ENLACES DE LA CABECERA
sábado, 7 de mayo de 2022
CHARLA ON LINE DE FERNANDO MUÑOZ BOX
viernes, 6 de mayo de 2022
domingo, 1 de mayo de 2022
FELIZ DÍA, MAMÁ (Por Enrique Muñiz Iglesias)
Feliz día, mamá, que aquella mañana de octubre me dejaste a la entrada del colegio con mi poca ropa numerada, algunas galletas y un beso tan interminable y tierno que aún hoy me sabe tan dulce como único.
Así pude conocer que tenía más hermanos que los de casa.
Te echo de menos, pero no lloro porque sé que estás mejor Ahí.
🌹
jueves, 28 de abril de 2022
LOS LIBROS DE CÉSAR A. LOSEIROS
Querido Furriel, me pides lo más difícil que se puede pedir a un padre y es que te diga algo de sus hijos, recién nacidos en dos partos casi seguidos y mellizos, todos distintos y que ya suman cuatro.
Empezaré por los primeros pensamientos, que no sueños cuando me jubilé hace 20 años, imaginando un paseo tranquilo para entretener el tiempo retozando con la idea de dejar alguna descendencia en la creencia de que algún día, se me devolvería la recompensa de haberlos traído al mundo y, así surgieron los primeros escarceos entre ripios y relatos que enamoraron sobre todo a lectoras, en la nube de internet, donde llegué a fantasear con más de 200 envíos.
Pasaba el tiempo, escribía todos los días, me divertía y conseguí que mi pareja no se molestara, lo que me permitía volar sin freno, aunque cuidando de no meter la pata.
En setiembre de 2020, me contagié de Covid que me tuvo aislado en casa casi 4 meses sin combatir lo que llamaban secuelas, necesitando hurgar mis partes más escondidas donde encontraron el bicho que bautizaron tumor cancerígeno grado III, antesala del tanatorio, que me acercó hasta el infierno.
Perdí el sueño, el apetito, la paciencia, las ganas y la esperanza; quimioterapia en febrero, marzo y la mita de abril, seguido de quimio y radioterapia hasta finales de junio, descanso en julio y a final de agosto intervención, que dicen que estoy curado.
El escribir cada día fue la mejor terapia y la que me permitió seguir vivo, vencer mis miedos y a un promedio de 6 a 8 horas diarias, plasmar en el papel los recuerdos, vivencias e ilusiones de mi propia historia.
Cuando me ingresaron para la operación le pedí a Elena, mi compañera y sustento permanente para salir del trance, que si salía vivo, iba a publicar el producto de las horas dedicadas a escribir durante mi encierro forzoso, y ya tenía acabados y revisados MÁSTER DE SUPERVIVENCIA Etapa I, referido a mi propia supervivencia desde el nacimiento hasta los 30 años, Dos novelas INÚTIL SIN REFERENCIA y PEPE el de CIÑERA, Una antología de relatos de historias titulado SAN VALENTIN, MÁSTER DE SUPERVIVENCIA Etapa II referido a mi propia supervivencia desde los 31 a los 52 años y un ensayo Titulado EL DESAHUCIO y SUS CONSECUENCIAS, estos últimos en gestación en la actualidad, esperando el parto para el mes de junio de este año.
¿Qué más puedo decir de mis hijos? Lo primero que son todos muy buenos, muy recomendables para todo tipo de lectores que busquen entretenimiento, conocimientos de la vida y vivencias de personajes poco habituales, aventureros y muy viajados, como es la historia y los sucedidos con los que he tenido la oportunidad de relacionarme en mi trayectoria vital.
En los MÁSTER de SUPERVIVIENCIA, me desnudo y cuento de donde procedo y todos los detalles de lo que tuve que pasar para, sin estudios ni medios, ir creciendo para llegar a lo que soy, que ni yo mismo me lo creo y puedo pensar que ha sido un milagro.
INÚTIL SIN REFERENCIAS, son las vivencias de un personaje en su intento de conseguir el primer trabajo a los 40 años, que sobrecoge al lector en sus reflexiones y mundo interior, que se pueden aplicar a las dificultades de muchos jóvenes de familias acomodadas que, superados los 30 años, sin titulaciones ni experiencia, no consiguen incorporarse al mundo laboral. Muy recomendable.
SAN VALENTÍN. Relatos de historias de amores, enredos y desencuentros. Antología que agrupar en un libro diferentes historias en torno a las siempre complicadas relaciones amorosas, consiguiendo que cada aventura o tragedia de los protagonistas arrastre al lector a que devore las páginas del libro y las haga suyas. Muy recomendable.
PEPE el de CIÑERA. Campesinos-mineros en la posguerra asturiana, en una detallada exposición de los primeros pobladores de las cuencas mineras asturianas, que aceptaron trabajar en la mina con salarios de miseria y sin apenas protección en casos de accidente, muerte o invalidez. Muy buena.
EL DESAHUCIO Y SUS CONSECUENCIAS. Muerte en vida de las relaciones comerciales, económicas y familiares. Relato personal de experiencias del autor en su trayectoria laboral
Presentaciones y salida al mercado en librerías de Oviedo, Gijón, Avilés, Mieres, Cangas de Narcea y Grado.
El día 12 de febrero, en el Salón de actos de la Biblioteca Pérez de Ayala de Oviedo, en el Fontán se hizo la presentación de MÁSTER DE SUPERVIVENCIA Etapa I e INUTIL SIN REFERENCIAS. Agotada la 1ª edición en la presentación
El día 7 de mayo, en el Salón de actos de la Biblioteca Pérez de Ayala de Oviedo, en el Fontán se hará la presentación de SAN VALENTIN y PEPE el de CIÑERA y la 2ª Edición de INUTIL SIN REFERENCIAS.
En el mes de septiembre, en la misma biblioteca de Oviedo, se hará la presentación de MÁSTER DE SUPERVIVENCIA Etapa II y EL DESAHUCIO, y también saldrá la 2ª Edición de MÁSTER DE SUPERVIVENCIA Etapa I.
viernes, 22 de abril de 2022
EL GATO QUE ESTÁ TRISTE Y ... QUE OBSERVA EL SANTUARIO (Por Santos Suárez Santamarta)
Me envía Josemari
con la amabilidad que siempre tiene
esta emotiva foto
para que me deleite y la comente
a fin de publicar el comentario
en este nuestro blog posteriormente.
Dice que está seguro
de que lo puedo hacer. Sin duda entiende
que siendo yo proclive a las nostalgias
no me puedo negar, naturalmente,
a intentar escribir sobre la misma
algo de lo que evoca y me sugiere.
Lo haré al alimón con este gato
que se nos ha infiltrado como huésped
y que bien nos pudiera hacer de guía
porque sabido es que el gato tiene
-según el popular decir- no sólo
una única vida sino siete,
de modo que tal vez nuestro minino
nos conociera a todos desde siempre.
Eso le pregunté y ya me ha dicho
que en efecto es verdad, que le parece
-haciendo un sumatorio de sus vidas-
ser ya setenta años los que tiene;
que nos conoce a todos aunque ahora
dice estar ya más viejo, más enclenque
y más triste también porque los años
le arañan la salud; y que se siente
tan lleno de recuerdos que ya vive
más en tiempo pasado que en presente.
De su primera vida, en los cincuenta,
habiendo ya mediado el siglo veinte
dice haber sido hermosa y la más y grata
la mas esperanzada y sugerente
porque allí vio erigirse un gran colegio
que luego se llenó de adolescentes,
y también el moderno santuario
que estamos viendo ahora aquí de frente.
Ah, qué tiempos aquellos -me decía-;
tal vez no hayáis llegado nunca a verme
porque ya conocéis que a los felinos
nos encanta hacer vida independiente
pero puedo decir que cada día
estaba yo al corriente
de todos vuestros juegos, vuestros rezos,
de vuestras fechorías inocentes,
de las horas de estudios y de ensayos
y también de los múltiples quehaceres
con que el rígido horario de internado
os tenía ocupados y obedientes.
Nosotros, el común de los felinos,
gozamos “a natura” de la suerte
de disponer de olfato, vista, oído…
en grado superior a otros vivientes,
de modo que podemos
ver con facilidad lo que sucede
a más larga distancia
y escuchar más allá de las paredes.
Así que os veía
salir de vez en cuando al campo, alegres,
-en días luminosos y apacibles
de los meses de abril, mayo o septiembre-
de excursión o paseo por caminos
entre las vides verdes
y regresar después, de atardecida,
cuando el sol mortecino del poniente
enviaba sus rayos complacido
haciéndoos caricias en la frente.
Al igual que también en los recreos
os veía domar diariamente
el cuerpo en los deportes, como el fútbol,
o las rondas pedestres
circundando la finca al despertaros
a pesar de los días inclementes
de frío, viento, lluvia…
o, en alguna ocasión, también de nieve.
Pero también recuerdo
haberos husmeado muchas veces
-cuando andaba a mi bola
por espacios abiertos adyacentes
a los vuestros- en las horas de estudio
silencioso entre libros y papeles
viendo que vuestras caras de los lunes
ya esperaban las tardes de los viernes.
En muchas ocasiones reconozco
que me hice presente
en torno a vuestras aulas escuchando
-tumbado sobre el césped-
cómo os enseñaban, por ejemplo,
a situar los ríos y afluentes
a demostrar teoremas,
a saber de batallas y de reyes
a traducir del griego
a conjugar los verbos deponentes
en clase de latín, o en las de arte
a saber distinguir los capiteles.
A menudo también merodeaba
en torno a las paredes
de las blancas capillas adosadas
Y allí en aquel rincón, junto a la fuente
que llamabais “del pulpo”,
me quedaba escuchando vuestras preces
al terminar el día con la salve
del “gementes et flentes”
que aprendí de vosotros y que ahora
también recito yo cuando anochece.
Algunas tardes puedo
todavía -haciéndome el valiente-
llegar a lo que un día fue el teatro
y en actitud silente
recitaba a mi aire algunos textos
que conservo indelebles,
de Calderón, de Tirso de Molina…
o de los divertidos sainetes
que allí representabais
entre jolgorio y risa muchas veces.
Mas cuando disfrutaba
con más fruición y más intensamente
era cuando asistía
-de incógnito también y como oyente-
a ensayos, a conciertos y audiciones
que en el día a día eran frecuentes.
No estuve en aquel tiempo ningún día
falto de compartir tales placeres
con vosotros. Por eso mi existencia
en la primera vida fue una suerte
por sentirme agraciado entre sonidos
musicales que daban al ambiente
un melódico aroma
que en mí quedó impregnado hasta el presente
sin que echara de menos
otras modas vigentes,
otros cantos modernos y bailables
que tenían su auge en los “guateques”.
Ahora ya me falla la memoria
pero tengo recuerdos muy presentes
de aquel colegio nuevo
donde fuisteis ayer adolescentes:
como cuando llegaban
vuestros padres, hermanos o parientes
otra vez a abrazaros
después de largo viaje en lentos trenes
y tras no haberos visto
en dos, o tres, o cuatro o cinco… meses.
También entonces –digo-
tenía la virtud de ser consciente
de vuestra cenobítica existencia
en la que, sin cumplir los doce o trece
tiernos años aún, se os vetaba
el espontáneo trato con la gente
por evitar, sin duda,
ceder a la atracción de las mujeres.
Esta inconmensurable paramera
tendida hacia el oeste,
que estamos viendo ahora, es el paisaje
que vosotros con pasmo adolescente
contemplabais también todas las tardes
abstraídos y alegres,
antes que, inoportuno, aquel silbato
de sonido irritante y estridente
os llamara al estudio
a cumplir otra vez con los deberes
cuando el sol se alejaba hacia el ocaso
vistiendo de oro el cielo del poniente.
Mis días van pasando entre recuerdos
en esta soledad y me entristece
rememorar aquellos tiempos vuestros
y hacer comparación con los presentes
cuando entonces llegaban
en piadosa afluencia muchos fieles
cada semana santa,
para participar en los solemnes
oficios religiosos a este templo
movidos, tal vez sí, por ser creyentes
pero sin duda alguna
también por escuchar las excelentes
voces de vuestro coro en la liturgia
que solo recordarlas ya estremecen
Pon atento el oído -me aconseja-
y ahora que se acerca el Santo Viernes
escucharás aún vivos los ecos
de cantos de pasión y los motetes
de Otaño o Palestrina. Y sobre todo
-del maestro Vitoria- el imponente
“Oh vos omnes” glacial que en vuestras voces
helaba el corazón a los oyentes.
Hoy siento este vacío en el que estamos
y el silencio abismal que nos envuelve
ahora, en este instante. ¿Has visto acaso
este lugar así como aparece
ahora ante nosotros? Sobrecoge
mirar alrededor y no ver gente.
El santuario mudo, clausurado…
sin que acudan a él o salgan fieles,
sin que tampoco brillen sus vidrieras
con el sol de la tarde como siempre.
Hoy resulta verdad, mejor que nunca,
la idea original a que se atiene
su construcción: la forma de sepulcro
que se le quiso dar. Y eso parece.
Mira también la torre silenciosa,
mástil de soledad, como un ariete
en esta tarde-noche arrebolada
apuntando a la bóveda celeste;
tal vez como escapando
de nuestro loco mundo que no aprende
a convivir en paz, ni se ve libre
del dolor, de la guerra y de la muerte.
Ya ves hoy cómo vivo -proseguía
nuestro viejo felino confidente-:
Hice de este lugar en donde estamos
ya mi último albergue
desde aquel día triste que vosotros,
mis amigos de siempre,
por caminos distintos, cada uno,
os habéis hecho ausentes.
Ahora que ya estoy sin compañía
solamente me queda el aliciente
de darme a los recuerdos
y al juego de beberme atardeceres.
Y aquí me quedaré frente a esta torre
que señala a diario, persistente,
el puro cielo azul reduplicando
el sueño vertical de los cipreses.
¡Cuántas cosas que fueron
-concluyó ya por fin mi confidente-
se van yendo más lejos todavía
y nunca jamás vuelven!
Santos S Santamarta
ENTRADA MÁS RECIENTE
LAS TRES ENTRADAS MÁS POPULARES EN EL BLOG
-
PRÓLOGO de Eugenio Cascón (*) Creo que conocí a Mariano Estrada hace muchos años, tanto como los transcurridos desde la primera mitad de los...
-
“ El nuestru libru de Griego viene ahora de viaje para acá. Está regresando”. Así empezaba a escribir yo esta crónica en los últimos días ...
-
El pasado 29 de mayo, al término de la Santa Misa dominical, tuvo lugar en la Capilla de Santa Nonia un pequeño acto de homenaje y reconocim...