viernes, 22 de noviembre de 2024

MÁS MÚSICA (Por Pedro G. Trapiello)



Siempre se dijo que la música amansa a las fieras, pero a menudo logra justo lo contrario, las excita, las enerva... y enfurecen, algo que hoy se lleva mucho, sólo hay que asomarse a una disco con abuso de fogonazos, destellos y decibelios rompetímpanos. Son músicas trepidantes, hijas del mamporro y del ¡déjate aturdir!

« El más bello de los ruidos » (eso era la música para Napoleón) a veces no es bálsamo ni amansa. Oído al parche, escuchad algumos himnos o cualquier marcha militar, música guerrera que sólo busca acelerar el pulso cardiaco a fuerza de latidos de timbal ordenando marcar el paso y sacar de la boca voces como bayonetas. Por el contrario, siempre hubo (y los habrá) sonidos de templar el alma, dulcificarla, baladas que invocan ternura, aires de armonías geométricas o melodiosas escaleras de Bach para subir a las nubes donde angelotes avergonzados dejan de tocar su lira ensimismados con su «Jesu, bleibet meine freude» que sale de un órgano de catedral haciéndose caleidoscopio sus notas al traspasar vidrieras... y porque de serlo, Dios sólo sería música.


¿Y quién enseña a los hijos de este tiempo ruidoso esa música, ese templar, esa belleza?... ¿por qué no es obligatoria la música ya desde preescolar o tocar algún instrumento, aunque sólo sea la voz de cada cual para concordarla en dúos, ochotes o coros?... ¿quién les educa la oreja a estos chavales?, ¿quizá el mismo que les educa la boca enseñándoles a comer mierda y procesados?... Y sin embargo, siempre habrá una música para cada emoción o momento, una música como el lenguaje universal que es, el único que se debe hablar al acabarse las palabras con las que bordamos la ira o el desacuerdo. ¿Qué pasaría si al fin de cada sesión parlamentaria se obligara a los diputados a guardar tres minutos de pensar escuchando a Haendel, Ravi Shankar, Chopin o Brassens?... callados, sin risitas ni murmullos, ¡orden en la cámara!, mirándose adentro (del otro)... o preguntándose cual sería mejor regalo para un ahijado o una sobrina, ¿una armónica o un patinete, un piano digital o un videojuego?...


PEDRO TRAPIELLO Diario de León 7-10-2024

6 comentarios:

Ramón Hernández dijo...

Gracias, PGT, por los poderosos sutiles acordes que hoy nos regala tu coloriodo abordaje a la música. Quienes nos empeñamos en bucear en las profundidades del inmenso océano del pensamiento del dominico Eladio Chávarri podríamos concluir que nos has dibujado una hermosa estampa describiendo valores y contravalores. ¡Ah, la música, el lenguaje más universal que conocemos junto con la mímica y las caricias de las manos! Todo lenguaje nos elonga y ensancha, nos regala estatura y consistencia. La música lo mismo te arrastra a los muchos infiernos (contravalores) que jalonan nuestro fugaz tránsito por el tiempo que te remonta a los cielos, tan preñados de esperanza y dulzura (valores). Aplaudo tu sugerencia sobre la conveniencia de que nuestros diputados y demás políticos oigan, en "silencio profundo", un poco de música. Si ello no fuera suficiente para amansar su nauseabundo alboroto, añado que les vendría muy bien unos "ejercicios espirituales" en la Virgen del Camino, bendito lugar en el que en estos dos últimos días han emprendido el "vuelo" nada menos que tres dominicos, según acaba de comunicarnos a los cursarios nuestro compañero fray Gaspar Ortega. Que hoy suene para ellos el poderoso aleluya de Haendel y que nuestros corazones acompasen su ritmo.

Anónimo dijo...

¿Quiénes son los tres Dominicos que nos dejaron, Ramón?
Creo que casi todos los que por aquí pululamos estamos de acuerdo en que la música debería ser obligatoria en las escuelas y colegios. No me refiero a tener por obligación que estudiar solfeo sino simplemente organizar audiciones, miniconciertos en los centros a los que sí debería ser obligatoria la asistencia. Otro recurso: durante el período de comedor, escuchar música clásica básica.

Luis Heredia dijo...

El de antes era yo, Luis Heredia

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS dijo...

Y el de ahora soy yo y mis circunstancias. Este blog cada vez está más esmirriao, ya nadie cuenta historias de antaño, ya ni se casa ni se muere casi nadie para dar pie a entradas. Luisín dice que el de antes es él, quién o cómo sabemos que dice la verdad como Aldama, necesitamos pruebas. Además, sabes, si fueres tú, que a cada instante que pasa uno ya no es uno sino otro distinto, mudamos.
Respecto de la música, ¿Quien decide qué es y cuál eres la buena música, Yo escuché música culta durante muchas horas y sigo igual que el primer día.
Por cierto, escribir ahora en este blog es un sin vivir. Que alguien le ponga remedio.
Sí, soy yo, no él.
Abrazos.

Ranmón Hernández dijo...

Sí, sí, queridos LH y JM, ya sabemos que sois vosotros, pues, afortunadamente, se os ve venir de lejos y hasta se os palpa de cerca, con cariños, claro está, no con otras intenciones, de las que para mayor inri habría que dar cuenta al confesor, ¿recordáis? Para no estar sometido al estrés máximo de JM, que deja de ser él mismo para ser otro al instante de haber sido él mismo, a fin de no cambiar ni una coma en lo que me JH me pregunta sobre los tres domincios fallecidos en la Virgen del Camino en dos días, copiaré la noticia tal como me llegó: "Daniel López, misionero en el Perú durante casi toda su vida, aunque los últimos años los pasó aquí en la enfermería. Hipólito Vicente, de dos cursos inferior a nosotros, que pasó su vida como capellán de las monjas de clausura en Quejana (Alava) y Jesús Azagra, que siempre estuvo en el colegio de Zaragoza". Creo que no los he conocido y, por tanto, tenido contacto personal alguno con ellos, pero ayer, al recibir la noticia, noticiada con una impresión de hecatombe como de genocidio o de extinción de especie, elevé jubiloso mi mirada al cielo para dar tres veces gracias por otras tantas vidas luminosas para tantos. En fin, visto lo visto, confiemos, por lo demás, que la música venga a llenar los vacíos que en este blog chirrían.

federico esteban monasterio dijo...

Me figuro como estarían los adultos de las generaciones de los años 20 criticando sobre
el ritmo alocado de aspavientos y descoyuntamiento corporal del charlestón , aunque para la juventud de la época, era una celebración de alegría y de libertad de expresión. Y cuando esos jóvenes se convirtieron en adultos, criticaban el sonido que evocaba el rock y el punk de los 60 y70, llenando con una frescura vibrante a la escena musical a través, entre otros muchos, por los famosos Beatles y Rolling Stones; y ahora nosotros criticamos las músicas " trepidantes, hijas del mamporro y del ¡déjate aturdir! (textual).
Queramos o no, la música de ahora es un reflejo vibrante de la diversidad y la innovación que caracteriza a esta, nuestra época, siendo un mundo donde las fronteras culturales se desdibujan gracias a la tecnología y los géneros musicales que se entrelazan y fusionan de manera sorprendente.
La música, como siempre, no solo se escucha, se siente, se comparte y se vive en comunidad
sin olvidarnos que ahora se abordan temas relevantes, desde la lucha por la igualdad y la justicia social hasta la exploración de la identidad y la salud mental.
En resumen, la música actual tiene sus pros y sus contras. La clave está en explorar y encontrar aquellos géneros y artistas que resuenen con uno, aunque también es verdad, que la producción digital ha hecho que la música suene menos auténtica de como estamos educados.
La música siempre tiene algo nuevo que ofrecer. No olvidemos que es el arte más puro, pues entra por los oídos llegando al corazón.
Saludos en clave de do.

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