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lunes, 20 de enero de 2025
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4 comentarios:
Cual puerta de un "jubileo" efectivo, el sumo sacerdote Subirachs nos invita, una vez más, a entrar sin temor en el Santuario penitencial (esfuerzo muscular que recorre "el camino") con los ojos y el alma absortos de belleza y sentido. El gozo nos inunda al acudir raudos a darnos, en su cálido seno, el abrazo que hoy pregona el día mundial de tan entrañable expresión humana. Abracémonos, pues, en en el confort que nos ofrecen sus muros, en la ternura con que lo inunda nuestra Virgen Sufriente, en la bella cercanía fraternal que significa una puerta como invitación a entrar. Jubileo de júbilo; arte y belleza de gozo ya mil veces disfrutado y, sin embargo, todavia por poseer, fresco y en plena maceración.
Cuanto más contemplo esta puerta más preciosa y sabrosa me parece. Y más me reafirmo en que Subirachs, en esa fecha emblemática de 1960 con que la rubrica, estuvo sembrado de multiforme inspiración. Y que en la Sagrada Familia de Barcelona, tanto en la puerta de la pasión como en la de la fachada principal, que también son suyas y utilizan el bronce y algunos de los mismos elementos simbólicos que aquí, no superó ni de lejos esta obra de juventud. Esto sucede a veces con otros artistas, que no superan ciertas obras de su juventud.
Ramón, me encantan tu júbilo, tus ofrecidos y jubilosamente aceptados abrazos, tu "arte y belleza de gozo ya mil veces disfrutando y, sin embargo, todavía por poseer, fresco y en plena maceración."
Lo de "santuario penitencial" me gusta menos. Nada, de hecho. Camino de Santiago a parte -y no creo que la mayoría de los peregrinos busquen penitenciarse, sino buscar lo que creen que les falta, pedir una merced, agradecerla, gozar de la fratría del camino…- ya tuvimos bastante penitencia con padecer la tiránica culpa atenazante… Ni quiero recordarlo. Prefiero evocar el santuario de más dulce manera, no sé si he conseguido explicarme.
Y ¡cómo dolían, amigo Vibot, aquellos cilicios, fuertemente clavados en los muslos, cuando uno, además, pretendía caminar sin cojear para que nadie lo supiera! O tempora, o mores!, cuando pensábamos que la salvación, diseñada por un Espíritu sádico, estaba en el sufrimiento, sin alcanzar a comprender todavía (Eladio y Baldo nos sacaron de tan funesto error) que los sufrimientos son solo producto de los contravalores que cultivamos. Aun sabiendo que el "esfuerzo muscular" de una caminata es doloroso, mi referencia al "santuario penitencial" solo pretendía honrar a la Patrona del mismo, sin singuna reivindicación, y mucho menos complacencia, de lo que, si bien con buena voluntad porque era lo que había y se imponía, se no enseñó e hizo vivir en aquellos terribles años, que, sin embargo, fueron felices y fecundos por tantos otros motivos.
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