martes, 1 de junio de 2021

MAQUETA DEL VIEJO SANTUARIO

 Maqueta del viejo Santuario de la Virgen del Camino. Se encuentra expuesta en el museo del LEÓN ROMANO, en la plaza de Puerta Castillo, junto al arco de la Cárcel.



21 comentarios:

Ramón Hernández Martín dijo...

1. Con el trasfondo del sosiego y la armonía que transmite la foto de esta entrada, rescato por cercanía el vendaval de Baldo, intentado sacudirme de encima la pesada sensación de agobio interpelante que me deja, pero no su genial explicación sino sus sesgadas conclusiones. Sé que contravengo no solo el deseo de LALO de mantener este blog al margen de la política, sino también el mío propio, que va en esa misma dirección. Pido disculpas por ello, pero algo he de decir cuando tengo la impresión de que, tras lo escrito por Baldo, me parece que todos los valores están en la mochila de la izquierda y todos los contravalores en la bolsa marsupial de la derecha.

Ramón Hernández Martín dijo...

2. Ayer mismo, respondiendo a lo expresado en sus últimos comentarios antes de que lo publicara en este blog, le envié a Baldo el siguiente correo, escrito a vuelapluma: “Gracias, querido hermano Baldo, por esta reflexión, tan incisiva, abierta y valiente, cuyo contenido esencial, como bien sabes, yo suscribo al 100%, ni un ápice menos. Es más, leerla no solo me conmueve, sino también estremece, porque, al hacerlo, uno no puede menos de dejar de palpar sus propios egoísmos y verse con el culo al aire. A la espera de que podamos darle sosegadas vueltas a estos temas en comidas-tertulia, en las que priman o deben primar los contenidos reflexivos sobre los gastronómicos, te confieso que hace ya algunos años, unos pocos por lo menos, de mi horizonte vital han desaparecido los "frentes" (de ahí que tú mismo me consideres un "blando"), actitud que sin embargo me libra de muchos berrinches y disgustos, y también te diré que, seguramente desde que me vi forzado a dejar atrás la etapa dominicana, los "intereses partidistas" dejaron de figurar entre mis preocupaciones. A pesar de estar al 100% de acuerdo con tu reflexión, sí que me gustaría comentar contigo ambos temas, el de los frentes y el de los partidos, pues me parece que hay actitudes y contenidos que, sin minuendo de la tesis y del enfoque general, bien podrían aportar matices enriquecedores a la cuestión, pues estimo que en este batiburrillo pictórico hay más colores que el blanco y el negro. Disculpa, amigo, que no disponga de tiempo para aporrear el teclado y plasmar, en abigarradas páginas, reflexiones tan densas y bien razonadas como las tuyas, a la hora de aflorar todo un arcoíris de consideraciones”.

Ramón Hernández Martín dijo...

3. Hablando de valores y contravalores referidos al tema presente, tengo la impresión de que tanto las derechas como las izquierdas se atiborran de contravalores y viven largos períodos de ayuno de valores. La cosa es tan obvia que ellas mismas, la izquierda y la derecha, tienen sobrados motivos para, al hablar de las porquerías (contravalores) de sus oponentes, cantarse mutuamente la cansina palinodia del “y tú, más”. Dios nos libre de recitar el rosario de improperios y desatinos que cada una de ellas ha confeccionado para demostrar que la oposición, sea cual sea a la que le toque tan difícil papel, no tiene capacidad para gobernar ni merece que los ciudadanos la voten.
4. Como prueba de que mi muy querido amigo y hermano Baldo se mueve entre “frentes” y es proclive a “partidismos”, básteme mencionar la benevolencia con que trata en su escrito al Iglesias y la inquina con que se refiere al Aznar, siendo ambos acreedores, en mi humilde opinión, a descalificaciones gruesas, aunque por motivos muy diferentes.
5. Tras todo lo dicho, no veo razón para cambiar mi criterio sobre que, de haber tenido que votar en Madrid, lo habría hecho por el “contravalor” menos denso y más soportable, cosa que seguramente no habría ocurrido de tener que votar en mi pueblo, donde habría tenido la fortuna de poder votar por el valor más fino y aquilatado.

Lalo dijo...

Compañero Ramón, mi deseo de mantener el blog alejado de la política no es sino eso, un deseo. Y no por gusto, que a mí me gusta más una buena discusión dialéctica que un plato de percebes, y debes saber que para mí esta comparación está en lo más alto de mi escala de valores. Sería más justo desear que el blog debe estar alejado, no de la política, pero sí de los partidos, lo que no es lo mismo. Pero las discusiones políticas han venido degenerando en los últimos tiempos en imposiciones políticas: yo no acepto nada de lo que tú me dices y te exijo que firmes todo lo que yo te digo. Y así no hay quien discuta; así la discusión dialéctica pierde su calificativo y se queda solo en discusión, por lo que es fácil que se le arrimen calificativos más primarios y se termine la discusión a tortas o, en el mejor de los casos, en el alejamiento de quienes durante decenios estuvieran amistosamente juntos. Casos estoy viendo y no están en lejanas montañas.
Los políticos viven de la política y esta que hacen ahora es la que les gusta a estos que están ahora. Y han conseguido que también le guste a una caterva de incondicionales que, o conmigo, o contra mí. La política era el arte de lo posible. Ahora no. Ahora solo es un medio de vida para analfabetos culturales que no han tenido tiempo de prepararse para la vida porque empezaron a pegar carteles y a lamer culos nada más terminado el bachillerato. Y claro, si los apartan de las listas o les quitan sus subsecretarías y chiringuitos, se quedan a la luna de Valencia, con una mano delante y otra detrás porque no saben hacer otra cosa y los culos a lamer son los que son y están muy ocupados. Eso es lo que tenemos y para qué dar ejemplos. (Ojo, que si hay que darlos, los doy).
Yo no sé mucho de la teoría de valores y contravalores, aunque gracias a los desvelos de Baldo algo voy pillando.
Aunque sea el mejor sistema que tenemos (no para algunos de los que hablo ahí arriba), la democracia es un sistema perverso. Los ciudadanos votamos, elegimos una opción política por mayoría y desde el mismo instante de la toma de posesión, los perdedores se empeñan en echar a los ganadores por cualquier medio. ¡Coño!, si un partido ha ganado gracias a un programa que ha convencido a la mayoría de los votantes, hasta la mismísima oposición deberían estar obligados, en virtud de la democrática, a exigirle al Gobierno el cumplimiento de ese programa, porque lo contrario sería un fraude. Si tu ganas las elecciones ofreciendo impuestos bajos, dentista gratis y vacaciones pagadas, te tendrían que echar si no regalas impuestos, dentistas y vacaciones.
Pero no. En cuanto el Gobierno (los que sean) juran el cargo, la Oposición (los que sean) se dedica a impedir que se lleve a cabo el programa más votado por los ciudadanos. Y esto me lleva a pensar, con harto dolor de mi corazón, que cuanto mejor nos vaya a los ciudadanos, peor le va a la oposición y mejor al gobierno. Así que la oposición, todas las oposiciones, tienen que emplearse a fondo para evitar que a los ciudadanos nos vaya bien con las medidas adoptaadas por el gobierno de turno.
Y no sé si queda claro esta disquisición, porque a esta profundidad de la caja de texto sobre la que escribo, en esta hora de la siesta y a la sombra de este sol del sur que acaricia jubilaciones, me da la sensación de que me pierdo.
Así que ya ves, compañero Ramón, que para desear que la política quede alejada de este blog por aquello de un "vamos a llevarnos bien mientras podamos", esta tarde he roto considerablemente mi programa electoral. Espero que no me lo tengáis en cuenta y os creais que estoy hablando de política pero no de partidos.
Y no voy a releer lo escrito porque a lo peor me arrepiento de alguna frase y no me voy a quedar contento. Disculpar las incorrecciones si las hay, que las habrá, y quedad en la paz del Señor.
Salud
Lalo

Ramón Hernández Martín dijo...

Claro como el agua clara, "compañero Lalo". Gracias por desahogarte con tanto tino y mesura. Naturalmente, no es lo mismo la política, esa importante (como todas las demás) dimensión vital humana que tiene por misión el buen gobierno, tan proclive al cultivo de valores, que el cambalache que suelen montar los políticos, saturado por lo general de contravalores. Parece que en ese terreno a los españoles nos toca, lamentablemente, la travesía de años de vacas flacas. ¡Ojalá que pasen pronto! Si, como leía todavía ayer, en un mililitro de agua hay media docena de millones de virus, ¿qué podemos esperar del pozo negro en que los políticos parecen empeñarse en sepultar nuestras vidas? ¡Que abunde la paz del Señor que nos deseas!

Federico Esteban Monasterio dijo...

Estimado Baldo y Ramón:
Una vez leído ambos comentario, llego a la conclusión
de que parecéis a dos calvos pegándose por un peine.
Saludos.

Ramón Hernández Martín dijo...

¡Jajajá! Claro que peor sería, "compañero Federico", que te pareciéramos charlatanes vociferando en plaza pública para vender bagatelas o simplemente humo a precio de oro. Siendo el parecer una cosa tan personal, bien estaría que describieras generosamente la calvicie que te parece que mi querido amigo Baldo y yo padecemos y sus causas, y, sobre todo, que dijeras si el peine por el que dices que nos peleamos tiene alguna calidad y si merece la pena hacerlo, aunque solo sea para utilizarlo como mera decoración. Pero, al tratarse de un dicho popular que desmonta de un plumazo un tinglado construido sobre la nada, me gustaría saber si opinas que la política es tal y si la genialidad de Eladio es pura ensoñación nuestra. En atención a la liturgia del próximo domingo, hoy ando dándole vueltas al "pecado original" (repara en la que se ha armado con él y el peso que ha descargado también sobre nuestras espaldas) para terminar afirmando que la teoría de los valores de nuestro maestro da mucha mejor cuenta de la condición humana que la narración que Moisés hace en el Génesis de la aparición y de la razón del mal en el mundo. No temas, amigo, pues, mientras las neuronas respondan, seguiré peinando mi calvicie, aunque te aseguro que tengo una cabeza bien poblada, pura envidia de canosos y calvos.

BALDO dijo...

«CONFIESO QUE HAY UN SOLO BAUTISMO PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS».
(Credo de la misa católica)

Si no entiendo mal, la teología del bautismo que hay detrás de esta afirmación es que la función principal (y hasta exclusiva) de este sacramento es el perdón del «pecado original». Se ve que en este credo de la misa no se ha dado ni un solo paso en el dogma «creado» por Agustín de Hipona, a pesar de lo controvertido que resulta hoy. El contenido de la fe, como sucede con todo lo humano, es necesariamente histórico, por lo que no le es posible aferrarse a un apoyo dogmático inamovible que impida su evolución. Agustín tenía que justificar la «universalidad» de la acción redentora de Jesús, y para ello no se le ocurrió nada mejor que culpar «universalmente» a los seres humanos: todos recibíamos el «pecado heredado» porque se nos transmitía irremediablemente por vía genética. Si se ponen en cuestión la naturaleza o la universalidad de la inculpación del género humano, la venida de un redentor dejaría, para Agustín, de ser algo necesario.
El hecho del sufrimiento de personas «inocentes» a lo largo de la historia ha hecho que se desacrediten esta y otras parecidas maniobras apologéticas y la doctrina cristológica tradicional de la redención. Además, la explicación de las ciencias actuales de la naturaleza sobre el más que probable origen poligénico de los seres humanos deja fuera de lugar la teoría de Agustín de Hipona. Es un sinsentido seguir pensando que hubo un «estado original de santidad» al que siguió el «estado caído» que se transmite desde los «primeros padres» a sus «descendientes» «por propagación genética». En la praxis eclesial del bautismo temprano de los niños late la creencia de que existe un pecado originario «pasivo» (peccatum originale originatum), que fue provocado por el «pecado activo» de Adán (peccatum originale originans). Así lo formula el Sínodo de Cartago (año 418 EC): «algo que (los niños) traen de un pecado original de Adán (ex Adam trahere originalis peccati) y que se expía por el lavatorio de la regeneración» (DH 223).
Con la doctrina de Agustín de Hipona se despertó al mismo tiempo el fantasma de las penas del limbo para los niños «inocentes» que no habían sido bautizados, lo que reforzó la urgencia de que estos fueran tempranamente bautizados, incluso «por cualquier hombre o mujer que tuviera uso de razón», para que no murieran «moros».
Muy recientemente, la iglesia católica ha cambiado radicalmente el significado milenario que ha tenido el bautismo y ha enterrado por completo la teología de Agustín de Hipona (354-430), que centraba la naturaleza y la función de este sacramento en la limpieza del pecado original.

Ramón Hernández Martín dijo...

Una vez más, gracias, amigo Baldo, por tu solidez y claridad al referirte a un tema tan delicado y complicado por su condición de "dogma". Al apuntar al pecado original, como no podré dedicarle más que un corto párrafo en el post del domingo en el blog, no me propongo profundizar tanto. Me quedaré en el Génesis dejando constancia de que el sistema de Eladio es mucho más atinado y clarificador para explicar por qué hay tanta "maldad" en el mundo. Desde luego, lo de "original" es una auténtica aberración jurídica, pues ningún hijo debe pagar en ninguna circunstancia por los delitos de sus padres. Y lo de "pecado" como "ofensa a Dios" no lo es menos, pues ni siquiera hay en nosotros capacidad para hacerlo por desconocimiento de causa. ¿Cabe en cabeza humana que alguien rechace el "supremo" bien? Para hacerlo habría que pensar en un bien, desde luego solo aparente, que fuera superior a ese, lo que es imposible. En fin, lo que me parece muy claro es que el mal no proviene de "ángeles caídos", de "demonios rebelados", de "serpientes tentadoras" y de supuestos "primeros padres adanes", sino de conductas o acciones equivocadas en pos de "contravalores" que, en determinas circunstancias, se muestran más atractivos que los valores correspondientes. Si el valor es riqueza y vida, y el contravalor, pobreza y muerte, el inmenso mal que padecemos, han padecido nuestros antepasados y padecerán nuestros descendientes, proviene de los contravalores que perseguimos. Todo lo demás, referente a apestosos diablos, a primeros padres tontos, a serpientes rastreras, a paraísos encantados y a infiernos incandescentes no son más que penosas ilustraciones de un pavoroso cuento infantil.

BALDO dijo...

Lalo, amigo: ya hace tiempo que tenía ganas de decirte cuatro cosas. La primera, principal e importante es que acabo de terminar un libro sobre la Última Cena, pero lo he enmaquetado con el Word utilizando tipo de letra Sabón, tamaño de 11,5p. e interlineado de 14,5p. Como tú eres un genio de esas artes y tendré que editar el libro por mi cuenta, porque las conclusiones a las que llego escandalizarían hasta al propio Lutero, ¿me echarías una mano con Adobe InDesign? Si el contenido es una continua herejía, por lo menos que el embalaje sea una obra de arte. No quisiera tener que llegar a colgarlo en forma de tesis en las puertas del Santuario de la Virgen del Camino. Pero, si no tengo otro remedio, lo haré. Me ayudarán el iconoclasta Pitu y Luisín Carrizo, que me aconsejó muy sabiamente que la Cena había que reposarla antes de darle el nihil obstat definitivo.

La segunda cosa, de mucho menor importancia que la anterior, tiene que ver con tus reservas a que en nuestro blog aparezcan cuestiones de política. Pues te digo que con ello suprimes de un plumazo una de las dimensiones vitales constitutivas de la persona: la sociopolítica (en terminología de Eladio). Y, por la misma razón, habría que eliminar de este blog las alusiones a la República de Platón, a los ocho libros de Aristóteles sobre la organización de la “polis”, a los discursos del senador republicano Cicerón, a las utopías renacentistas, a los filósofos ilustrados británicos y, posteriormente, a los ilustrados franceses y, en realidad, a todos los filósofos. No hay ninguna experiencia humana, sea del tipo de que sea, que no se realice en comunidades específicas. Aristóteles, queriendo destacar este constitutivo de la persona, definió al ser humano como “animal político”. Ciertamente, Aristóteles es muy reductor en esta definición, porque la vida humana es también, y con igual derecho, biopsíquica, económica, cognitiva, estética, ética, lúdica y religiosa.

La tercera cosa está relacionada con tus reservas ante el conflicto, pues temes que pueda llegar a romper la amistad de todos nosotros. Pues bien, la “tranquillitas ordinis”, que es la definición de paz que hizo Agustín de Hipona, no tiene en cuenta que el ser del hombre está a medio hacer y que por eso no puede reposar como si fuera un mar en calma, sino que está en continua tensión, porque desea liberarse de los contravalores y alcanzar valores en plenitud. Toda la envergadura vital humana sufre tensión porque -al modo de cómo entienden los físicos la tensión- es estrujada, dilatada deformada, estirada, torsionada, atraída, repelida o dividida en dos por las fuerzas que hay en su ser. La primera y gran tensión -origen y síntesis de todas las demás- se produce entre el valor y el contravalor. Esta se concreta en todas las clases de valores y contravalores, entre las vitalidades de cada individuo, en las relaciones de la persona con los demás seres humanos y con los seres de la naturaleza y del cosmos.

La cuarta y última se refiere a cómo abordar cualquier tema. Yo lo hago desde la filosofía y, otras veces, desde la teología, no desde otros de saberes, que respeto y para los cuales no me siento preparado. La discusión filosófica no es una reunión de “cuñaos”, ni un programa televisivo de guirigay, sino que tiene sus procedimientos para moverse por el logos filosófico. Por ejemplo, Ramón se saltó la “lógica” (proceder del logos, de la razón) filosófica al atribuirme algo que no se me pasa ni por la imaginación: que los partidos de derechas solo tienen contravalores y los de izquierdas, solo valores. Es una conclusión ilógica de mi discurso.

No te olvides, querido Lalo, de la primera cosa que llevaba tiempo queriendo decírtela.

Ramón Hernández Martín dijo...

Plato fuerte para Federico este último comentario de Baldo, ¡jajajá!, en el que demuestra claramente lo "calvo" que está, tanto que las ideas han ocupado hasta el espacio natural del pelo, desde su raíz hasta los aceites cosméticos. Querido Baldo: solo dos cosas o cositas.1ª) Sabes que me he pasado todo mayo esperando tu "Última Cena", como agua propia del mes, pero ya cabalgamos junio y ahora parece que todavía toca seguir esperando. Conste que me vale tal como la tienes, pues a mí lo que me interesa son las "herejías", no el "embalaje". 2ª) No rebobinaré para matizar dichos, pero, si de verdad he dicho que tú piensas que los valores son propiedad inmobiliaria de las izquierdas y que los contravalores son la ruina de las derechas, retiro lo dicho. El matiz que quiero introducir en todo ello es que solo hablaba de que, leyendo tus conclusiones, no tus razonamientos, uno (yo) tenía la impresión de... Será quizá por el énfasis que pones en tu oratoria panegírica de la izquierda y por las catilinarias que lanzas contra la derecha. Sabes muy bien que a mí me incomoda sobremanera sentirme miembro de un "cuerpo manco".

Lalo dijo...

Baldo, no sé si recuerdas que los comentarios sobre política, en la versión menos filosófica que esta palabra puede tener, motivó varios abandonos del blog a perpetuidad.
Y más recientemente, los grupos de wasap entre allegados han estado tan revueltos que han provocado enemistades cordiales (o no tanto) entre compañeros de largos años. Yo estoy convencido de que si no hubiéramos acordado, tácitamente, dejar de lado esto del petardeo político estilo guirigay, este blog no habría superado ni la mitad de los años que ahora suma.
En cuanto a la segunda y tercera cosa que me dices veo que te pierde tu posición científica sobre el tema que nos ocupa. Creo que el concepto de «discusión filosófica» actual no está marcada por valores y contravalores, o por teorías de santos varones. Ya dije ahí arriba que no había llegado a Las Caldas, así que mis conceptos sobre teoría filosófica se quedaron en lo poco que entendí de las clases sobre «alienación» que impartía mi profesor de Filosofía de Preu (un marxista según se decía «sotto voce») en el instituto de Palencia.
Mi preparación académica supeerior se basó en los cuatro elementos imprescindibles para establecer la comunicación entre humos: emisor-mensaje-código-receptor. Si falta alguno de ellos, no hay comunicación. Comunicación válida, quiero decir.
Si no hay emisor, nadie tiene nada que decir.
Si no hay mensaje, nada hay que decir.
Si no hay código, nadie entenderá el mensaje que lance el emisor.
Si no hay receptor, a nadie llegará el mensaje.
Esto a grandes rasgos, porque las teorías de McLuhan, de Dovifat, de Saussure y toda aquella gente se me quedaron en la Facultad de Ciencias de la Informacion y no pude preocuparme más por ellas porque una de mis obligaciones diarias era cerrar el periódico a una hora suficiente para que estuviera en el kiosco cuando los obreros de Citroën entraran a trabajar en Vigo, ya ves tú la tontería.
Bueno, pues creo que ahora todos aquellos teóricos (incluido Agustín de Hipona) tendrían que revisar sus tesis si quisieran asistir a los coloquios televisivos. De los cuatro elementos siempre falta alguno y, en ocasiones, diría que hasta faltan todos.
Por último en esta cuestión, no soy yo quién suprimo «de un plumazo una de las dimensiones vitales constitutivas de la persona: la sociopolítica (en terminología de Eladio)». Padres de la patria tenemos que ya la han suprimido por nosotros.

Y en cuanto a la primera cosa que me querías decir, Baldo, debes saber que me pongo gustoso a tu disposición para vestir lo mejor que pueda aquello que tengas a bien envíarme.

Y también te pido disculpas (a ti y a la audiencia) por no hacer un dicurso más elaborado (y probablemente más coherente), pero a esta misma hora está saliendo humo del plato puesto sobre la mesa y también, lo que es más peligroso, de la cabeza de mi santa, según puedo colegir por el tono que me llega de sus llamadas.

Salud

Lalo dijo...

Baldo, estoy aquí: lalofmayo@gmail.com

Lalo dijo...

Lo de "la comunicación entre humos" leélo mejor como "la comunicación entre humanos".
¿Lo ves?, ahí el código es incomprensible, por lo que el receptor no captará fielmente el mensaje y el emisor se quedará con un palmo de narices.
Salud

BALDO dijo...

Creo, querido Lalo, que en el esquema de la comunicación habría que incluir también el canal. Muchas personas utilizan el canal para hacer "ruido", con el fin de que el receptor no reciba el mensaje en su autenticidad. Un ruido muy frecuente es el que denomina Eladio Chávarri el "cebo valorativo". Se propone primero un valor muy atractivo y, después, se asocia con él el producto que realmente es lo que te quieren vender. Todos los anuncios de televisión siguen este proceder. Pero no solo los medios de comunicación, sino también los políticos, los predicadores religiosos y otros muchos comunicadores utilizan el ruido del "cebo valorativo" para que nadie se fije en lo que en realidad quieren transmitir, o callar.

Gracias, Lalo, por mandarme tu correo. Un abrazo

Lalo dijo...

El esquema de la comunicación vale para todo tipo de comunicación; naturalmente, para la de los medios con su audiencia, pero también para que el señor Jose le pida a Antonio, el camarero, una copa de orujo.
Debo entender, por lo que te leo, que ese "cebo valorativo" del que hablas es el que introduce el señor José, que en realidad quiere insultar al camarero porque cree que tiene un lío con su señora (la de don José), cuando le dice:
—Antonio, gilipollas, dame un orujo.

A don José no le apetece el orujo, pero sabe que pedírselo así al camarero es la mejor manera de llamarle gilipollas impunemente.

Pero ya me dirás si te he entendido bien.
Salud

Ramón Hernández Martín dijo...

La sabiduría popular resume muy bien lo último de Eladio-Baldo con lo de "dar gato por liebre" y, en otro orden de cosas, lo que a ese mismo propósito decían por esta tierra en tiempos de la "fame": "comen fabes y eructan pollo", que hoy habría que intercambiar porque "les fabes" están por la nubes y el pollo es recurso fácil para quitar hambres. Gracias, Lalo, una vez más, por la sabiduría que transmites tanto sobre la política como sobre la comunicación. Sobre esta última, todo se reduce, me parece, a tener algo que decir y decirlo correctamente, sabiendo que el receptor, de recibir, tiene sus entendederas y tergiversará muchas veces lo dicho. Sobre la primera, la política, un "mea culpa" sentido y con serio propósito de enmienda si con mis comentarios he contribuido de alguna manera a enmerdar este hermoso blog, pues nada hay que me repugne más que el "politiqueo" y cualquier otra frontera que separe a un ser humano de otro. Os aseguro que a mis amigos nunca les preguntaré si son de izquierdas o de derechas, si creen en Dios o no, si adoran a Alá o siguen al pie de la letra los inhumanos mandatos de Yahvé. De hecho, sin ser uno de ellos, he rezado con los judíos en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén y con los musulmanes en mezquitas de Amán. Hoy, en esta España nuestra, fuente de tantos quebraderos de cabeza, camino a gusto con todo el que se sacrifica por el pueblo y se devana los sesos para hacer algo por él y le doy la espalda, aunque solamente en lo que a política se refiere, a todo el que habla del pueblo o se acerca a él para explotarlo. Enemistarse por política es, creo, perder por completo el norte. Disculpad este impertinente desahogo, pero que me ha parecido necesario hacer aquí no solo para esclarecer mis comentarios (los de ahora y los de tiempo atrás), sino también para poner a buen recaudo la "humanidad" de este estimulante blog fraternal.

A propósito de la comunicación, en algún lugar he visto la siguiente lista de precios:

- "¡Un café!": 3 euros
- "Por favor, un café": 2 euros
- "Buenos días, por favor, un café": 1 euro

En cierta ocasión, un inspector de Hacienda me dijo que la víscera que más duele a los hombres es la cartera.

BALDO dijo...

Querido Lalo: en “Perfiles de nueva humanidad”, Eladio habla del imperio del fraude. Como “contravalor” que es, el fraude está tan extendido como su correspondiente valor, la “verdad”. Esta significa presencia del ser (un médico que no ha cursado la carrera no es un verdadero médico), de desvelamiento del ser (una aspirina no es un remedio verdadero para curar hoy el cáncer), de autenticidad del ser. El fraude, por consiguiente, representa el “no ser”, el “ocultamiento del ser que debía estar desvelado” y la “apariencia de lo que no es”. Todas esas tres acepciones de verdad se aplican a la salud, al vigor, a la vida, a los alimentos, a la ciencia, al amor, a la virtud, al culto y a la amistad. En ocasiones, el contravalor es un medio más adecuado que el valor para conocer a este. Por eso recurrimos a la falacia, al engaño, a la mentira y al timo para percibir qué es la verdad.

Pues bien, una de las múltiples modalidades de fraude es la estafa valorativa. Dice Eladio: “La treta es relativamente sencilla. Se llama la atención sobre valores importantes y atractivos, que funcionan a modo de cebo, para conseguir otros que no aparecen explícitos. El viejo, inteligente y perspicaz engaño diabólico. Se ha hecho mucho hincapié al respecto en el denominado uso ideológico de valores. El HPC es maestro consumado de este manejo. Ahí están esos inocentes anuncios de los medios. ¿Quieres conquistar de un golpe el inestimable valor de la belleza y ser verdaderamente guapa y atractiva? Pues te basta con utilizar la crema x o la depiladora y. ¿Deseas triunfar en la vida, sentirte pleno y feliz? La solución está ahí, a tu alcance, pues es suficiente llevar con fluidez y soltura el traje z. ¿Hay problemas en tu casa y has perdido la paz, el valor de los valores? Todo lo soluciona Míster Proper. Si los universitarios quieren un día de fiesta, son capaces de demostrar devociones intensas a S. Nicolás, a S. Alberto Magno y aun a la mismísima santa María Goretti. Si los políticos ven difícil el acceso a prebendas, a privilegios, a negocios, a influencias o a prestigios, a ganar unas elecciones despiertan y blanden astutamente los valores democráticos que dormitan en la Constitución. Si las multinacionales descubren la ocasión propicia para acaparar pingües beneficios, promueven la fabricación de armas y las guerras, pero lo que manifiestan públicamente es el “cebo valorativo” de que buscan la seguridad, la defensa y la paz”. Los poderosos ponen en el anzuelo valores estéticos, del conocimiento, éticos, religiosos, sociopolíticos, biopsíquicos y económicos pero siempre ocultando que lo que realmente persiguen es engordar el valor del lucro”.

Lalo dijo...

Lo voy pillando, lo voy pillando...

BALDO dijo...

ASÍ PLASMÉ ESTE TEXTO DE ELADIO EN LOS APUNTES DE CLASE DE FILOSOFÍA:

Entendemos por “cebo valorativo” el siguiente mecanismo: se presentan en primer lugar, para atraer nuestra atención, valores que nos atraen fuertemente, como la democracia, la justicia, la libertad, la salud, la atención en la vejez, el dinero para asegurarnos un porvenir, los placeres de los sentidos, la solidaridad, la higiene, la belleza, la pureza del aire que respiramos o la salvación después de la muerte. A continuación, se nos muestran las instituciones, los grupos, las personas o los productos que son los adecuados para proporcionarnos esos valores. El cebo ya está echado y somos muchos los que picamos el anzuelo sin discernir que la unión de esos valores y los “conseguidores” que nos los proponen es un imposible. Esto es un fraude, un engaño.

Ahí están, por ejemplo, esos "inocentes" anuncios de los medios de comunicación de masas. ¿Quieres conquistar de un golpe el inestimable valor de la belleza, ser verdaderamente guapa y atractiva? Pues te basta con utilizar la crema x. ¿Deseas triunfar en la vida, sentirte pleno y feliz? La solución está ahí: cómprate tal marca de coche. ¿Hay problemas en tu casa y habéis perdido el maravilloso valor de la paz? Todo lo soluciona Don Limpio. ¿Buscas una vivienda amplia y confortable, en un lugar paradisíaco? Te lo financia el banco para que lo devuelvas en muy cómodos plazos y adaptados a tus ingresos.

A veces algunos políticos apelan astutamente en sus mítines a la defensa de los valores democráticos que hay en la Constitución, cuando en realidad lo que están defendiendo son sus intereses partidistas, sus prebendas, privilegios, negocios, influencias o prestigios individuales y, sobre todo, a las grandes entidades que los financian. (“Para que Asturias siga siendo democrática y no pierda la libertad, el progreso y la dignidad, vota a Mengano”).

No digamos nada de la conducta de las multinacionales del armamento: pregonan por todas partes que, si promueven la guerra, es porque buscan la paz. Todos somos conscientes del uso del cebo valorativo, pues el verdadero motivo no es otro que el de dar salida a sus arsenales de armamento.

Por tanto, los valores son muy útiles para meterte gato por liebre y que, además, alabemos la generosidad y la solidaridad de los embaucadores

Roberto Tuñon Encinas dijo...

con mucha melancolia veo la maqueta del antiguo Santuario donde fui afortunado de cantar antes de su derribo.
Me pica la curiosidad de saber cuantos quedan de aquellos afortunados que tuvimos tal privilegio.
Veo muy pocos de la quinta del 57 cuando estrenamos el colegio sin acabar por que quedaban bastantes detalles sin rematar.
luego cantamos en uno de los pasillos adyacentes a la piscina donde estuvo La Virgen hasta el final de laobra del nuevo Santuario.

LAS TRES ENTRADAS MÁS POPULARES EN EL BLOG