miércoles, 1 de mayo de 2024

CRONICA DEL RECUERDO PERDIDO Y HALLADO EN EL BLOG.- TERCERA PARTE.- (Por Javier Cirauqui)

Como os prometí aquí os mando la tercera parte de esta crónica del recuerdo perdido. Perdonarme si os he agobiado, igual me he pasado con tanto recuerdo atropellado. Los recuerdo se me agolpan en la cabeza y quisiera mostraros todo. Espero os haya hecho recordar aquellos vividos en la Virgen del Camino de  León. Gracias por leerme.






CRÓNICA DEL RECUERDO PERDIDO  Y HALLADO EN EL BLOG. TERCERA PARTE.-

Recordamos la Academia
y los guiones radiofónicos
con efectos enlatados,
del ulular en la noche,
de galopes y de pájaros.
Barrabás de Kupareo
y el Camino de Santiago
por Huarte dirigidos.
Y a la noche en el estudio,
información del Colegio,
noticias del mundo e Iglesia,
de la Orden Dominicana
y del futbol resultados,
emite Radio Camino 
jota sesenta y cuatro.
.
Como parte de esta magia,,
rescatamos los recuerdos,
de periódicos murales,
Telecosas, Minimudo
y el Pantalla más sublime,
con dibujos de Serrano,
por Cicero comentados

Sobresaliendo en el tiempo,
y por encima de todo, 
recordamos el teatro, 
los autos sacramentales. 
por el Padre Iparraguirre,
sabiamente dirigidos,
Padre Guervós adaptados. 
El Gran Teatro del Mundo,
El Colmenero Divino,
 y el Hospital de los Locos,
por Arruga y por Morán,
bellamente decorados.
Comedias en el teatro 
.como Los Tres Robinsones.
veladas de Navidad
y fiesta del compañero,
del estudio en el estrado.
Desiderio, Desiderio,
siempre triste y siempre serio,
sino fuera por el rayo 
de lunita que te alumbra,,
¿ qué sería  de tu fosa,
qué sería de tu tumba,
sino fuera por el rayo,
de lunita que te alumbra,
qué sería de tu fosa,
qué sería de tu tumba? 
Sube que sube, que sube,
trepa que trepa, que trepa
cae en manos de un querube,
la hija del guarda la Pepa.
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
El Piyayo y dos y tres,
los banderilleros de Lorca,
que salen al redondel.
Y lectura de las notas
en lo alto del escenario
y el Gaudeamus Igitur
y algún amargo recuerdo
de tan académico acto.

Y sobre todas las cosas,
el cine con sus películas, 
que vivimos con pasión 
y llenaron nuestra mente
de emoción y de entusiasmo
y que todos recordamos
con verdadera ilusión.
Estreno de Fray Escoba,
René Muñoz como actor, 
presente en la proyección.
Los tantos y tantos títulos 
que vimos emocionados,
Diálogo de Carmelitas
y La Túnica Sagrada,
Bienvenido Mister Marshall
y el Último Sello de Bergman,,
Manantial de la doncella
previamente censuradas
y los cortes de los besos
eran siempre abucheados.
Cenicienta y Blancanieves
y La Melodía Viajera
por todo el mundo sonando.
Y la magia del cinema
se apoderó del colegio.
y soñamos con historias
de risa, amor y vaqueros,
de espadicas, españolas,
de batallas y de miedo.




Y también recordaremos
a la Revista Camino,
dirección Iparraguirre,
donde hicimos los piniitps
de escritores consumados
con artículos, poesía, 
crónicas de cine y libros, 
la agenda con las noticias 
que entre revista y revista, 
se daban en e colegio
de la Virgen del Camino,
del Camino de León.
Yo adoraba la Revista
con verdadera pasión..

No he olvidado los paseos,
días de campo, excursiones,
a Quintana de Ranero
Santovenia y El Ferra,
La Almunia Fresno y Trobajo,
de menú bollo preñado.
La Vecilla y Curueño,
el lúpulo, Manzaneda,
Villamanín, Pico El Fraile, 
Gijón, Covadonga, Oviedo.
la Santina, Don Pelayo,
la Universidad Laboral,
Convento Santo Domingo.,
lugares a recordar.
El viaje de fin de curso
de los estudios del Arte
por Castilla y por León.
El Camino de Santiago
en su mayor esplendor,
Castrojeriz Tordesillas,
Alcázar de Sirga, Toro,
por Frómista y Benavente,
Valladolid y Carrión,
Zamora, Palencia, Burgos,
la noche en el noviciado
y todos estos lugares
por el profesor Arenas,
con maestría explicados.

No me olvido de los libros,
que este blog ha publicado. 
La Vendedora de Globos
Cuaderno de la Memoria,
y Nuestro Album de las Fotos
y alguno más despistado.
Libros de compañeros,
por Lalo Mayo editados
con su oficio bien probado
y el Libro del Santuario 
por Cicero realizado.

Los ecuentros celebrados:
Caleruega, Montesclaros,
Villava, Palencia, Oviedo,
Salamanca, Peña Francia
y Caleruega de nuevo,
Poecanciones de amor,
Mariano Estrada poeta
y alguno que me he olvidado

!! Viva Cortes, José Mari ¡¡
-un recurso literario
de la medida y el ritmo..-
por habernos regalado 
este magnífico blog,
que nos trajo a la memoria
todo aquello que vivimos
en la Virgen del Camino,
del Camino se León.
¡¡¡Vivan Alberto e Isabel,
vivan los compañeros
y los organizadores, 
los frailes y acompañantes
y traigamos al recuerdo 
todos que nos dejaron¡¡¡
Muchas cosas he contado
y en el tintero han quedado
otras muchas que recuerdo.

Salud, salud para todos, 
para toda la familia
de la Virgen del Camino,
Del Camino de León. 

martes, 30 de abril de 2024

VIDEOS DEL REENCUENTRO ABRIL 2024

Atendiendo la petición de alguno de vosotros, he enlazado en la portada del blog (apartado VÍDEOS) el acceso a los vídeos del reencuentro del pasado día 6, Misa, Acto social y despedida y concierto de Santos Vibot.




 

domingo, 28 de abril de 2024

AL DICTADO DEL ÁNIMO (Por Mariano Estrada)


Discurso de Mariano Estrada en la presentación del libro AL DICTADO DEL ÁNIMO

Patricia, Martina, Rosa y Mariano, a la puerta de Vilamuseu, Villajoyosa
 

Discurso de Mariano Estrada

En la presentación del libro AL DICTADO DEL ÁNIMO

Buenas tardes

El escritor Luis Bonmatí me soltó un día esta frase: Mariano, no entiendo cómo no te ha abandonado aún la poesía. Poco tiempo después, la escritora Espido Freire la apuntilló de esta manera: no creo que ya te abandone.

El señor Bonmatí, que es una persona ocurrente, irónica y perspicaz, supone que es la poesía la que abandona al poeta, pero hay razones fundadas para pensar que puede ser al revés. De hecho, es muy frecuente que los poetas, cuando la realidad les abre los ojos, se pasen olímpicamente a la novela. En este sentido, quizás Bonmatí debería haberme dicho: Mariano, no entiendo cómo no has abandonado aún la poesía. Incluso a riesgo de que yo le contestara con este sabio refrán: “Cuando un tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue”. Y si nos suena mal la palabra tonto podemos buscarle un sinónimo: Quijote, por ejemplo. ¿O no es don Quijote el tonto más tonto de los tontos? Cierto, si solo nos fijamos en la epidermis es un tonto redomado, un loco, un mentecato, un majadero…Pero si ahondamos un poco en la esencia del personaje descubrimos que ese tonto es el símbolo más grande que Cervantes y España le han dado al mundo. ¿Símbolo de qué? De la justicia, de la libertad… de la poesía. A mí no me importaría ser un tonto de ese pelaje.

Pero vamos al fondo del asunto: ¿Por qué un hombre de 77 años se empeña en seguir escribiendo versos? Quizás porque no ha encontrado nada mejor para convertir la fealdad en belleza, lo insípido en sabroso, lo inhóspito en hospitalario. ¿Como un bálsamo de Fierabrás? Mejor aún, como un jarabe místico que convierte en placidez las amarguras y tristezas de la vida. Quien lo probó, lo sabe.

Por otro lado, no soy yo el único que ha escrito versos más allá de una cierta edad. Hasta hace poco, lo normal era que los poetas llegaran a viejos escribiendo versos. Ahí están los casos de Vicente Aleixandre, Mario Benedetti, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Francisco Brines, Jorge Luis Borges… Por cierto, Borges dijo que “la vejez puede ser el tiempo de nuestra dicha. El animal ha muerto o casi ha muerto. Quedan el hombre y su alma”. Y es que Borges tenía la singularidad de ser a la vez ciego y vidente. 

Quizás por ello pudo escribir frases como esta: “La poesía no es menos misteriosa que los otros elementos del orbe. Tal o cual verso afortunado no puede envanecernos, porque es don del Azar o del Espíritu; solo los errores son nuestros”.

Seguimos. El escritor leonés Luis Mateo Díez, académico de 81 años y Premio Cervantes 2023, ha dicho que la edad es una mentira, que la vida es incómoda y que la felicidad no existe. Pues bien, desde la incómoda mentira de mis años, quiero decir que la poesía me ha dado intensos momentos de felicidad, aunque la felicidad no exista. Y además me ha ahorrado el psicólogo. Estoy casi seguro de que el señor Mateo Díez ha tenido, como yo, momentos felices en el proceso de creación de su obra, porque el cuento y la novela son casi tan catárticos como la poesía. 

¿Y qué pienso yo de la poesía? O dicho de otra forma: ¿qué es para mí la poesía? ¿Por qué no me abandona, como dicen algunos? ¿Qué tengo yo que mi amistad procura, para decirlo con palabras de Lope de Vega? Sobre este asunto he escrito muchas cosas, pero no quiero aburriros con ellas. Solo voy a abrumaros con una pequeña frase que utilicé para encabezar el libro “Gotas de hielo” en el año 2011. Dice así: “¿Y qué es la poesía, sino el don inestimable que nos permite seguir siendo inocentes?”.

Vamos a la portada. ¿Se equivocaba Gabriel Celaya cuando dijo que la poesía era un arma cargada de futuro? Aparentemente sí, se equivocaba, igual que la paloma de Alberti, pero no lo podemos afirmar con rotundidad porque el futuro es muy largo. Pueden venir acontecimientos inesperados que traigan a este mundo “guerrero” un futuro de paz. Ojalá. Por desgracia, lo único que tenemos hoy es una paloma que huye de nosotros por las esquinas. La paloma de la paz no aguanta tanta iniquidad y tanta guerra. Y se va, y nos deja... ¿Sabremos rectificar a tiempo para que no se vaya del todo dejándonos en una guerra continua, tal vez en un desolado paisaje sin figuras, como diría Antonio Gala? Por cierto, la Portada es de Lalo F. Mayo, mi editor. Y editor de La voz de Galicia durante 40 años.

Malos tiempos. ¿Tenía razón Bertolt Brecht cuando dijo que corrían malos tiempos para la lírica? No hay motivo para dudarlo, la lírica ha tenido momentos históricos mejores y peores. Y hoy corren malos tiempos para ella, necesita la mano de muchos quijotes, tal vez de muchos tontos. Sin embargo, jamás ha habido tantos poetas como ahora y nunca ha sido tan fácil publicar un libro de poesía. Eso sí, es tan fácil publicarlo como difícil venderlo. He ahí el problema. ¿Por qué no vende la poesía? Porque nadie la quiere ni regalada. Nadie, a no ser que forme parte de ese círculo endogámico en el que hoy trata de sobrevivir. Y aún es dudoso de que ahí sea realmente querida.

En todo caso, quiero señalar que hasta ahora hemos estado hablando de la poesía que se escribe, la de los libros, pero hay otra poesía, que es la que se vive, la que vive mucha gente incluso sin darse cuenta, la que todos los días se manifiesta en los ojos de un niño o de un perro, en los abrazos de los amantes, en el rostro resplandeciente de las mujeres embarazadas… O, simplemente, en la complacencia que produce el trabajo bien hecho. Visto de este modo, la poesía es una forma de vivir. Como ya sabíamos.

También podíamos hablar, aunque no lo vamos a hacer, de la poesía que nos ofrece a raudales la Naturaleza, porque ahí hay poesía para dar y tomar. Digamos que la Naturaleza, por mucho que nos empeñemos en destrozarla, es la reserva inagotable de la lírica.

En cuanto al libro que se presenta, Al dictado del ánimo, ¿aporta algo nuevo? ¿Es igual que los 17 poemarios que lo preceden? ¿Es mejor, es peor? No lo sé, lo que sí sé es que no podemos estar escribiendo siempre las mismas cosas, los mismos versos, los mismos poemas, como diría León Felipe. Tratamos de no repetirnos demasiado, aun sabiendo que lo que hacemos en realidad es escribir el mismo libro durante toda la vida. A ese libro se le puede llamar “Obra completa”. No sé si yo veré la mía publicada. De momento estoy más cerca de una selección antológica de mis versos. Tomadlo como lo que es: una amenaza.

Poco más puedo añadir, ya que Elena y Miguel lo han dicho casi todo. El libro fue escrito a lo largo de los últimos cinco años -durante los cuales publiqué otros tantos libros de diversas materias- y recoge, como indica su título, una serie de poemas que, mejor o peor, tratan de los asuntos que me iba dictando el ánimo en determinados momentos. Y como el ánimo es cambiante, en el libro hay un poco de todo. Malo ha de ser que no contenga algunos poemas aceptables, incluso buenos. Espero que el lector sepa bucear en sus páginas y quedarse con los que de algún modo le lleguen al corazón y sienta como suyos.

Termino mi intervención con la lectura del poema más corto del libro, una especie de poemino que, sin embargo, podría ser el resumen de todo lo que he expuesto anteriormente. Dice así:

La Poesía

La poesía es un fortín
contra la soledad,
y una vacuna contra el virus
del envilecimiento.

Moltes gràcies
Mariano Estrada, 25-04-2024

viernes, 26 de abril de 2024

VIENE UNA CHICA

 Espero que Chema Sarmiento no se me enfade si me permito presumir con estas fotografías acompañando a D. Luis Mateo Díez (reciente premio Cervantes) en los días de la presentación del proyecto de la película VIENE UNA CHICA que, como sabéis, con guión de D. Luis Mateo y Chema Sarmiento, está basada en cuentos de Don Luis Mateo Díez pertenecientes al libro "El árbol de los cuentos" editado por Alfaguara.





Chema rodeado de los chicos que participaron en su película

Presentación del proyecto de Viene una chica.



Día de la presentación de la película en León

miércoles, 24 de abril de 2024

CARTA A ALBERTO CORTÉS CABRERA (Por Carlos Tejo)




 

Querido José Mari, ya pasaron dos semanas desde que nos dimos un atracón de abrazos, cánticos, churros con chocolate y emociones de un nivel difícil de superar. Aquel sábado,  visto el nivel y número de intervinientes que se preveía en el salón de actos, me dirigí al mediador, Luis Carrizo, y le propuse que me apeara de la lista.

Mis palabras estaban pensadas para un destinatario muy querido, tu hijo Alberto. Esta carta, si se hubiera leído tal y como te la hago llegar hoy, habría durado casi el doble que los siete minutos en los que la había resumido para esa mañana del día 6 de Abril. 

Pero como hoy no nos apremian los del catering para la hora de comer, te envío este “ladrillo” que no es otra cosa que un resumen de cosas que fui confesando a lo largo de diecisiete años de blog.

Un abrazo para Isabel, para ti y para Alberto, a quien iba dirigida mi carta no leída, con palabras algo diferentes, hoy ampliada e ilustrada para el blog y que tú, José Mari, sabrás hacérselo llegar a Alberto con mucho más cariño.

Carlos Tejo

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CARTA A ALBERTO CORTÉS CABRERA

 

 “La primera vez que salí de Olleros, fue para ver el mar, un día del mes de Julio, a principios de un verano inolvidable, que pasó, como todos los veranos, muy deprisa, pero que quedó grabado para siempre en esta foto que un fotógrafo de playa me sacó en la de Ribadesella, al borde del mar Cantábrico”.

Julio Llamazares, del libro: ESCENAS DE CINE MUDO

 

Querido amigo Alberto, Alberto Cortés Cabrera. 


La primera vez que salí de Ribadesella, en Asturias, fue en un camión, un Pegaso recién comprado por mi padre, que no tenía carnet de conducir. Por eso

lo conducía un chofer amigo. Le apodaban Manolete. 

El viaje lo hicimos por el desfiladero de El Pontón, el mismo camino, pero a la inversa, que realizara de niño el escritor leonés que cité con anterioridad, Julio Llamazares. 

Atravesando el camión Pegaso las llanuras leonesas comencé a descubrir que había prados sin verde y ríos que no llevaban agua,  y, merodeando las charcas, cuervos y urracas. 

Alberto, a las urracas, en Asturias les llamamos pegas. 

Y a cada poco, Manolete, el chofer, repetía con malicia. Ya, ya sé que tú, Alberto, no sabes lo que es eso de la malicia: “Los cuervos son los curas pero, y se dirigía a mí, que tenía sólo 10 años, tú vas para pega”. 

Y repetía: “No sé qué será mejor cura de negru o fraile de blancu y negru, cuervu o pega”. 


Y llegué a la puerta del colegio de La Virgen del Camino en el Pegaso. ¿Te imaginas, Alberto? ¿Llegar al colegio en un camión? Y durante tres años y un trimestre viví lo que vivió tu padre, tus tíos y todos sus amigos y compañeros.


Sucedía entonces en aquellos años de mi infancia y adolescencia, que en España sobraban vocaciones para ser curas. Y a la mínima desaparecías de este colegio, sin más, de un día para otro. 


Y sin esperarlo, de la noche a la mañana, me tocó a mí.      

            En las Navidades de 1966, me enviaron a mi pueblo, Ribadesella, a que me operaran de las anginas. A los dos días de estar en casa, llegó una carta que decía que no volviera al colegio. Que mi nivel no daba para ser dominico. 

Y pasé de tener todo: amigos, a mi hermano José Ramón cerca, frailes, cine, teatro, rondalla, escolanía, latín, dibujo… a no tener nada. 


Alberto, quiero que sepas que yo cantaba en la escolanía con tu padre y tocaba el laúd en la rondalla, una rondalla donde ALGUIEN le sacaba una música preciosa a una extraña mandolina panzuda.

            

 

 

 

Año de 1966. Primer trimestre en la Virgen del Camino, los tres meses siguientes en la escuela pública de Ribadesella y el tercer trimestre, de nuevo en un seminario, en Saint Pé de Bigorre, a una docena de kilómetros de Lourdes, en Francia. Imagínate, Alberto, anduve tres colegios distintos en un mismo año. 

 

Tenía yo apenas 14 años y me había marchado solo, sin nadie de la familia, a estudiar a otro país.

A Francia me llevó un cura nacido en Ribadesella, Don Salvador Blanco Piñán, que pasó de ser el que rezaba la última oración a los ajusticiados, durante la guerra civil, a desertar de los que él consideraba “los suyos”,  y  a abrir los ojos a la humanidad con otra mirada, y a comprometerse con los más necesitados.

   

 

 

 


 

            Durante aquellos años de seminario francés se me fueron olvidando muchos nombres de los compañeros de La Virgen del Camino, recordaba a Germán Torrellas, y aquella actuación en el teatro, donde cantamos a dúo EL MIO XUAN MIROME, a Carlinos Bañugues, ¿cómo le llamabas tú, Alberto? Ah, sí, le llamabas Nubes. Pues Nubes, Bañugues, era mi ídolo en el deporte y en muchas más cosas, Domingo Iturgaiz, Molpeceres, sin olvidar a Devesa, que le tenía..., sí Emilio, te profesaba una tirria impresionante (hace ya décadas que se me pasó y ya ves, hoy te abrazo con afecto) porque tenías una horrorosa costumbre: sacabas sobresalientes uno detrás de otro. Y a mí me castigaban leyendo en público y en voz alta mi mediocridad. Ah! Estaba Javier Serrano, imposible no acordarme de él. Había sido mi maestro sin que él lo supiera, y recordaba a los padres Torrellas, Huarte, Lebrato, Cura, Pedro, fray Francisco… ya casi todos en nuestro Norte.


Y aquellos más mayores, con apellidos robustos y originales: Iturriaga Madariaga, Cirauqui, Ariztimuño, Elustondo, nombres a los que ya no les ponía cara. Me quedaban los rostros de  unos pocos, Javier Vallina, Máximo Olóriz, José Antonio y sus gafas, alguno más, pero no eran muchos, y sus caras seguían siendo, en mi cabeza, las de aquellos niños o jóvenes que recordaba. Y, claro, estaba mi hermano José Ramón, para arroparme.

            

            Pasaron los años y se fueron diluyendo los recuerdos. Me quedaban imágenes, los mosaicos, la escolanía, la rondalla, y aquella mandolina panzuda o, como escribió nuestro querido amigo Santos Vibot, panzuda y listada. 

Mandolina que manejaba con primor alguien cuyo nombre ya no recordaba.

 

            Había llevado conmigo a Francia dos cosas, un ejemplar del auto sacramental “El Hospital de los Locos”, donde mi hermano José Ramón había hecho el papel de La Envidia y una libreta, donde tenía copiados, con bastante precisión, los dibujos que Lapayese había grabado a cincel  en las Capillas Mayor y Menor del colegio.  

Desconocía entonces quien había sido su autor, y me serví de aquellas imágenes copiadas, sobre todo las de El Vía Crucis de la Escuela Mayor, para ilustrar cuanto podía, escritos y escenarios en aquel seminario Francés.

            Amigo Alberto, al finalizar el bachiller, decidí que ya no iba para cura, pero aquellos sacerdotes franceses me proporcionaron el futuro. “Carlos, me dijeron, diste los mejores años de tu juventud para la iglesia ¿qué quieres hacer ahora? ¿Seguir estudiando? Te vamos a ayudar”. 



Fueron cuatro años en La Escuela de Bellas Artes de Toulouse, con alojamiento y manutención en otro seminario donde, a cambio, vigilaba salas de estudio, hacía lecturas de textos españoles, entrenaba el equipo de atletismo y tocaba la guitarra en las misas y en las fiestas del colegio. 

Tocaba la guitarra porque en Francia, Alberto, no sabían lo que era una bandurria, ni un laúd y mucho menos, lo que era una mandolina panzuda. Estando de vacaciones en Ribadesella veo en el quiosco la Revista “Asturias Semanal”, y en la  portada, a todo color, reconozco a alguien que había sido el amigo más cercano aquí, en La Virgen del Camino. En esa revista aparecía un reportaje sobre un grupo musical avilesino, de los que llamaban folk, como los leoneses ALDABA o CALLE ANCHA, ¿sabes, Alberto? pero de Avilés. Se llamaba NEOCANTES, y allí aparecía mi amigo German Torrellas, fue en el año 1973. No tardé en comprar sus discos, dos LPS.


 

En otro número de esa misma revista, de ese mismo año de 1973, un misionero dominico, asturiano, fray Silverio Fernández, contaba: “El día que los astronautas americanos pisaron la luna, enseñé a los indígenas de la amazonia algo insólito para ellos: una cerilla”. Ya ves, Alberto, unos americanos pisando la luna y otros, estos en la selva, no conocían lo que eran las cerillas

                                                          

            Pasados los años, las conversaciones con mi hermano José Ramón, ya como periodista en Oviedo, me llevaban a que me hablara de un tal Cicero y sus libros, de Baldomero, de Pedro L. Llorente, el pajarín que ya voló, pero yo no tenía ni idea de quienes me hablaba. En Oviedo se tropezaba con Julio Correas y yo le recordara que Julito, además de ser profesor en Oviedo, andaba por Ribadesella, que allí tenía casa. Y salía, como no, en esa década de los 80, Víctor Pablo Pérez a relucir, puesto que se acababa de hacer cargo de la Orquesta Sinfónica del Principado de  Asturias.  

Poco más me quedaba de La Virgen del Camino, salvo el recuerdo de una escolanía y una rondalla, con una mandolina panzuda que seguía siendo, querido amigo Alberto, una mandolina sin dueño, una panzuda anónima.

            En los años noventa, en los carnavales de Ribadesella, se le hacía, como en muchos otros lugares, un juicio a la sardina antes de su entierro. Un teatrillo de unos mil versos, que yo mismo escribía. El tribunal estaba compuesto por  personajes como el alcalde, el aguacil, el juez, el boticario y el cura. Yo, como puedes imaginar, Alberto,  hacía de cura. Para parecer auténtico acudí al cura que me había dado la primera comunión de crío, Don Hortensio, un hombretón grande y bueno, para que me prestara una sotana.  

Supe más tarde que Don Hortensio había casado a Julito Correas y a su santa, Marta, hoy ya santa de verdad.  

Mi obra buena, en compensación por el préstamo de la sotana, es que le daba conversación durante un par de horas a aquel cura, ya mayor, que vivía entre ganaderos y beatas, en una aldea a donde había llegado con 26 años, desde un pueblo de León y donde se había quedado allí, en El Carmen, a cuatro kilómetros de Ribadesella, hasta que falleció ya muy mayor. 


 


            Pues bien, Don Hortensio tenía entre sus cosas, tres discos de la Escolanía de La Virgen del Camino, y me llevé junto con la sotana, cuyo aspecto daba pena, los discos de La misa Cantada de Aragües, el de las cuatro Ave María corales y el que contiene el Amén y Aleluya de Häendel. Hoy lo confieso, nunca se los devolví.

            Y mi colección de recuerdos de La Virgen del Camino comenzó a crecer. Mi hermano José Ramón me había proporcionado algunos ejemplares de la Revista “Camino”. ¡Cuánta ingenuidad escrita negro sobre blanco! Eso sí, los dibujos de Javier Serrano me seguían fascinando.

            Y aquel cassette editado en 1983, que compré en la tienda de objetos religiosos de Oviedo, que contenía Cantos para la Comunión y para la Exposición del Santísimo. Era una edición nueva, en cassette, del LP de 1964, CANTEMOS AL SEÑOR, de nuestra Escolanía. 


 

 


Me dijeron que un cántico de ese disco lo había utilizado el director de cine Víctor Erice en su película El SUR, y me aseguraron que se escuchaba cantar a mi hermano José Ramón. Me hice con la película y, llegado el momento de la escena de la Primera Comunión de la niña protagonista, se oye el cántico del coro de la escolanía: LA PUERTA DEL SAGRARIO QUIEN LA PUDIERA ABRIR y seguido, una voz sublime que se eleva: SINTIENDO TUS CARICIAS, SONRIE EL CORAZON…y reconocí de inmediato la voz solista, la inconfundible voz de… Máximo Oloriz. Y sí, no era José Ramón. Mi hermano cantaba también de solista en el casette  o LP pero no en la película. 

            

Un día, Alberto, me tropiezo en el diario La Voz de Asturias, ya en el año 1998, con un reportaje titulado SANDINO Y EL CHE, EN MISA, y el protagonista era el admirado maestro Ángel Torrellas. Maestro de tu padre, de tus tíos, mío y de nuestros amigos. 

El que nos ha enseñado todo sobre la música, a amarla y a cantar. Lo ilustraba una foto a todo color del padre Ángel Torrellas hablando a los feligreses de un barrio pobre de Managua, Batahola, teniendo a sus espaldas una pintura mural con el Che Guevara, Sandino, Fonseca, líder del frente Sandinista y Monseñor Romero entre otros. Mi memoria había vuelto a sus orígenes. 


            Yo ya estaba reconciliado con mi pasado en La Virgen. Ya casi no necesitaba más. 

Pero llegó el año 2007, ya tarde para un buen número de amigos y maestros, como así lo atestiguaba el inolvidable IN MEMORIAN, que tanto nos emocionó. 

 

Y por fin supe, mi querido y buen amigo Alberto, que quien manejaba con primor aquella mandolina panzuda y listada, como la describió nuestro compañero Santos Vibot, quien le sacaba aquella maravillosa música era José Mari, José Mari Cortés. Era tu padre. 

¡Por Dios! Alberto, cómo pude yo haber olvidado tantos años el nombre y la cara de tu padre.

Sabes una cosa, Alberto, hoy os quiero a los dos, a ti y a tu padre, y a todos los que te quieren.

Tu amigo Carlos.

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