lunes, 13 de mayo de 2024

FOTO DE LUIS CARRIZO Y RODRIGO (Por José Ignacio Serrano Mallada)




LUIS CARRIZO acaricia a RODRIGO después de leer la poesía en recuerdo de  
todos los abuelitos que faltaron al encuentro de la Virgen del Camino,  
León, el 6 de abril 2024.




Ay,! abuelito,  (parcial)

Abuelito, si yo te pudiera acariciar
sin prisa, sin prisa
en este día tan especial,
te traería de la huerta
un ramito de azahar
que mueve siempre la brisa,
para dejarlo en tu puerta
y así alejamos un poco la pena
que roba nuestra sonrisa
y nos deja un frío glaciar.

Atentamente,
JOSE  IGNACIO |

3 comentarios:

RAMON HERNÁNDEZ MARTÍN dijo...

Pena, azahar, brisa, robo de alegría, frío glacial parece un lenguanje de dolor, pero no lo es, porque, en el fondo del corazón, deja un sólido sedimento de emoción alegre que trasluce una vibrante armonía de vidas entre nieto y abuelo. Es lo que yo percibo, dándole vuelta a la cosa, como si de un calcetín se tratara, o mudando la piel, como si fuera de una serpiente. Es decir, mirando la cosa desde la perspectiva del abuelo que soy, paseándome de la mano con mi nieto por las calles de Mieres yendo a abuscarlo al colegio, llevándolo después a clase de inglés y, más tarde, al entrenamiento de fútbol, que fue lo que hice exactamente ayer. Regresando a casa del polideportivo, los dos nos divertimos de lo lindo diciendo un montón de palabras que terminaban en "oso", académicas o inventadas. Claro que las inventadas eran más divertidas y nos reíamos más. Vayan risas por los "fríos glaciares" que nos pinta la vida real, la de afuera, la que nos ofrecen quienes, encima de cobrarnos por sus desaciertos, nos encabronan y asquean pintándonosla como dolor de desgarro. Menos mal que tenemos el cálido refugio de este blog para descargar fatigas y saborear los muchos manjares que en él se nos sirven gratis total. Gracias, cocineros; gracias, camareros.

Vibot dijo...

Pero qué bien escribe este Ramón octogenario adolescente todavía jugando con su nieto a rimas entre risas por ese Mieres iluminado por tan radiante escena cotidiana.

Y entre glacial y glaciar hay ese abismo de proporción gigantesca que inconscientemente -o no- nos lanza Jose Ignacio entre las conmovedoras arritmias a las que ya nos tiene acostumbrados. A mí ese frío glaciar me ha estremecido profundamente.
Y si fuera una errata, ¿no es cierto que a veces una errata mejora lo que somos o creemos ser en un determinado momento?

José Ignacio dijo...

Dos ojitos
tiene el niño
que entran
como puñales.
Dos luceros
de señales,
y unos labios
de corales
para besos
de colores
y cristales,
AY, mi niño,
como iguales,
dónde irían
los caudales
que cerraron
esas llaves.
Las recuerdo
muy dormidas
con palmeras
y arenales.

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