para darle más enjundia a su sistema, le solté, como si me hubieran pinchado, que me parecía que él era precisamente el más grande teólogo que yo había conocido.

BALDO (1) dijo...

Quisiera invitarte, querido Ramón, a que repases algunos puntos del libro de Eladio «Valores y contravalores de nuestro mundo». Son los siguientes:

1. Como cuarto constitutivo o constituyente de las relaciones valorativas, Chávarri señala algo original y nuevo: que en ellas mismas hay un impulso hacia la dignificación o hacia la indignificación, hacia un grado más valioso o menos valioso. Si los valores no tuvieran este carácter, el ser humano no habría dado ningún paso evolutivo desde su aparición. (pp. 40–41).

2. La persona tiene para Eladio un contenido nuevo res¬pecto del que se le ha dado siempre: la persona es el conjunto de todas las vitalidades humanas, no solo de algunas. La persona está presente en la vitalidad del corazón, del cerebro y del hígado; es la que experimenta el dolor y el gozo, la que realiza la entrega a grandes audacias y a estériles desánimos, la que se manifiesta en el andar a gatas y en el caminar erectos. Está igualmente presente en la vitalidad refinada y en la tosca, en la libre y en la esclava, en la responsable y en la irresponsable, en la madura y en la infantil; está inmersa, presente e implicada en la vida racional y en la irracional, en la ignorante y en la sabia, en la bondadosa, en la bobalicona y en la fastidiosa. La persona es la que sufre y goza, es responsable o infantil, piensa y siente, camina y come. La persona es, como decimos, el conjunto de todas las vitalidades. Como señala Chávarri, «nada ni nadie están más implicados en mi vida que mi propia persona, porque ella está formada por todas mis vitalidades».

Pero, además, Eladio va mucho más allá y no reduce la persona a su «perspectiva biográfica», tal vez la única que tenemos en cuenta la mayoría de la gente, sino que le añade otras dos dimensio¬nes: la «grupal–social» y la «de especie». De la perspectiva biográfica de la persona nace el «yo», el «tú» y el «él»; de la grupal, los «nosotros», los «vosotros» y los «ellos»; por la perspectiva de especie, la persona se compara con todos los entes, vivientes y no vivientes, con todo el ámbito del ser y se ve como un ente «especial», «específico», una «especie» peculiar. Estas tres perspectivas no forman tres personas sino una única, pero a la que hay que considerar siempre desde sus tres dimensiones. (pp. 113–115)

BALDO (2) dijo...

3. La libertad y la responsabilidad. Siempre que elegimos, necesariamente escogemos algo valioso o algo perjudicial para la persona. La libertad es, por tanto, siempre valorativa; no puede dejar de serlo. Y como algo se juzga como valioso si desarrolla positivamente la «vida» del hombre, mientras que se estima como disvalioso si la dis¬minuye, deteriora o anula («muerte»), entonces tenemos que concluir y su¬brayar con trazos gruesos, y si es posible indelebles, que fomentar o deteriorar la vida es el origen y el campo de la «responsabilidad». De este modo, las elecciones valorativas están intrínsecamente car¬gadas de responsabilidad por el vivir y por el morir del ser humano, por los valores y por los contravalores.

Como la persona es la que elige, ella –¡en sus tres dimensiones!– es la responsable del vivir y del morir del ser humano. Somos responsables del desarrollo o deterioro valorativo de nuestra biografía, pero también del desarrollo (vida) o del deterioro (muerte) de las demás personas y de los seres de la naturaleza y del cosmos, que son nuestro alimento valorativo.

En nuestros días es muy frecuente re¬ducir la libertad responsable a la dimensión valorativa ética. Por supuesto que la responsabilidad afecta de lleno a las libertades de «hacerse una buena o una mala persona» (ámbito de la ética). Pero ¿solo a eso? ¿No te¬nemos acaso responsabilidad valorativa alguna con la salud de nuestro sistema nervioso? ¿No hay ninguna responsabilidad con las opciones que se escogen en nuestras vidas cognitiva o econó¬mica? ¿Cae fuera de nuestra responsabilidad conservar o no la belleza del medio ambiente y de las obras de arte de todo tipo? De de la inmensa complejidad de la vida que se manifiesta en el juego, ¿no hay ninguna respon¬sabilidad en nuestras opciones libres de naturaleza específicamente lú¬dica? ¿Pueden cultivarse adecuadamente las relaciones con los dioses o los tonos de convivencia en los grupos sin libertades valorativas específicamente religiosas o sociopolíticas? La libertad responsable de la persona por el vivir y por el morir del hombre está presente en todos los valo¬res y contravalores. Y lo hace de una manera específica e intransferible en cada uno de ellos. (pp. 115–117).

4. La responsabilidad por la dignificación propia y de los demás seres. Como señalé en el apartado 1, todos los seres que entran en relación con las perso¬nas son valiosos o disvaliosos para ella, y lo valioso/disvalioso lleva en sus entrañas como uno de los caracteres constitutivos y constituyentes de la relación valorativa el impulso irrefrenable a la dignificación/indignificación. Teniendo presente las tres dimensiones de la persona y la responsabilidad de esta, el cuidado por la dignificación no solo ha de limitarse a la propia biografía, sino que debe extenderse a las demás personas, a los anima¬les, a los vegetales y a los seres inanimados. Esta relación valorativa de cuidados dignificadores de otras personas, de animales, de vegetales y de seres inanimados repercute directamente en la dignificación/in¬dignificación de la persona que los lleva a cabo, por la reciprocidad que existe entre los dos términos de toda relación valorativa.

BALDO (3) dijo...

5. ¿Cómo es el proceso de dignificación del ser Humano Productor Consumidor, que es el modelo humano que vivimos con diversa intensidad e implicación alrededor de siete mil millones de personas? (Ramón: el resto de cerca de mil millones lo había dejado intencionadamente para aquellos de nuestro planeta a los que el HPC todavía no ha llegado). En primer lugar, es necesario detectar las inhumanidades del HPC –a las que ya me he referido en mis intervenciones anteriores–. En segundo lugar, ha de tenerse una actitud inconformista con esas inhumanidades del HPC. Este talante es la base de la existencia de la dignificación, porque, si no hubiera inconfor¬mismo, no se sentiría la necesidad de dignificar nada. En tercer lugar, esta situación inconformista debe suscitar correctores digni¬ficadores de las referidas inhumanidades. El corrector dig¬nificador significa que precisamente la corrección se realiza por dignificación como, por ejemplo, la enfermedad, por la salud y la salud, por una mejor salud. Por último, tales correcciones quedan abiertas a nuevas dignificaciones, a dar nuevos conte¬nidos a lo dignificado. (pp. 322–324).

6. La dignificación de las inhumanidades del HPC y del sufrimiento arraigado que estas causan es el último apartado de todo el libro. No creo que para el maestro Eladio Chávarri ni para los que hemos leído su ensayo represente una cadencia armoniosa como descanso del largo y trabajoso caminar por los análisis tan complejos con los que nos hemos ido encontrando. Pienso, más bien, que es la cima a la que nos ha conducido intencionadamente nuestro autor con su razonar ascendente y cada vez más comprehensivo. Dignificar el sufrimiento arraigado producido por los contravalores del núcleo valorativo duro del ser Humano Productor Consumidor es para Eladio Chávarri el máximo objetivo de su laborioso y profundo trabajo. Y pertenece también a ese gran objetivo el que su reflexión nos ayude a los que leamos este libro a llegar a las raíces de este su¬frimiento arraigado en tanta gente para comprometernos en su erradicación, en su dignificación. (pág. 33). En el párrafo final lo manifiesta con claridad: «Nosotros no podemos por menos que rechazar la inhumanidad que contienen estos tres deterioros vitales. Nuestro inconformismo radical debe poner manos a la obra para descu¬brir, denunciar y eliminar este tipo de deterioros, pero con tal de no caer en el vacío de una negatividad desorbitada. Es preferible que la indignación mueva a analizar detenidamente este fenóme¬no de los deterioros vitales, así como a descubrir las condiciones y causas profundas y específicas que los producen. Hay que estar dispuestos y comprometidos a realizar nuevas dignificaciones». (pág. 367).

BALDO (y 4) dijo...

7. He dado razón, lo mejor que he podido, de cómo cada uno es responsable, en la medida de sus posibilidades, de dignificar alguna parcela vital deteriorada del ser Humano Productor Consumidor. A mi ¿amigo? ¿hermano? Javier Serrano le corresponde hacerlo por medio de la creación artística. ¿Lo realiza con su Dolorosa? Tú, Ramón, dices que sí. Yo no lo veo. ¿Qué decimos cuando nuestros obispos españoles, desde el modelo humano inaugurado por Jesús de Nazaret, no tienen ni una palabra de crítica contra el neoliberalismo económico, que está deshumanizando a millones de personas? ¿Damos por válido que estén entretenidos en cuestiones de escaso interés evangélico o, aún peor, metidos hasta el tuétano en las prácticas neocapitalistas? La propiedad privada, una organización económica totalmente creada por las culturas, siempre ha sido elevada por los iusnaturalistas –y por los teólogos cristianos– al rango de componente intrínseco de la naturaleza humana y de ley natural. Recientemente el papa Francisco ha socavado este sacratísimo dogma del capitalismo al afirmar que el derecho a la propiedad privada es un derecho «secundario» y «derivado», por encima del cual está el derecho de cada ser humano a la vida y a vivir con dignidad. Es el mayor torpedo oficial que he oído sobre la propiedad privada. Y ha pasado totalmente desapercibido para la mayoría de la gente. Por supuesto, los «avispos» españoles (Carrizo ínvenit) «nisi Spiritus Sanctus est audivimus» (no hemos oído si existe el Espíritu Santo).

Ramón Hernández Martín dijo...

Gracias, por enésima vez, amigo Baldo, en esta ocasión por recordarme lo que para mí, de no ser un zote de Zotelandia, son ya los "rudimentos" del sistema de Eladio. Ello no obstante, debo subrayar la maestría y la sencillez con que sabes exponer algo realmente muy complejo. Y también por ese últim párrafo (el 7), que yo comparto como conclusión en todos sus términos, y que más directamente cabría interpretar como réplica a lo dicho por mi en mi comdentario anterior, en el que me referí al sufrimiento arraigado, ínsito en la condición humana de Jesús de Nazaret, como consumación de la tensión que a lo largo de la vida nos va humanizando o deshumanizando, haciéndonos crecer o decrecer, construyéndonos o deconstruyéndonos. Subrayo también el socavón que atribuyes al papa Francisco del "sacratísimo dogma del capitalismo", pero no olvides que, de siempre, en cristiano, hemos venido hablando de que la propiedad privada es un "derecho temporal, transitorio" y de que cada uno de nosotros somos más bien usufructuarios de las cosas que propietarios de ellas. Y, desde luego, somos responsables del uso que de ellas hagamos hasta el punto de que, en última instancia, se nos pedirá cuentas (parábola de los talentos), razón por la que no veo ninguna novedad en lo que ha dicho a ese respecto el papa Francisco.

Isidro Cicero dijo...

He quedado bastante satisfecho por los comentarios literarios, todos ellos de envergadura, que ha suscitado mi comentario a los últimos dibujos de Javier SERRANO, nuestro artista de tribu por antonomasia. Nuestro admirado héroe de la adolescencia, aquellos años en los que estar dotado con cualquier don sobresaliente era una bendición y el don de cautivar con cuatro rasgos, como hacía Serrano todas las semanas en Pantalla, nos parecía una facultad que no era de este mundo.
Después de unos días de espera, un tanto ansiosa, en los que no se producían reacciones, apareció un primer escrito de Ramòn Hernández, realmente generoso y muy atinado en las consideraciones que hacía. Se lo agradecí íntimamente porque me sirvió para comprobar que mis palabras habían sido escuchadas por alguien, y que no era absoluta y total la aparente atonía de los habitantes de esta blogsfera.
Ramón lo recordaba bien: Este blog nos ha aportado grandes beneficios, cada uno sabe los suyos. A mí, reconozco que me ha servido especialmente para comunicar mis emociones a seres antiguamente bienqueridos. Era la pértiga con la que podía saltar por encima de la cesura de décadas y décadas en el tiempo, para volver a encontrarlos. Te agradecí mucho, Ramón, tus palabras y que te sumes a la propagación de la devoción del Blog.

Isidro Cicero dijo...

Luego apareció Luis Carrizo, sumándose a Ramón y a mí en el empeño, la necesidad, de mantener y potenciar el blog. Primero hace una serie de consideraciones tan benévolas como siempre hacia mi persona y estas formas de decir; sugiere que una de las características de este estilo es la de “abrir puertas” para que otros entren. Quien dice puertas digo yo que dice ventanas. Pero eso me recuerda más el estilo, modos y maneras de nuestro querido Manolo, el de Chena, a quien según supe, la gente de su entorno docente asturiano dieron en chamai “Windows”, por la cantidá de ventanes que abría en las conversaciones. Tan pronto estaba hablando de Delibes, como ya estaba sugiriendo algo sobre el apostolado del Greco de les Pelayes.
¡Las tripas del blog! En septiembre de 2007, va a hacer pronto 14 años, el blog estaba dando sus primeros pasos. Luis Carrizo todavía no había escrito ni una sola palabra en el blog. De repente, fui yo mismo el que le echó en falta. Estaba escribiendo yo precisamente sobre Manolo, Andrés Martínez Trapiello y Mariano Santiso, que habían tenido alguna intervención memorable aquellos días, cuando digo: “¿Y Carrizo?”. Y lo escribí así, textualmente, (perdón por la auto cita que dicen que está feo eso de auto citarse): “No digo nada, queridos todos, si Luis Carrizo Medina decidiera un día aparecerse. Canela fina este otro gemelo mío”, decía yo hace 14 años.
Pues acabó apareciéndose pronto y desde entonces ha escrito mucho. Y divinamente. Incluso un libro, que fui yo a León a festejar su nacimiento. Dice Carrizo con toda razón, que, aunque “algunos escribimos largo y tendido usando algún adjetivillo para dar color, en el blog valen tanto o más las entradas breves, tipo “me ha gustado cantidubi”. Y concluye: Esas intervenciones breves le da tanta vida al blog, que es de lo que se trata ahora, como un sesudo pensamiento de Baldo o una sexuda observación del Pitu. No se lo dijo a tontos ni a sordos.

Ramón Hernández Martín dijo...

Gracias, Isidro, pues la verdad es que eres sumamente generoso conmigo, si bien es obvio que también lo eres con todos los demás. Ahora solo quiero hacerte saber que el día en que entré en el blog y vi tu escrito, lo leí de corrido y, acto seguido, hice un comentario con mi más espontánea reacción, pretendiendo con ella que supieras de inmediato que no solo había despertado mi interés, sino también provocado mi agradecimiento. Por lo demás, las entradas, del cariz que sean, deberían tener, además del valor intrínseco de su contenido especifico, el de provocar un "diálogo abierto" en torno a dicho contenido y a cuanto incidentalmente pudiera relacionarse con él. Ha sido el caso, en esta ocasión, de los comentarios de Baldo y míos en torno a saber si el genio de Serrano sirve a los intereses del HPC eladiano (Baldo opina que sí y yo que no) o bien podría enmarcarse, por mor de la tension vital que lentamente nos va construyendo-deconstruyendo, en el ámbito tanto de la denuncia social de los abusos del capitalismo feroz que nos domina como de la gratuidad llamada a ser el eje de esa mejor forma de vida a la que indefectiblemente todos aspiramos (Baldo expresó un deseo y yo constaté una realidad). Ayer mismo, comiendo con Baldo y otros compañeros en la Casa del Dago de la Manjoya de Oviedo, ambos lamentábamos que a la ensalada que hemos aderezado con el sistema de Eladio no se añadan muchos más ingredientes (léasse comentarios). ¡Tiempo al tiempo, mientras las neuronas, también ellas, pretendan prejubilarse y cabalgar en el futuro sobre el brioso corcel del IPC!

Ramón Hernández Martín dijo...

El contexto delata que el anterior "pretendan prejubilarse" es, obviamente, "no pretendan prejubilarse", cosa que no hacía falta señalar porque, al decir de Isidro (y yo lo suscribo totalmente), en este corrillo no hay ni tontos ni sordos.

Isidro Cicero dijo...

No se lo dijo Luis Carrizo a sordos ni a torpes, porque al momento, xactamente el día de San Pedro, nos visitó JOSE MANUEL GARCÍA VALDÉS, el Pitu. Recordó a dos Pedros muy queridos por todos, Pedro Sánchez y Pedro López Llorente (cagüen tal, cómo cuesta hacerse a la idea de que ya no está Pedrín). Luego se quejó de que no habíamos acudido a Casorvida a echarle una mano, como si nos sobraran manos a nosotros en nuestros respectivos valdepraos, y, a lo que principalmente vamos en este portillo, dijo esto sobre el blog: “El blog es un ser vivo”, esto lo había escrito yo, “pero me atrevo a decir que es un vivo a punto de recibir la Extremaunción”. O sea, los santos óleos, los santos aceites que acostumbraban a administras las iglesias cristianas en recuerdo de cuando Nuestro Señor Jesucristo y sus discípulos andaban po’l mundu, que les sacaban a los caminos a gente que de no se encontraba muy católica y ellos los untaban con aceite: con eso les sacaban de adentro los demonios y los curaban.
Los curaban, quiero señalar. O sea que hay cura. El blog, no enfermo, sí debilitado por unos motivos u otros, se puede restablecer. Incluso a los años del Pitu y míos no hay "vieyera" que valga, no hay más que vernos; y a los 14 años del blog, hay que darle unos masajes, hay que echar a la olla lo que entre todos tengamos a mano, “arte, filosofía, psicología, religión e, incluso cocina deconstructiva” o calderilla de cada día y el blog levántase y anda como andó siempre.
Por lo demás, me uno a la sugerencia del Pitu, y le pido a Serrano, si nos sigue, que se digne entrar aquí en el blog y nos piinte cualquier cosa que venga a cuento.
Dice Pitu: “Quizá ya no necesitemos de él, del blog, quizá lo hemos contado y cantado casi todo y de nada sirve alargar su agonía”, qué va, digo yo. A lo mejor hemos agotado los recuerdos, algunos sí, pero como la vida para los que seguimos aquí no se ha detenido, siguen los cuerdos, o sea cosas del corazón. Echémoslas a la olla y no dejemos toda la tarea de reanimación al Pitu, a Baldo, a Luis, a Ramón y a unu que ahora todos chamen Isidro y que antiguamente nadie le llamaba así ni por casualidad. Venga, ánimo, que no se diga. Josemari querido, va por ti.

Luis Carrizo dijo...

Oigo hablar de neuronas prejubiladas, de "vieyeras", de alargar agonías... ¡Cagüen tal!, sí, ¡cagüen tal!, efectivamente. Voy a tener que expresarme en términos futolísticos, aunque soy consciente de que es hablar para minorías: ¿Qué no creen que vamos a permanecer en primera?, pues ahora nos crecemos y demostramos que vamos jugar hasta la Superliga. Que una cosa es la vejez y otra bien distinta la decrepitud. "Y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento...etc"
Y un recado para Manolo el de la Chena, alias Windows: Participa, sabemos dónde vives.

Isidro Cicero dijo...

Invocado primero por Ramón, luego por Carrizo y luego por Valdés, aparece Baldo. Se le echaba en falta. Se ve que los citados le conocen bien y saben que si nos ponemos a hablar de teorías deconstructivas, ahí él se mueve con asombrosa soltura y método. Porque como él mismo ha declarado, no ha habido en este de ferranes adrianes deconstructivista nacido de mujer mayor que Eladio Chávarri. Y Baldo es el averroes de Eladio Chávarri.
En varios capítulos, muchos, se han estado pegando un tute de la leche Baldo y Ramón, fundamentalmente sobre deconstrucción de los valores y de los contravalores. Estos dos tirnen un método como el de Descartes, o si lo preferís, un sistema como el del cierre categorial de Oviedo, aunque este sistema es de orden diferente.
El suyo es un complejo conjunto de pesas y medidas con el que calculan los valores y sus contrarios. Con este sistema, lo de la inconmensurabilidad que decía Serrano queda hecha añicos. Yo soy lego en el sistema chavarriano para mi desgracia y laico en el contenido del sistema, con lo cual admiro la aplicación teológica del sistema métrico valorativo de nuestros dos campeones, pero no puedo entrar a él. Me gusta, eso sí, pero no tengo acceso.
Ahora bien, Baldo no tiene razón cuando nos culpa a mi, a Luis, a Ramón y a Valdés de asesinar al blog. Empezó diciéndonos que muy bien, pero que muy bien dicho lo que decimos, pero inmediatamente se pone a reñirnos: si el blog se muere, la culpa es de vosotros los que escribis. “Los que escribís, que lo hacéis tan bien que a ver quién es el guapo que os sigue el aire”, viene a decir.
Cagüen tal, ¿pa tanto será? Los que escribís somos todos, Baldo, que a todos nos aprendieron primero en la trébede de la cocina, luego en la escuelina de nuestras multiformes villaquejidas y luego ya, más tarde, allí en donde estuvimos juntos. Fue allí, sobre todo, donde nos aprendieron a salpicar un adjetivillo por un lado, otro adjetivillo para otro pa dai un poco de color al papel. Es lo que vino a decirnos Carrizo el otro día de modo magistral. Carrizo pretendía quitarse importancia a si mismo, actitud en la que coincidimos, como en tantas otras cosas de la vida y que sigamos por muchos años.
Cuando lei que Baldo escribía “vosotros, los que escribís”, me vino a la memoria una cosa de Horacio que también forma parte del microbiota del blog. “Sumite materiam vestris, qui scribitis, aequam viribu”, sobre poco más o menos: “Los que escribís escoged temas proporcionados a vuestras capacidades”, en general lo hacemos todos. Y yo. Cuando hay temas que sobrepasan nuestras capacidades, como en mi caso, el sistema de Chávarri y sus aplicaciones prácticas en el ámbito teológico, hermenéutico u homilético, nos colocamos en modo oyente, discente y respetante, por prudencia ignorante, no opinante.

CARLOS TEJO dijo...

Uno, osea, yo, recuerda aquellos compañeros mayores que me dejaban con la boca abierta. Tenía a mi hermano José Ramón que era el que, al pasear, me ponía su brazo sobre mi hombro, me preguntaba cosas tan sencillas como qué tal me encontraba, nuestro paseo, así, me confortaba para el resto del día, yo que no me las tenía todas conmigo, por ser estudiante que no llegaba a las perspectivas que se suponía tenía que tener. Pero la figura de José Ramón se me escapaba a lo que pudiera tener como talentos, que descubrí mucho mas tarde, como músico, escritor, pensador, dialogante, familiar, compañero...Él no me dejaba embobado. Javier Serrano, sí. Todo lo que estuve leyendo desde que Isidro Cicero nos envió su Vendedora de Globos 38, me supera, no tanto su escrito como las entradas de Ramón Hernández, Baldo, Cirauqui, Luis Carrizo...
Menos mal que el de Carsovida, José Manuel García Valdés me devuelve a mi playa de fina arena, donde siento, con mis pies desnudos, que efectivamente soy de este mundo.
El hecho de que tenga que releer algunos de esos escritos, en verdad casi todos, no me quita en absoluto el placer de hacerlo, pero, lo confieso, me sitúa en un Serrano al que no vi evolucionar en su vida artística y que fue consecuencia, según constato por todo lo narrado por Isidro, de una reconstrucción total en todos los aspectos de su vida. ¿Pero, quién no vivió una "reconstrucción" en todos estos años?
No sé si recibiré el perdón de Javier Serrano si se entera que, a mis muchos años, me sigo inspirando en el trazo de sus dibujos de juventud. Que cuatro años en La Escuela de Bellas Artes de Toulouse no me quitaron ni un ápice de admiración por aquella su obra. Que lo que ahora dibuja o pinta me lleva a reflexionar y a profundizar en su significado pero no me deja con la boca abierta. Será que yo no me "reconstruí" lo suficiente o que me encontré a gusto con mi edificio inicial y que fui sencillamente cogiendo la pátina del tiempo.
Tengo en mi interior aquellos dibujos de cuando Serrano estaba en la paramera al igual que nunca olvidé mis primero versos aprendidos en francés, cuando me exilié a un seminario en Saint Pé de Bigorre. Era una fábula de La Fontaine: Le meunier, son fils et l´âne. Leí después un montón de poesía pero, de memoria, en francés, sólo sé la de El molinero, su hijo y el asno.

Ramón Hernández Martín dijo...

Los ochenta y un años que estoy a punto de cumplir (de no haberse mantenido en mi pueblo la tradición de poner a los nietos el nombre de los abuelos, a mí me habrían llamado Carmelo) sirven para muchas cosas. Entre otras, para amansar ínfulas, calmar neuronas, escudriñar enigmas, iluminar sombras y, además, para captar la luminosidad astral que emite Eladio cuando viene a decirnos, poco más o menos, que desde la cuna a la sepultura nos estamos construyendo o deconstruyendo, alimentando de valores o matando de contravalores, mejorando o empeorando nuestra propia vida, la de los demás y hasta la de toda la especie, y que, por lo que respecta a la forma de vida predominante en nuestro tiempo, una vida por cierto muy rica y dotada, nos hemos volcado de tal manera hacia la productividad, la mercancía y el dinero que no vemos otra cosa, ni siquiera cuando elegimos políticos, organizamos un campeonato europeo de fútbol, celebramos una misa, pintamos un cuadro o les ponemos tarea a las musas poéticas. Mejorar es el leiv motiv que hace posible la vida, según Eladio, pues en esa dirección apuntan no solo las potencialidades briosas con que nacemos, sino también las amortiguadas y tranquilas con las que la palmaremos. En suma, un periplo vital rectilíneo, fácil de entender y comprender, pero que, encuadrado en el sistema analítico de valores y contravalores, nos dibuja un camino predeterminado que no es preciso ir descubriendo paso a paso o haciendo mientras caminamos, según la sabiduría machadiana de "se hace camino al andar", lo que, obviamente, nos ahorra mucha calentura mental y despeja tantas nieblas como a veces nos acosan. Joder, si, a fin de cuentas, todo se reduce a amar más y mejor y a dejar de odiar, cosas de las que, me parece, ya hablaba clara y profusamente el Evangelio. Y, entrando en materia o viniendo al cuento, amemos más y sigamos construyendo este fecundo blog, que tanto contribuye a mantenernos despiertos y que nos sitúa nada menos que en el punto de salida del maratón de la vida.

Francisco Javier Cirauqui Armendariz dijo...

Yo creo que en este blog había que escribir, de lo que nos une que es el paso por la Virgen del Camino, Villava, Corias, Caldas, etc y nuestros recuerdos pasados y actuales. En definitiva, yo no soy nadie para decir lo que se tiene que decir o hacer, así que cada uno lea y escriba lo que le dé la gana. Aquí os mando unas "pichorradicas" que se me han ocurrido al momento:

Pondremos en este blog:
los recuerdos y noticias,
los abrazos, las caricias,
"cosicas" del corazón.

Filósofos y eruditos,
músicos y maestros,
personas de toda clase,
en la teología diestros
y los que leen y escuchan,
y los que escriben y dictan,
"cosicas" del corazón.

Busquemos lo que nos une,
el recuerdo del Colegio
de la Virgen del Camino,
del Camino de León,
donde vivimos juntos
momentos tristes y alegres,
y escribamos y leamos
"cosicas" del corazón.

Y sigamos como siempre,
unidos en amistad
con la ayuda de este blog.

Isidro Cicero dijo...

Relacionar un artista contemporáneo con alguna cita literaria, filosófica o crítica que venga a cuento. Se examinaba Javier Cirauqui de eso, a su edad. Hace Javier a su edad caso de una de las máximas que me parecen más civilizatorias de nuestra época: “educación a lo largo de toda la vida”. Y, de pronto, se topó con “Javier Serrano en el Infierno" y se sintió encantado.
Te lo agradezco infinito, Javier querido y chaval admirado, cuando escribías aquellas poesías tan frescas, tan puras, tan naturales, que a mí me deleitaban, porque yo luchaba siempre contra una propensión compleja hacia el barroquismo y en pro de la simple sencillez que sigo buscando. Lo mismo que luchaba por el oxígeno puro, en los oscuros tiempos del asma,
Recuerdas ahora las ilustraciones de "Los Viajes de Gulliver" que hizo Serrano. Viene a cuento recordar la prodigiosa colección de clásicos que Serrano ilustró de Anaya y sobre todo la galería de portadas, si una maravillosa, otra más. Hay un video ya añejo en las tripas de este blog, que en su día yo mismo envié a Josemari, donde se hace un repaso a la producción de nuestro artista. Yo, en tu caso, lo buscaría, Javier, y lo disfrutaría.
Veo que te llama la atencón expresa el acartonamiento de los personajes petrificados que son como gigantes y cabezudos de San Fermín, si es que en San Fermín los hay, ya sé que precisamente hoy estáis por ahí con el chupinazo.
Veo que te sumas a llamar a todos a escribir en el blog, que para ti ha sido importantísimo, lo mismo que para todos nosotros. Y hoy mismo vuelves a remachar tu invitación universal, para que escribamos todos. No solo recuerdos, noticias, cariños. También todas las cosicas del corazón. Javier Cirauqui, que así sea. Tú y yo, agradecidos al blog, seguiremos colaborando en él.

Isidro Cicero dijo...

Y, al fin, aunque su palabra no ha sido la última, sí ha sido ls última persona en intervenir.
Carlos Tejo se abaja y se simplifica a sí mismo para que luzcan otros.
La figura, que casi siempre hace presente, de José Ramón, su hermano: en las tripas microbióticas del blog aparece reiteradamente. Una de las que recuerdo, es una foto con Torrellas y otro chaval que siempre se dijo que era yo; otra, que conté yo, asistiendo juntos a un deslumbrante recital de poesía allí en el teatro
A Carlos como a mí le ha dejado embobado Javier Serrano. Y, también como a mí, las entradas de Ramón Hernández, Baldo, Cirauqui, Luis Carrizo y el de Casorvida. El de Casorvida, efectivamente tiene la virtud de hacer bajar a la arena concreta al personal. Lo hace muy bien y es de agradecer.
No sé Carlos, pero lo de Baldo y Ramón, todavía yo no he acabado de digerirlo del todo. Sus matices, sus incisivos detalles, sus minuciosas conclusiones, su asombroso dominio de los textos fundacionales me tienen embobado como a él.
Si no fuera por no andar abusando de ellos, les preguntaría sobre una cuestión previa, absolutamente básica sobre la que no ne canso de darle vueltas. ¿Qué me dicen ellos de Lactancio? ¿Qué me dicen de Eusebio de Cesarea? ¿Qué me cuentan sobre la posobilidad de que Constantino hubiera puesto en marcha un taller histórico- literario para fundamentar el cambio de paradigma que protagonizó?
Porque mira tú que si, en resumidas cuentas, de lo que estamos hablando es solo pero nada menos que de literatura de ficción!
¿No fue Borges quien dijo que la sagrada teología es uno de los géneros más brillantes de la literatura fantástica? Yo aquí lo dejo, que no quiero abusar. Si qusieran ellos entrar a este trapo, yo agradecidísimo.


Ramón Hernández Martín dijo...

Gracias, Isidro, una vez más, ahora por el guante que me lanzas y que recojo gustoso, aunque no podré responder a tu reto más que con mis débiles fuerzas. Ante todo, pido disculpas por verme precisado a hacerlo en primera persona. Siguiendo el proceder habitual de Baldo, iré pasito a paso.
1. Escribir
1.1. ¡Cuánto lamento no haber tenido tu suerte de contar con algún maestro que te enseñara a colorear los sustantivos con pertinentes “adjetivillos”! En los 17 años de estudios que estuve con los dominicos, nunca tuve ningún profesor de retórica (solo en Salamanca formamos unos cuantos una academia chapucera de oratoria), ni de literatura activa, es decir, nadie que nos enseñara el buen decir y ni siquiera el correcto escribir.
1.2. Si alguna vez acierto a hilvanar sujetos con verbos y complementos varios se debe a la observación de quienes escriben (escribís) bien y, de forma muy particular, a la deuda que tengo contraída con Eugenio Cascón, cuyo pago sobrepasa todos mis haberes. Me refiero a la corrección que Eugenio hizo del libro “Mogarreño dapié” (500 páginas), que publiqué en Mogarraz en 2004 tras recoger, ordenar y reelaborar algunos de los escritos que un abogado y registrador de la propiedad mogarreño había dejado, por así decirlo, en barbecho o en borrador. Fue mucho lo que Eugenio me enseñó con sus correcciones, tanto que, hablando del libro, no falto a la verdad cuando digo que el mérito que ese libro pueda tener es mitad del abogado-autor y mitad de Eugenio.
1.3. Todo esto viene a cuento de que me ha dado la risa al ver que Baldo me incluía entre quienes, por escribir muy bien en este blog, amilanan a los demás y los acobardan a la hora de hacerse presentes en él con sus comentarios. Creo que Alfonso Losada (perdón por la alusión, amigo Alfonso) me dijo un día en Mogarraz que, si él supiera expresarse como yo lo hago, que escribiría en este blog con más frecuencia. Pero la verdad es que, si miro atrás y comparo sus comentarios con los míos, me gana por goleada en cuanto al compañerismo, la humildad y la humanidad que transmite.
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Ramón Hernández Martín dijo...

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1.4. Por ello, animo a cuantos seguidores de este blog sientan que también ellos pueden aportar algo y enriquecerlo de alguna manera a que no tengan ningún reparo en hacerlo. Por mal que crean hacerlo, seguro que nunca alcanzarán la hermosura de las faltas de ortografía y de sintaxis que hoy pululan, raudas y frescas, por todas las Redes. Por tanto, que nadie se cohiba ni se quede mudo en lo que debería ser un bello griterío.
2. Teología y literatura fantástica
2.1. ¡Quién me hubiera dado la suerte de toparme en mi camino con un maestro de la retórica como fue Lactancio! ¡Y no digamos la de haber alcanzado la personalidad de Eusebio de Cesarea! En cuanto a los cambalaches de Constantino, parece que no hizo otra cosa que iniciar el camino de la conveniencia de que caminen juntas la política y la religión para beneficio mutuo.
2.2. Pero poco importa lo que todos ellos fueran o hicieran porque, a fin de cuentas, su misión de superdotados consistió en encauzar de alguna manera la forma de vida que llevaron muchísimos de sus coetáneos.
2.3. Si bien nosotros haríamos bien en aprender de ellos todo lo que sea pertinente para mejorar la nuestra, lo que realmente debe importarnos es ordenar nuestros propios pasos y, si nos sentimos agraciados con alguna vocación o investidos de alguna misión, ayudar a nuestros coetáneos a hacer lo propio, pues los que vengan detrás ya se las arreglarán a su modo y conveniencia.
2.4. En este sentido y por lo que a la teología y la literatura se refiere, te diré, en la línea de lo que tú mismo insinúas, que hace ya mucho que, cuando se plantea el tema, suelo decir que la teología básica, la dogmática, es algo así como el cuento de Blanca Nieves. Ello no es óbice para encontrar en los Evangelios la mina en que también los hombres de nuestro tiempo, y seguramente los que vengan después, sigamos encontrando la fuerza y las pautas para ir mejorando, en cuanto a humanidad y dignidad se refiere, nuestra forma de vida.
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Ramón Hernández Martín dijo...

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2.5. Aduciendo, solo por un segundo, un argumento de autoridad, diré que lo anterior (lo de Blanca Nieves) lo dice alguien que, tras haber hecho el doctorado de teología, continuó después los estudios durante tres años, dedicados intensamente al “ecumenismo”. Tal cúmulo de años de estudio teológico hacen suponer, si no soy tonto del todo, que debo de saber de qué hablo. Si considerarme “escritor” es algo que me aterra y me ridiculiza, lo de “teólogo” me daría la risa.
3. Un ejemplo pertinente
3.1. En este blog se recuerda con relativa frecuencia a paPedro o fray Pedro, cosa que realmente me complace y emociona porque él es santo de mi devoción. Pues bien, sin detrimento de lo anterior, manifestaré que echo de menos que no se recuerde también, de vez en cuando, a Alcalde, el que solía presentarse a sí mismo en los comentarios como “el Besucón”. Y la verdad es que me complace sacarlo a colación precisamente hoy.
3.2. Lo digo a pesar de que apenas tuve contacto con él. Terminados los estudios, no volví a verlo hasta muchísimos años después, en la celebración del 500 aniversario del Sermón de Montesinos en la Casa de América de Madrid. Sabía que Alcalde acudiría al acto y, por ello, le dije a mi compañero, José Luis Suárez, que me indicara quién era Alcalde. Al señalarme él a un señor que estaba sentado dos filas detrás, me quedé tan petrificado que creí que me estaba tomando el pelo. ¡Tan cambiado estaba! Finalizado el acto, lo saludé, pero, fuera porque yo no había dejado en él la más mínima huella o porque su memoria ya flaqueaba, él no tenía ni pajolera idea de quién era yo. Le recordé entonces que en Las Caldas (curso 58-59) habíamos formado una “academia de liturgia”, él como director y cuatro o cinco estudiantes como miembros. Y le conté que, en una sesión, quizá porque yo hice alguna observación o puse alguna objeción, él me dio que yo era demasiado pesimista y que, siendo muy proclive a las especulaciones filosóficas, me veía poco capacitado para apreciar las bellezas litúrgicas, cosa que me sorprendió sobremanera, pues en Corias había sido sacristán de la capilla de la escuela mayor durante tres años (54-57). Pero, lamentablemente, Alcalde tampoco recordaba ya nada de todo eso.
3.3. Me divirtió y me aleccionó mucho ver la frescura con que Alcalde prodigaba comentarios en este blog, en el que compartió con todos nosotros tanta ternura, y fomentó, como un excelente comentarista, el compañerismo entre nosotros. Sin duda alguna, estoy refiriéndome a un gran tipo que entendió a la perfección que solos no somos nadie, pero que juntos, además de alguien, nos sentimos vivos.
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Ramón Hernández Martín dijo...

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3.4. Todo lo anterior viene a cuento de que me conmovió profundamente saber, salvo error por mi parte, que su cuerpo reposa en algún almacén frigorífico de la Facultad de Medicina de la Univ. de Oviedo como “materia prima” (quería decir “materia viva”) para que algún estudiante se adentre de tarde en tarde en él y aprenda el valor de la vida que, por su profesión, está llamado a conservar.
3.5. El gesto de donar su cuerpo a la ciencia tiene para mí no solo clarísimas resonancias evangélicas, pues en los Evangelios se habla de alguien que hizo algo parecido con su “cuerpo”, sino también eladianas porque, para cumplir la sagrada misión de ir mejorando poco a poco nuestra forma de vida, no hay mejor camino que “donar” no solo nuestro tiempo y nuestros haberes, sino también el propio cuerpo cuando ya nada se puede hacer por mejorar la propia biografía, pero sí la vida de quienes te rodean y la de la especie humana.
A modo de conclusión
Así que, amigo isidro, o Cícero, si prefieres, permíteme que hoy orille por completo a Lactancio, a Eusebio de Cesarea, a Constantino y también la teología y la literatura para quedarme por completo con Alcalde, con ese buen hombre que, aunque a mí me borrara de su memoria, no borró al resto de la humanidad y, desde luego, que, incluso muerto, sigue siendo un ejemplo vivo del mimo y del esmero con que todos nosotros debemos acunar y nutrir este blog.

Isidro Cicero dijo...

Mi pregunta iba dirigida a si tenéis formada una opinión sobre los plsnteamientos del libro de Fernando Conde Torrens "Año 303, inventan el cristianismo", Ediciones Alta Andrómeda, 900 páginas. Si no lo conocéis, pues nada.

Ramón Hernández Martín dijo...

Disculpa, Isidro, por el rollo que he soltado, tan distante de tu inquietud y tan ajeno al reto que me lanzabas. De verdad, no lo conocía, razón por la que acabo de asomarme a Internet para saber de qué va la cosa y las reacciones. Tampoco me ha preocupado mucho el "Jesús histórico", aunque algo he curioseado en ese tema, siguiendo a Piñero y a alguno más. A estas alturas y viendo la ligereza con que se recompone o reforma la historia, incluso la muy próxima a nosotros, la verdad es que, sin despreciar a nadie, ¡válgame Dios!, no me ha parecido atractivo meterme en zarzales ni siquiera por pura curiosidad, mucho menos por morbo y mucho menos aún por divertirme viendo cómo algunos, en algunas cuestiones, andan o se quedan con el culo al aire. De hecho, la vida humana es tan rica que incluso ofrece puntos de apoyo a los muchos "Arquímedes" que se sienten con fuerzas suficientes para, de golpe, "mover el mundo" entero. Eladio, en cambio, sostiene que toda mejora de la vida humana se va produciendo muy poquito a poco, casi de forma imperceptible. Seguramente Baldo podrá contarte cosas interesantes (mientras él daba clases, yo pateaba la calle, la "puta calle" solíamos decir, en busca de la "pela" como cimiento de la familia) sobre las elucubraciones "históricas" de ese Fernando Conde y de su particular "descubrimiento de América". Volviendo a la cuestión, te reitero mis disculpas por haberme ido, esta vez sí, por los Cerros de Úbeda, es decir, por lo dicho, pero, ya sabes, "lo dicho, dicho queda". Buen día, amigo, amigos.

BALDO (1) dijo...

Querido Isidro: vengo en escribirte algunas pinceladas a vuelapluma y sin demasiado orden sobre el trapo que nos lanzas a Ramón y a mí.

1. ¿Realmente existió Jesús de Nazaret? ¿O es una tradición construida sobre una leyenda? Las referencias escritas más antiguas sobre Jesús datan de después de su muerte; aparecen por primera vez en las cartas de Pablo, redactadas entre 20 y 30 años después de la crucifixión. Pablo nunca conoció a Jesús, aunque sí a sus discípulos (Pedro, principalmente) y también a sus hermanos, sobre todo a Santiago el Justo, el hermano de Jesús, que era quien dirigía la iglesia de Jerusalén después de haber expulsado a Pedro a Antioquía porque este no se mostraba tajante con que los gentiles convertidos al cristianismo cumplieran los ritos judíos de la circuncisión y de la pureza de los alimentos.

Un par de décadas más tarde de las cartas de Pablo se escribieron los Evangelios del Nuevo Testamento (desde finales del 70 hasta el año 104), que narran la vida de predicación de Jesús como si se basaran en testimonios de primera mano. Sin embargo, muy poco de dichos relatos puede ser considerado rigurosamente histórico, a juicio de los expertos. En concreto, quizás solo la crucifixión, como señala el arqueólogo e investigador bíblico Eric Meyers, profesor emérito de estudios judaicos de la Universidad de Duke (EE. UU.). Para el arqueólogo e historiador de las religiones y del judaísmo Byron McCane, de la Universidad Atlántica de Florida (EE. UU.), la crucifixión es una historia que los primeros cristianos difícilmente habrían inventado, ya que «no apoyaría sus intereses de ningún modo», pues la crucifixión era un castigo humillante reservado a los delincuentes.

Las referencias antiguas a Jesús no solo se encuentran en los autores cristianos. Se le menciona también en textos antiguos judíos y romanos». Así, en torno al año 93, el historiador fariseo Flavio Josefo dejó en su obra Antigüedades judías al menos una referencia a Jesús. Dos décadas después también escribieron sobre Jesús los romanos Plinio y Tácito; este último especificó que el fundador de la secta de los cristianos fue ejecutado durante el mandato del emperador Tiberio, gobernando Poncio Pilato en Judea.

En definitiva, la abundancia de textos históricos convierte la existencia real de Jesús en lo que McCane define como un «amplio y profundo consenso entre los académicos», con independencia de sus creencias religiosas. «No conozco ni he oído a ningún historiador o arqueólogo formado que dude de su existencia», añade. Los arqueólogos, los exégetas y los críticos literarios han encontrado en los Evangelios narraciones que plausiblemente responden al tiempo de Jesús, como, por ejemplo, el rechazo que recibió de su propia familia, incluida su madre. Las tradiciones posteriores fueron dulcificando estas aristas nada favorables.

BALDO (2) dijo...

Pero una cosa es la existencia de Jesús y de su crucifixión y otra muy distinta la naturaleza que se le ha ido asignando a lo largo de los siglos, que es realmente la cuestión que tú planteas. Todo lo que se han pensado y dicho sobre esa naturaleza puede ser literatura de ficción, como bien dices, Isidro. ¿Por qué no? Pero, también, ¿por qué sí? Lo que es incuestionable es que, a lo largo de la historia, esta persona, o este personaje, ha «seducido» a multitud de mujeres y de hombres. ¿Alguno de nosotros es capaz de verbalizar y explicar a los demás por qué nos ha seducido la persona o las personas que más hemos querido en nuestra vida? Sin duda, lo primero que se nos ocurre es apelar a los numerosos e intensos valores de que están adornadas esas personas tan atractivas para nosotros. Pero de sobra sabemos que las razones más decisivas de por qué nos han seducido se escapan a nuestra percepción consciente clara y distinta, y mucho más, a la verbalización de ellas.

A lo largo de la historia son muchas las personas que, como Jesús, han ejercido una gran atracción y han suscitado fieles seguidores de su modo de ser –de su modelo humano, diría Eladio–: Buda, Abrahán, Confucio, Lao Tsé, Mahoma, etc. Pero el caso de Jesús el Crucificado es radicalmente distinto a todos los demás: Dios lo acreditó con la resurrección y ya no es un muerto, sino un Viviente. La cosa, entonces, se complica en demasía. Necesito, querido Cicero, algunos prenotandos, un poco largos y tediosos, para dar razón de por qué el Viviente Jesús ha seducido a tantas personas y también por qué cada día aumenta el número de escépticos, de agnósticos y de «ateos» hacia él. Empiezo.

BALDO (3) dijo...

2. Uno de los primeros conflictos, no pequeños, que experimenté al leer por primera vez «Perfiles de nueva humanidad» fue la concepción sobre la «razón» que Eladio desvelaba en esa obra. En los animales, la energía que dirige la solución de problemas vitales es el instinto. Pero en el ser humano, debido a la enorme complejidad del desarrollo de sus vitalidades, de su envergadura vital, hace que esa energía directora haya de ser muy potente y de naturaleza distinta y superior al instinto. La llamamos «razón». Fijémonos en el enamoramiento. Es cierto que este tiene fuertes componentes de inclinación espontánea, de simple reacción inmediata, de intuición, de deseo y de repulsa, es decir, de los impulsos y estados de ánimo. Sin embargo, todos esos componentes primarios, «instintivos», desencadenantes, son solo el motor de, enamoramiento, el principio que señala las rutas generales de este. Las inclinaciones, reacciones, deseos, etc. se constituirán en algo «humano» solo si la razón las racionaliza, es decir, si las articula, estructura u ordena. Esta es nuestra diferencia vital respecto a plantas y animales, espíritus puros y dioses o Dioses, cuyo trato vital con los seres no puede o no necesita ser racionalizado. ¡Qué tienen que ver, por ejemplo, las experiencias gustativas, olfativas, táctiles, sexuales, imaginativas, sentimentales, etc. de los animales y esas mismas experiencias en los humanos! ¿No están en el caso de los humanos empapadas de racionalidad o de irracionalidad? Eladio disentía radicalmente de Max Scheler –gran gurú de la axiología– y de todos los que manifiestan que los valores son fruto del sentimiento, no de la razón.

Pues bien, la razón no es algo autónomo, independiente o separado, sino que solo existe en las «experiencias» como una energía que las ordena, estructura o articula. La razón nace, crece, mengua y muere en las experiencias (como la de ser madre, la de cuidar de la salud, la de investigar en la ciencia, la de orar a los dioses, la de ser buena o mala persona, la de relacionarse con los demás, la de jugar, la de operar con mercancías, la de sufrir depresiones, etc.). Es imposible entender una experiencia que no tenga su correspondiente razón, como tampoco es viable una razón separada de su correspondiente experiencia. En efecto, no hay razón aritmética, lúdica, de bailar o lavar, antes y al margen de las experiencias con números, juegos, danzas y cosas sucias y limpias, sino que la razón nace, crece, se deteriora o muere en sus respectivas experiencias.

En cada clase de experiencia se desarrollan razones específicas y diferentes. Sabemos que la experiencia tiene como finalidad asimilar los entes que nos sirven de alimento. Ahora bien, cada ser marca unas pautas peculiares para ser asimilado. No todos los seres se asimilan de la misma manera. De ahí que la razón –que es quien dirige el proceso de asimilación de los entes– tenga que ser una energía «in-determinada», que puede ser activada de mil maneras distintas; en cada experiencia, lo es de un modo peculiar. De lo cual se deduce que no hay un único modo de desarrollo racional, de lógica (la «lógica» es precisamente el desarrollo, el despliegue del «logos» o razón), sino muchos. Ello explica que surjan enormes problemas cuando nos empeñamos en racionalizar la experiencia familiar, por ejemplo, al estilo de una empresa financiera o de un cuartel; o cuando queremos aplicar la igualdad matemática a la igualdad que exige la justicia. Por eso, si se han de articular y desarrollar las experiencias humanas, no hay más remedio que someterlas a una lógica apropiada para cada una. Y como sucede con frecuencia que muchas experiencias no se racionalizan convenientemente, con la lógica apropiada, hay pensadores que sacan la falsa conclusión de que hay experiencias que pueden desarrollarse al margen de la razón. La axiología moderna europea, como acabo de señalar, está llena de pensadores que expulsan a la razón del ámbito de los valores.

BALDO (4) dijo...

Hay que aplicar, por tanto, a la razón el llamado por Chávarri «axioma protector de la diversidad». En cada experiencia, la «razón» se manifiesta de modo peculiar e intransferible. La razón materna no es aplicable ni sustituible ni se cultiva en la misma experiencia que la razón formal matemática; ni tampoco que la conceptual ni que la lingüística. En un brevísimo discurso que pronunció Eladio Chávarri cuando recibió el nombramiento de Maestro en Sagrada Teología, sentenció lo siguiente: «Me di cuenta de que la razón que se generaba en mis clases era muy inferior a la del ama de casa; y lo mismo podría decir de que la despegó Kant en la Crítica de la razón pura. Podéis objetarme: si un ama de casa se metiera en el contexto de la razón pura, se desenvolvería como un pulpo en un garaje. Desde luego. Y ¿cómo se hallaría Kant en el mucho más complicado contexto de la razón del ama de casa? ¡Me encantaría observarlo!, como he observado durante largas horas las finuras que ha adquirido esta razón en mis cuñadas y hermanas».

La «irracionalidad» ha de ser situada en cada experiencia y ha de ser relacionada con su correlativa racionalidad. No existe la irracionalidad en general, válida para todas las circunstancias, sino que ha de ser referida a la respectiva racionalidad, que siempre es específica de una experiencia concreta. Solo en cada experiencia, la racionalidad y la irracionalidad son compañeras y una desaloja y es la negación de la otra. No se puede decir que mentir, por ejemplo, es siempre una irracionalidad. Lo es ciertamente en una experiencia de amistad, pero puede ser una gran racionalidad en la experiencia del mus, en la que el engaño forma parte de la entraña misma de ese juego. La contradicción es la irracionalidad más grande en las ciencias matemáticas y lógicas. Sin embargo, no lo es en otras ciencias, en las que las hipótesis con un cuantificador universal (todos) admiten perfectamente excepciones («la excepción confirma la regla»).

BALDO (5) dijo...

3. Necesito otro concepto para contestar, querido Isidro, a tu requerimiento. Es el de la «validez». Tengo que confesarte que en el libro que estoy redactando, siempre bajo el cielo protector de Eladio, sobre la «dignidad humana», la validez ocupa uno de los ejes centrales. Precisamente estoy con él en estos momentos.

La validez y la invalidez son «estados», «grados» de los valores y de los contravalores. El ámbito propio de la validez y de la invalidez son todos y cada uno de los valores y contravalores de las ocho dimensiones valorativas. No tiene sentido hablar de validez o de invalidez que no sean de valores o de contravalores. Pero ¿qué es la validez de un valor? Pues el «grado que ha de alcanzar un valor» para que sea aceptado por una comunidad de personas. (Ese grado que aceptan los integrantes de una colectividad puede ser negado por los miembros de otra colectividad). Conocer las operaciones aritméticas, por ejemplo, es sin duda un «valor». Para un niño de los primeros cursos de primaria, saber únicamente sumar es «válido», pero sería totalmente inválido para un adolescente que cursara bachillerato. Los hospitales medievales de peregrinos eran instituciones sanitarias «válidas» para aquel momento, pero no lo serían hoy. Comer cuando se tiene hambre es en general valioso. Hacerlo con la boca abierta y de forma ruidosa y juguetona es «válido» para un bebé, mientras que no lo es para un adulto educado en la cultura occidental. Por consiguiente, hay que distinguir entre «valioso» y «válido»: válido es el grado que ha de alcanzar lo valioso y se expresa con un taxativo ¡vale! (o ¡no vale!)

La validez da determinación, precisión y estabilidad a un valor, ciertamente nunca definitivas, sino en un momento dado, porque las valideces y las invalideces están abiertas a nuevas validaciones e invalidaciones. Muchas valideces son eliminadas radicalmente y no vuelven a levantar cabeza al ser suprimidos los valores correspondientes. Esto sucede en todos los órdenes de los entes y se repite en todas las categorías de valores biopsíquicos, económicos, epistémicos, estéticos, éticos, lúdicos, religiosos y sociopolíticos. Algunas valideces tienen fijado el tiempo de su validez, como, por ejemplo, los billetes de tren o de avión, las tarjetas de crédito, las medicinas, los alimentos, los cargos académicos o políticos o los modelos de ordenador. Otras están sometidas a un constante movimiento renovador, como las valideces que asignamos a estilos estéticos, a sistemas filosóficos, a tecnofactos, a libertades familiares o económicas, a la experiencia de un Dios, etc. Las valideces e invalideces han de ser encuadradas siempre en su específica historia valorativas. A principios del 2004, las valideces de las teorías sobre el planeta Marte se encontraban sometidas al vaivén de las nuevas y constantes informaciones suministradas por sus apropiadas y válidas sondas espaciales. Por consiguiente, no hay anarquía en el desarrollo de un valor, sino que existe un momento determinado, más o menos largo, en el que se determina, se da precisión y se estabiliza un par valorativo. Esta estructura valorativa de la validez/invalidez, sin embargo, está abierta a la evolución hasta que aparezca un nuevo estado de validez. Y así sucesivamente. Pertenece a la entraña misma de los valores mostrarse tarde o temprano disconformes con los seres y con los ámbitos de vidas que ya han aparecido en ellos como válidos o inválidos. El espíritu inconformista y la profunda insatisfacción acompaña al hombre acerca de cualquier ser implicado en su propia vida.

BALDO (6) dijo...


La validez y la invalidez tienen la misma universalidad, especificidad e intransferibilidad que los valores y los contravalores a los que afectan. Por consiguiente, se aplican a toda la inmensa diversidad que hay en las dimensiones valorativas. Por eso –¡ojo!– en cada uno de los pares valorativos, la validez y la invalidez son específicas e intransferibles. La validez o la invalidez de un estado de salud orgánica celular son distintas de las de un poema o de las de un partido de tenis. Todo esto muestra cuán vanos son los intentos de crear códigos de validez comunes a los hígados, a las teorías físicas, a las corbatas, a las películas, a las reglas de moralidad, a los saltos de altura, a los sacrificios sagrados y a las relaciones familiares. Cuando esto último sucede, incumplimos el ya conocido «axioma protector de la diferencia valorativa».

Las valideces y las invalideces de los valores y de los valores se cultivan en las experiencias respectivas. En el valor que representa, por ejemplo, la curación de una enfermedad concreta de Patricia, las valideces o invalideces del conocimiento de la naturaleza y de los procesos de su enfermedad, de los tecnofactos médicos que han de ser empleados, de los saberes de los médicos sobre ella, de las teorías terapéuticas en las que se basan los sanitarios, de la eficacia de un medicamento nuevo, de las comunidades terapéuticas del hospital, de la atención sanitaria que recibe esa paciente, de la higiene, etc. solo es posible establecerlo en las experiencias sanitarias concretas del hospital. La complejidad de las valideces depende de la complejidad de la experiencia específica y apropiada. En la experiencia del negocio de un gran restaurante, nos damos cuenta de la multitud de valideces y de deberes ser que conllevan las funciones de ser administradores, cocineros, camareros, limpiadores, gestores de basuras, suministradores, etc. Pero todo ello no es nada si lo comparamos con las valideces e invalideces que llevan aparejadas las experiencias de un ministerio gubernamental o una empresa multinacional. Y, aplicándolo al caso que nos ocupa, la validez de que Jesús no sea un muerto, sino el Viviente es sumamente complejo y difícil establecerla.

BALDO (7) dijo...

4. Un último prenotando antes de dar respuesta a tu reflexión, querido Cicero. En nuestro mundo del ser Humano Productor Consumidor (HPC), las valideces de su núcleo valorativo (formado por las dimensiones valorativas biopsíquicas y económicas) impregnan y modalizan (dan un nuevo modo de ser) a las valideces de los demás tipos de valores. En la ya citada varias veces viñeta de El Roto, uno que contempla un cuadro en una exposición no sabía si este era bello o no porque no traía el precio. Pues bien, la ciencia es el saber más idóneo para proporcionar valores biopsíquicos y económicos, que, como decimos, son los que conforman el núcleo valorativo de nuestro modelo de vida. Por ello, las valideces y las invalideces científicas han sido elegidas por el ser Humano Productor Consumidor como modelos de las valideces e invalideces de las demás dimensiones valorativas. Nada es admitido como válido si no se adapta al patrón de validez de la ciencia.

Desde Platón y Aristóteles, siguiendo por toda la tradición, se ha planteado el problema de la «seguridad» del conocimiento (solo del conocimiento). Chávarri, una vez más, ha ampliado el contenido de la seguridad/inseguridad con el fin de que pueda aplicarse a todas las experiencias humanas, no solo a las cognitivas. Pues bien, algo genera inseguridad cuando puede oscilar entre ser de una manera o de otra. Y en el caso del ser humano, la inseguridad es consustancial a su proceso de hacerse hombre, pues este experimenta constantes cambios de entidad a lo largo de su evolución, tanto individual como colectivamente. Ahora bien, con tal situación de continua zozobra, la vida nos resultaría extremadamente difícil; de ahí que aparezca en nosotros una fuerte tendencia a instalarnos en seguridades con el fin de evitar excesivos peligros y riesgos. Tales seguridades las encuentra el ser humano en los refugios. «Refugio» hace referencia a huida (fugio) desde la inseguridad a la seguridad. El refugio se extiende, como la inseguridad, por todo el ámbito de nuestra experiencia de los seres. «Inseguridad –> refugio –>» seguridad forman una espiral que se repite sin fin en todas las ocho vitalidades de la persona. Si quisiéramos suprimir de nuestras vidas tal inseguridad, tendríamos que volver al estado animal.

No hay duda, por otra parte, de que existe una relación muy estrecha entre la «validez» y la «seguridad», pues aquella da precisión a los valores, con los que les quita la zozobra entitativa. En consecuencia, ha de aplicarse aquí análogamente a la seguridad cuanto se ha dicho sobre la validez. Por el papel tan central que tiene la ciencia en el desarrollo del HPC, la seguridad/inseguridad científica se constituye en referente del resto de las seguridades/inseguridades humanas, con lo que, en nuestra Forma de vida, las garantías ofrecidas por los procesos de validación–verificación de la ciencia superan en mucho a cualquier otro tipo de validez. También hoy es la ciencia la que nos proporciona la máxima seguridad, la que es nuestro refugio en todos los ámbitos de nuestra vida.

Eladio señala que los refugios de seguridad pueden convertirse en ratoneras. Si la seguridad científica se convierte en la única válida y anula a todas las demás, está abocando al ser humano a la limitación y a la muerte, que es lo propio de las ratoneras.

BALDO (8) dijo...

5. CONCLUSIONES.

Después de estos largos y pesados prenotandos, volvamos a la cuestión que tú, Cicero, nos planteas: la relación con Jesús el Viviente. Diré, en primer lugar, que, como primer requisito, es necesaria la actitud de apertura a este ser. Muchos filósofos, sobre todo los de la Modernidad, han «definido» la esencia del hombre como «abierto al ser». Pero todos han caído en la reducción de esta apertura y la han limitado a la apertura «cognitiva». Eladio, quizás el único, entiende y extiende esta apertura al ser a todas las vitalidades de la persona, no solo a las cognitivas. Pues bien, la apertura meramente cognitiva al ser es lo que la filosofía y la teología ha entendido por «fe». Desgraciadamente, como digo, la fe sigue siendo para una gran mayoría una apertura al ser –sobre todo a Dios– meramente de orden cognitivo («fe es creer lo que no vimos»). Tan es así, que la fe es considerada como el conocimiento supremo, porque llega más allá del conocimiento natural del ser humano. ¡Una calamidad! Ni la fe –Eladio la llama simplemente apertura al ser– es únicamente de orden cognitivo, ni es una realidad suprahumana, sino muy de nuestra naturaleza. Pues bien, esa apertura al ser Jesús el Viviente es, como digo, el primer paso. Fue lo que hiciste tú, Isidro, en el análisis del ente la Dolorosa de nuestro querido Javier Serrano. Sin esa apertura con todas tus vitalidades (intelectuales, biopsíquicas, estéticas) no hubieras podido ver ni decir una sola palabra de las muchas y muy atinadas con que nos expresaste tus escudriñamientos.

Con la apertura a ese ser ya entramos en la experiencia específica con él. Para ello hay que tener un «equipamiento específico» (sin conocimientos de arte, sin sensibilidad artística, sin motivación y sin ganas no es posible entrar en la experiencia estética de la Dolorosa de Serrano). Análogamente se puede afirmar lo mismo de la experiencia con Jesús el Viviente. Un elemento clave en el equipamiento es la «razón» específica de esa experiencia, aunque puede estar ayudada por otras razones. La razón histórica nos proporciona las innumerables manifestaciones que ha tenido y sigue teniendo ese Jesús el Viviente. La razón «validadora» va desechando muchas de esas manifestaciones y quedándose con una o con unas pocas. Es muy posible que el Jesús de nuestra infancia, el de nuestra adolescencia y también quizás el de nuestra edad adulta ya no supere los criterios de validez que cada uno tiene hoy.

BALDO (y 9) dijo...

La validación o la invalidación que hago de Jesús el Viviente ha de llevarse a cabo dentro de esta específica experiencia, no fuera ni al margen de ella, lo mismo que la validación o la invalidación científica solo se puede realizar desde la experiencia científica. Pues bien, no es posible utilizar los patrones de la validez y de la invalidez científicas y aplicarlos ce por be para establecer la validez o la invalidez de la experiencia con Jesús el Viviente. Es la mayor y más extendida tentación que existe hoy, por el papel que, como he señalado anteriormente, le ha asignado el HPC a la ciencia y a la razón científica. Es un desacierto total y que, aunque nos dé la máxima seguridad, nos mete en una ratonera. La validación científica, repito, no es la adecuada para este caso. Tampoco fue adecuada la validez filosófica que se utilizó en el pasado para demostrar la existencia de dios. Ese motor inmóvil, esa causa primera, ese ser necesario, etc. no era nada más que la piedra clave para que un sistema filosófico no se derrumbara. Descartes, por ejemplo, cuando llegó al «pienso, luego existo» como idea clara y distinta incuestionable y de la que por deducción «more geométrico» podía construir su sistema filosófico al modo de la ciencia, se encontró con una objeción: si ha hay un diablillo que se ha interferido en nuestro proceso y nos hace ver como claras las cosas que no son, Descartes recurre inmediatamente a la naturaleza de dios (con minúsculas) que no puede permitir eso. Quedaba seguro su sistema filosófico. La teología ha procedido igual: el dios de las vías tomistas se ha traslado tal cual y se ha aplicado al Dios de Israel.

Así pues, solo la razón específica de esta experiencia con Jesús el Viviente es la única que es capaz de dictar la validez o la invalidez de dicha experiencia. No es una razón simple, sino de lo más complejo que uno se pueda imaginar. Y, desde luego, como sucede en toda experiencia, el trato vital con este ser que no es un muerto, sino el Viviente –y que, además, ha prometido el mismo estado a todos sus seguidores– requiere tiempo, posiblemente toda una vida para llegar a determinar la validez o la invalidez de la misma. Y, desde luego, si en un momento se llega a un refugio de seguridad en ese proceso, la insatisfacción y la duda nos invadirán inmediatamente y quizás no nos permitan permanecer en el refugio–ratonera, sino que nos impulsarán a que demos un salto al vacío de una nueva búsqueda. Solo los necios tienen seguridades permanentes y definitivas.

Esto es lo que se me ocurre de momento, querido Isidro. Sobre la teología, hablaremos en otro momento. Si alguna cosa más me aparece en el rumiar incesante de esta cuestión, te la comunicaré de inmediato.


Isidro Cicero dijo...

A lo mejor estáis matando moscas a cañonazos porque lo que lo que pregunto -esta nueva puerta que he abierto como dice Carrizo-es para vosotros una chorrada. Pero sería una chorrada preambulatoria, una quaestio previa al discurrir sobre valores. "¿Sería posible que incluso la cita de Flavio Josefo fuera una interpolación inducida, dentro de la programación del cambio de paradigma que impuso Constantino? Si hasta Pablo fue un personaje inventado y sus textos una recopilación de filosofía barata de su tiempo, entonces...

BALDO dijo...

Isidro: Por ese camino vas a llegar, como dice Carrizo, a negar la existencia de don Quijote y de Sancho

Isidro Cicero dijo...

Ahí,ahí vamos, Baldo.¿Montaría Constantino ese taller think tank para que le elaborara el nuevo paradigma para el viejo Imperio, como dice ese libŕo / 900 páginas? ¿no lo montaría? Eso es lo que me gustaría que alguien me ilustrara.

Ramón Hernández Martín dijo...

Ya he confesado que carezco de conocimientos, amigo Cícero, para responder a tan inquietante y trascendental interrogante. Si me atrevo a seguir apareciendo aquí, es por dos motivos. Primero, quiero poner de relieve, una vez más, la excepcional maestría y pedagogía con que Baldo hace fácil lo difícil, transformando, en cualquier lance o cuestionamiento, el chuletón de buey que es Eladio en papilla para quienes ya hemos perdido la dentadura o nos flojean los dientes. Segundo, para dejar constancia de que el interrogante que planteas me deja totalmente indiferente, como también lo hace la afirmación de Piñero, autor que me parece mucho más solvente que Conde Torrens en estos temas, cuando afirma que Jesús es un personaje histórico, pero que "Jesucristo" es un "constructo teológico" (Jesús el Ungico, el Mesías, el Cristo = Jesucristo) fabricado por sus seguidores. En la perspectiva eladiana, mucho más concienzuda que la de ambos, no debemos perder de vista que la "religiosa" es una dimensión humana autónoma, al menos tan importante como cada una de las otras siete restantes, y que forma parte esencial de nuestra vida como potencialidad que se echa a caminar en el momento mismo en que la especie homo deviene sapiens. Quien lo cuestione (nosotros mismos lo estamos demostrando estos días con el D.E.P con que nos referimos a Faragó) demostraría no saber en qué mundo vive. Ahora bien, a mi humilde modo de ver, la misión de ese tal Jesús, fuera un revolucionario de armas tomar o un profeta lunático o un humilde carpintero investido de una misión única en la humanidad, logró con su vida y muerte, que el creyente condensa en su resurrección, no crear "una religión" que reformara el judaísmo o se desgajara de él, sino "la religión" que copa todo el campo de la "dimensión religiosa del hombre", es decir, su metahistoria (Eladio habla de las cuatro grandes praderas en que pace el ser humano: su mundo interior, la cultura que es la historia humana, el medio natural-cósmico y la metahistoria). Jesús o Jesucristo, tanto da, refunda la religión tanto por la idea que nos transmite de quién es realmente Dios ("padre") como al mostrars el camino de retorno a él a base de ir mejorando la vida humana: compartiendo lo que se es y se tiene, sirviendo incluso a los de rango inferior y amando a todos sin excepción (Baldo ha escrito un interesantísimo ensayo que cifra precisamente en esos verbos la trascendental importancia que la eucaristía, "la cena del Señor", tiene para los cristianos). Digamos, a modo de conclusión, que, por un lado, la religión está ahí, en la raíz misma del ser hombre, y que el cristianismo es muy anterior a Conde Torrens y también a Constantino.

Ramón Hernández Martín dijo...

En cuanto a lo que hizo o dejó de hacer Contantino, parece que fue un político pragmático que aprovechó todas las circunstancias favorables para su propósito. Entre ellas, sin la menor duda, las buenas consignas que propagan los cristianos para convertir a sus seguidores en ciudadanos modélicos, sin advertir, claro está, que a veces esos modelos, como fue el caso del mismo Jesús, pueden tornarse incómodos y hasta revolucionarios, cosa que en nuestro tiempo encaja muy mal con la pléyade de dirigentes eclesiásticos (cardenales, arzobispos, obispos, patriarcas, etc.) que más parecen, cuando se juntan, un desfile carnavalesco brasileño. ¡Vanitas vanitatum!

BALDO dijo...

BALDO (y 8):
5. CONCLUSIONES. Después de estos largos y pesados prenotandos, volvamos a
la cuestión que tú, Cicero, nos planteas: la relación con Jesús el
Viviente. Diré, en primer lugar, que, como primer requisito, es necesaria
la actitud de apertura a este ser. Muchos filósofos, sobre todo los de la
Modernidad, han «definido» la esencia del hombre como «abierto al ser».
Pero todos han caído en la reducción de esta apertura y la han limitado a
la apertura «cognitiva». Eladio, quizás el único, entiende y extiende esta
apertura al ser a todas las vitalidades de la persona, no solo a las
cognitivas. Pues bien, la apertura meramente cognitiva al ser es lo que la
filosofía y la teología ha entendido por «fe». Desgraciadamente, como digo,
la fe sigue siendo para una gran mayoría una apertura al ser –sobre todo a
Dios– meramente de orden cognitivo («fe es creer lo que no vimos»). Tan es
así, que la fe es considerada como el conocimiento supremo, porque llega
más allá del conocimiento natural del ser humano. ¡Una calamidad! Ni la fe –
Eladio la llama simplemente apertura al ser– es únicamente de orden
cognitivo, ni es una realidad suprahumana, sino muy de nuestra naturaleza.
Pues bien, esa apertura al ser Jesús el Viviente es, como digo, el primer
paso. Fue lo que hiciste tú, Isidro, en el análisis del ente la Dolorosa de
nuestro querido Javier Serrano. Sin esa apertura con todas tus vitalidades
(intelectuales, biopsíquicas, estéticas) no hubieras podido ver ni decir
una sola palabra de las muchas y muy atinadas con que nos expresaste tus
escudriñamientos.

BALDO dijo...



Con la apertura a ese ser ya entramos en la experiencia específica con él.
Para ello hay que tener un «equipamiento específico» (sin conocimientos de
arte, sin sensibilidad artística, sin motivación y sin ganas no es posible
entrar en la experiencia estética de la Dolorosa de Serrano). Análogamente
se puede afirmar lo mismo de la experiencia con Jesús el Viviente. Un
elemento clave en el equipamiento es la «razón» específica de esa
experiencia, aunque puede estar ayudada por otras razones. La razón
histórica nos proporciona las innumerables manifestaciones que ha tenido y
sigue teniendo ese Jesús el Viviente. La razón «validadora» va desechando
muchas de esas manifestaciones y quedándose con una o con unas pocas. Es
muy posible que el Jesús de nuestra infancia, el de nuestra adolescencia y
también quizás el de nuestra edad adulta ya no supere los criterios de
validez que cada uno tiene hoy.

La validación o la invalidación que hago de Jesús el Viviente ha de
llevarse a cabo dentro de esta específica experiencia, no fuera ni al
margen de ella, lo mismo que la validación o la invalidación científica
solo se puede realizar desde la experiencia científica. Pues bien, no es
posible utilizar los patrones de la validez y de la invalidez científicas y
aplicarlos ce por be para establecer la validez o la invalidez de la
experiencia con Jesús el Viviente. Es la mayor y más extendida tentación
que existe hoy, por el papel que, como he señalado anteriormente, le ha
asignado el HPC a la ciencia y a la razón científica. Es un desacierto
total y que, aunque nos dé la máxima seguridad, nos mete en una ratonera.
La validación científica, repito, no es la adecuada para este caso. Tampoco
fue adecuada la validez filosófica que se utilizó en el pasado para
demostrar la existencia de dios. Ese motor inmóvil, esa causa primera, ese
ser necesario, etc. no era nada más que la piedra clave para que un sistema
filosófico no se derrumbara. Descartes, por ejemplo, cuando llegó al
«pienso, luego existo» como idea clara y distinta incuestionable y de la
que por deducción «more geométrico» podía construir su sistema filosófico
al modo de la ciencia, se encontró con una objeción: si ha hay un diablillo
que se ha interferido en nuestro proceso y nos hace ver como claras las
cosas que no son, Descartes recurre inmediatamente a la naturaleza de dios
(con minúsculas) que no puede permitir eso. Quedaba seguro su sistema
filosófico. La teología ha procedido igual: el dios de las vías tomistas se
ha traslado tal cual y se ha aplicado al Dios de Israel.

Así pues, solo la razón específica de esta experiencia con Jesús el
Viviente es la única que es capaz de dictar la validez o la invalidez de
dicha experiencia. No es una razón simple, sino de lo más complejo que uno
se pueda imaginar. Y, desde luego, como sucede en toda experiencia, el
trato vital con este ser que no es un muerto, sino el Viviente –y que,
además, ha prometido el mismo estado a todos sus seguidores– requiere
tiempo, posiblemente toda una vida para llegar a determinar la validez o la
invalidez de la misma. Y, desde luego, si en un momento se llega a un
refugio de seguridad en ese proceso, la insatisfacción y la duda nos
invadirán inmediatamente y quizás no nos permitan permanecer en el refugio–
ratonera, sino que nos impulsarán a que demos un salto al vacío de una
nueva búsqueda. Solo los necios tienen seguridades permanentes y
definitivas.

Esto es lo que se me ocurre de momento, querido Isidro. Si alguna cosa más
me aparece en el rumiar incesante de esta cuestión, te la comunicaré de
inmediato.

Atentamente,
BALDO | baldolc@gmail.com

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