domingo, 8 de diciembre de 2024

SUB HIS FIGURIS

Por ISIDRO CICERO

 

I. QUÉ ESCONDE EL PELÍCANO EN LA BOLSA DEBAJO DEL PICO

Ye un aráu o ye un pingüín, la figura. Qué vaó, ye un pilícanu. Un pilícanu, y un pilícanuó qué ye. Había una canción medieval, todavía la hay, lectores de mi edad muy queridos, acuérdate: “quae sub his figuris vere latitas”, chino para otra gente, costumbres nuestras. Aquellas comuniones generales, acuérdate. Llegábamos hasta el copón en filas absolutas, primero vaciábamos un banco, nadie se quedaba atrás, después el siguiente. Las miradas en el suelo, modestas; los brazos cruzados, recogimiento. Abríamos la boca, de rodillas. Por el rito siro-malabar van hacia el copón con las manos juntas, suplicantes y vuelven igual. Sonaba, entretanto, el armonio. 




La canción que digo tiene siete estrofas, no creo que cantáramos las siete, igual sí. Tampoco puedo asegurar que los bancos se vaciaran al completo, puede que algún interno se quedara sin comulgar, podías haber pecado grave por la noche o mismamente al despertarte y no habías tenido tiempo de limpiar la conciencia, el confesor estaba sentado en la parte trasera, pero había fila. Las siete estrofas tenían 27 versos. “Adoro te devote, latens deitas, quae sub his figuris, vere latitas”, esos eran los primeros. La melodía era preciosa, en la letra no reparabas mucho, por mí hablo. Si hubiéramos pensado la letra, no nos sorprendería ahora la noticia de que esta canción tuvo la “culpa” del pelícano de Subirachs. 




Según las exégesis del colegio, la canción era un himno con letra de Santo Tomas de Aquino, menudo letrista. No le hicimos caso, por mi hablo, pero te fijas ahora y te caes de culo: es una orfebrería, es una pulchra leonina. Escúchala, que hay grabaciones en YouTube muy conseguidas, otras son blandenguerías. Fíjate en el apareamiento de consonantes con asonantes; en la medida milimétrica de los versos; en la acumulación de verbos aparentemente sinónimos, qué va; en cómo una sílaba entera llena una nota entera y hay una nota para cada sílaba, como ocurre por ejemplo en las chirigotas del carnaval de Cádiz. Solo una vez, una, se rompe esta regla, a ver si la descubres: ya te digo yo que si Mariano Tobes estuviera vivo, la encontraba a la primera, que era listo como un ajo. 

Verbos aparentemente sinónimos, qué va. “Ver” ¿cómo se decía en latín, Cícero? Video, videre, vidi, visum. Fine. ¿Sabes algún sinónimo? Pues no caigo. Solo en los 27 versos, “videre”, “contemplare”, “intueri”, “aspicere”, “cernere” y la forma “visus” que sale dos veces. Todos dicen “ver” indicando que el Corpus Christi no se ve sub his figuris. “Contemplare” es ver, sí, ¡pero’ ñó! es ver haciendo un examen escópico (permíteme esta palabra). (Por cierto, no quiero enrollarte, si ves que te vas a aburrir, lo entendería, hasta otra, si te quedas, un placer). 

“Contemplar”, compañero, antes era más que ver, era como observar un terreno al que ya le habían echado el ojo para construir en él un templo, fíjate, y luego están cavilando si tiene buenas vibraciones. Están ahora con los informes ambientales del ritual, meticulosidad. Se calculan los ejes cardinales de la parcela, la rosa de los vientos, la qibla fundamental ¿te acuerdas de la qibla?, la estadística de entradas de aves y de sus salidas según especies. El musgo en las previstas piedras. Se cercioran de que el terreno que pisan se acopla a la fracción de firmamento que se eleva sobre él ¿entiendes? aquí hay una parcela, bien, pero existe otra encima más allá del aire, mírame las manos, la izquierda abajo, los dedos abiertos hacia arriba, la derecha arriba, los dedos abiertos hacia abajo, tienen que coincidir, enroscarse entre ellas, la parcela de cielo y el trozo de suelo, igual que se encajan las dos piezas de la cafetera italiana cuando enroscas la una con la otra.

Fíjate también cómo desarmo las piezas de la palabra con-templ-ar: precauciones (con) para (templ)-ar, para el templum. Yo te lo digo así, a la pata la llana, pero hubo técnicos especializadísimos en acotar estos espacios santos, tenían la alta capacitación de arúspices, no eran unos cualquiera. Sus informes requieren exámenes de vísceras, vuelos reiterados de la corneja, captación de emanaciones telúricas, astrales radiaciones, energías celestes. En resumen, qué quiero decir, que la con-templa-ción emplea tecnologías gnoseológicas avanzadas y que, en el poema medieval de Santo Tomas, ni esas tecnologías punteras sirven para ver lo que esconde la hostia: “Quia te contemplans totum fallitur”, comprendes, o no.

Yo sé, compañero, el ejemplo que pone Wittgenstein, uno de sus muchos ejemplos. Cuando dices “tráeme la escoba”, no se te ocurre pedir “trae pacá el palo largo con el cepillo añadido en la punta”. Decimos “escoba” y pasamos de los componentes, decimos “contemplar” sin reparar en los sedimentos de generaciones que se acumulan por debajo. Santo Tomás dice fallitur todo, el vistazo simple y la contemplación alta. 

Tampoco la intuición, tampoco el presentimiento. No vio Tomás el apóstol a Dios al palpar las heridas (plagas) de Cristo, aunque sí lo intuyó (“Señor mío y Dios mío”, dijo). Dice “plagas sicut Thomas non intueor”. Intueri. Muy difícil ver  intuyendo y presintiendo cuando no hay pistas. Al fin y al cabo, en la cruz solo se escondía la deidad, en la hostia se oculta también el ser humano: hic latet ipse et humanitas. 

Fallitur, por tanto, la contemplación, la intuición, el presentimiento y aún añade Santo Tomas el reconocimiento facial al modo de la policía: El “aspicere”, cuyo supino es “aspectum”. Finalmente, a poco que vengas a misa habrás notado que el clero de ahora usa mucho la palabra “discernimiento”, que en nuestros tiempos estaba en desuso. El verbo del que procede es “cerno, cernere, crevi, cresum”. De ahí discernir, cribar, separar trigo y paja, tamizar, matizar. Pues ni por esas. Fallitur también la razón, solo queda el recurso escatológico, que Cristo quite la careta y te muestre su rostro:

Ut te, revelata cernens facie,

Visu sim beatus tuae gloriae. Amen.

Ojo al “facie revelata” ablativo absoluto; ojo al “cernens”, activamente discerniendo; ojo a ese “visu sim beatus”, cumbre del poema medieval que trescientos años después, expresaba San Juan de la Cruz con otras palabras: “Y véante mis ojos”. ¿O era Santa Teresa de Jesús? Puede que los dos. 

 

II.             CINCO SENTIDOS TENEMOS

 

-              ¿Y el pelícanu queó? ¿Vas seguir dandoi vueltes? Toeso que dices, bah, ya lo sabíamos nosotros.

El pelícano viene en la estrofa sexta, manín: “Pie pelicane, Iesu Domine, me inmundum munda tuo sanguine cuius una stilla salvum facere totum quit ab omni scelere”.  De la stilla no sé si te acordarás que hablamos cuando lo del cardenillo: un copista confundió la i de stilla con la e de stella (ave stella) y quedó hasta mejor, no digo yo que no. También parece inglés esto de “quit ab” ¿no? pues ye  latín.

-              ¿Y qué ye lo que esconde el pilícanu en la bolsa que tien abaixo’l picuó?

Calma, amigo, mira. Cuando éramos todavía guajes de pueblo, ya andaba por aquí Subirachs, con treinta años, rodeado de frailes muchachos como él.









 Fueron ellos los que le descubrieron el pelícano. Luis Arruga, José Arsenio Arenas, Domingo Iturgáiz, Francisco Coello. Y Sama. Fue a propósito del “Adoro te devote”, ya ves tú lo que son las cosas. ¿Y en la bolsa del picu qué habia? No seas impaciente, hombre, que ya tenemos tú y yo una edad. ¿Te conté lo de Amador el del camión, Paulina la su mujer, Amalia, la su hija, Primitiva la su madre, don Remigio el su cura? ¿No? Pues ya verás cómo se enredan unas cosas con otras, no es tan fácil. 

Bufaba ya de noche por esa cuesta arriba el barreiros 150 CV ruedas ocho por ocho. Alcanzaba el rellano en segunda, pero al empezar a llanear, Amador embragaba y metía la tercera. El motor agradecía el alivio, las ruedas trazaban semicírculos a la altura de las bodegas. Los faros venían con las largas y hacían un barrido de luz al dar la curva por todo ese (¡pero eso qué es!) por todo ese friso (friso es una palabra que la pongo yo) de figuras, de figures, de his figuris.  (Pero eso qué es, esos qué son, la madre que me parió, la última vez eso no estaba ahí. ¡Fantasmas! ¡yuyu!). No lo querrás creer, pero trasponía Amador Trobajo abajo y todavía dudaba si his figuris las había visto o las había imaginado entre un parpadeo y otro. Esos fantasmas, ya se lo digo yo, ya se lo decimos nosotros, ya parará él otro día para verlos de cerca, tienen nombre, son el primero por la izquierda San Matías y el último en el extremo derecho, San Simón. Y hay más entre ambos. 

Amador el del barreiros, un mozo moreno, alto, bien plantado, anda por los 23. Ya vino licenciado de la mili, allí aprendió como todos a ser un hombre y también sacó el carné de primera. El Adoro te devote a lo mejor lo había oído de pasada en el pueblo, no digo que no, desde luego si lo oyó no se enteró, en la Paramera no estuvo interno, solo estuvo por aquí de paso. A estos cantares nunca les había él bajado la mano. Si le preguntaras campamento del Ferral campamento del Ferral matadero de reclutas, esa sí la cantaba en la cabina. As vellas avoas de Porqueira (bueno, de Porqueira a un lado) cantaban muy bien sin embargo el “Adoro te” los domingos por la tarde después del rosario y la exposición del Santísimo. Empezaba don Remigio y ellas detrás. El señor cura predicaba uno o dos versos del Adoro te y siempre salía con lo mismo, Santo Tomás “el más sabio de los santos y el más santo de los sabios”, no se le pasaba ni un solo domingo de exposición mayor sin decir eso. 

Los sentidos nos engañan siempre con lo del Santísimo Sacramento del Altar. No nos sirven, no nos sirven, lo repito. Ves una gallina y dices la gallina, bebes un vaso de vino, y dices… Pero con la Sagrada Forma, qué ves, bebo el cáliz, a qué me sabe.  También en el colegio explicaban la misma insuficiencia sensorial. En lo de la hostia y en la vida normal. Si te acuerdas, cuando lo del “vocativo carece” había otra que decía: 

Cinco sentidos tenemos, cinco sentidos tenemos.

Los cinco necesitamos, los cinco necesitamos 

Los sentidos ni perciben ni percibirán la deitas latente. Ni la huelen, ni la tocan, ni les sabe. “Latere” y “latitare” parce lo mismo, pero es distinto, latitare es más que ocultarse, es como jugar a esconderse. La deidad. Los niños de las montañas, donde tanto dan que hablar los “escondidos”, le dicen “escondelerite ese juego. En misa, los cinco sentidos que tenemos se encierran en tres: “visus, gustus, tactus” in te fallitur.  Después de la gallina, el cura de Porqueira iba a añadir el kikiriki del gallo, que lo oyes cantar y bien se ve que es un gallo, pero se cortó en seco. Oyes lo cambió por hueles la nariz. Andáis sofriendo tomate y por el simple olor, ya sabéis ¿verdad mujeres? ya sabéis cuándo está el tomate hecho, ni falta que hace probarlo. 

Con el gallo se cortó don Remigio porque según Santo Tomás, el oído “un pasar tiene”. El auditus. “Auditus solo tuto creditur”. Si sabes lo del Corpus es porque has oído que lo dijo el Hijo de Dios, predicaba el párroco, “Dei Filius”. Y nosotros lo que tenemos que hacer es creer “quidquid dixit Dei Filius”. Ainda máis, insistía, si lo dijo el Señor y lo dijo, caramba, y lo dijo, podemos estar seguros de que no hay en el mundo verdad más verdadera que esa: “Nil hoc verbo veritatis verius”. Verius, que lo sepáis, está en grado superlativo, es lo más de lo más. Amador también repetía en la cabina “ollos verdes son traidores, azules son mentireiros”. Nosotros lo mismo, pero en el estudio. 

                                    Los cinco perdemos cuando nos enamoramos.

El párroco de Porqueira tenía bordado un pelícano en los corporales, qué casualidad: mientras, Subirachs andaba diseñando otro para la puerta de San Pablo. El de don Remigio lo había bordado Paulina. La sobrina del cura hablaba medio en serio con Amador desde que él vino de la mili, casi se puede decir que hablaban en serio. Sí, porque en uno de los viajes, ya con el GMC, la llevó con él. En Porqueira, domingo sí domingo no, alternaban los “adorotedevotes” con los “tantumergos sacramentum”. Siempre en latín. La abuela de Amador, que se llamaba Primitiva y era podríamos decir la caporala del rosario, “et antiquum documentum” lo pronunciaba distinto: “aquí traigo el documentu”, fe no les faltaba. Don Remigio lo oía pero no bajaba la mano a esos niveles de latín medieval. 

A lo primero, las ráfagas de los faros sobre el friso dieron mucho que pensar, luego los camioneros, Amador uno de tantos, ya se fueron acostumbrando. A lo primero, los camioneros que pasaban por delante echaban pestes de los curas d’oxe. (Caj’hasta’n’astrelasdoceo, perden’avergoña, curas d’o cararallu). Figura menor, insignificante en medio de aquel festival desmesurado de mastodontes, el pelicano siempre pasó desapercibido durante años y años, décadas después dio bastante que hablar a los mistagogos y al final acabó convirtiéndose en una curiosidad. 

Total, que Amador y Paulina en el viaje del GMC nuevo empezaron a hacerse cosquillas con total confianza nada más dejar Limia, por Carracedo y todo Trives y no pararon de reírse hasta pasado Ponferrada, prisa no llevaban. La hija de Amador y Paulina, que lo sepades, tengo yo trato con ella. Panzadas de risa. Dice que en aquel viaje pararon a ver las figuras que tanto asustaron a su padre la noite que venía solo, de día y acompañado no le pareció un espanto, disparatadas bastante. Mirando al Apóstol desde abajo Paulina lo señalaba con el dedo: “¡O noso Santiajo! ¡qué bulto malfeito!”.

Se hicieron las proclamas, la boda y, no como regalo de boda, por Dios, quién pensaba en regalos en aquellos finales de la autarquía, o pai d`Amador vendió el barreiros, tuvo que poner dinero encima y empeñarse, pero le agenció al mozo un GMC, dos toneladas y media cargaba. Visión de jallejo emprendedor, no era por la boda, era pensando en rutas que podían salirles tanto en dirección al vecino Portugal como a la remota Castilla. El gemecé fue de los primeros de esta marca que llegaron de Chicajo a la Coruña, había que decidirse porque se estaba abriendo el mercado y el cambio estaba ya a 42 pesetas dólar. “¿Ves cómo arranca al primer golpe da manivela?”  Amador estaba orgulloso, la sobrina del cura, ya para entonces legítima esposa suya, también. Y no les faltaba razón. 

Lo que sí entendieron Amador y Paulina, cuando pararon en la puerta principal fueron las palabras escritas. Nazaret, Jerusalén, mira, Belén, esto sí se entiende. Cuando vio “Belén”, una cosa lleva a otra, Amador aproveitó para contarle a Paulina que la avoa Primitiva siempre andaba con lo mismo: “Dicen que ya nació el Anticristo en los alrededores de Belén, Madorciño”.  Amalia es segundo nombre, el primero es María, María Amalia. Tiene otro hermano que se llama Amador como el padre. Con Amalia, ya digo, he tenido trato porque leyó el “en.clave de misterios” y me escribió, de esto hará ya años. Los fantasmas de la curva de las bodegas, el barreiros y el GMC, el Anticristo, el “documentu”, su abuela Tiva y todo lo de Porqueira lo sé por ella. Cualquier día publica su libro, lo estoy deseando, habla de fenomenología de las religiones y tiene que ver con la génesis de las figuras de Subirachs. Amador y Paulina andan ya por los ochenta y muchos, de las piernas, torpones, pero de aquí, ffffu, como el primer día. Primitiva, los años que hace que falta y don Remigio sobre poco más o menos. 

No sabe uno porqué a veces las cosas vienen en madejas, como en ovillos. Por las fechas del nacimiento de Amalia, llegaba desde Italia a la Paramera un joven de Navarra. Traía una caja de cartón llena de libros y apuntes. Le habría gustado traer un gemecé cargado, pero jeje,  la caja y vas que ahúmas ¿Estudiantes comprando libros aquellos años? jejeje de dónde te has caído tú.  A saber cómo se las agenció, pero lo cierto es que en aquella caja de cartón, Domingo Iturgáiz, había metido en España dos volúmenes flamantes, recién editados en París aquel mismo año, tal vez el anterior. Le venían bien para lo suyo. Pasaron la frontera sin ningún problema. L’Iconographie de l’art chrétien, de Louis Réau. Primer tomo, figuras de la Bible, segundo, las del Nouveau Testament. No lo había en España, no por cuestión de censura, sino de mercado; los ojeó con desgana la pareja en Hendaya, vio que estaban plagados de santos en francés y no dijo nada.

Cuando estos dos volúmenes, en concreto el segundo, llegaron a la Paramera, oye, parece como si los estuvieran esperando. Te voy a pasar los tomos de Réau, dijo Domingo a Josep Maria Subirachs nada más saludarse los dos jóvenes. 769 páginas, el catalán las devoró en un santiamén. Qué ganas tenía el catalán de, hombre, de encontrar una salida a aquel compromiso en el que se había metido, demasiado ambicioso, mucha responsabilidad. Parecía, repito, como si los hubieran estado esperando. 

Esta chica gallega - no tan chica, los próximos serán 66 no los aparenta -me lleva del ramal latino hasta los humedales cenagosos del sánscrito, pantanos donde brotaron las plántulas con las que nos entendemos. Tres plantitas vienen a cuento aquí: “figura”, “adoro” y “devote”. Mira que tiene bemoles que sea precisamente la hija de Amador la que lo ede xplica. Esta chica da Limia tiene mentalidad de Wittgenstein a su manera, parte palabras, las vuelve a unir, no suelta la escoba, el palo y el cepillo. Con “figura” hace dos partes: ur, propósito (por ahí los futuros urus) y fig, apariencia: “his figuris”, estas apariencias que vamos a fingir. La deitas y la humanitas están recubiertas de apariencias. Los bronces (el pelícano, los apóstoles) aparentan otras realidades que latent escondidas. Bien lo sabes tú, me dijo Amalia.

El GMC, matrícula OR, tuvo mucho mérito, mano a mano con Amador: gracias a los dos, también a Paulina, pudieron echar a Amalia a estudiar interna en la Divina Pastora. Becas, sobresalientes, reválida, PREU en Orense, corte de nota de sobra y duda sobre meterse o no en Medicina, que es la bandeira de la USC. Eligió que no.

En el “Adoro te devote”, Amalia distingue el “ad”, inclinación anímica, del “orare”. (“ora-re”), oralidad, oralización, poner en boca, decir. Las palabras, los escritos. Adorar es más que nada ejercer competencias lingüísticas, eso a lo que tanta importancia le da la LOMLOE. Adorar no va de arrodillarse, juntar manos, agachar cabeza, cerrar ojos. Va más por el lado de explicar, mira mismamente mi propia adoración. 

Tampoco “devote” es solo “devoción”. Dice Amalia que se entiende mejor en inglés, “to devote”, dedicarse a, consagrarse a, esforzarse en. Hace poco me acordé de ello, últimos de noviembre, estaba Ursula Von der Leyen presentando en el Parlamento Europeo a su flamante vicepresidenta, la española “Terredsa Guiberra” y dijo: “She is a truth and devoted European”. Hombre, “devoted”, piné yo las orejas, al oírlo mientras los aplausos. No tuve tiempo de elucubrar, porque a renglón seguido,  Úrsula aclaró que “Terredsa Guiberra está muy bien preparada, que garantizará la política moderna, las competencias de futuro y tendrá la capacidad de responder a nuestras ambiciones”. Devoción es pues también  capacitación, preparación, inteligencia, dedicación y competencia.

Así adora Santo Tomás al Santísimo, así es su devoción en los 27 versos. El paradigma la encuentras en “La Piedad” de Rogier Van der Weiden (quizá de su taller) en el Prado. Fíjate en el rostro reconcentrado del Donante. Para qué decirte las ganas que tengo de que Amalia publique lo que ha estado investigando. La última vez que hablamos por teléfono, me dijo que está recopilando los bulos, muy curiosos, que difunden los enemigos del Papa de ahora. ¿Estás enterado? Supongo que no, cuéntame. Por ejemplo, eso de la comunión en la mano. Ah, no. Lo odian, dicen que algunos van a comulgar y esconden la hostia en vez de comerla, porque se la pagan a 1.500 euros. Pero bueno. Dicen que se necesitan para celebrar aquelarres nocturnos con misas al diablo. Dicen que en esos rituales se asesinan niños de teta. Joder con los bulos, digo yo, menudo futuro.

   

II.             POR UN OÍDO LE ENTRA

Josep Maria Subirachs tenía unos treinta y dos años por entonces.  Luis Pérez Arruga y José Arsenio Arenas, 29 y 30, Domingo Iturgáiz, 28. De todos ellos, solo queda para contarlo Pérez Arruga, oírselo es una gozada. Tampoco vive ya el padre Sama, no sería mucho mayor que ellos. De Sama, en la Paramera, nadie sabíamos el nombre real, ahora yo puedo asegurar que solo se llamaba José Antonio Fernández Suárez, quién lo iba a decir, había nacido en Sama de Langreo y su profesión era no ya confesor de internos, eso también lo hacían otros con mayor o menor tacto, él era director espiritual de adolescentes, algunos allí in situ y algunas chicas lejanísimas, de parecidas edades, en la tan cercana ciudad. 

Entre tres y cuatro meses convivió Josep Maria con el pequeño grupo de frailes, pero no solo con ellos, trataba igualmente con el resto de la comunidad solo que con ellos desarrolló una camaradería especial. Es curioso, siempre que escribo aquí Josep Maria, el corrector me marca el Maria en rojo porque escribo la /i/ sin tilde como hacen los catalanes; me da rabia, porque si fuerzo el sistema, creo que se vengará cuando menos me lo espere y me sumirá en una inseguridad que hoy por hoy es lo que menos falta me hace. 

Subirachs tenía asignada allí una celda como los frailes jóvenes, comía en el refectorio, compartía recreaciones, paseos al Tomillar, salidas a León. Y eso sí, preguntaba lo que no estaba escrito. Había dejado claro a todos que en cuestión religiosa se consideraba un analfabeto y lo sentía. Que, por favor, le dijeran. De Santo Tomás, poco o nada, del Santísimo Sacramento, prácticamente nada. Lo más próximo al misterio del altar era la Patum del Corpus de Berga, ¿ellos habían estado? ¿alguno de ellos? ¿no? tenían que ir, ya habría ocasión de llevarlos. El Adoro te devote, así explicado, le estaba pareciendo fascinante y tan bien tramado como un monumento gótico. Acababa de tener un niño, Roger, pero aquel cuatrimestre no estaba para nadie, el encargo recibido le absorbía. Estaba siendo, le decían, como una sobredosis de salamanca.

Precisamente desde Salamanca, venía el estudiante Francisco Coello de Portugal en moto cada dos por tres. 




Cuando venía, era también de los que escuchaba a todos, pero llevaba la voz cantante, aunque no se notaba. A veces venía don Pablo Diez, solo o con su señora, con doña Rosario. Las comidas, el café, la recreación allí, don Pablo se sentía rodeado de aquellos jóvenes blancos como palomos, limpios de corazón, listos y simpáticos. Percibía su respetuoso cariño, le escuchaban como nietos.  Se veía reflejado en ellos, en el fondo de su alma hubiera deseado haber seguido siendo uno de ellos, cómo sabían escuchar. Escuchaban con devoción sus bondadosas experiencias de abuelo. Le adoraban. 

El único completamente laico era el catalán. Subirachs callaba, escuchaba y contestaba si le preguntaban. Absorbía como las esponjas. Religión, Iglesia, historia de la Iglesia, historia y misión de la Orden. Tampoco Subirachs había bajado la mano a este tipo de cuestiones, no pienses que tuviera rechazo, pero ni fu ni fa. Si salían cuestiones sociales, todos aquellos jóvenes coincidían. Con ocasión del Cristo del Salmo 21, afloraron ideas similares, el llamado drama del siglo, el denominado dolor del mundo, la destrucción de la humanidad. La mayoría habían estado en Alemania, Italia, Francia. La reconstrucción de Europa, curiosidad, motivación. Subirachs les confesaba a los jóvenes sacerdotes camaradas ya, sus inseguridades, pero a pesar de ellas,  me siento comprometido hasta los tuétanos con este encargo, más que comprometido, volcado. Más que volcado, embolicat, amb tota la meva carn a la graella, cómo decís en castellano, implicado absolutamente. 

Apóstoles, sus vidas y martirios, la Virgen, romerías locales, tradiciones, leyendas, símbolos y ceremonias de la Orden, rituales. Sobre todo, el intrigante proyecto de vida de todos aquellos bergants, los “apostólicos”, la vocación, y en proporción a la vocación, los esquemas descomunales de  los doce apóstoles, cosas impresionantes para fundir en bronce. Al grupo de frailes jóvenes, Josep, tan sencillo, tan trasparente,  les caía de cine, era un ser adorable. Ellos a Josep también. A mí me lo dijo uno de ellos: “Nos tenía en una estima muy alta, quizá más de lo que merecíamos”. Qué majo. 

El taller donde realizaba sus bocetos en barro era minimalista. Iturgáiz, el de l’Iconographie, pasaba por allí de forma constante, Pérez Arruga tenía mucho criterio, además dibujaba con mucha gracia. Arenas hablaba con autoridad. Todos muy buenas personas, pero que muy buenas. El atractivo de José Antonio Fernández Suárez consistía en un cierto misticismo. 

Quizá no lo creas pero Alicia sabe esto, los entrevistó cuando estaban vivos mientras nosotros andábamos por ahí buscándonos la vida, tiene su diagnóstico sobre la interacción multinivel que surgió aquel cuatrimestre en aquel taller, medio intelectual, medio académico y, como ella dice, esencialmente epistemológico. En consecuencia, sabe más Alicia sobre la génesis de his figuris, esa devoción adorable, que todos nosotros, quizá con la única excepción de Baldomero Carrera. Aquel nivel de creatividad en equipo fue tan singular y condensado que no es fácil que se vuelva a repetir, asegura Alicia. De creerla, fue el padre Sama quien sugirió el símbolo del pelícano que hiere su pecho para alimentar a sus hijos, que cura las picaduras de las serpientes con el antídoto de su sangre. Subirachs le hizo un hueco al pelícano salvador en las inmediaciones de la carta de San Pablo a los Corintios capítulo XIII sobre el amor. 

-              Cícero, ¿no podías terminar yaó? Es que … 

La pena es que todavía me falta servirte una copa de néctar. Una golosina. 

-              Bueno, esti ye el mió Cícero.

Una tarde, salió a relucir un “teologuema” (vas a disculparme este invento) y a Josep Maria, los oídos le hicieron chiribitas. Sé que las chiribitas son chispas de luz que solo impactan las retinas. Pero con todo el jaleo que nos traemos en esta larga crónica sobre los sentidos, busca tú alguna partícula física que haga a los oídos lo que las chiribitas hacen a los ojos. 

El “teologuema” surgió de pasada cuando alguien se acordó de la frase “Per aurem intrat Christus in Mariam!”. En Salamanca, esta idea pasaba desapercibida, sin pena ni gloria, pero la esponja catalana la recogió al vuelo, preguntó y exprimió todo lo que se sabía sobre el tema. Iturgáiz recordó que Italia, en la iconografía antigua y medieval, sobre todo del Trecento, muchas anunciaciones reflejaban que María concebía a Jesús a través de la oreja. Sonaba extraño y escandaloso. Pero, en Santa María Maggiore de Roma, recordó Iturgáiz, la paloma del Espíritu Santo sale del Padre y se dirige como un misil al pabellón auricular de la Virgen. Iturgáiz a bote pronto, recordó otra anunciación de Tadeo di Bartolo en Siena, otra de Ambrogio Lorencetti y algunas en Venecia.”Esta noche te hago una lista”, dijo.

Salieron a relucir citas de los Santos Padres“Deus per angelum loquebatur et Virgo per aurem impregnabatur”. Por la oreja.  Subirachs iba a apuntar la frase en el cuaderno, pero le dijeron que no la tomara al pie de la letra, porque esta frase se la habían atribuido a San Agustín y se ha comprobado que no era de él. 

Subirachs se encariño con esta pista conceptio per aurem. Buscó en L’Ilustrations, en libros de la BAC que le facilitaron sus amigos, aunque le advirtieron que el grueso de la biblioteca todavía estaba por llegar desde Corias. Hizo fichas. Efrén de Siria, San Proclo, San Algobardo, que, por cierto, también escribió sobre los ovnis. Hay unos versos del ciclo de Navidad, sobre esto mismo, los cantamos todavía hoy:

Gaude virgo, mater Christi, 

quae per aurem concepisti.

No tardóo el escultor en mostrarles un boceto en barro, de la Virgen. la paloma hibrida entre paloma y estrella de David, las palabras de Lucas envolventes y latente, latens, el ángel y Dios. Sama afirmó: “Es que en realidad recibimos la fe por el oído. A través de la palabra. De oírla a los padres, a la catequesis, a la tradición, a la Iglesia”. “Cierto”, corroboró Luis Arruga, “fides ex auditu”. 

El oído, la crítica de los sentidos, el Adoro te devote, el pelícano y el magisterio omnímodo de Santo Tomás, pasaron a ser el centro del taller. El sentido de escuchar, vamos a fundar aquí, dijo uno de ellos riendo, la Teología de la Audición. Lo que voy a contar ahora, esta información, surgió sin pretensiones, pero iba a generar un impacto extraordinario. Fue Arruga el que recordó que los predicadores medievales solían distinguir dos maneras opuestas de escuchar. “Prestar oídos”, se dice. Pues puedes prestar oídos al bien o prestar oídos al mal. Eva, escuchó a la serpiente. María, por el contrario la palabra de Dios. Eva trajo el pecado, María rebajó el pecado y trajo al Salvador.

El catalán callaba. Se quitó las gafas, sopló sobre los cristales y estuvo largo rato limpiándolos con el borde de la manga del jersey: “Eva y María”, musitó, “Eva y Ave”, pero no lo oyó ni el cuello de la camisa. Días más tarde ya había dado forma a esa misma idea en barro. Sus amigos se alborozaron, al fin y al cabo hombres de fe, con sensibilidad teológica, con gusto estéticao, con vocación predicadora. Había surgido el palíndromo “EVA / AVE/ Serpiente/ Salvación”, un sello para la eternidad. No faltó el escalofrío stendhaliano. Qué síntesis. Le abrazaron, le aplaudieron. Qué Súmmula. Qué esquema. Qué sencillez. Qué parto más feliz. Qué fruto de la elaboración colaborativa y comunitaria más prodigioso. 




Josep Maria estaba agradecido y engrandecido. Había acertado, el placer estético reflejado en sus amigos le hacía sentir las lágrimas agolpándose en sus ojos, tras las gafas humildes. Sabía que al dar con el palíndromo tan elemental y verdadero, había dado también con la clavis aurea para la concepción de toda su obra. Del sentido de su obra. Abrazó uno a uno a aquellos hermanos. “Al final, concepit per aurem”, le decían. Subirachs, luchando con las lágrimas, se esforzó en desviar la dulce tensión: “Tenéis que venir a Berga a ver els Plens de la Patum, es el nostre Corpus. Cecilia y yo os invitaremos en primavera, claro el Corpus es en primavera”. Al artista casi no le salía la voz. 

 

20 comentarios:

Ramón Hernández dijo...

Gracias, Isidro, por este largo, larguísimo paseo, tan entretenido y divertido como gozoso, bien provisto de viandas literarias, de virtuosos latines y sutiles teologías, para "discernir", saborear y digerir una obra escultórica tan cargada de simbolismo. Asombrado y boquiabierto me he quedado al leer de un tirón tu largo relato, para terminar deslumbrado por la belleza y trascendencia de la clave final de un palíndromo que le viene como anillo al dedo a la fiesta de hoy, que tanto afecto genera a la hora de felicitar a las muchas Conchas que conocemos y que tanta bonanza navideña comparte ya. Ah, y ya que mencionas al entrañable amigo Baldo, me complace subrayar que él, salvo error por mi parte, al hablar de la Cena del Señor, cambia (cosa que a mí me parece un acierto tan grande como audaz) transubstanciar por compartir, cosa que arranca la eucaristía de las especulaciones teológicas medievales para lanzarla de lleno a la problemática de los comportamientos humanos egoístas, vamos, que la saca de los sagrarios y la monta en la calle. ¿Cómo lo habría encajado en su obra el inefable Subirachs? No lo sé, pero puede que hubiera encontrado más fresca y potable el agua de esta fuente que la que bebió de la finura poética tomista y del juego con sentidos que realmente no sienten nada, porque todo en este ámbito se hunde en un misterio en el que caben todas las elucubraciones. Todavía resuena en mis oídos la contundente afirmación que le oí a fray Eladio Chávarri cuando, tomando él una tónica y yo un café en Valladolid, me dijo que todo lo que nos han contado sobre el más allá y todo lo que nos sigan contando es pura y dura especulación, fantasía interesada. En fin, Isidro, infinitas gracias por el regalo que hoy nos has hecho, al menos a mí, merecedor, creo yo, de que, dentro de unos días, los Reyes lleguen a tu balcón con los camellos molidos por el peso de los regalos que mereces.

Luis Carrizo dijo...

Yo hubiera deseado dejar aquí mi comentario con algo más de diligencia; en cuanto leí por primera vez este nobelesco (digno de Nobel) escrito de Cicero, me dije: en cuanto lo razone y lo discierna bien discernido, me pongo a ello. Pero me ocurrió algo parecido a lo que dice G. Fraile (Historia de la Filosofía, T.II, pág. 602) que le sucedió a Avicena con la Metafísica de Aristóteles, que, tras leerla cuarenta veces, seguía sin acabar de discernirla en toda su magnitud.

El respeto y la admiración que yo le profeso a I.C. me impedían, en consecuencia, colgar cuatro líneas en el blog, diciendo que muy bien, que muy interesante y que admirable, sin dar razón de nada, cuando a Cicero, conociéndole como le conozco, le habrá costado escribir este ensayo no menos cinco horas. Y seguro que tiro bajo. El caso es que me puse a releerlo con papel y lápiz a mano, y mientras más lo leía más tierra iba descubriendo: Santo Tomás, el gran teólogo y filósofo, resulta que también era un acabado poeta; y aquí me tocó tirar de diccionario de latín por completar y mejor saborear las explicaciones que Cicero va dejando a lo largo de su portentoso y novedoso análisis del Adoro te devote. Después, tuve que leer con renovado detenimiento, y gusto, las frases en bable, en gallego, en catalán, en sánscrito…, que ahí incluye. Después, sorprenderme de la forma en que va ligando todo y entreverándolo con la historia del camionero y su familia y con los frailes y demás personajes que hábilmente utiliza, a fin de que el lector no desfallezca, sea por ignorancia, sea por pereza, o sea por un exceso de belleza como Sthendal, que también sale en el escrito. Después, recupérate del susto que te produce la inopinada aparición del nombre de Úrsula Von der Leyden, en medio de las exquisitas palabras que venías degustando: cornadreja, teologuema, qibla, mistagogo, palíndromo... y de los sugerentes nombres de Efrén de Siria, San Proclo, San Algobardo o el mismo Roger van del Weiden, cuya Piedad también tuve que ir a consultar y contemplar en la Wikipedia. Y después, si tienes curiosidad, y yo la tengo, intenta buscar la sílaba del poema que exige dos neumas (yo he encontrado hasta una con tres, el amén del final) y, puestos a buscarle tres pies al gato, cuenta y recuenta los versos del poema del Aquinate porque a mí me salen 28 y nunca 27. Y señalo estas dos últimas mínimas discrepancias no por incordiar, sino por demostrar que, como decía al principio, he leído el texto razonándolo.

Ni siquiera la Inteligencia Artificial hubiera podido acercarse a la perfección y sensibilidad de este que antes califiqué de ensayo, pero que ahora califico de tesis doctoral, de Isidro Cicero.

Quiero precipitarme a dejar este improvisado comentario, que tan poca justicia hace al escrito comentado, porque no quiero que se me pase el arroz. He de decir en mi descargo, que apenas si lo he leído cuatro veces, pero seguiré hasta cuarenta si hace falta. Estos textos, y Cicero los borda por sus conocimientos y su estilo, me ratifican en lo que creo desde hace muchísimos años: el lenguaje, la palabra, es, con gran diferencia, el mayor y más bello invento del hombre. Decimos normalmente “mira lo que te digo”, dando preeminencia al sentido de la vista, pero deberíamos limitarnos a escuchar atentamente lo que oímos. Más que nada para discernir.

Gracias, Cicero.

Isidro Cicero dijo...

“Don’t mention it”, Ramón, de nada. Respondo con el mayor cariño a tu expresión “gracias, Isidro, por el regalo de hoy”, que ya tiene varios días. “You’re welcome”, o sea, de nada. Me gusta más como lo dicen en inglés, es mucho más ajustado, porque en el fondo te da la bienvenida a la conversación, al comentario y a la participación, como has hecho tú. En español. quitamos aparentemente toda importancia a lo que nosotros mimos hacemos: “De nada”, decimos nosotros, “por nada”, dicen los mexicanos. Como si no nos valoráramos. ¿Cómo que de nada? ¿Vamos de sobrados? ¿De chulines? O aparentamos modestia exagerada. En mi caso, sé lo que cuestan las cosas, planearlas, trabajarlas y sobre todo acabarlas, que muchas veces no las acabas, se te agota el gas y ahí se quedan para siempre. Así que de nada, nada: ex nihilo nihil y el que nada no se ahoga. Ya lo he contado más veces, en el dintel de la casa natal del padre Rábago, jesuita confesor de Fernando VI, “el que quiera saber lo que cuesta, que haga otra como esta”.
Por eso y con la humildad agradecida de quien valora lo que inteligentemente le valoran, te agradezco mucho, de verdad, que hayas entrado a la conversación, you are welcome, para decirme que el largúísimo relato de his figuris, te ha resultado “entretenido, divertido, gozoso” y con suficiente chichi, para "discernir, saborear y digerír”. Un paisano mío, también me ha escrito para decirme: “Fuiste una esponja en tus años jóvenes con los frailes y ahora vas destilando a borbotones”. Pues gracias a los frailes. Por tanto. Sería injusto, sería bobo pensar que aquello no fue nada. O por nada, o de nada. Gracias a ellos y a ti, Ramón.

Lalo dijo...

Acabo de leer este texto de Cicero.
Si a uno no se le hubieran olvidado las lecciones de solfeo que el pTorrellas se empeñó (aunque no consiguió) que uno aprendiera, sé que hubiera podido solfear todas estas líneas como la más bella pieza polifónica de aquellas que nos hicieron cantar y tanto disfrutamos.
Salud

Ramón Hernández dijo...

Isidro, aun compartiendo de lleno tu forma de ver y pensar sobre el "de nada" y también la sabia forma de proceder de los ingleses con su "bienvenida a la coversación", confieso que la destreza de tu ingenio y de tu pluma me dejan, francamente, "anonadado", jajajá. Gracias, una vez vez más, por tan gratísima sensación. Aprovecho el momento para extender mi agradecimiento al amigo Luis Carrizo por el valor de dejarse tantos pelos en la gatera al acompasar tan armónicamente el concierto, tan bien sugerido o apuntado por Lalo.

Isidro Cicero dijo...

De nada, también a ti, mi querido Luis Carrizo, utilizo permíteme el mismo ritual que con Ramón Hernández. Tú sabes bien lo que cuesta hacer una como esta, tus opiniones sabes que para mí tienen un valor muy especial, estamos bastante en contacto y hablamos bastante de estas cosas. No solo compartimos tú y yo “lo que cuesta”, sino también “lo que gusta”, lo que se disfruta.
Yo en este largo vieje en camión a través, como dices, de bables, gallegos, catalán, inglés parlamentario y hasta plantitas sanscritas, no he perdido de vista ni un momento el gustirrinín final, la búsqueda del climax, esa descarga de tensión buscada, reunida y acumulada durante muchas horas -las cinco que dices son solo lo que podríamos llamar buscar postura -. Quiero decir y tú lo sabes como yo, que, si no fuera por ese que esperas, lo que cuesta el ejercicio no compensaría.
Te he dicho en privado que esta excursión por el Adoro Te Devote no está aquí completa, a mí me habría dado cuerda para seguir dándole vueltas. Quizá algún día vuelva allá. Los sentidos y lo que va más allá de ellos, lo que hay a través de ellos, lo que sería de nosotros sin ellos. Precisamente hoy, que me han metido esta mañana en lista de espera para operarme algún mes de estos de cataratas, he rezado humildemente a mis manes que me conserven la vista, pues aunque fallitur y no sea tan cristiana como el auditus, sé por experiencia que si la pierdes estás perdido. Mi madre vivió sin ella los últimos años.
El que no sabe es como el que no ve, y al revés creo que pasa lo mismo. A mi que por favor me conserven la vista aunque solo sea por mantener el vicio de estas excursiones que disfruto como un vicio, como un placer. Me he acordado, piadoso amigo Luis, de San Agustín, que además de un gran santo fue también un gran vicioso. El santo le pedía a Dios que le concediera el don de la castidad y la continencia. El vicioso le pedía: “Pero no tengas prisa, Señor, todavía”. Viene, me parece, en las Confesiones.

Isidro Cicero dijo...

Lalo Mayo, me encanta que tu visión del texto de las figuris haya sido la musical: una “bella pieza polifónica” llegas incluso a decir, qué gusto me da, muchísimas gracias. Es natural que te haya venido a la mente la música: la base de toda la trama es un himno, mencionamos su bellísima melodía, hablamos de las notas, recordamos otras piezas del cancionero tradicional y, como hostias de comunión, repartimos el único relato entre un coro de personajes diferentes, por un lado está la familia del gallego del camión y por otro el grupo coral de los cuaatro o cinco frailas con el escultor. Maxi Trapero ha dicho que este es el texto más complejo que me ha conocido.
Complejo y, añado yo, con errores. Al jefe de cierre que has sido seguro que no se le ha escapadoba ni uno, pero el jefe de cierre jubilado miró para otro lado. Ya que tu presencia aquí nos da la ocasión de corregir los más llamativos, me gustaría corregir el más grave, porque me ha llamado la atención la propia afectada. A Amalia acabé cambiándole el nombre, no por descuido, bien sabe Dios que no, seguramente por aturullamiento. Se sigue llamando María Amalia, no Alicia. Editor y jefe de cierre, nadie como tú para seguir comprendiendo estos fallos, mortificantes para quienes escribimos y reescribimos. Un abrazo, Lalo el grande y salud

Vibot dijo...

Este Cícero nuestro qué nuestro es. Comienza este divertimento polifónico en latín medieval y sigue en un bable que, en su transcripción fonética, nos trae el aroma risueño de aquel bable macarrónico que nos inventábamos los "cazurros" en el colegio para imitar -divirtiéndonos mucho- a tantos compañeros asturianos como allí tuvimos y gozamos. Porque eran los más salaos, de eso no cabe duda. Y digo divertimento porque se nota que se divierte mientras escribe. Y que además intenta -y lo consigue- divertirnos. Ye generoso en esto -ya me estoy contagiando algo de su polifonía astur.
En la foto que ilustra el primer párrafo reconozco, a pesar de estar de espaldas, a casi todos los muchachos de las últimas filas. De los tres cursos de la escuela mayor los de cuarto se ponían delante, los de quinto a continuación y los de sexto atrás. Recordaréis que ocupábamos siempre un sitio fijo, para estar bien controlados, fuera a ser cosa… Y, justo en esa foto, estamos en las filas de atrás los de sexto de mi curso. En la última fila de la izquierda, y de izquierda a derecha, están: Enrique, Valdueza, Cacho, Bañugues, Pedro Manuel Alonso Herrero -que fue entonces mi mejor amigo y aún sigue siéndolo. Dos filas adelante, con su alegre guayabera tan característica color azul cielo de junio -sí, porque porque todo en él era como un comienzo de verano- y su crespo y negrísimo pelo rebelde, Fernando Soria Tosantos, quien siempre nos traía de su Madrid los nuevos discos de los Beatles y se sabía todas sus canciones: "…¡me la destrozas, me la estás destrozando!", gemía y gesticulaba desesperado teatralmente cuando tarareábamos alguna de ellas mal…cuántos recuerdos que ya no podré nunca compartir con él…
En este mismo lado izquierdo, más adelante, en la zona de los de quinto curso -aunque no se distingue su adorada cabeza querubínica- tiene que estar, cerca del pasillo central, el que fuera mi primer amor torturado, secreto, amordazado por aquella abusiva e injustísima culpa impuesta. Ni siquiera él supo cuánto le quise hasta hace un par de años, en que rompí la esclusa de mi nostalgia, que desbordaba ya, y aún se anega él de lágrimas conmigo, en la melancolía de la edad y lo imposible.

Vibot dijo...


Y volviendo a la última fila, pero del lado derecho y de izquierda a derecha: B., con su apretado y redondo culito característico enfundado en sus vaqueros. B. fue quien en el cine, en la última fila del patio de butacas junto al pasillo central y cubiertos los dos con la cortina ocre de pana por guardarnos del frío, casi me descubre los misterios de Eros…salvo que ante tal abismo de vértigo, paganismo y pecado, yo le paré los pies…digo la mano. Ojalá me hubiera dejado llevar, dejado vivir, dejado soñar…
Después de este B. -nostálgicamente añorado tantas veces por el misterio que pudo haber sido desvelado y no fue en aquel desolador desierto afectivo- están dos de los tres guitarras de "Los Canalones": Espinosa y Urbano. Y, al lado derecho de la cabeza de Urbano pero en la fila de delante, me veo a mí mismo junto al pasillo lateral, bajo el blanco vía crucis de Lapayese…: en qué edén amoroso estaría soñando mientras atisbaba en la insalvable distancia diagonal aquellos rizos teofánicos de… Sí, él siempre me hacía ensoñar, como entre músicas, su perfil arcangélico intangible, inefable… ¡Tanto amor derrochado para nada!
Pero volvamos a este primer párrafo de tu divertimento, querido Cícero. Nunca hubo un armonio en el colegio. Era un rudimentario, aunque pionero entonces, órgano electrónico.
Recuerdo bien que, para acompañar a la escolanía en uno de los autos sacraméntales, hubo que bajar a León, donde unas monjas nos prestaron uno suyo. Y lo mucho que costó subirlo al segundo piso del teatro, y luego bajarlo para devolvérselo. Pero te entiendo, la palabra armonio, y no digamos la palabra harmonium, tiene ese ronroneo de acordeones, y como de abejorro estival libando flores, que resulta mucho más evocador que "órgano electrónico". Esto podría hacer pensar, acaso, que idealizamos o exageramos los recuerdos. Pero todos sabemos que la realidad fue, verdaderamente, mucho más intensa, bella y frustrante y zahiriente que todas palabras que enhebremos ahora intentando evocarla. Inaprensible siempre. Irretornable.

Vibot dijo...

Es que tienes el don de hacernos retornar a aquellos bancos, a aquellas melodías y textos y vivencias encriptados por siempre en nuestra sangre. Pues verás que aún no he pasado de tu primer párrafo y ya el programa del blog me ha dicho que el texto de mi comentario era muy largo y tuve que partirlo en dos…
Más abajo en tu escrito nos diviertes con la anécdota de la adulteración del texto latino original al ser cantado por "el pueblo". Nos contaba una anécdota parecida sobre este mismo himno el padre Alcalde, muerto de risa, acerca de un viejecita de Caleruega que en vez de Adorote devote latens deitas, ella cantaba muy devotamente: "Adorote devote las estrellitas…"
Y me ha fascinado todo lo que cuentas y cómo lo cuentas sobre la estancia y ósmosis teológica y artística entre Subirachs y aquellos brillantes padres jóvenes. El resultado artístico y teológico no pudo ser más excelente y tú nos lo has desmenuzado brillante y minuciosamente en tu impagable libro. Hemos pasado este puente de la Inmaculada cinco días en Barcelona y uno de los guías oficiales de la Sagrada Familia nos ha revelado cosas muy interesantes que están muy relacionadas con lo que tú cuentas. Prometo escribir sobre ello, pero adelanto mi opinión de que los bronces y las puertas de La Virgen del Camino ya no los superó en Barcelona.
No creo equivocarme. ¿Será apego de haber vivido entre ellos "esos días azules y ese sol de la infancia?"

Ramón Hernández dijo...

Gracias, querido amigo Vibot, por desmenuzar de esa manera el chuletón que nos ha servido Isidro hasta hacerlo papilla, aun a riesgo de desgastar tus propios dientes, pues son muchos los condimentos propios que le añades. Y digo bien lo de "gracias" porque, por la edad, seguramente somos muchos los que ya tenemos dentaduras de mierda o utilizamos protésisos inestables. Ignoro la razón, pero tengo la impresión de que tú mismo te estás convirtiendo en un pelícano de ley y dignidad para embellecer no solo esa misma puerta y la de la Sagrada Familia, sino también el corazón de la gran familia antiguosalumnosdominicos. Feliz Navidad.

Vibot dijo...

Gracias, Ramón, y feliz navidad también a ti. Siempre me valoras mucho y me dices cosas muy bonitas. Bueno, tu generosidad natural lo hace con todas las intervenciones que hacemos los pocos que las hacemos después de tantos años (ya lo decía una floklórica: "De las de peina y mantilla, qué pocas vamos quedando.") Es raro que no le encuentres algo positivo y sustancioso a cada uno.
Siempre, desde mis primeras intervenciones hace ya casi 18 años, me piqué sin miedos en el pecho como ese pelícano de Subirachs y vertí gotas -aveces hasta anegarme yo mismo- de belleza y pasión.
Había otro eco aquellos años. Se desanima uno cuando casi no puede decirle "you are wellcome" a casi nadie y seguir el dueto, o el terceto…de almas.
Pero la belleza de entonces y de ahora, como si aún estuviera en la edad del optimismo estudioso, me sigue a todas partes.

Isidro Cicero dijo...

Tengo el ordenador ya empaquetado para mandarlo a reparar a Barcelona, así que los textos me salen ahora retardados, a dedazo limpio y sin gracia ni maneras. Se tiene que notar fijo la batalla de los gordos dedos contra la pequeña pantalla del selular.
Tres cosa Vibot. La primera, lo del divertimento. Lo es, en el sentido que le da la RAE: "obra artística o literaria de carácter ligero cuyo cuyo fin es divertir".
Clavado el fin. Y también el gustirrinin sentido al final, cosas de la intimidad. Pese a ello, otros lo han leído con otros ojos, es natural, un texto complejo, enjundioso y cargado de capas de significados y matices.
La segunda, Vibot, el sentido de la vista que Dios te ha dado. Estábamos relativizando los sentidos, la vista lo primero, no te creí cuando te pones a identificar a cada joven orante de la capilla por su nombre, en una foto minúscula y. todos de espaldas. Y despues dde medio siglo. Cómo es posible. Visus desde luego no es, quizá intuitio o contemplatio, lo más seguro que discernimiento, dado que aportas una pista razonadora cuando dices: Ocupábamos los mismos sitios por control. O sea, es posible que en vez de singularizar el grupo por las espaldas o las nucas, lo que contemplas en la fotito fuera la geograafía nemotécnica de la ubicacion.
La tercera es de otro género y me ha conmovido. Cierto, como el pelícano legendario, tú Vibot, te has abierto el pecho en estos dieciocho años , como nadie, te nos has sangrado a la cara y te has entregado en la enteridad de tu humanidad. Me inmundum munda, colega..
Tengo el ordenador ya empaquetado para mandarlo a reparar a Barcelona, así que los textos me salen ahora retardados, a dedazo limpio y sin gracia ni maneras. Se tiene que notar fijo la batalla de los gordos dedos contra la pequeña pantalla del selular.


Tres cosa Vibot. La primera, lo del divertimento. Lo es, en el sentido que le da la RAE: "obra artística o literaria de carácter ligero cuyo cuyo fin es divertir".
Clavado el fin. Y también el gustirrinin sentido al final, cosas de la intimidad. Pese a ello, otros lo han leído con otros ojos, es natural, un texto complejo, enjundioso y cargado de capas de significados y matices.

La segunda, Vibot, el sentido de la vista que Dios te ha dado. Estábamos relativizando los sentidos, la vista lo primero, no te creí cuando te pones a identificar a cada joven orante de la capilla por su nombre, en una foto minúscula y. todos de espaldas. Y despues dde medio siglo. Cómo es posible. Visus desde luego no es, quizá intuitio o contemplatio, lo más seguro que discernimiento, dado que aportas una pista razonadora cuando dices: Ocupábamos los mismos sitios por control. O sea, es posible que en vez de singularizar el grupo por las espaldas o las nucas, lo que contemplas en la fotito fuera la geograafía nemotécnica de la ubicacion.
La tercera es de otro género y me ha conmovido. Cierto, como el pelícano legendario, tú Vibot, te has abierto el pecho en estos dieciocho años , como nadie, te nos has sangrado a la cara y te has entregado en la enteridad de tu humanidad. Me inmundum munda, colega..

Vibot dijo...

Querido Isidro, a ti no se te nota ni aunque escribas en el selular.
En cuanto a la complejidad, la enjundia y la carga de capas, significados y matices, ¿te has excedido? No, tú eres así.
Respecto a la segunda cosa que me dices no es tan difícil como parece. En las pantallas de ahora se pueden ampliar mucho las imágenes y, además, si esos muchachos de las últimas filas fueran los de tu curso tú también reconocerías a muchos de ellos. Por si esto no bastara, he tenido la ayuda de Pedro Manuel Alonso Herrero para el reconocimiento de esas cabezas y cuerpos genuflexos. Y hay otro detalle: en ese año se editaron varias postales con imágenes del colegio y esa foto de los chicos rezando el Rosario dirigidos por uno de ellos y vigilados por un fraile fue una de ellas. Te puedes figurar que muchos las adquirimos y comentamos encantados: este soy yo, mira donde estoy yo… y eso grabó nuestro recuerdo con esta postal. Y así, aunque "las nieves del tiempo platearon mi sien… (cincuenta) años no es nada, qué febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra…" como cantó para siempre Gardel. La letra de ese tango, de un ahora olvidado Alfredo Le Pera, no tiene desperdicio, casi merecería una glosa tuya como la que has burilado en el Adorote devote, salvadas las distancias. O sin salvarlas.
He dicho ahora olvidado Alfredo Le Pera pero no es sí si nombro alguno de los textos de tango que todos llevamos tatuados en el corazón: El día que me quieras, Mi Buenos Aires querido, Por una cabeza… y por supuesto ese tremendamente punzante Volver: "…Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor. La vieja calle donde le cobijo tuya es su vida, tuyo es su querer, bajo el burlón mirar de las estrellas que con indiferencia hoy me ven volver. (…) Vivir…con el alma aferrada a un dulce recuerdo que hoy lloro otra vez."

Vibot dijo...

Sobre tu tercer elogio que te agradezco en el alma, pues es verdad que os he brindado muchas, muchas horas de sangría de mi corazón, he recordado algo sobre un pelícano, he rebuscado entre mis partituras de la Escolanía y he encontrado una pequeña joya que tal vez los de cursos superiores no recordaréis pues, si no yerro, es una pieza que Torrellas estrenó después de vosotros, con nosotros, los de la postal. Se trata de un anónimo del siglo XVI en el que, en su final, se menciona al pelícano en esa acción de alimentar a sus polluelos con su propia sangre que está grabada en el bronce de Subirachs. La música es hermosa e intimista, aunque no llega a las sublimidades de Tomás Luis de Victoria. El texto en endecasílabos dice así:

Aquella voz de Cristo tan sonora
Que tiene suspendidos los oyentes,
Su muerte como cisne canta y llora,
Con ella libertando a todas gentes.

Viendo que se acerca ya la hora
El pan tomó en sus manos tan potentes:
Pelícano piadoso se mostraba
Pues carne y sangre suya a todos daba.

Vibot dijo...

Y respecto a la polifonía, es verdad que tuvimos un buen maestro en Angel Torrellas. Transfiguraba el santuario dirigiéndonos Aquella voz de Cristo tan sonora, la transparente y célica Missa Brevísima de Palestrina, cualquiera de los reponsorios de la Semana Santa y todo, todo lo demás. Cuánto le debemos de haber vivido aquello, de que también concibiéramos "per aurem" una música excelsa y sus laberínticos procedimientos que aún nos acompaña y fructifica. Como en los tus escritos o los míos y los de tantos otros (¡dónde andáis, canallas!).
Desde los cantos a una o dos voces en la capilla o las pequeñas fugas a tres o cuatro voces que Bregón, Rueda y Seque nos fascinaban y deslumbraban en el órgano como de Berbería de la escuela menor hasta las piezas a tres voces, generalmente homofónicas del coro. Y, sobre todas, las imborrables piezas a cuatro voces de la Semana Santa.
Pero, además, llegamos a entreverar, con Torrellas como mago miraculoso, hasta polifonías a cinco voces, como el Nigra sum sed formosa de Palestrina, cuya partitura tengo ahora mismo delante de mis ojos: entraban primero los contraltos, misteriosos, en esa tesitura ambigua entre niño y hombre tan andrógina, luego los bajos, profundos, sugiriendo ese formoso negror del título; a continuación los tenores, aquellos tenores recién cambiados de voz que fuimos con la voz en agraz de uvas tempranas; luego, casi pisándolos con su voz de reflejos plateados, los altos; y finalmente el oro de los tiples, con su sol que alumbraba el invierno y exaltaba la acústica del frío santuario hasta un fulgor con irisaciones de edén.

La misma orfebrería de cinco entradas sucesiva imitándose a distintas alturas tenía Tristis est anima mea, de Orlando di Lasso.
Y, en la cumbre de la maestría, O Domine Jesu, de Tomas Luis de Victoria, nada menos que a seis entradas polifónicas, seis voces distintas imbricándose y desenlazándose magistralmente, que ponían la carne de gallina y el alma al estricote. Esta última era la pieza favorita del padre Pedro. Así lo confesó después de una grabación de la misma en el santuario, de noche -¿o era un tarde del ardiente Junio con el Sole restallando en la vidriera?- donde él estaba con el gran magnetófono Ingra de carrete sobre el altar mayor dándole al play.
Y ya no puedo yo evitar, y tampoco lo quiero, esta pequeña polifonía sincrética de cultas voces poéticas con voces cotidianas del argot…¿me estaré contagiando de Cicero?

Vibot dijo...

Ojalá se pudieran corregir estas publicaciones. En la cuarta línea empezando por el final de mi último comentario debe decir:
"¿o era una tarde del ardiente Junio con el sol (no el Sole, que es absurdo y con esa mayúscula más) restallando en la vidriera?
Lo siento, Gracias.

Isidro Cicero dijo...

El gran magnetófono Ingra de carrete, muy bien Vibot, me ha gustado esa precisión, ese trabajo de la memoria, que no es impulsiva ni espontaneista, sino trabajada y documentada, como a mí gusta, como la adoración y la devoción de las que hemos estado hablando.
Negra sum sed formosa, qué maravilla, olvidada por crompleto, la he escuchado esta tarde mientras te leía, con la partirá delante, que YouTube es un milagro, me ha encantado seis y pico décadas después. ¡Las tiendas de Cedar, joder, que fantasía más maravillosa, donde se habían metido!. Y las pelles Salomonis.
Allá lo llevamos, esa sensualidad. El caso es que nos hemos quedado como silos tú y yo charlando de estas confituras.
Por cierto, que a esta .memoria trabajosa es lo que toda la vida de Dios hemos llamado nosotros la anamnesis.

Isidro Cicero dijo...

Dándole las gracias a un amigo ajeno a esta cofradía, crítico literario, profesor de oficio, que me ha comentado el Sub is figuris, le he contestado esta mañana cómo veo yo mismo este relato. Reproduzco mi autocrítica para vosotros por sí la curiosidad existiera.
El relato a sobre la genealogía de la obra de arte, es una reflexión comleja sobre la creación cultural en general.En el aspecto generativo en primer lugar y, en el segundo, desde el punto de vista de la recepción de la obra.
En lo primero, mi idea es que la obra de arte se produce a través de un proceso acumulativo de materiales de todo tipo, que el tiempo amontona y deconstruye a través de generaciones. El proceso en sí es una gran "brainstorming" sin límites en la que participan situaciones vitales, personas concretas que viven en ellas, han disfrutado grandes monumentos culturales ya superados, como el Adoro te devote y los reinterpretan. En el proceso sigue presente la contribución de los sentidos y su crítica y, desde luego la propia estructura constructiva de las palabras. En esta tormenta de ideas hay pruebas /errores, vacilaciones. Hasta que de pronto, surge en la mente de un humano dotado para ello, el fulgor de la iluminación, que es la genialidad de la obra de arte, en este caso el detalle de Subirachs, del cual tengo constancia del proceso, ya me gustaría tenerla también del bisonte de Altamira.

Junto a este itinerario, en paralelo, His figuris reproduce el itinerario contrario, el de la recepción del producto cultural concreto. Este puede ir desde el desconcierto, el miedo, la sorpresa, la fascinación o la indiferencia, que será lo más habitual.
Desde esta perspectiva, tiene menos importancia la coyuntura situacional de algunos personajes, aunque será útil conocerla. Sí supongo que la tiene, y mucha, la recepción per aurem, en dialectos multiplicados que expresan las particularidades, lo más próximo a la escucha individualizada de cada uno.

En fin todo esto no estaba así racionalizado en el propósito inicial, pero fue incorporándose a medida que se producía la operación redactora, que te reconozco, fue larga y compleja.

Vibot dijo...

Me hace sonreír que aprecies lo del Ingra. Pero, si lo piensas, entre aquel feo armatoste y la memoria impulsiva y espontánea con que evoco y convoco aquellas piezas polifónicas -tú mismo té lanzaste tras leerme a escucharlas- hay un abismo de materia literaria. A mí también me parecen importantes los detalles exactos, pero sólo como trampolines para saltar al vacío y sumergirse y emerger… también son detalles exactos los títulos de las piezas recobrados, los nombres de los compositores y la descripción técnica y poética del comienzo del Nigra sum, pero para mí la sustancia está en lo que viene después, en la escucha inmersiva y en la anámnesis de todos los detalles físicos, mentales y afectivos de aquella otra escucha primera de nuestra tierna edad…en el colegio aquel de Palestina y nieve.

ENTRADA MÁS RECIENTE

EN PLENA CONSTRUCCIÓN

LAS TRES ENTRADAS MÁS POPULARES EN EL BLOG