jueves, 20 de mayo de 2021

LA MODALIDAD AYUSISTA DE LA LIBERTAD (Por Baldomero López Carrera)

 Hoy os dejo en este nuevo blog el primer "ladrillo", apelativo que con cariño dedicamos a las participaciones del querido Baldo.


 


 

         

 

 

         Mi análisis del triunfo Ayuso en Madrid –que ha tenido un gran apoyo en la propaganda sobre su modo de entender la libertad– se desarrolla en el campo filosófico. No minusvaloro en absoluto la importancia de los análisis de los estrategas de la propaganda, de los sociólogos, de los periodistas, de los psicólogos y de los politólogos sobre este hecho, pero, de la mano de Eladio Chávarri, quiero complementar esas visiones con otros ojos, con los de quien pretende llegar a las raíces antropológicas del mismo. Para ello no tengo más remedio que hablar primero de la «libertad valorativa», con el fin de que mis conclusiones tengan un fundamento firme cuando descalifique las grandes limitaciones, carencias, peligros y efectos negativos de esa modalidad ayusista de la libertad.

 

 

1.            Para que la acción sea libre, es una condición necesaria –aunque no suficiente– que la persona tenga capacidad para elegir

 

1.1.    Libertad es para muchos –filósofos, científicos, juristas, políticos y gente de a pie– simplemente la capacidad de elegir, la autonomía

 

         Ahora bien, si sostenemos que la libertad es únicamente la capacidad de «elegir», de darnos leyes a normas a nosotros mismos (autonomía), tendríamos que admitir que una sociedad en la que sus miembros «eligieran» insultar, calumniar, mentir, lanzar bulos, robar, agredir, aprovecharse de los débiles o matar sería más libre que aquella otra sociedad en la que las personas, por presiones de diversa índole, controlaran y reprimieran sus deseos de insultar, de robar, de calumniar, de mentir, de elaborar bulos, de agredir, de aprovecharse o de matar. Por eso, esta capacidad de escoger los medios para llegar a un fin es una condición necesaria de la libertad, pero no suficiente, porque hay que tener en cuenta, además, qué es lo que se elige.

 

1.2.    Elegir de hecho (autodeterminación o autonomía) requiere necesariamente tener capacidad y medios para poder escoger

 

Para decidirse por una entre varias opciones es necesario disponer de un equipamiento apropiado para llevar a cabo esa elección. En primer lugar, estar equipado con capacidades específicas para realizar aquello que hemos escogido. La persona totalmente sorda de nacimiento, por ejemplo, carece de capacidad para poder escoger la opción de dirigir una orquesta. En segundo lugar, son necesarios los múltiples y variados recursos para realizar lo que hemos deliberado y decidido. El dinero es un recurso que interviene en muchísimas elecciones. El pobre de solemnidad carece de posibilidades para escoger los productos en un supermercado; tampoco el hotel para disfrutar sus vacaciones.

 


 

2.           cuando elegimos, siempre escogemos seres que necesariamente son beneficiosos (valores) o perjudiciales (contravalores) para el desarrollo de las vitalidades humanas 

 

2.1.    Las vitalidades humanas son variadas y múltiples

 

         Lo que desarrolla un aspecto de la persona, una vitalidad humana, es valioso (valor) para esa persona; lo que deteriora o destruye un ámbito personal, es disvalioso (contravalor). Pero la vida humana no es única y uniforme, sino que se diversifica en distintas vitalidades. ¿Cuántas? Eladio Chávarri señala una muestra de ochos grandes conjuntos de ellas: biopsíquicas, cognitivas, económicas, estéticas, éticas, lúdicas, religiosas y sociopolíticas. Pues bien, los seres que desarrollen cada una de esas vitalidades específicas adquirirán la índole de ser, respectivamente, valores biopsíquicos, cognitivos, económicos, etc. Los que las deterioren tendrán la condición de ser contravalores biopsíquicos, cognitivos, económicos, etc. Una manzana, por ejemplo, es un valor biopsíquico para quien la come, un valor económico para el frutero que la vende, un valor cognitivo para el que estudia su estructura, etc. Por el contrario, la manzana es un contravalor biopsíquico para el que es alérgico a esta fruta, un contravalor económico para quien tiene que pagar para adquirirla, un contravalor cognitivo para quien tiene errores sobre qué es o para qué sirve. La naturaleza de cada una de las vitalidades humanas es la que determina la naturaleza de lo que las desarrolla o las deteriora.

         Por tanto, si todas nuestras elecciones libres, querámoslo o no, son de seres valiosos o disvaliosos, de valores o de contravalores, será también una condición necesaria de la libertad humana el «tener en cuenta» si lo elegido es beneficioso o perjudicial para las vitalidades de la persona. La libertad humana, por consiguiente, no es solo «elección», sino también elección de valores o de contravalores.

 

2.2.    Los valores y los contravalores se adquieren y se desarrollan en las experiencias

 

         Entendemos por experiencia «el trato vital que mantenemos con los seres con el fin de asimilarlos como beneficiosos (valiosos o valores) o como perjudiciales (contravalores) para nuestras vitalidades». Por ejemplo, el que lee un libro, tiene con él la experiencia de lector y adquiere los valores o los contravalores específicos de esa experiencia. Por lo tanto, los valores y los contravalores nacen, crecen, menguan o desaparecen en las experiencias específicas, nunca fuera de ellas. Así, por ejemplo, el amor familiar solo puede existir, crecer, menguar o desaparecer en la experiencia de familia. Señalamos que, según sea el tipo de las vitalidades a las que afecta una experiencia, estas serán de igual modo biopsíquicas, cognitivas, económicas, etc. 

 

2.3.    Ahora bien, uno de los constitutivos de toda experiencia es la «acción» 

 

         Sin acciones, no hay experiencias posibles. Es cierto que, según el proverbio clásico, «hacemos» lo que previamente «somos» («el modo de obrar sigue al modo de ser»); pero no es menos verdadera la proposición contraria y complementaria: «somos» lo que «hacemos» («el modo de ser se construye por el modo de obrar»), es decir, el ser humano se desarrolla o se deteriora a través de sus múltiples y específicas acciones.

         Pues bien, las acciones, constitutivas de toda experiencia, tienen una modalidad peculiar en los seres humanos: la de ser «libres». Y es tan querida esta característica que, para la cultura moderna, la libertad es el valor más preciado. De ahí que se utilice en no pocas ocasiones como «cebo» eficacísimo para conseguir intereses espurios.

 

.4.    Hay tantas clases de libertad o de acciones libres como tipos de valores

 

         De lo dicho anteriormente se sigue que la libertad no es una, única y uniforme, sino tan múltiple y pluriforme como los tipos de valores o de contravalores que elige. Así, hay libertad biopsíquica, libertad del conocimiento, libertad económica, libertad estética, libertad ética, libertad lúdica, libertad religiosa y libertad sociopolítica. Si opto por dar dinero a Rouco Varela, por ejemplo, para que se compre un solideo cardenalicio de diseño Versace, mi libertad en ese caso es religiosa clerical. Pero, si cambio de idea y elijo entregárselo a Florentino Pérez para ayudarle a comprar jugadores más caros que los del Club Deportivo Aldea Global, entonces mi libertad es lúdica deportiva.

         La razón de esta pluralidad y diferencia de acciones libres o de libertades está en que cada tipo de valor establece los caminos adecuados para asimilarlo, para integrarlo en nuestra persona. Lo que es apto para alcanzar, por ejemplo, el valor riqueza puede ser inadecuado para conseguir el valor solidaridad. Es posible que la «libertad de comercio» sea un camino idóneo para enriquecerse, pero es totalmente contraproducente para repartir con justicia los bienes económicos. Tampoco la juerga y los conocimientos se adquieren por las mismas vías. Por eso Eladio Chávarri acuñó con acierto «el axioma protector de la diversidad valorativa». Dicho axioma afirma que cada una de las vitalidades humanas y sus valores/contravalores tienen una identidad peculiar, por lo que no pueden ser reducidos a otra vitalidad, ni admiten ser sustituidos unos por otros, ni permiten ser desarrollados en otras experiencias que no sean las suyas. Como decíamos al principio del párrafo, lo que elegimos para el desarrollo de nuestras vitalidades económicas, por ejemplo, no es apto ni intercambiable ni sustituible para las acciones libres éticas o para las sociales.

 

2.5. Los contravalores son los causantes de que la persona se sienta esclava o no libre, aunque sea ella la que elige

 

         La enfermedad, los trastornos psíquicos y el deterioro de las fuerzas corporales (biopsíquicos), la pobreza, el paro, el hambre y la escasez de alimentos (económicos), la falta de rigor, el sofisma, la falsedad, el bulo y el dogmatismo (cognitivos), la injusticia, la infidelidad, el egoísmo, la imprudencia, la calumnia y la mentira (éticos), la insolidaridad, la enemistad, la deslealtad, la inseguridad, la indefensión, la guerra, la ilegalidad, el avasallamiento (sociopolíticos), el culto a los ídolos (religiosos), lo feo, lo cursi, lo vulgar (estéticos) no generan libertad, sino esclavitud, porque deterioran o suprimen vitalidades de la persona.

 

 

 

 

3.           La responsabilidad, que se deriva de la elección valorativa

 

3.1.    La acción libre no genera tan solo valores y contravalores, sino que, a causa de las elecciones alternativas de vida (valores) o de muerte (contravalores) que lleva a cabo, sus actos están cargados de responsabilidad o de irresponsabilidad por la vida y por la muerte

 

El vocablo «responsabilidad» tiene su raíz en la palabra latina «spondeo» que significa comprometerse,generalmente en un acto público y solemne, como en el caso de los esponsales. De este modo, uno quedaba más ligado a aquello a lo que se había comprometido. Pues bien, la libertad valorativa, que se decide necesariamente por valores, que son vida, o por contravalores, que son muerte, lleva insertada la «conciencia de la responsabilidad» Por eso, FOMENTAR O DETERIORAR LA VIDA ES EL ORIGEN Y EL CAMPO DE LA RESPONSABILIDAD.


Las elecciones valorativas, por tanto, están intrínsecamente cargadas de responsabilidad por el vivir o por el morir de la persona. Elegir no conlleva responsabilidad como tal acto; elegir valores o contravalores, vida o muerte, sí. Por consiguiente, no existe fundamento de la responsabilidad más profundo que el que la refiere al desarrollo, deterioro o muerte de las vitalidades.

 

3.2. Hay tantas clases de responsabilidad como de libertades

 

            Existe el peligro de hacer reducciones o recortes en el ámbito de la libertad y de la consiguiente responsabilidad. No pocos pensadores europeos de la modernidad, a pesar de haber constituido la libertad en sujeto universal, se limitaron a reducirla a las libertades y esclavitudes democráticas, de pensamiento y de mercado. En cada uno de esos tres ámbitos apareció un dios liberador: la ciencia, la democracia y la empresa. No se puede negar que cada uno de ellos, en su propio ámbito, ha proporcionado a las naciones enormes cantidades de nuevos entes y de nuevas vitalidades. De ahí que muchos conciban las sociedades modernas como sociedades tecnocientíficas, democráticas e industrializadas. Son nuevas adjetivaciones que brotan de la propia entraña de la modernidad europea tal como se entendió a sí misma, pero no dejan de ser reducciones de la libertad y de la responsabilidad humanas, que abarcan todas las dimensiones valorativas de la persona, no solo las que señala la modernidad.

 

3.3.   En nuestros días es muy frecuente reducir la libertad responsable a la dimensión valorativa ética

 

         Ya Séneca, en un pasaje de las Epistulae morales, decía lo siguiente. «El único bien es la perfección moral». Esta postura de Séneca cae en el defecto de reducción de la libertad y de la responsabilidad al ámbito ético. Por supuesto que la responsabilidad afecta de lleno a las libertades éticas o morales, es decir, a las de hacerse una buena o una mala persona. Pero ¿solo a eso? ¿No tenemos acaso responsabilidad alguna con la salud de nuestro sistema nervioso? ¿No hay ninguna responsabilidad con las opciones que se escogen en nuestras vidas cognitiva o económica? ¿Cae fuera de nuestra responsabilidad conservar o no la belleza del medio ambiente? ¿No hay ninguna responsabilidad en las opciones libres de carácter específicamente lúdico? ¿Pueden cultivarse adecuadamente los tonos de convivencia en los grupos sin libertades específicamente sociopolíticas? 

 

3.4. La influencia externa no siempre es una limitación de la libertad; en muchos casos es una necesidad y un beneficio

 

         La identificación de libertad con autodeterminación, con elegir sin ningún tipo de imposición, lleva a oponer, sin más precisiones, libertad e influencia externa, como si el máximo grado de libertad se alcanzara cuando esta influencia fuera nula y la espontaneidad propia, máxima. Sin embargo, hay que afirmar con rotundidad que el influjo externo es beneficioso en no pocas ocasiones, como lo demuestra el hecho de que las estructuras físicas, biológicas, históricas y sociales en las que uno nace son generadas desde el exterior de nuestra decisión. Este condicionamiento es provechoso para la persona, pues no se hubiera producido la evolución hasta el ser humano actual si no hubieran existido unas influencias favorables del medio físico sobre sus antecesores los homínidos. Si tenemos libertad es porque otras personas nos han enseñado desde fuera de nosotros cómo conseguir valores y deshacernos de los contravalores. ¿Qué libertad hubiera llegado a conseguir un niño si los demás no le hubieran «impuesto» higiene, alimento, lenguaje, afectividad, conocimientos de todo tipo, bienes económicos, etc.? ¿Se hubiera podido librar él solo de los contravalores? El recién nacido es el peor modelo de lo que es un ser libre, a pesar de que es el ser humano menos condicionado por la influencia externa, pues apenas la ha recibido. Así pues, es un error contraponer «libertad» a «influencia externa». En principio tenemos que asegurar que gran parte de la influencia externa no solo no es contraria a la libertad, sino que puede llegar a ser la condición necesaria de su existencia y de su desarrollo. Evidentemente, en otros muchos casos, la influencia externa es un obstáculo para ejercer la libertad de escoger valores. Pero no lo es por ser influencia externa sin más, sino por que procede de contravalores y genera deterioro en nuestra vida.

 

         

4.           la responsabilidad es de la persona en sus cuatro dimensiones

 

         La persona es el sujeto de la libertad responsable, es decir, de elegir valores o contravalores, de optar por el vivir o por el morir del ser humano. Pero tenemos que señalar que la persona tiene cuatro dimensiones: la biográfica, la social, la de especie y la natural cósmica. No es acertado, por tanto, reducir la libertad valorativa y la responsabilidad que de ella se deriva a las biografías, a los individuos, como habitualmente se ha hecho hasta un pasado muy reciente, sino que las cuatro dimensiones de la persona están igualmente implicadas en la libertad y en la responsabilidad por el vivir o por el morir de uno mismo, de las otras personas, de los demás vivientes y del resto de los seres de la Naturaleza y del Cosmos. Sin la alta calidad de los seres humanos que nos rodean, de nuestros parientes los demás seres vivientes y de los seres de la Naturaleza y del Cosmos, no tendríamos otra posibilidad que elegir mediocridades, con lo cual nuestro ser resultaría paupérrimo.

 

 

 

 

 

 

5.           En nuestro mundo, la libertad y la consiguiente responsabilidad están «modalizadas» por los valores y contravalores biopsíquicos y económicos

 

5.1.    ¿Qué es un modelo humano y qué función ejerce su núcleo valorativo?

 

         Un «modelo humano» o modelo de vida comprende todas las experiencias de todas las personas que lo siguen. Así, por ejemplo, el modelo humano egipcio, el azteca, el griego, el medieval, el renacentista o el de la Ilustración. El modelo humano de nuestro mundo actual es compartido, de modo análogo, por cerca de siete mil millones de personas en todas sus ocho vitalidades.

         En todo modelo humano existen unos valores que constituyen el «núcleo», que es quien determina la especificidad de cada modelo de vida. La función del núcleo valorativo es organizar a todos los demás y, sobre todo, la de modalizarlos.«Modalizar» es un neologismo que aquí tiene el sentido preciso de conferir un nuevo «modo de ser». En toda modalización, los valores modalizadores sustituyen la naturaleza original de lo modalizado por la suya propia. Si una obra de arte es valorada únicamente por el precio que alcanza en una subasta, su entidad estética ha sido sustituida y ahora ha adquirido la naturaleza de la «mercancía». Por consiguiente, la persona, con sus múltiples ámbitos de vida, se va configurando, alimentando de modos o modelos de ser hombre representados por los valores y los contravalores de su núcleo valorativo.

 

5.2.    En nuestro mundo actual, los valores y contravalores que forman el núcleo son los valores biopsíquicos y los económicos. 

 

Por tanto, es la modalización biopsíquica y económica la que da un nuevo «modo de ser» a todas las experiencias cognitivas, estéticas, éticas, lúdicas, religiosas y sociopolíticas de la gran mayoría de los habitantes del planeta. Todas nuestras experiencias han perdido su entidad original y han adquirido el modo de ser de la satisfacción biopsíquica y el de la mercancía. Ya no se produce para satisfacer las necesidades de la gente, sino para incrementar sin límite las ganancias monetarias y desarrollar las energías biopsíquicas. El placer biopsíquico ha hecho olvidar que el ser humano puede tener otros disfrutes de no menor intensidad. De ahí proviene que la masiva e intensiva producción de mercancías se encuentre en mutua y necesaria correlación con su masivo y necesario consumo. Eladio Chávarri ha denominado «ser Humano Productor Consumidor» (HPC) al modelo humano de nuestro mundo actual. 

 

5.3.    La libertad humana sufre la misma modalización biopsíquica mercantil

 

         Es decir, que «libertad» significa hoy solo libertad de mercado, de empresa, de precio y contratación laboral; de elegir lo que «me gusta» lo que me agrada, lo me produce placer biopsíquico o lo que es bueno para «mi» salud. Es la «LIBERTAD DE LA PRODUCCIÓN Y DEL CONSUMO». Uno, cuando elige con esta modalidad de libertad, no se plantea si tal acción hace que su persona sea más justa, más honesta, más solidaria, más conocedora, más religiosa, más social, más artista, mejor deportista. ¡Y deberíamos hacerlo, ya que todas las elecciones valorativas de los seres –no sólo las biopsíquicas y económicas– son las que hacen que el ser humano haya alcanzado el grado de humanización que tiene hoy!

 

5.4.    Nuestros deseos que creemos que son «espontáneos» están teledirigidos y fuertemente condicionados por el consumo

 

         Nuestros deseos están muy influidos por el proceso de socialización, por la configuración de la sensibilidad, por la educación, por los diversos medios de comunicación; es decir, por el modelo humano en el que vivimos. Lo que hoy «espontáneamente» deseamos casi todo el mundo es consumir bienes económicos y disfrutar de los valores biopsíquicos. ¿Es esto espontaneidad, auto–determinación, carencia de influencia externa, libertad? 

 

5.5.    La libertad que reclama el hombre de la sociedad de consumo es contraria a la solidaridad

 

         La libertad económica, que es casi la única que admite el hombre de la sociedad de consumo, necesita de la in–solidaridad con el fin de acaparar la mayor cantidad de bienes económicos. La esclavitud de muchas personas y la pobreza de millones de personas son una sangrante consecuencia de dicha libertad económica. La razón de ello es que los valores económicos, y posiblemente en menor medida los biopsíquicos, son «excluyentes en cuanto a su reparto»: si los tiene uno, no pueden poseerlos a la vez los otros. Esto no sucede con los demás tipos de valores: un profesor comunica a los alumnos lo que sabe de filosofía, por ejemplo, y no por ello pierde ni un ápice de ese valor cognitivo que posee; al contrario: los conocimientos se robustecen al ponerlos en común, al hacer partícipes de ellos a los demás. Tampoco el que va por la vida repartiendo bondad, amabilidad, civismo, amor de Dios, higiene, hermosura, etc. se queda sin esos valores.

         Ahora bien, hay que señalar con contundencia que la solidaridad no limita, sino que enriquece la libertad. Como sabemos, muchos valores solo se adquieren en comunidades solidarias e institucionalizadas. Quien pretenda no tener ningún compromiso con los demás, que sepa que se privará de mucho enriquecimiento. Los valores sociopolíticos son un alimento necesario para humanizarse, para desarrollarse como personas, para elegir y para liberarse. Dice Habermas, posiblemente el filósofo más importante después de Eladio Chávarri –aunque infinitamente más famoso que el navarrico–: «Nadie es libre mientras no lo sean todos».

 

5.6.    Atracción cautivadora de la libertad consumista

 

         Cuando las vitalidades de la persona están dotadas de «una hechura vital suficiente» (tener visión, por ejemplo) y los entes con los que se relaciona tienen un «buen ser» (ser visibles), el valor que resulta de esa relación produce un «bienestar», una satisfacción (satis–facere = hecho con suficiencia). La satis–facción, la complacencia, el contento, el gozo, el placer y el bienestar provienen sin duda del nuevo aumento de vida que conlleva la nueva hechura vital de la persona, producida por el bienser de los entes con los que entra en relación valorativa. Y aquí también ha de cumplirse el «axioma protector de la diversidad», pues el bienser, la hechura vital suficiente y la satisfacción son diferentes en cada valor. No son los mismos los deleites que producen un buen partido de deporte, una buena comida, una buena salud, un buen estado psíquico, la riqueza, los conocimientos de todo tipo, las buenas personas, los dioses o las relaciones de amistad.

         Pues bien, el núcleo valorativo de nuestro mundo, constituido por valores biopsíquicos y económicos, produce una especialísima «atracción cautivadora». Quizás ninguno de los modelos humanos anteriores al nuestro haya tenido un núcleo valorativo tan deseado por miles de millones de personas. Muchas arriesgan sus vidas en el intento de llegar a la tierra prometida del consumo. Pero esta atracción es cautivadora en el doble sentido que tiene el verbo «cautivar»: seducir y someter a cautividad. Es notorio, como decimos, el poder «cautivador de masas» que tienen estos valores. Pero también han sometido a «cautividad» al resto de las vitalidades humanas, a sus valores y a sus libertades, que han perdido por ello su naturaleza original propia y la riqueza que podían aportar a la persona.

 

 

6.           La libertad al modo ayusista (neoliberal)

 

         Después de todo lo expuesto hasta aquí, el diagnóstico o el veredicto se impone por sí mismo: la modalidad de la libertad ayusista es exclusivamente la libertad «productiva–consumista». No la ha descubierto ella, porque está cada vez más implantada y arraigada en el planeta –incluso entre los países pobres–, pero la presidenta la ha usado para conseguir ser votada por más de un millón de madrileños. Podría terminar aquí este artículo y encomendar a cada uno de los lectores que recorriera cada uno de los apartados anteriores y se los aplicara a esta modalidad ayusista (neoliberal) de libertad. Pero lo haré yo para evitar la fatiga de quien ha tenido la paciencia de leer este trabajo hasta aquí. 

 

6.1.    Ayuso se ha referido en exclusiva a la libertad modalizada por el dinero y por el placer biopsíquico

 

          Alentar y permitir las juergas masivas e incontroladas de jóvenes, la obsesión por que los bares estén abiertos sin ninguna limitación, el empeño en que las empresas no tengan ninguna restricción para su actividad son expresiones de que la única libertad por la que Ayuso se enfrenta a quien sea es la libertad consumista. No está en sus cálculos cuántas otras libertades han sido anuladas por dar rienda suelta a esta modalidad biopsíquica y económica de la libertad.

 

6.2.    Libertad ayusista es pura y simplemente la capacidad de elegir, la autodeterminación, la autonomía, sin considerar si lo elegido es valioso o disvalioso

 

         Ahora el alcalde de Madrid, cuando se le presentan los problemas porque sus ciudadanos han procedido con la lógica del proceder de la presidenta de la comunidad madrileña al celebrar la recuperación de la libertad con el fin del estado de alarma, matiza que no hay que confundir «libertad» con «libertinaje». Ni él ni nadie sabe qué contenido preciso tiene ese aforismo, aunque ha sido defendido desde siempre por el clero, por los demagogos y por los dictadores cuando han querido determinar qué es lo que deben elegir los demás.

 

 

6.3.    Elegir de hecho (autodeterminación o autonomía) requiere necesariamente tener capacidad y medios para poder escoger

 

Sin salirse del campo de la libertad entendida tan solo como capacidad de elección, la presidenta elegida ha ocultado a la gente que para ejercer esa libertad consumista se requiere dinero, con lo que los pobres, los parados, los desahuciados, los que no llegan a fin de mes, los sin hogar no tienen libertad para escoger en los comercios los productos más básicos para alimentarse. Muchos de esos, lo único que pueden elegir es el banco del parque para dormir o el punto de recogida de comida caritativa. 

 

6.4.    La modalidad madrileña de la libertad excluye la pluralidad de formas de la libertad

 

         «Libertad o comunismo», «libertad o socialismo» y, si los obispos le hubieran criticado que en su gestión solo se había ocupado de los ricos, no hubiera dudado en excluirlos con un «libertad o religión». Que los demás valores (del conocimiento, de la salud, del arte, de la justicia, de la comida, de la protección del frío, de la veracidad, etc.) no hayan podido ser elegidos por los madrileños porque su gobierno ha desviado las partidas de dinero a otros fines, es algo que reduce la riqueza y la variedad de la libertad humana a un ámbito minúsculo.

 

6.5.    Si los contravalores son los causantes de que la persona se sienta esclava o no libre, aunque actúe autónomamente, la libertad al modo ayusista no ha tenido como objetivo prioritario liberar a los madrileños de contravalores como:

 

             los contagios de covid–19, la muerte de muchos ancianos, los trastornos psíquicos de la gente, la indefensión, la injusticia, el egoísmo de los más ricos, la pobreza, el paro, el hambre, la escasez de alimentos, la falsedad, el bulo, la calumnia, la mentira, las injusticias de los jueces, el atropello de los fuertes, el incumplimiento de las promesas electorales, las desigualdades sociales o las manipulaciones de la información.

 

6.6.    La modalidad ayusista de la libertad no es válida para adquirir otras libertades 

 

         La libertad de comercio, por ejemplo, tan querida y defendida por ella, es un camino idóneo para enriquecerse unos pocos, pero es totalmente contraproducente para repartir con justicia los bienes económicos. Las privatizaciones de la enseñanza y de la sanidad acarrean la pérdida de libertad a muchas personas que no tienen posibilidades de acceso a esas instituciones privatizadas.

 

6.7     La modalidad ayusista de la libertad ha excluido de ella la responsabilidad por la vida (valores) y por la muerte (contravalores)

 

Esta modalidad de libertad ayusista ha limitado la libertad simplemente a elegir, con lo que ha ocultado que indefectible siempre se escogen valores o contravalores, vida o muerte. A los jóvenes les ha ofrecido la zanahoria de botellones y fiestas incontroladas, pero no les ha advertido de que con ese proceder iban a llevar el contagio a los adultos y a los mayores y, por tanto, la pérdida de muchas libertades en esas personas.

         

6.8. El espectáculo diario que ha dado la presidenta de la comunidad de Madrid ha sido la sistemática oposición y, en muchos casos, desobediencia, a las directrices y mandatos de las autoridades gubernamentales del Estado 

 

            Y la única razón para justificar su proceder era que el gobierno coartaba la libertad, porque ella ha aprendido que el máximo grado de libertad se alcanza cuando la influencia externa es nula y la espontaneidad propia, máxima. Su mentor, el presidente de FAES, se lo ha enseñado. En su discurso de recepción de una medalla, Aznar, que había sido presidente del gobierno de España, dijo: «Yo siempre pienso (¿?): ¿y quién te ha dicho a ti (Dirección General de Tráfico) que quiero que conduzcas por mí?». «A mí no me gusta que me digan: no puede ir usted a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, debe usted evitar esto y además a usted le prohíbo beber vino». El eminente estadista entendía la libertad como un irreflexivo adolescente. Le podríamos contestar: ¿Quién eres tú –siguiendo tu lúcida y genial argumentación– para decir a los de ETA, que intentaron que volaras al cielo en un coche blindado, que no deberían hacer eso, cuando era lo que ellos habían elegido: la libertad de explosión? 

Mucha gente madrileña y no madrileña, con poco discernimiento, se ha adherido entusiasmada a esa errónea actitud de la presidenta madrileña. 

 

6.9.    La libertad al modo ayusista es propia del totalitarismo

 

         Ella ha presentado su modo de entender la libertad como opuesta radicalmente al totalitarismo comunista y creo que también al totalitarismo socialista. Ha callado, interesadamente, que, con la misma razón, deberían entrar en estos totalitarismos liberticidas el nazismo, el franquismo y el clericalismo que hemos padecido los españoles, también los madrileños, y a los que ella es tan cercana. Pero lo más grave es que no sabe, o lo ha ocultado conscientemente, que el mayor y más intenso totalitarismo de toda la historia de la humanidad es el neoliberalismo económico actual: dirige de modo férreo e implacable la vida de la casi totalidad de la población del planeta. La libertad neoliberal de los ricos es, sin duda, la que mayor número y extensión de pérdidas de libertad ha traído a los humanos de nuestro mundo. 

 

6.10.  La modalidad ayusista de libertad solo tiene en cuenta la dimensión individual de la persona y de su libertad: la biográfica o individual 

 

         Las otras tres –la social, la de especie y la natural cósmica– han sido sistemáticamente desconocidas u ocultadas por la presidenta electa. Pero las cuatro dimensiones de la persona están igualmente implicadas en la libertad y en la responsabilidad por el vivir o por el morir de uno mismo, de las otras personas, de los demás vivientes y de los seres de la Naturaleza y del Cosmos. ¿Qué libertad integral humana es esa que solo mira al propio bolsillo? ¿Dónde están las demás libertades y cómo se armonizan todas ellas? ¿Qué ha sido de la responsabilidad de la persona social, de la persona como especie justo a otras especies y de la persona como pariente de todos los seres de la Naturaleza y del Cosmos?

 

 

21 comentarios:

JOSE MANUEL GARVÍA VALDES dijo...

No me cabe la menor duda de que a estas horas la Sra. Ayuso ha leído el escrito de Baldo. Probablemente en las próximas fechas habrá novedades en la Comunidad de Madrid, ya no se hablará de cañas y chipirones sino de valores bioeconómicos que cambiarán la vida y la economía de los madrilleños. No sería descarta que ficharan al propio Baldo como consejero de educación con el objetivo de explicarle a la presidenta de qué va eso de la libertad.
Amigo Baldo, haremos acopio de bienes materiales para sentarnos con calma a leer tu enorme escrito. Espero no cuelgues más hasta el otoño para no agobiarnos.
Un abrazo de vacunado.

Anónimo dijo...

A ver si aprendéis a mandar mensajes con fotocopia.
Porque quise, ¿vale?.
Otro abrazo, y van tres.

Ramón Hernández Martín dijo...

1. Razón de este escrito de Baldo y del comentario que sigue

1.1 El pasado día 7, el grupo de Oviedo recuperó, tras las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus, las comidas-tertulia que celebra el primer viernes de cada mes en la Vasa del Dago de la Manjoya (Oviedo). En esta ocasión, nos reunimos solo cuatro, entre ellos Baldo y un servidor. De pasada, se tocó, como no podía ser de otra manera, el tema de las elecciones de Madrid. Que yo afirmara que, de haber vivido en Madrid, habría votado a Ayuso en esas elecciones desencadenó un tsunami ideológico en Baldo y lo forzó, de alguna manera, a escribir el artículo que precede con la idea de lanzarme un reto. De hecho, allí mismo me invitó a que expusiera por escrito la razón de mi voto partiendo del sistema de valores y contravalores de Eladio, que ambos conocemos bien.

1.2 Preciso que a continuación añadí que, de celebrarse elecciones en mi pueblo y estar yo empadronado en él, votaría a su actual alcaldesa. Ayuso es del PP y la alcaldesa de mi pueblo, del PSOE. Ello demuestra claramente que, a la hora de votar, las siglas de los partidos contendientes me importan un comino, pues no elijo ideólogos sino administradores de la cosa público. Entiendo que uno pueda votar “entusiasmado” al partido que dice ser el suyo y con el que se identifica a fondo, lo mismo truene que caigan chuzos de punta. No es mi caso, ya que, en la actual tesitura, la clase política que “padecemos” me parece francamente muy deficiente e incluso mala, razón por la que, al ejercer mi derecho y mi obligación de votar, me veo preciado a elegir “el menos malo”.

1.3 Sé que Baldo está esperando con ansiedad mi comentario. Aunque a él le he hecho saber que en estos momentos estoy muy pillado de tiempo, por lo que le he rogado que tenga algo de paciencia, me lío la manta a la cabeza para exponer mi postura de seguido, de la mejor forma y con la mayor brevedad posible, aun a riesgo de equivocarme y aunque el tema requiera de suyo mucho más espacio y más reflexión. Advierto de antemano que, aunque Baldo y yo tengamos posturas tan diferentes sobre dichas elecciones, no hay razón alguna para dudar de que ambos estamos al 100% de acuerdo en lo fundamental. La discrepancia nace en este tema de la distinta perspectiva que adoptamos y del análisis de la “modulación”, tan central y decisiva en la argumentación.

2. Los fundamentos de Eladio

2.1 Una vez más he de manifestar una gran admiración por la maestría y la pedagogía con que Baldo no solo expone, sino también hace papilla, un sistema tan denso y profundo como es el de Eladio sobre los valores y contravalores. Nos lo ha vuelto a demostrar en los primeros cinco puntos de este artículo. Su comprensión facilita zambullirse de lleno en las “profundidades” de Eladio y demuestra la genialidad de un pensador excepcional, que se ocupa y preocupa del hombre quizá como ningún otro pensador ha hecho en el pasado. Gracias, querido Baldo, una vez más por tu encomiable y atinado esfuerzo para que el genio de Eladio dé sus frutos.

2.2 La idea de lo que es realmente valor y contravalor, encarnada en la forma de vida que predomina en nuestro tiempo, vida cifrada en el predominio del Hombre Productor Consumidor (HPC) que somos al estar toda ella “modulada” por valores y contravalores netamente biosíquicos y económicos, encamina el deseo irrenunciable del hombre en pos de una “vida mejor” hacia una humanización dignificada, cuyo modelo primigenio en el sistema de Eladio es Jesús de Nazaret. El motor de esa mejor forma de vida anhelada no puede ser la rentabilidad que hoy mueve la sociedad y que tantos cadáveres deja a su paso, sino la gratuidad. Afortunadamente, no son pocos los hombres que en nuestro tiempo “regalan” no solo parte de sus bienes, sino también de su tiempo. Ellos son seguramente los que hacen posible incluso que la vida humana continúe sobre la tierra, a pesar de los destrozos que causa la pléyade de depredadores que nos rodean por todas partes... (sigue)

Ramón Hernández Martín dijo...

...

2.3 Eladio parte del HPC que somos. Opino humildemente que a esas siglas debería añadirse desde hace algún tiempo una “P” al final (HPCP) debido a que la política está ejerciendo no ya una “modulación” sino una especie de “supermodulación” de los valores y contravalores de todas las demás dimensiones vitales, incluidas la biosíquica y la económica. Me refiero, claro está, a la “P” de “política”, aunque esta no sea realmente, en el análisis de Eladio, más que una parte de una de las ocho dimensiones que contempla, la “dimensión vital sociopolítica”. Por evidente, creo que no necesito detenerme ni un segundo siquiera a subrayar cómo la “política” invade hoy, enmerdándola, toda nuestra vida. Baste señalar que, en el “totum revolutum” de la actual política española, el osado actual inquilino de la Moncloa se preocupa de delinear cómo ha de ser nuestra forma de vida en el año 2050, como si ello dependiera de su miope forma de ver las cosas y no de los pequeños cambios que, según Eladio, se van produciendo casi imperceptiblemente a base de mucho tesón y de una sólida paciencia histórica.

3. La posición de Baldo

3.1 Queda claro que los primeros 5 puntos de este artículo son como un excelente vademécum de medicina en el que Baldo basa el diagnóstico que emite progresiva y ordenadamente en los diez apartados de su último punto. Creo que Baldo se equivoca al suponer que el diagnóstico sobre lo ocurrido en Madrid es evidente y que cada uno de nosotros podría llegar fácilmente por sí mismo a sus mismas conclusiones.

3.2 Me parece, en primer lugar, que su visión es muy reductiva al utilizar como eje de su juicio valorativo sobre las elecciones comunitarias de Madrid el tema de la “libertad valorativa”. La política, aun siendo tan importante y trascendental para el desarrollo de nuestras vidas, no deja de ser, como hemos dicho, más que una parte de uno de los ocho grandes capítulos de nuestra vida, el correspondiente a la “dimensión vital sociopolítica”. Su función directa tiene mucho más que ver con la administración, con una “buena administración”, que con la idea de una “libertad valorativa”. Ahora bien, las elecciones a la comunidad de Madrid en cuestión no escapan ni a su condición de acto político ni al enfoque que contemplamos.

3.3 El desarrollo que Baldo hace en todos los párrafos del punto 6 me parece muy sesgado, pues se nutre de los intereses partidistas que los contrincantes de Ayuso perseguían tanto en la campaña electoral como perseguirían en el ejercicio de gobernación de la Comunidad de Madrid si hubieran ganado las elecciones. De hecho, no creo que sea un disparate decir que Baldo utiliza sus mismos argumentos para demostrar que Ayuso no solo es la quintaesencia de todos los contravalores, sino incluso el mismísimo diablo. Obviamente, se trata de argumentos que distorsionan la realidad y la caricaturizan para poder hincarle mejor el diente. Baste señalar que han interpretado el afán de Ayuso por evitar la quiebra de la hostelería, sector tan determinante de la vida española, como una defensa a ultranza del botellón y de la caña de cerveza hasta el punto de calificar a sus votantes como “tabernarios”.

3.4 Todos esos argumentos son tan generales que permiten cambiar fácilmente sus destinatarios de tal manera que tamañas descalificaciones serían fácilmente aplicables a todo bicho viviente político. Tengo la impresión de que los oponentes de Ayuso no solo son peores políticos que ella, sino también de que, de gobernar ellos la comunidad, los ciudadanos de Madrid saldrían perdiendo.

3.5 De todos modos, creo honestamente que el largo diagnóstico de Baldo acepta acríticamente las exageraciones y las deformaciones de supuestas verdades de fe o de hechos manipulados a capricho, en los que tanto se cebado la campaña electoral madrileña, sin olvidar la parte de responsabilidad que corresponde a los distintos medios de comunicación por sus groseras tergiversaciones. Es decir, una gran parte de las acusaciones en que se basa este diagnóstico carecen de fundamento real... (sigue)

Ramón Hernández Martín dijo...

...

3.6 De hecho, incluso presumiendo yo de una cierta sensibilidad proclive a la izquierda, debo reconocer que el Madrid de Ayuso dista mucho de ser el infierno que se pretende hacernos creer. Aunque lo haya conseguido poco a poco y a trancas y barrancas, el Madrid de nuestros días se ha convertido la comunidad más próspera de toda España, y no solo en lo biosíquico y económico. Baste subrayar que los castellano-leoneses esperan como agua de mayo los puentes de la Comunidad de Madrid para que los madrileños animen su vida y que los jóvenes asturianos miran a Madrid como tabla de salvación para sus vidas. Hasta hace poco, la comunidad más próspera era, sin duda, la de Cataluña, esa bella región española que, por culpa de la miopía y de los intereses ramplones de sus políticos, parece condenada no solo a retroceder, sino a precipitarse por un acantilado persiguiendo una estrella fugaz.

3.7 Insisto en que, de haber estado viviendo en Madrid, en esta ocasión yo habría votado a Ayuso por parecerme que, hoy por hoy, ella representa la opción menos mala para los madrileños. Eso es lo importante: elegir lo mejor en un momento determinado, aunque lo mejor no llegue ni siquiera a bueno. Dos razones complementarias me habrían animado a hacerlo: primera, Ayuso me parece que es, con mucho, la política más “austera” del cartel de todos los contendientes, cosa que es muy importante para encauzar mi voto, pues entiendo que el ideal de la política es “un gobierno pobre en un país rico”, es decir, que los gobernantes sean austeros y que los ciudadanos tengan, gracias a ellos, buenos servicios públicos, justo lo contrario de lo que, a mi criterio, acontece hoy realmente en España. La segunda razón complementaria proviene del hecho de que casi dos millones de madrileños votaron lo mismo que yo habría votado, y ellos son, desde luego, los mejor posicionados para saber lo que más les conviene.

3.8 Tras lo manifestado, sabemos claramente lo que habríamos votado Baldo y yo en esas elecciones de haber figurado entre sus electores. Nuestros votos contrapuestos no rompen, sin embargo, la plena armonía que hay en nuestra forma de concebir la vida humana, fieles devotos como somos ambos de Eladio y lo muy entusiasmados que estamos con su magnífica obra. En este contexto, me intriga ciertamente saber qué habría podido votar Eladio de encontrarse en la tesitura de tener que hacerlo. No importa; lo apunto solo como curiosidad. Por lo demás, no hay duda de que quienes hayan tenido la paciencia de leer cuanto precede tendrán sus propias opiniones y opciones. Es más, algunos seguro que han ejercido su derecho votando a Ayuso o a alguno de sus “enemigos” (dicho sea lo de “enemigos” por el cariz que tomó la campaña electoral). Poco importa ya cuál haya podido ser la opción de cada uno de ellos. Lo realmente importante es que quienes hayan votado lo hayan hecho con honestidad y fundamento, buscando lo mejor para el conjunto de los ciudadanos. Y más importante aún me parece que ellos y todos los demás sepamos respetar, sin despreciarlos ni insultarlos, a los que opinan y votan distinto de uno mismo... (sigue)

Ramón Hernández Martín dijo...

... (final)

4. A modo de corolario

Observo apenado que, desde abril a esta parte, excluidos los tres comentarios de Valdés que preceden, de los siete comentarios que se han publicado en esta página cinco han sido míos, a pesar del enorme esfuerzo y del elegante trabajo que Josemari ha plasmado en todas y cada una de sus entradas. Para mayor inri, no se puede obviar que yo no dejo de ser aquí un advenedizo o un intruso, además del comentarista más cuestionado y el menos cualificado. ¿Acaso ha terminado con nuestras ínfulas comunicativas la COVID-19? ¿Nos hemos convertido en una comunidad humana que solo se aviva con acontecimientos luctuosos o cuando uno no se resigna a permanecer en la sombra o en el anonimato a la hora de reconocer y aplaudir los méritos de algún compañero? Por favor, amigos, veo esta página como fundamento y alimento de una fantástica comunidad humana que merece la pena conservar y avivar. ¡Voto decididamente por ella! ¡Ojalá que los ladrillazos de Baldo y los míos sirvan, cuando menos, a tal propósito! Gracias muy sinceras y sentidas por llegar leyendo hasta aquí. ¡Felices sueños!

BALDO dijo...

Mi comentario, querido Ramón, se ha desarrollado en el campo de la filosofía, como mostré en el inicio del artículo. Mi deseo es que tú o cualquiera de los que lo critiquen no se salga de ese ámbito a la hora de rebatir aquellas afirmaciones mías que se consideren desacertadas o que incluso tengan alguna contradicción. Pero veo que has preferido colocarte en otras perspectivas, con lo que el diálogo no va a ser posible por mi parte. Un abrazo

Ramón Hernández Martín dijo...

Como prefieras, hermano Baldo, pues creo que tienes razón, cuando menos, por la complejidad de un tema que requiere matices y precisiones y que, por tanto, se presta mucho más para un dialogo que para ser expuesto en un espacio como este del que, al menos yo, creo haber abusado en demasía. En Madrid tú habrías votado seguramente a Gabilondo y yo me habría decantado por Ayuso, y tan amigos, como Dios manda, sabiendo además que ninguno de ellos podría recibir nuestro voto. De haberse producido, seguro que ambos votos habrían estado bien fundados y que ninguno de ellos habría sido ni un berrinche ni, mucho menos, un delito. En eso reside precisamente la fortaleza y la debilidad de la democracia.

Unknown dijo...

LALO
No puedo profundizar en esas nebulosas filosóficas porque no llegué ni siquiera a primero de las Caldas y no sé cómo se vive en Madrid; supongo que unos muy bien y los demás peor; como siempre y como en todos los sitios.
Pero recuerdo que en este blog, en los últimos días de su época en el formato anterior, fray Pedro, el paPedro o Pedro, como queráis, expresó claramente que la Comunidad de Madrid había abandonado totalmente a los barrios, especialmente al suyo, en los momentos más duros de la pandemia. No creo que Ayuso fuese una opción para aquel rojo querido que se nos fue antes de ayer.
Y OJO, no pretendo abrir aquí ninguna discusión política de las que por fortuna nos hemos conseguido mantener al margen. En este tema, además, creo que no merece la pena.
Salud

BALDO dijo...

Decías, Ramón, en tu alegato, que te gustaría saber a quién votaría Eladio. «La dignificación del sufrimiento arraigado» es el último apartado del libro «Los valores y los contravalores de nuestro mundo». Creo que es la cima a la que nos ha conducido intencionadamente el maestro con su razonar ascendente y cada vez más comprehensivo. Dignificar el sufrimiento arraigado producido por los contravalores del núcleo valorativo duro del hombre productor consumidor es para Eladio el máximo objetivo de su laborioso y profundo trabajo. Ese sufrimiento arraigado se concreta en los linchamientos personales de vida orgánica; en las tremendas densidades de muerte que ha producido el siglo XX y que continúan ocurriendo en el XXI: muertos por las guerras y sus ingenios bélicos, por el hambre, por las drogas, por el alcohol, etc.; en la violencia generalizada y en la explotación de los seres, incluido el ser humano, explotación que consiste en que hemos sido reducidos a la categoría de simple mercancía; en las existencias deprimidas (los que habitan en los vertederos de las grandes ciudades y que sufren enfermedades, hambre, suciedad, harapos, cubiles, abandono de niños y de ancianos); en los millones de personas sometidas a la condición de parados: no tienen dinero para conseguir los demás valores, son marginados, dependientes y excluidos de aquello para lo que han sido educados: el trabajo y el consumo; en los inmigrantes, etc.). En el párrafo final de todo el ensayo, Eladio Chávarri lo manifiesta con claridad: «Nosotros no podemos por menos que rechazar la inhumanidad que contienen estos tres deterioros vitales. Nuestro inconformismo radical debe poner manos a la obra para descubrir, denunciar y eliminar este tipo de deterioros, pero con tal de no caer en el vacío de una negatividad desorbitada. Es preferible que la indignación mueva a analizar detenidamente este fenómeno de los deterioros vitales, así como a descubrir las condiciones y causas profundas y específicas que los producen. Hay que estar dispuestos y comprometidos a realizar nuevas dignificaciones».
Eladio Chávarri votaría a aquellos partidos que estuvieran comprometidos a trabajar por erradicar los sufrimientos arraigados que él ha señalado antes. ¿Cuáles son esos partidos?

Ramón Hernández Martín dijo...

1. Gracias, LALO, por tratar de enclaustrar la política en su propia dimensión y reducirla a su propio cometido para vernos libres de su perniciosa influencia en nuestras vidas. Tu querido "rojo", el paPedro o fray Pedro, te lo aseguro, es santo de mi devoción y, seguro, habría votado lo que estimara conveniente, habida cuenta de que, según los estudiosos de las elecciones, en esta ocasión parece que muchos de los ciudadanos de los barrios más deprimidos de Madrid han votado a la Ayuso, que, repito, no es santo de mi devoción y a la que yo solo habría valorado, de tener que votar, como lo "menos malo" del menú.

2. Gracias de nuevo, querido Baldo, por recordarnos la profundidad y la claridad con que nuestro admirado Eladio aborda el tema del "sufrimiento arraigado" que se da en nuestra forma de vida (estos días precisamente lo acabo de releer). Pero nuestra disquisición tiende solo a responder a tu último interrogante: "¿cuáles son esos partidos?". Por mi parte, estoy convencido de que la erradicación de los "sufrimientos arraigados" no vendrá, si viniera algún día, de la mano de los políticos, sino como resultado, lento y paciente, de la lucha que cada ciudadano tenga con sus propios valores y contravalores a la hora de esforzarse por conseguir una mejor forma de vida. Estoy convencido, por lo demás, de que Eladio habría suscrito esta última apreciación mía. Lamentablemente, a ninguno de los niveles de sus ocho dimensiones vitales espero gran cosa de los políticos, al menos de los políticos actuales, hasta el punto de que, cambiando de perspectiva a la hora de votar, uno podría preguntarse qué partido político va a causarnos menos "sufrimientos". Ahí lo dejo porque, cada vez que oigo hablar de la deuda pública española, me llevan todos los diablos debido a que nosotros somos, teniéndolos a ellos como guías ciegos de la cosa pública, unos "zampones", pues ya nos hemos "zampado" una parte importante del esfuerzo que tendrán que hacer nuestros hijos y nietos. Hemos despilfarrado mucho dinero para lujos que tendrán que pagar ellos. Han sido dineros que no se han gastado en inversiones que faciliten incluso su vida. En mi pueblo, cuando un hombre legaba a sus hijos deudas en vez de patrimonio, se decía de él que era un "tramposo" y un "hombre sin provecho", que no había sido capaz de ganar su vida y la de los suyos.

Isidro Cicero dijo...


LA LIBERTAD ES UNA LIBRERÍA

Querido amigo Baldo. Por fin, esta mañana, he conseguido terminar la lectura de tu brillante ensayo sobre la libertad ayusista.
Sin duda conoces el poema de Joan Margarit "La Libertad", que yo tengo tan interiorizado como tú el sistema de valores / contravalores de Eladio Chávarri. Veo muchos paralelismos entre ambos constructos, que parten de la capacidad humana para elegir, independientemente de lo acertado o desacertado de la elección.
"La libertad es una librería", dice uno de los versos más maravillosos de Margarit; pero hay que admitir que para otros la libertad es un bar abierto hastaa las tantas.
"Es morir libre", dice el verso más tremendo del Premio Cervantes. Viendo estos días la felicidad de este Madrid por fin libre, por fin liberado, tan alegre como el Berlín del día siguiente a la noche en la que cayó el muro, vemos que la libertad es también contagiarse unos a otros sin miramientos ni restricciones. ¿Quién te ha dicho que quiero que me digas a quien puedo o no puedo transmitir el covid? La libertas ss suscribirse a Ayuso, allá ellos, o manifestr la repugnancia a lo que significa. Lo que sí habría que hacer ews instituir el 4 de mayo como fiesta de la Liberación, que ya tuvimos otras antes.

LA LIBERTAD (JOAN MARGARIT)

Es la razón de nuestra vida,
dijimos, estudiantes soñadores.
La razón de los viejos, matizamos ahora,
su única y escéptica esperanza.
La libertad es un extraño viaje.
Son las plazas de toros con las sillas
sobre la arena en las primeras elecciones.
Es el peligro que, de madrugada,
nos acecha en el metro,
son los periódicos al fin de la jornada.
La libertad es hacer el amor en los parques.
Es el alba de un día de huelga general.
Es morir libre. Son las guerras médicas.
Las palabras República y Civil.
Un rey saliendo en tren hacia el exilio.
La libertad es una librería.
Ir indocumentado.
Las canciones prohibidas.
Una forma de amor, la libertad.

Francisdco Javier Cirauqui Armendariz dijo...

La libertad, es para unos una librería, un bar, un campo de futbol, un teatro, un trabajo, unas vacaciones, mis vecinos, mis amigos, la playa, el monte, el beso, los abrazos, amar y ser amado, una sanidad pública, una enseñanza, una vivienda, la igualdad, el llanto, la alegría, la comida, la bebida... Todo aquello que nos lleve a la felicidad y al bienestar social se acercara algo a la libertad.
Estoy aún asimilando tu escrito, Baldo, pero tus razonamientos me convencen y decir que para mi libertad yo no votaría a Ayuso, pero cada uno es libre de hacerlo por quien quiera, pero para ello tendremos que atenernos a las consecuencias. Gracias. Cicero, por recordarnos el poema de Margarit, siempre tan inspirado.

Carmelo Flórez Cosío dijo...

Si yo voté a Isabel Díaz Ayuso es porque era libre para hacerlo. Y no fueron sus cantos de "libertad" lo que me impulsaron a ello, sino un claro "vade retro" a ese tartufo, trapacero y figurón presidente que nos ha tocado en suerte (y me atrevo a pensar que esa fue la motivación de una gran mayorīa de madrileños). A la señora Ayuso le deseo mucha suerte en su mandato, por la cuenta que me tiene; pero será necesario que alguien le recuerde cada mañana que, si gozosa fue la subida, la caída puede ser estrepitosa cuando el buen juicio y la sensatez dejan de gobernar nuestra conducta.
Muchos no pensarán ni actuarán como yo, espero que siempre sean libres para hacerlo.


JOSE MANUEL GARCÍA VALDÉS dijo...

Amigo Carmelo, me parece excelente que libremente hayas votado a quien ondeó la bandera de la libertad a la madrileña; faltaría más; lo que no me parece nada bien es que pretendas resaltar las excelencias de la Sra. Ayuso insultando y desacreditando a quien libremente fue votado por otros ciudadanos libres. Nada tengo que ver con P. Sánchez, no tengo carnet, pero me enerva que alguien, para resaltar su opción, desacredite y descalifique a la opción que votaron los demás. Y
Tmbién yo le deseo acierto a la Ayuso de igual forma se lo deseo a ese que calificas de tartufo, trapacero y figurón. El respeto debe ser premisa básica.
Abrazos

Carmelo Flórez Cosío dijo...

Querido José Manuel, como ya dije más arriba, muchos no pensarán ni actuarán como yo y son muy libres para expresarlo. En ningún momento creo haber resaltado ninguna excelencia de la señora Ayuso, mi libertad ya le tenía mucho antes de que ella apareciera en escena (vuelve a leer lo que escribí, por favor).Yo no insulto al presidente, lo defino al hilo de su actuación. Y no volveré sobre este asunto.
Seguid con salud.

BALDO dijo...

1. No pensaba intervenir si no era para agradecer a los que aportado su acuerdo o su desacuerdo con la visión valorativa de la libertad de Eladio Chávarri y, sobre todo, con mi aplicación de esa maravillosa doctrina a una candidata que ha enarbolado en su campaña el estandarte de la «libertad».
Creo que quedó claro en mi exposición que «elegir», sin más precisiones, no es ningún sacrosanto derecho de los humanos, porque, querámoslo o no, siempre y necesariamente elegimos «valores» o «contravalores». Y esta elección valorativa lleva aparejada indisolublemente la «responsabilidad» por la «vida» y la responsabilidad por la «muerte». Los valores son aumento de vida y los contravalores, deterioro vital o muerte. Por consiguiente, el sacrosanto derecho de la persona no es simplemente la «elección», sino «la elección de vida». La elección de muerte o de deterioro vital –propios y/o ajenos– no es un derecho de nadie, sino algo a lo que hay que dedicar todas las fuerzas para combatirlo y para desterrarlo de la convivencia «humana».

BALDO dijo...

2. Un antiguo alumno, cuatro cursos más que yo, al que envié mi escrito por vía de correo electrónico porque no accede a nuestro blog, me contestó con una soflama política a favor de la presidenta, pero no aportó ni un solo argumento contra cada una de las tesis en las que yo expresaba mi parecer. Me hubiera encantado que lo hubiera hecho, pero no fue así. Me contestó con una sarta de palabras laudatorias para la presidenta electa y censuradoras con los partidos de la oposición. Fundamentó su discurso para mostrar su desacuerdo conmigo en torno a tres refranes o proverbios: «obras son amores y no buenas razones», «por sus frutos los conoceréis» y «primum vivere, deinde philosophare», a cada uno de los cuales le dediqué un amplio comentario en la respuesta que le mandé.
Sobre el último proverbio, le dije que en la peculiaridad del dominico está el «estudio» de la «Véritas». Nadie debería dudar de que la «vida intelectual» (así se titula un libro de Sertillanges, OP que nos obligaban a leer en Las Caldas) es tan «vida» como comer sardinillas, a pesar de que él parece desconocer esta precisión. Los poderosos de todo tipo se oponen con toda clase de armas a que haya personas que reflexionen y que sean críticas con su actuar.
Los dos primeros refranes hacen referencia a la «coherencia/incoherencia», y excuso decir que las buenas «obras» y los «frutos» jugosos eran privativos, según este antiguo y ya viejo alumno (78 años) de los partidos conservadores y ultraconservadores. Voy a extraer parte de lo que le dije, porque me parece que puede ser útil desentrañar y ahondar en el contenido del par «coherente» e «incoherente» para evitar que los diálogos entre nosotros se enmarañen por falta de precisión en el lenguaje.

BALDO dijo...

3. El refrán «obras son amores y no buenas razones» no señala nada más que la «coherencia» que debe existir entre la conducta y el pensamiento. ETA, por ejemplo, fue totalmente «coherente» matando sin piedad: su conducta concordaba a la perfección con su pensamiento. Hitler también fue perfectamente «coherente». Estos y otros sujetos similares nos obligan a no quedarnos y detenernos en la «coherencia/incoherencia», en la mera concordancia/discordancia entre conducta y pensamiento, porque inmediatamente entraríamos en un callejón lleno de contradicciones y de sin sentidos. Para evitar esto, voy a intentar llegar más al fondo utilizando el «deinde philosophare» de Eladio Chávarri para que, por lo menos los que leen nuestro blog, no vuelvan a utilizar sin discernimiento ninguno de los dos aforismos, refranes o proverbios. Empiezo. «Coherencia» e «incoherencia» son dos atributos que no se sustentan ni se completan en sí mismos, sino que siempre se aplican a modos de ser y de actuar relacionados con «valores» y con «contravalores». Si alguien encuentra un caso en el que esto no se cumple, me gustaría que me lo dijera. Pues bien, como son cuatro los elementos que componen estas «relaciones valorativas», obtendremos con ellos cuatro combinaciones posibles: «coherencia/valor», «coherencia–contravalor», «incoherencia–valor» e «incoherencia–contravalor». El primero y el último par perfeccionan al ser humano, mientras que las dos del medio lo deterioran o lo destruyen. Apliquemos esto en casos concretos.
El «Coletas», por ejemplo, fue «incoherente» al comprarse y vivir en una casa de cierto lujo, porque su actuar no era «coherente» con su decir público de equidad social («valor»). Los partidos de derecha se han cebado con esta «incoherencia», lo han convertido en chivo expiatorio y no han cejado en su persecución hasta verlo políticamente noqueado por algún tiempo. Pero, con mayor razón, deberían haber denunciado la «incoherencia» de las conductas y de las abundantes riquezas de muchos jerarcas de la iglesia española (Rouco en su palacio de lujo del centro de Madrid, por ejemplo, las posesiones e inmatriculaciones eclesiásticas de edificios y bienes). Tampoco han denunciado la «incoherencia» con los «valores del evangelio de Jesús» de muchos ricos que se dicen cristianos. A estos, los partidos de derechas no los tocan, a pesar de que su «incoherencia» es infinitamente más extensa y profunda que la de Pablo Iglesias. ¿Por qué será?

BALDO dijo...

4. Otro caso. Aznar es totalmente «coherente» con poseer varios habitáculos de lujo en lugares privilegiados y selectos de España, en andar metido en negocios de dudosa catadura, en tener un hijo que representa los intereses de un fondo buitre internacional que se hizo por cuatro perras con los pisos públicos que privatizó su esposa Botella. El eximio estadista del trío de las Azores, que vendió a sus amiguetes las mejores y más rentables empresas que tenía España (Campsa, Telefónica y otras muchas) es el máximo ejemplo de «coherencia». La presidenta de Madrid, cuya mentora es la marquesa Aguirre, con la se bregó políticamente haciendo de ventrílocua de su perro tuitero, es también un dechado de «coherencia» al destrozar por completo la sanidad, la enseñanza y otros muchos servicios públicos para demostrar después que estos servicios públicos no funcionaban y así entregárselos sin pudor a los fondos buitre privados. El PP es un ejemplo de «coherencia» a su ideología. El PSOE y UP son frecuentemente incoherentes con la suya. Los partidos de derecha tienen como ideología central e importante la organización «neoliberal» de la sociedad. Todo lo demás en ellos es totalmente accesorio y sirve de camuflaje para que no aparezca con nitidez este núcleo esencial. Pues bien, no ha existido en la historia de la humanidad un sistema más injusto en la «distribución de los bienes» que el neoliberalismo, porque estos son ahora infinitamente más cuantiosos que en el pasado y la influencia este sistema alcanza ya a todos los rincones del planeta. El «comercio justo» que practica el sistema neoliberal consiste en agrandar a pasos agigantados la brecha entre los que tienen y los que carecen de lo más mínimo para vivir. Esta constatación no es ninguna soflama adolescente, porque está a la vista de quien quiera mirar. La ideología de los partidos de derecha, por tanto, es totalmente coherente con los contravalores, y no con cualquier contravalor, sino con el neoliberalismo, que, en nuestro mundo, es el que es el que produce y sustenta a todos los demás. Si el PSOE o UP se corrompen, los conservadores y ultraconservadores censuran la «incoherencia» a su ideario. ¡Y hacen pero que muy bien! Pero, con la misma razón, no deben cerrar los ojos ni callar intencionadamente su «coherencia» a los «contravalores» del neoliberalismo. Por tanto –y esto es lo que la mayoría de la gente no tiene en cuenta o no le da ninguna importancia–, el robar a los más débiles, el ser corruptos con el dinero de todos los españoles es igual de grave, de deleznable y de punible en los que son «incoherentes al valor justicia» (partidos de izquierda) que en los que son «coherentes con el contravalor «neoliberalismo».
La coherencia/incoherencia es específica e insustituible en cada valor/contravalor, te tal manera que no puede ser sustituida la coherencia/incoherencia política, por la religiosa, por la estética, por la económica, por la del conocimiento, por la ética o por la lúdica. Eladio Chávarri tenía muy claro el respeto que había que tener por la diversidad valorativa. No tiene la misma entidad la «prudencia/imprudencia» que ha de tener un terrorista cuando coloca un artefacto explosivo que la que ejerce una madre en el cuidado de su familia.

BALDO dijo...

Y 5. Una cita para los que son cristianos. «Entonces, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos’.» (Mt 19, 23–24; Mc 10, 25; Lc 18, 24–25). Estas afirmaciones de Jesús no son alegorías, sino lenguaje directo y taxativo. Estoy convencido de que hay más valores evangélicos en los programas de los partidos de izquierda que en los programas de los partidos de derechas. He dicho valores «evangélicos», no «clericales», pues ambos son casi totalmente opuestos. Los partidos de derechas son muy clericales y el clericalismo es muy de derechas, porque sus respectivos objetivos e intereses son coincidentes, por no decir los mismos. El papa Francisco no es nada clerical, pero sí un ejemplo de discípulo de Jesús. Por eso no es santo de devoción de los de derechas.
Quiero hacer un último comentario sobre el rechazo a hablar del gobierno de la «polis» (política) en este blog. ¿Hay algo más importante para los que vivimos en ella? Otra cosa es el modo de cómo se dialoga, confronta o discute. Los políticos que tenemos son el peor ejemplo de cómo ha de ser. Los impulsos que salen de los higadillos, de las mollejas, de las criadillas y hasta del ano deber ser acrisolados en una mente que no se quede en la cáscara ni en el envoltorio ni en las apariencias de las cuestiones.

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